Pasaron los Reyes por el cuarto de estar, se bebieron las tres copas de licor y el cubo de agua para los camellos se evaporó. Nos dejaron una saca de carbón para repartir entre corruptos y codiciosos, pero también una pila de buenos cómics para que los compartamos entre la audiencia lectora, entre los buenos amigos de esta bitacorita. La lista se declara incompleta (dejamos muchos deberes por hacer en el 2012) y tan subjetiva como siempre.
Del curso pasado nos encantaron
(sin orden):
Vapor (La Cúpula), de Max:
Vuelve el hombre. El hombre lleno de dudas y reflexiones metafísicas que ahonda
en la razón última de la existencia. ¡Ahí es nada! El hombre es Max,
probablemente la gran figura del cómic español de las últimas décadas. Su obra
es poliédrica, mutante, paradigmática y en los últimos tiempos, profundamente
reflexiva. Vapor ahonda en la senda interior, espiritual y metafísica
que abriera aquel alter-ego cabezón que atendía al nombre de Bardín (un tipo
superrealista). El nuevo eremita ascético que habita en las páginas de Vapor
se llama Nicodemo y su intención no es otra que la de llegar a la esencia de la vida,
despojándose para ello de todo lastre mundano. El lector avanza entre los
dibujos cada vez más desnudos de Max y constata con cada viñeta que todavía
existen autores superdotados capaces de convertir dos líneas y un círculo en el
más profundo de los mensajes.
Mister Wonderful (Random
House Mondadori), de Daniel Clowes: si Wilson, aquel personaje
misántropo, clasista y malhumorado, se hacía odiar, Mister Wonderful (su aparente
contrapartida ficcional), despierta más lástima que simpatías. Clowes continúa
alimentando su galería de personajes antisociales y outsiders. Para disfrute de
sus lectores. Mister Wonderful es un hombre solitario, un tímido patológico carente
de habilidades sociales, que parece abocado a un autoexilio existencial. Con
una narración y un estilo mucho más ortodoxos que en sus últimos trabajos (Ice
Haven, Wilson...) Clowes vuelve a revelarse como uno de los autores
mayores de la escena comicográfica contemporánea. Su capacidad para crear
personalidades complejas y atmósferas desasosegantes no tiene parangón.
Maestro.
Barcazza (Sins Entido), de
Francesco Cattani: el dibujante italiano es una de las revelaciones de
la temporada. Su trabajo en Canicola es excepcional en muchos sentidos. Lo es
por su línea clara realista, primorosa, detallista hasta el paroxismo y
luminosa como un día de sol en una cala mediterránea. Unos cuantos personajes
disfrutan de una jornada marítima en una embarcación; toman en el sol,
conversan y de reojo vigilan a los niños, que juguetean entre ellos en su
realidad paralela de chapuzones y pequeñas batallas natatorias. Pura
normalidad. Sin embargo, debajo de la cotidianidad lúdica, descubrimos que las pequeñas miserias
nunca descansan, que la discusión y el fin de la armonía están siempre a la
vuelta del arrecife. Un cómic costumbrista, cargado de sexualidad, que a
nosotros nos recordó mucho a La aventura, esa gran película de
Antonioni.
Novia ante la estación y
otras historias (EDT) / Reproducción por mitosis y otras historias (EDT),
de Shintaro Kago: después de ser el secreto (internáutico) mejor
guardado del manga contemporáneo, al fin se publica la obra de Kago en nuestro
país; y lo hace por partida doble. Novia ante la estación y Reproducción por
mitosis recogen algunas de sus mejores historias cortas, que sólo habíamos podido leer
en Internet, junto a material inédito. No es fácil explicar, ni vender, así sin
anestesia, la obra del japonés: estilo manga clásico, pornografía y
experimentación se conjugan en una amalgama que conforma algunas de las páginas
más sorprendentes del cómic actual. Kago es un narrador extravagante, sus
composiciones de página y el ritmo de sus secuencias nos sitúan en un universo
a medio camino entre la pesadilla surrealista, el porno duro, la ciencia-ficción y el cine de
terror carnicero de los 80-90 (Hellraiser, Cube, Saw). Sin
embargo, lo realmente valioso y sorprendente de Kago (aparte de su capacidad
infinita para abrir nuevas vías narrativas) es que, detrás de los moldes
génericos, el autor reflexiona con inteligencia acerca del mundo actual, acerca
de estas sociedades inhabitables que estamos construyendo, entre todos, día a
día.
Frank. Filigranas del clima
(Fulgencio Pimentel), de Jim Woodring: este año también repite el bueno
de Woodring. Y lo seguirá haciendo mientras Fulgencio Pimentel, o quien quiera
que sea, decida seguir publicando su obra. Como bien sabemos sus seguidores,
con el estadounidense la palabra es siempre lo de menos. Sus personajes, Jim o Frank,
Jim y Frank, son ya patrimonio de la humanidad animalizada viñetera. La obra de
Woodring planta sus raíces en el underground psicodélico y lisérgico de
los 70, junto a las fantasías alucinadas de los Víctor Moscoso o Rick Griffin.
Pero en el caso de Frank el nivel simbólico se ramifica hasta alcanzar un
sentido cuasi-metafísico, con una carga alegórica completa. Las fábulas
protagonizadas por este animal antropomórfico funcionan como verdaderas
parábolas hippies del comportamiento humano. Su dibujo cartoon,
exuberante, metamórfico y pletórico, es un espectáculo visual con efectos
hipnóticos.
Buh (Thule Ediciones), de Andy
Runton: podría parecer atípico incluir un tebeo infantil entre tanta obra
seria y bizarra, pero el encantador animalillo de Runton merece un lugar en
nuestra lista. Fue amor a primera vista, es lo que tienen los bichos torpones,
bondadosos y llenos de plumas, que a uno le entran ganas de achucharlos. Además
de eso, las historias de Buh (que Thule sigue publicando regularmente)
encierran muchas virtudes como tebeos para niños y adultos. Dentro de su estilo
cartoon, rotundo y amable, Runton esconde muchos registros como
dibujante: sobre todo, domina el arte de la expresividad y la creación de
personajes entrañables. En realidad, en las aventuras de este pequeño búho no
pasa nada extraordinario; Buh se topa con los problemas habituales de su vida
en el bosque (la tristeza de un amigo, un accidente doméstico, la frustración
de un obstáculo...), del mismo modo que los niños lectores viven sus pequeñas
penurias cotidianas como verdaderos dramas. Afortunadamente, como no podía ser
de otro modo, en el bosque de Buh siempre termina reinando la felicidad.
Podría ser peor (Ultrarradio), de Ana Galvañ: Otra
ilustradora, bloguera y comiquera que encuentra justicia editorial. Llevamos
años siguiendo la obra de la señorita Galvañ (alias Elmyra Duff) y siempre nos
ha parecido que tenía un don: la capacidad de crear mundos propios
perfectamente reconocibles llenos de magnetismo y misterio. En Podría ser peor se
recogen algunas de sus historias cortas, las que ha ido publicando a lo largo
de estos últimos años en revistas y fanzines, junto a algunos relatos inéditos.
Detrás de las formas suaves y rotundas de sus dibujos (con reminiscencias al
manga, a la ilustración infantil y al universo disneyano) se esconden historias
cargadas de mala uva, desasosiego y mucha incorrección política. Los “cuentos”
de Ana Galvañ están protagonizados por muñecos y personajes sonrientes que
parecen esconder secretos inconfesables. Sus historias se bifurcan en itinerarios
insospechados y sus caramelos casi siempre están envenenados.
Building Stories (Random
House), de Chris Ware: ¡La caja! No está publicado en español, pero el
de Ware es el cómic del año, y eso que ni siquiera es un cómic. Algún crítico avezado lo ha
descrito ya como “la gran novela (gráfica) americana” (homenajeando a don Philip Roth). Ware continúa dando saltos mortales en su circo privado.
La suya es la liga de los acróbatas imposibles. Building Stories es un cofre
de los tesoros, que mide casi 50 centímetros, y que cobija comic-books,
novelas gráficas, colecciones de tiras, cuadernillos, periódicos y hasta mapas
arquitectónicos. Algunos de ellos materiales previamente publicados en The
New York Times Magazine o en otros medios, la mayoría, material nuevo creado para la ocasión.
Cada uno de los ladrillos que forman Buiding Stories encaja a la perfección
en el relato biográfico de la joven protagonista y su entorno inmediato; la argamasa es la vida de aquella joven
muchacha, coja y melancólica, que protagonizó las páginas del Acme NoveltyLibrary #18. El estadounidense completa la cuadratura del círculo narrativo
y compone el macrorrelato de la existencia, la gran historia de una vida, a
partir de los fragmentos, recuerdos, arquitecturas, vidas cruzadas y
reflexiones que jalonan cualquier periplo vital. El deliberado baile de formatos,
técnicas y soportes narrativos, junto al monumental talento gráfico de Ware,
conforman una obra de arte de esas por las que muchos venderían su alma a
Becelbú y todas sus reencarnaciones maléficas.
Ya fuera de lista, por motivos
obvios, tenemos que agradecer el regalito editorial con el que nos han obsequiado
nuestros amigos de Thule Ediciones (José y Olalla) y el Rey Gaspar.
Para nosotros, este año también ha sido especial porque hemos visitado una IslaFlotante y hemos sido parte activa de un viaje galáctico con nuestro Marina está en la Luna. Nos permitirán cerrar con este bonus track
personal.
Feliz 2013 a todos y que abunden las viñetas.
Feliz 2013 a todos y que abunden las viñetas.
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