martes, enero 08, 2013

Unos cuantos cómics del 2012.

Pasaron los Reyes por el cuarto de estar, se bebieron  las tres copas de licor y el cubo de agua para los camellos se evaporó. Nos dejaron una saca de carbón para repartir entre corruptos y codiciosos, pero también una pila de buenos cómics para que los compartamos entre la audiencia lectora, entre los buenos amigos de esta bitacorita. La lista se declara incompleta (dejamos muchos deberes por hacer en el 2012) y tan subjetiva como siempre.
Del curso pasado nos encantaron (sin orden): 
Vapor (La Cúpula), de Max: Vuelve el hombre. El hombre lleno de dudas y reflexiones metafísicas que ahonda en la razón última de la existencia. ¡Ahí es nada! El hombre es Max, probablemente la gran figura del cómic español de las últimas décadas. Su obra es poliédrica, mutante, paradigmática y en los últimos tiempos, profundamente reflexiva. Vapor ahonda en la senda interior, espiritual y metafísica que abriera aquel alter-ego cabezón que atendía al nombre de Bardín (un tipo superrealista). El nuevo eremita ascético que habita en las páginas de Vapor se llama Nicodemo y su intención no es otra que la de llegar a la esencia de la vida, despojándose para ello de todo lastre mundano. El lector avanza entre los dibujos cada vez más desnudos de Max y constata con cada viñeta que todavía existen autores superdotados capaces de convertir dos líneas y un círculo en el más profundo de los mensajes. 
Mister Wonderful (Random House Mondadori), de Daniel Clowes: si Wilson, aquel personaje misántropo, clasista y malhumorado, se hacía odiar, Mister Wonderful (su aparente contrapartida ficcional), despierta más lástima que simpatías. Clowes continúa alimentando su galería de personajes antisociales y outsiders. Para disfrute de sus lectores. Mister Wonderful es un hombre solitario, un tímido patológico carente de habilidades sociales, que parece abocado a un autoexilio existencial. Con una narración y un estilo mucho más ortodoxos que en sus últimos trabajos (Ice Haven, Wilson...) Clowes vuelve a revelarse como uno de los autores mayores de la escena comicográfica contemporánea. Su capacidad para crear personalidades complejas y atmósferas desasosegantes no tiene parangón. Maestro. 
Barcazza (Sins Entido), de Francesco Cattani: el dibujante italiano es una de las revelaciones de la temporada. Su trabajo en Canicola es excepcional en muchos sentidos. Lo es por su línea clara realista, primorosa, detallista hasta el paroxismo y luminosa como un día de sol en una cala mediterránea. Unos cuantos personajes disfrutan de una jornada marítima en una embarcación; toman en el sol, conversan y de reojo vigilan a los niños, que juguetean entre ellos en su realidad paralela de chapuzones y pequeñas batallas natatorias. Pura normalidad. Sin embargo, debajo de la cotidianidad lúdica, descubrimos que las pequeñas miserias nunca descansan, que la discusión y el fin de la armonía están siempre a la vuelta del arrecife. Un cómic costumbrista, cargado de sexualidad, que a nosotros nos recordó mucho a La aventura, esa gran película de Antonioni. 
Novia ante la estación y otras historias (EDT) / Reproducción por mitosis y otras historias (EDT), de Shintaro Kago: después de ser el secreto (internáutico) mejor guardado del manga contemporáneo, al fin se publica la obra de Kago en nuestro país; y lo hace por partida doble. Novia ante la estación y Reproducción por mitosis recogen algunas de sus mejores historias cortas, que sólo habíamos podido leer en Internet, junto a material inédito. No es fácil explicar, ni vender, así sin anestesia, la obra del japonés: estilo manga clásico, pornografía y experimentación se conjugan en una amalgama que conforma algunas de las páginas más sorprendentes del cómic actual. Kago es un narrador extravagante, sus composiciones de página y el ritmo de sus secuencias nos sitúan en un universo a medio camino entre la pesadilla surrealista, el porno duro, la ciencia-ficción y el cine de terror carnicero de los 80-90 (Hellraiser, Cube, Saw). Sin embargo, lo realmente valioso y sorprendente de Kago (aparte de su capacidad infinita para abrir nuevas vías narrativas) es que, detrás de los moldes génericos, el autor reflexiona con inteligencia acerca del mundo actual, acerca de estas sociedades inhabitables que estamos construyendo, entre todos, día a día. 
Frank. Filigranas del clima (Fulgencio Pimentel), de Jim Woodring: este año también repite el bueno de Woodring. Y lo seguirá haciendo mientras Fulgencio Pimentel, o quien quiera que sea, decida seguir publicando su obra. Como bien sabemos sus seguidores, con el estadounidense la palabra es siempre lo de menos. Sus personajes, Jim o Frank, Jim y Frank, son ya patrimonio de la humanidad animalizada viñetera. La obra de Woodring planta sus raíces en el underground psicodélico y lisérgico de los 70, junto a las fantasías alucinadas de los Víctor Moscoso o Rick Griffin. Pero en el caso de Frank el nivel simbólico se ramifica hasta alcanzar un sentido cuasi-metafísico, con una carga alegórica completa. Las fábulas protagonizadas por este animal antropomórfico funcionan como verdaderas parábolas hippies del comportamiento humano. Su dibujo cartoon, exuberante, metamórfico y pletórico, es un espectáculo visual con efectos hipnóticos. 
Buh (Thule Ediciones), de Andy Runton: podría parecer atípico incluir un tebeo infantil entre tanta obra seria y bizarra, pero el encantador animalillo de Runton merece un lugar en nuestra lista. Fue amor a primera vista, es lo que tienen los bichos torpones, bondadosos y llenos de plumas, que a uno le entran ganas de achucharlos. Además de eso, las historias de Buh (que Thule sigue publicando regularmente) encierran muchas virtudes como tebeos para niños y adultos. Dentro de su estilo cartoon, rotundo y amable, Runton esconde muchos registros como dibujante: sobre todo, domina el arte de la expresividad y la creación de personajes entrañables. En realidad, en las aventuras de este pequeño búho no pasa nada extraordinario; Buh se topa con los problemas habituales de su vida en el bosque (la tristeza de un amigo, un accidente doméstico, la frustración de un obstáculo...), del mismo modo que los niños lectores viven sus pequeñas penurias cotidianas como verdaderos dramas. Afortunadamente, como no podía ser de otro modo, en el bosque de Buh siempre termina reinando la felicidad.
Podría ser peor (Ultrarradio), de Ana Galvañ: Otra ilustradora, bloguera y comiquera que encuentra justicia editorial. Llevamos años siguiendo la obra de la señorita Galvañ (alias Elmyra Duff) y siempre nos ha parecido que tenía un don: la capacidad de crear mundos propios perfectamente reconocibles llenos de magnetismo y misterio. En Podría ser peor se recogen algunas de sus historias cortas, las que ha ido publicando a lo largo de estos últimos años en revistas y fanzines, junto a algunos relatos inéditos. Detrás de las formas suaves y rotundas de sus dibujos (con reminiscencias al manga, a la ilustración infantil y al universo disneyano) se esconden historias cargadas de mala uva, desasosiego y mucha incorrección política. Los “cuentos” de Ana Galvañ están protagonizados por muñecos y personajes sonrientes que parecen esconder secretos inconfesables. Sus historias se bifurcan en itinerarios insospechados y sus caramelos casi siempre están envenenados. 
Building Stories (Random House), de Chris Ware: ¡La caja! No está publicado en español, pero el de Ware es el cómic del año, y eso que ni siquiera es un cómic. Algún crítico avezado lo ha descrito ya como “la gran novela (gráfica) americana” (homenajeando a don Philip Roth). Ware continúa dando saltos mortales en su circo privado. La suya es la liga de los acróbatas imposibles. Building Stories es un cofre de los tesoros, que mide casi 50 centímetros, y que cobija comic-books, novelas gráficas, colecciones de tiras, cuadernillos, periódicos y hasta mapas arquitectónicos. Algunos de ellos materiales previamente publicados en The New York Times Magazine o en otros medios, la mayoría, material nuevo creado para la ocasión. Cada uno de los ladrillos que forman Buiding Stories encaja a la perfección en el relato biográfico de la joven protagonista y su entorno inmediato; la argamasa es la vida de aquella joven muchacha, coja y melancólica, que protagonizó las páginas del Acme NoveltyLibrary #18. El estadounidense completa la cuadratura del círculo narrativo y compone el macrorrelato de la existencia, la gran historia de una vida, a partir de los fragmentos, recuerdos, arquitecturas, vidas cruzadas y reflexiones que jalonan cualquier periplo vital. El deliberado baile de formatos, técnicas y soportes narrativos, junto al monumental talento gráfico de Ware, conforman una obra de arte de esas por las que muchos venderían su alma a Becelbú y todas sus reencarnaciones maléficas.
Ya fuera de lista, por motivos obvios, tenemos que agradecer el regalito editorial con el que nos han obsequiado nuestros amigos de Thule Ediciones (José y Olalla) y el Rey Gaspar. Para nosotros, este año también ha sido especial porque hemos visitado una IslaFlotante y hemos sido parte activa de un viaje galáctico con nuestro Marina está en la Luna. Nos permitirán cerrar con este bonus track personal.
Feliz 2013 a todos y que abunden las viñetas.

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