lunes, abril 07, 2008

Sobre Rilke, Cézanne, Picasso y otras historietas.

Vamos a cerrar la ronda de reflexiones acerca de El Salón, Picasso y el resto de la prole bohemio-parisina, remitiendo a unas palabras de Domingo Hernández que leímos tiempo atrás. En su obra La ironía estética. Estética romántica y arte moderno, Domingo (experto en estética del arte y buen amigo de este blog -y en el que ya hemos recibido su visita anteriormente) dedica un muy interesante capítulo a "La novela del artista contemporáneo". En él, analiza las relaciones entre la novela y el arte "moderno", dibujando el tratamiento que el arte de la post-vanguardia ha merecido entre los novelistas coetáneos y posteriores al mismo. Previamente, se detiene a modo de introducción en aquellos precedentes que vinculaban a ambos vehículos discursivos, en el salto del S.XIX al S.XX; en un momento dado del capítulo señala:
Cuando Rilke escriba sus Cartas sobre Cézanne (...) será Cézanne el ilustrado y no el ilustrador. El tema se encontrará en esa “visión justa” de la que habla Rilke, la perfecta objetividad de la mirada de Cézanne, el ver como un recién nacido precisamente para que las cosas se muestren también en el momento de su nacimiento. Ver las cosas como si fueran siempre las primeras, en una “objetividad ilimitada” (...), y conseguirlo precisamente a través del color, de las nuevas relaciones entre los objetos, de las infinitas posibilidades que ofrecen.
Pero ahora se da un paso más en la relación de Cézanne con la literatura. Ya no se trata de la incapacidad de Zola para “ilustrar” al verdadero Cézanne, ni del Cézanne “ilustrado” por Balzac. Ahora la transmutación en la manera de ver las cosas por parte del pintor afecta también al escritor: Rilke también aprende a ver, y lo hace en parte desde los cuadros de Cézanne. El viraje de Cézanne en su modo de mirar, de pintar, era también el del propio Rilke, y así lo expresa en carta a Clara Rilke del 8 de octubre de 1907, mediante esa afirmación ya citada más arriba: «Lo que yo reconocí fue el viraje que constituye esta obra, pues a lo mismo había llegado yo con mi trabajo», o, de otro modo, la “visión adecuada” de Cézanne, la búsqueda de la objetividad ilimitada, también remitían al propio Rilke. Es siempre el mismo tema, el de la visión. A partir de ahí surge la vinculación entre Cézanne, Rilke, el Frenhofer de Balzac y, ahora, un nuevo personaje, aquél que llegó a afirmar que Cézanne era su único maestro, Pablo Picasso. Y no será el único en afirmarlo. También Paul Klee escribía en su diario en 1909: «Vi ocho cuadros de Cézanne. Es para mí el maestro por excelencia, mucho más maestro que Van Gogh».
¿Les suena de algo? ¿No es eso mismo (un "viraje" afín al momento-estilo-personaje artístico recreado) lo que en una medida u otra parece perseguir Bertozzi en El Salón? Ya ven, nada está inventado, aunque, cierto es, al cómic le quedan por descubrir muchos de esos conceptos que en otros discursos parecen ya lugares comunes. Algunos, como Bertozzi, están en ello.

viernes, abril 04, 2008

Reflexiones y provocaciones postSaloneras.

Después de leer y hablar sobre El Salón, la obra de Bertozzi, nos vemos asaltados por referencias cruzadas y reflexiones a posteriori. Por ejemplo, ayer, día 3, en la edición de The New York Times inserta en El País, se hablaba de Gauguin con motivo de la adquisición por parte del J. Paul Getty Museum de Los Ángeles de una obra suya, con aires de malditismo. Se trata de Arii Matamoe [El fin real], un trabajo en el que el pintor francés muestra la cabeza cortada de un antiguo rey tahitiano, sobre una mesa florida, en el contexto de una de sus típicas y paradisiacas estampas coloniales; "la naturaleza muerta por excelencia", según Scott Schaefer, el director del museo.
En "Una obra de Gauguin destinada a provocar" (que así se titula el artículo) se comenta:
Una explicación más probable es que Gauguin, al sentirse hasta cierto punto fracasado entre los éxitos de los demás post-impresionistas, la hizo para escandalizar a los burgueses y crear interés en su exhibición, en la galería Durand-Ruel en 1893, dijo Schaefer.
Quería ser rico y famoso, y escandalizar a la gente”, dijo, “y creo que esperaba renovarse en Tahití y encontrar imágenes que el público parisino no hubiera visto antes”.
Gauguin vendió once pinturas en 1893. “Arii Matamoe” fue comprada años después por el pintor Henry Lerolle y permaneció en su familia hasta los años 30, cuando fue comprada por un coleccionista suizo.
Aunque muy publicada, “Arii Matamoe” sólo ha sido mostrada en público dos veces desde entonces, en exhibiciones en 1946 y 1998, en Suiza.
Ironías del arte: el genio post-impresionista acomplejado por el éxito ajeno, termina convertido a su vez en referencia de éxito y modelo de cambio para la generación vanguardista subsiguiente. Para más información retómese El Salón, obra que, parece, nos vam0s a resistir a abandonar.

martes, abril 01, 2008

Nick Bertozzi, absentismo de salón.

De las estrechas relaciones entre cómic y arte pictórico ya hemos hablado por aquí en más de una ocasión. Hay cada vez más ejemplos de trabajos que intentan estrechar ese vínculo desde diferentes puntos de vista, tanto teóricos, divulgativos, como directamente artísticos. En este último grupo inscribiríamos el último trabajo de Nick Bertozzi publicado en nuestro país: su polémico El Salón (Astiberri). Polémico, en realidad, porque a uno de esos puritanos enmohecidos que pueblan las variopintas estepas culturales estadounidenses, se le cruzaron penes con pudores cubistas. Pecata minuta convertida en razón de estado (de la cuestión bitacórica, al menos).
1. La Vanguardia parisina. Se alimenta El Salón de la recreacción ficcional de los encuentros mantenidos por los diferentes grupos pictóricos pre y postvanguardistas del París bohemio de principios del S.XX. Ahí aparece el mecenazgo patriarcal (respecto al arte pictórico) de los hermanos Gertrude y Leo Stein, la omnipresente influencia de Gauguin, la que ya se presentía declinante tradición fauvista de Matisse y el nacimiento del cubismo con Braque y, especialmente, Picasso; juntos al ritmo musical impresionista de Satie. Todos ellos partícipes y protagonistas de un thriller pictórico con asesino en serie incluido y misterios paranormales plasmados en el lienzo de la historia recreada con aires de sueño etílico.
Bertozzi se lanza a un juego de interreferencias arriesgado: crear una ficción histórica jugando con los mimbres visuales que alimentan lo narrado. Es decir, hacer un cómic sobre el nacimiento de la vanguardia que se nutra de los propios elementos vanguardistas que recrea. No es nuevo, lo vemos en Las Ninfas, esa pintura Umbraliana exaltada adolescente del Modernismo poético; es la base conceptual de esa maravilla de la animación "abstracta" que es Fantasía de Disney y, si se descuidan, una de las mejores virtudes de la doblemente reseñable Expiación. En cómic encontramos jugueteos semejantes en Larcenet y su hipotética parodia de aquel Van Gogh en primera línea de guerra o en los delirios surrealistas dalinianos de Paco Roca en El juego lúgubre; El Salón va un poco más lejos.
Se observa su intencionalidad vanguardista tanto en la construcción de la historia (retorcida, serpenteante, fuertemente anclada en la creación de imágenes desde el subconsciente y la idea azarosa), como en su formalización estilística. Para El Salón, Bertozzi recurre a un dibujo más recargado, detallista y abundante en tramas que en otros trabajos suyos precedentes. Su uso del color (combinaciones bitonales -aparte de la línea negra de dibujo- que cambian de capítulo a capítulo) abundan en ese aire experimental que persigue la obra. Gracias a ello, El Salón funciona visualmente mucho mejor, en nuestra opinión, que Houdini: el rey de las esposas; un trabajo en las antípodas de éste por su minimalismo estilístico y mucho más ralo en términos narrativos.
No obstante, en esa misma indagación encontramos los límites estilísticos del trabajo del norteamericano: lo bello no siempre es rentable en términos artísticos. Muchas páginas de El Salón son bellísimas, ahora bien, nos da la sensación que su distribución cromática (la elección de los dos colores que "animan" cada capítulo) es aleatoria y azarosa, pero, si no nos hemos perdido alguna clave oculta, poco significativa; excepto en aquellos casos en que se recrea el componente soñado mediante un azul celeste que marca incluso las líneas de contorno.
2. La Absenta: La absenta (del latín absinthĭum, y éste del griego ἀψίνθιον, apsinthion) es una bebida con alto contenido alcohólico (de hasta 89,9º) y con sabor muy parecido al licor de anís. Se trata de un compuesto con base en hierbas y flores de plantas medicinales y aromáticas, con predominio de ajenjo (denominado también madera de gusanos). Aunque a veces se la considera un licor, la absenta no contiene azúcar añadido (Wikipedia dixit). Una curiosidad, la ingesta de grandes cantidades (o no tanto) de absenta suele generar el "síndrome del absentismo", que puede llegar a producir visiones, excitabilidad y espasmos, entre otros síntomas.
Viene esto a cuento porque precisamente es una variedad ficticia de esta bebida, la llamada "absenta azul", la que termina convirtiéndose en leitmotiv y caudal de las aventuras paranoicas de los protagonistas del tebeo que nos ocupa. Una bebida cuya ingesta facilita la entrada al interior de cualquier lienzo es una buena chispa argumental para encender toda una maquinaria de narración surreal, al mismo tiempo que un buen justificante argumental para cualquier desparrame visual (como los anteriormente señalados).
De nuevo debemos hacer un inciso crítico: la ensoñación onírica narrativa argumentada sobre los efectos psicotrópicos producidos por un licor alucinógeno, se nos antoja un recurso perfectamente legítimo a la hora de desarrollar una historia, sin embargo, en ningún caso disculpa o consigue esconder los posibles altibajos narrativos de un relato. He aquí el principal problema de El Salón: es ésta una obra que adolece de cierta irregularidad narrativa y, por consiguiente, presenta algunos baches de interés. Junto a episodios brillantes (la escena del tren o casi todas las que protagonizan Braque y Picasso), algunas subtramas resultan repetitivas o excesivamente largas (sobre todo, los episodios finales con la búsqueda de Annah).

Pero, como ya hemos dicho en otras ocasiones, no se lleven a equívocos con estas matizaciones críticas finales: El Salón es un buen cómic, una obra diferente, ambiciosa y sorprendente en muchas de sus páginas. Un buen experimento teñido de azul (absenta).

viernes, marzo 28, 2008

Entrevista a Gaspar Naranjo.

Gaspar Naranjo (Ciudad Real, 1971) es el autor de De cómo te conocí, te amé y te odié, su primer tebeo, recién editado por la también nobel Viaje a Bizancio Ediciones. En persona, Gaspar es como uno de sus propios personajes, afable, extrovertido y muy espontáneo. Por eso suponemos que esta entrevista, realizada a través del correo electrónico, ha debido de ser una dura prueba para él. Pero, aunque la pérdida del componente cinético-visual no deja de ser un pequeño drama para un dibujante de cómics (hasta cuando de una entrevista virtual se trata), resulta que Gaspar Naranjo es un tipo tan divertido de palabra como de trazo. Juzguen ustedes mismos el resultado.
De cómo te conocí, te amé y te odié no es tu primera incursión en el campo del cómic, sin embargo sí será el primer tebeo tuyo para los lectores. Cuéntanos algo de tu recorrido viñetero hasta llegar aquí.
Que yo recuerde, siempre he tenido madera de lápiz más que de líder. De pequeño era el típico niño que nadie quiere en su equipo (problemillas de coordinación) así que tenía que sacar la mala leche por algún sitio.
Llevo años inventando pequeñas historias y haciendo ilustraciones para mi y los que me rodean, pero nunca me había planteado la posibilidad de publicarlas. De cómo te... es el fruto de la terquedad y la apuesta de un par de amigos para que diera ese paso. Montones de gratitud para ellos.
Entonces, deduzco que nunca te planteaste sacar a la luz aquellas, como tú las llamas, "pequeñas historias" ¿Cómo han cambiado las cosas desde esos proyectos iniciales hasta De cómo te conocí…? ¿Qué constantes y que líneas se mantienen en tu trabajo desde entonces?
En los últimos años (digamos desde que he alcanzado cierto grado de madurez) mis historias siempre han versado sobre las sensaciones y sentimientos que desarrollo o me gustaría desarrollar en cierto momento: soledad, alegria, desconcierto, anhelo, odio, megalomania, amor... aunque ultimamente todos vienen hilvanados por el más machacón de todos, el del Amor. Es un buen contrapunto o complemento a cualquiera de los anteriores, dando como resultado una suerte de "slice of life" algo surreal.
El de "slice of life" es un término genérico tan controvertido como popular en los últimos tiempos. Veo que no te sientes incómodo dentro de categorizaciones de este tipo...
"Slice of life", "corte de realidad"... me gusta, es bastante elocuente. Cuando uno habla de sentimientos y sensaciones, pues eso, está hablando de la vida misma. A veces me vuelvo más histrionico, más imposible, es entonces cuando este término se queda algo corto (siempre puedes volverlo más elástico con un prefijo como sub- o super- si quieres).
A tenor de tus palabras, uno se pregunta si tu dibujo sería igual de efectivo y tendría la misma fuerza expresiva, aplicado a otro tipo de temas (obras de género, por ejemplo) o formatos diferentes, como la tira cómica. ¿Te lo has planteado alguna vez?
Constantemente. Donde más cómodo me siento es en una simple viñeta o en una tira; de hecho, si observas De cómo te... cada página puede funcionar de forma independiente, es un conjunto de tiras o gags bajo un hilo conductor. En cuanto a obras de genero... me encanta el desafío creativo. Está por ver.
En todo caso, parece que tu estilo está ciertamente enfocado hacia la narración humorística...
Ahí me has dado. Una de las mejores bazas históricas que tiene el lenguaje comicográfico es su gran capacidad de manejo del humor, al poder representar fácilmente situaciones fantásticas, inverosímiles o histriónicas y esta faceta es la que siempre me ha interesado, aunque, como te he he insinuado antes, estoy abierto a cualquier tipo de trabajo o situación. No descarto otros registros pero por ahora la sonrisa es lo que nos interesa.
¿Alguna influencia concreta dentro del cómic o fuera de él, que te haya marcado en esta apuesta por el humor?
Soy de la generación de Marco y Heidi, eso marca. Desde pequeño he utilizado el dibujo y el humor (sobre todo el humor) para escapar de esa monstruosa y desdichada presión (de verdad que no se que les ven a estos dibujos). Cuestión de supervivencia afectivo-sentimental.
Veo que fuiste uno de esos que se engancharon a La bola de cristal para superar la retirada de pantalla de Mazinger Z y la transición a Verano Azul.
Tio... no bromes con eso... lo de Mazinger fue muy duro... Aunque puestos a hacernos los reivindicaguays rompo una lanza por La Pantera Rosa, que parece que a la gente se le olvida y luego dicen: ¡ah!... claro... La Pantera Rosa, La Pantera Rosa... pues sí, coño, sí.
Bueno, cambiemos de tema. Pasemos del contenido a la forma. Cuando se describe tu estilo, aparecen inevitablemente adjetivos como "minimalista", "desnudo", "simple". En todo caso, nos sitúa inmediatamente en la órbita de otros autores que han vivido entre calificativos semejantes; nos acordamos de Calpurnio y su Cuttlas, por ejemplo, o de los cuadros esquemáticos y fuertemente icónicos de Keith Haring ¿Cómo describirías tú tu propio trabajo en términos estilísticos? ¿Reconoces alguna influencia clara en este sentido?
Hay algo que he tenido muy claro desde siempre, desde que empecé a dibujar cómics de una forma consciente y con intencionalidad (allá por mis tiernos trece años) y es que necesitaba un lenguaje que me permitiera expresarme y contar historias lo más rápido posible. ¿Influencias? Me lo he planteado mucho porque tarde o temprano saldría la pregunta. Nunca he sido un gran lector de cómic, siempre he preferido dibujarlos, así que las influencias en este sentido han sido escasas. Si te digo qué Jan con su Superlópez o Ibáñez con Mortadelo y Filemón, me mirarás raro, pero me influenciaron durante muchos años (sobre todo Jan) hasta que di un salto bastante radical a este estilo más esquemático. Toda una ruptura.
¿Calpurnio con su Cuttlas? Supongo..., aunque no recuerdo muy bien que fue antes, si el huevo o la gallina, si me inspiró en esa pirueta o me empecé a fijar más en él por la afinidad de estilo. Conocí a Cuttlas años antes de esa ruptura y aunque seguí a lo mío algo quedaría rondándomelo en las meninges. En todo caso me encanta, me acabo de comprar su último álbum "Esto no es un Cómic" y me lo estoy pasando bomba, tanto por sus historias como por la forma de contarlas. Es curioso, pero tengo más claras las influencias desde otros ámbitos como por ejemplo la música pop española de los 80 o la independiente actual, o la poesía de Gloria Fuertes (su poesía para adultos, no la literatura infantil por la que es conocida por la mayoría de nosotros). Es decir, lenguajes aparentemente fáciles pero cargados de emoción y si es posible de buen humor.
En cuanto a mi estilo, solo trato de que este sea lo más sencillo posible y que haga sonreír al lector de una forma inteligente. Hay algo que sí que me gustaría transmitir y hacia lo que trabajo, que es cierto "lirismo", una especie de búsqueda de poesía visual. Por eso, esa línea y esa composición. No digo que lo consiga pero sí que trabajo para ello. Las inevitables y voluntariosas etiquetas las dejo para los demás.
Llama la atención en tus historias la desnudez de la página, la forma en que tus personajes se mueven sobre el papel blanco, revelando escenarios y contextos ocultos hasta que ellos se posan sobre ellos. ¿Forma, el modo en que organizas la página, parte consciente de esa búsqueda poética o es una solución intuitiva, puramente narrativa?
Inevitablemente las dos cosas forman parte del proceso creativo. Por un lado, la intuición te ayuda a avanzar en tu búsqueda y por otra, las estructuras y conocimientos adquiridos apuntalan y cimientan ese camino a recorrer. Creo que ambos hechos (intuición y consciencia) están muy presentes en cualquier actividad creativa humana ya sea arte o ciencia.
Y estamos seguros de que también hay mucho de trabajo y planificación; de hecho, sería interesante conocer las pautas de tu proceso creativo. ¿Qué pasos sigues para dibujar un cómic?
No tiene mucho misterio, la verdad. Me siento y pienso. Mesa, silla, papel, lápiz y paciencia. Me planteo unos personajes y una situación que les va a acontecer, a partir de ahí tiro del hilo. Esta es la parte más divertida, los bocetos, donde se te pasa de todo por la cabeza, cosas muy sosas y otras que no dejan de sorprenderte a ti mismo; me rió mucho dibujando. Para dibujar un personaje tengo que meterme en él, adoptar su mismo estado de ánimo; si pudieras verme la cara, mis gestos van a la par que sus expresiones, parece un teatrillo más que una mesa de dibujo. Me gusta leer un poco o escuchar algo de música que acompañe a la que voy a dibujar y así ir metiéndome en el folio. Voy depurando y descartando hasta que tengo toda la historia abocetada.
Después me paso al ordenador (la parte aburrida, más aburrida y dolorosa, por la espalda digo... ¿alguien es capaz de ponerse recto delante de una pantalla?). Escaneo los bocetos, los vuelvo de un color gris claro y sobre ellos voy dibujando con mucho más detalle (en los bocetos a penas si se ve algo, cuando se me ocurre enseñarlos con orgullo solo encuentro caras raras y de circunstancia). Por último coloreo y ya está... ¡A dar la brasa a los amigos con mira-lo-que-he-dibujado!
Resuélvenos dos cuestiones respecto a tu técnica de trabajo, ¿empleas algún software o programa especial? ¿significan tus palabras que has medio jubilado las técnicas tradicionales del lapiz y el pincel?
¡Nooooooo, por Dios! ¿Qué será lo próximo, sexo por Bluetooth? El formato digital está muy bien para evitar que se te corra la tinta y te caigan goterones pero la precisión e imperfección de la mano le da una viveza y humanidad al dibujo (al menos en mi caso) que el software no te da. Uso más el ordenador por comodidad y limpieza. Me valgo de programas vectoriales y trabajo con tableta gráfica (no uso ratón sino lapiz) pero aún así insisto... los dedos y el pincel me parecen insustituibles en las distancias cortas.
Bueno, don Gaspar, muchas gracias por habernos regalado una dosis de su tiempo y esfuerzo. Esperamos repetir el encuentro dentro de no mucho. Por cierto, ¿algún proyecto en ciernes?
Despues de tanto amor-desamor y dibujo tierno, aparte de continuar con la historia de De como te... o alguna cosa en esa linea, está cuajando la idea de hacer algo de tipo pornográfico o al menos de una fuerte carga sexual, debe ser la primavera en ciernes o algo del cambio climático...

miércoles, marzo 26, 2008

Operación 700: el retorno (I).

¿Se acuerdan?, hace poco más de un año. Recordamos, además, que terminada aquella aventura prometimos deslindarnos de veleidades coleccionistas y del sucio arte de la acumulación materialista, sí. Pero que quieren, abierta la veda y constatada la oferta, ha sido recaudar (ahorros y queridas "regalaciones" materno-familiares) otros 700 euros del ala y no hemos podido resistirnos. Nos hemos vuelto a lanzar a la piscina de los originales vía-subasta internáutica. Somos de lo peor... con criterio (el nuestro), eso sí.

¿Razones para este desfalco pecuniario y atraco al cerdito de cerámica? Similares a las que aportábamos en aquel entonces:

a) Creemos en la valía artística de un Pogo o un Bringing Up Father. Nos encanta el cómic y admiramos a algunos de sus creadores, en el mismo grado o similar al que nos lleva a recrearnos con trabajos cinematográficos, pictóricos o literarios (si bien, reconocemos que a la historiografía viñetera le queda un trecho por recorrer antes de alcanzar maestros y maestrías como las que alumbran a los otros vehículos artísticos). Dicho lo cual, y salvando ese inevitable ramalazo fetichista que a todos nos sacude en mayor o menor medida, ¡qué bonito es deleitarse con el arte original que cuelga de una pared!

b) En estrecha relación con el punto anterior y para curarme de sibaritismos clasistas o elitismos mal entendidos: comprar cómic original es infinitamente más asequible que adquirir pintura o escultura. Sobre todo en este momento. Subrazones:

b.1/ La relación de la sociedad con el cómic se está normalizando y, en consecuencia, el cómic está empezando a adquirir "cierto" prestigio entre la crítica, los medios y "cierto tipo" de lectores que hace 4 años no hubieran leído un tebeo jamás de los jamases. Dicho lo cual, su consideración artística (y su precio de salida) está aún cogido con los alfileres del ajuste de mercado. Es un buen momento para hacerte con esa página de Sienkiewicz que siempre has querido a precios populares. El debate (¿cuánto vale el trabajo de un artista gráfico?) se abrió en otro momento; no sabemos cuándo se cerrará o cómo, si lo hace.

b.2/ El dollar está cayendo tanto y tal velocidad respecto al euro, que cualquier compra transoceánica presenta un descuento aproximado del 33% respecto a la valoración inicial. Es decir, que sumados los gastos de envío (mucho más baratos también en US que en, digamos, UK) un original por la estimable suma de $150, cuesta en realidad €100 (que tampoco está mal la gracia).

c) Una de patética exculpación: algunos se meten en hipotecas, nosotros nos compramos originales para decorar los muros de la casa nuestra que algún día nos hipotecara. En román paladino, que suele decir el de las barbas, cada uno gasta su dinero como bien quiere. Esperamos que surjan aquí ideas y sugerencias para inconscientes de nuestra quinta y curiosos varios. Ya conocen la regla primaria: límite inicial de la inversión €700. Los resultados, sorprendentes.

Dicho lo cual, nuestra primera adquisición de esta segunda "Operación 700" ha sido...

Nos encanta Dave Cooper y su interpretación orgánico polimórfica del underground y, además, nos convence casi siempre con sus historias marcianas, sus personaje-plaga epidémicos y su trazo inmaculado. Así que cuando nos vimos en la chance de pagar €100 por esta fantástica página, la número 23 de Suckle, no dejábamos de pestañear.

Llegada la página a nuestras manos, nos llamó la atención el tamaño reducido sobre el que trabaja Cooper (9 1/2 x 12 pulgadas, unos 24 x 30 cms) y la precisión milimétrica de su acabado, sin restos del lápiz por ningún lado y apenas dos o tres huellas de corrector. Asusta un tipo con el pulso tan firme dibujando trozos de carne en mutación constante. Suckle está publicado en España por La Cúpula, es uno de los mejores trabajos de Cooper y cada vez que nos acercamos a él nos recuerda lo olvidado que últimamente está su hacedor por estos lares.

martes, marzo 18, 2008

Por qué he matado a Pierre, secretos y mentiras.

Cuando Olivier Karali (Olivier Ka) se puso en contacto con Lionel Papagelli (alias Alfred) para proponerle la transformación en cómic de un episodio autobiográfico, poco podían imaginarse ambos que estaban a punto de alumbrar una de las novelas gráficas más exitosas de los últimos años. Ganadora del Premio del público y del Premio Esencial de Angoulême 2007, Por qué he matado a Pierre (Ponent Mon) relata los años de infancia de su autor y guionista, Olivier Ka, así como el periodo de áspera transición hacia la adolescencia, primero, y hacia la juventud, finalmente.
No obstante, en Por qué he matado a Pierre la recreación del proceso ordinario del crecimiento infantil se deforma progresivamente con cada página, como un tumor existencial, que convierte la transformación del pequeño Olivier en una gran mentira; todo por un secreto escabroso e inconfesable, uno de esos que no se deben desvelar de antemano (y que tampoco descubriremos aquí, no teman).
Casi todo parece medido con una precisión de cirujano en esta historia de niños felices, progenitores hippies esperanzados, curas de izquierdas y universitarios posrevolucionarios. Desde el tiempo discursivo ("cronometrado" por una precisa organización en capítulos que se abren con una imagen del protagonista en continuo crecimiento), hasta la dosificación de los indicios que amparan y esbozan la "tragedia" del protagonista; y que, después, preparan su desenlace catártico. Les hubiera sido más sencillo a sus autores recrearse en un ejercicio hierático de tragedia aséptica (en la línea de obras recientes como Madre vuelve a casa, de Paul Hornschemeier), sin embargo, Alfred y Olivier Ka optan por un género mucho más ajustado al pulso de la cotidianeidad: la tragicomedia.
Porque si algo innegable hay respecto a esta obra es que, en Por qué he matado a Pierre, las sonrisas conviven con las penas en perfecta armonía. A las primeras ayuda, sin duda, ese dibujo caricaturesco limpio y resplandeciente de Alfred. Un trabajo gráfico que nos ubica instantáneamente en el territorio de la línea clara belga, en el feudo de clásicos de Charleroi como Franquin o Jijé. Un dibujo que, paradójicamente, consigue ampliar la carga dramática de las escenas más peliagudas de la obra; ya conocen el dicho pervertido: en ocasiones no hay nada más terrible que la sonrisa de un niño. En ese mismo sentido, funciona el uso del color: Henri Meunier (encargado de tales menesteres) elige gradaciones y gamas cromáticas de una forma simbólica, como herramientas de exposición anímica y termómetro de la transición entre el niño y el hombre, entre el sueño y la vida. De fondo, la crónica social de un periodo convulso en Francia y en Europa: el que avanza desde los proyectos infinitamente revolucionarios del 68, hasta el descreimiento político-cultural que surgiría entre los estertores de un S. XX moribundo. Como las personas, las ideas también se hacen mayores.
En esos tránsitos múltiples, se determina el despertar de Olivier a la realidad adulta (en un recorrido retorcido por la culpa de una niñez golpeada) y en ese camino se concretan las virtudes de Por qué he matado a Pierre. Desde sus página iniciales, salpicadas por el arco iris de la inocencia infantil, hasta el episodio final de la expiación, compuesto como una fotonovela (con fotografías reales -¿se acuerdan de ese otro gran cómic que es El fotógrafo?-), el lector vive y vislumbra en este cómic un secreto argumental doloroso: el que se esconde tras la pérdida de la inocencia (traumática, en este caso).

La inteligencia de sus autores a la hora de medir, dosificar y organizar materiales, evita subrayados innecesariamente trágicos y simplificaciones psicológicas (o maniqueas) en la descripción de sus personajes. Por eso, por su inteligencia, Por qué he matado a Pierre nos toca como lectores en lo más hondo, porque, en ese territorio de nuestra memoria (o alma, vayan ustedes a saber) donde se mueve su historia, es donde aún habita el crío que fuimos algún día, alguien no tan diferente del pequeño Olivier, después de todo. Y me van a perdonar que me haya puesto sensible, cayendo precisamente en las tentaciones que este tebeo trata de evitar a toda costa.
Sobra el comentario, pero Por qué he matado a Pierre fue uno de nuestros favoritos del 2007, por supuesto.

jueves, marzo 13, 2008

Little Ripper's Kat.

Se nos quejaba recientemente don Álvaro de la guisa charcutera y escaso sexapeal con que se mostraba en algún retrato bizantino. Nos solidarizamos con sus cuitas y añadimos nuevos argumentos: para visión terrorífica y gesto atemorizante, el que nos ha salido en esta foto. !Miedito nos damos¡ ¡Cuidado editores, la próxima vez que nos endilguéis una página en negro o un error tipográfico, os abrimos el tebeo en canal!

Por supuesto, gracias mil, doña Zoraida, ¡es usted una artistaza!

domingo, marzo 09, 2008

Elecciones vinculadas.

No sé si lo han notado, pero últimamente estamos más contentos que unas pascuas. Gracias a nuestro buen amigo Vita, a este blog se le han levantado los vínculos en el Mozilla y además ahora le vemos los bajos al título hasta en las versiones pestañeras del Explorer. Tan contentos estamos que, hoy, día de elecciones, vamos a elegir candidatos para engordar nuestros "vínculos de autor".
Nuestro amigo Yorkshire nos echaba una pequeña bronca no hace mucho por obviar al señor Jorge Parras entre nuestras menciones a páginas de elaboración manual y artesana. No le faltaban razones, no sólo por esa originalidad manuscrita de su página Pure Basure (que la convierte en presa visual inmediata), sino porque esta bitácora de Parras es una de los más hilarantes, gamberras y estilosas de las que conforman nuestra blogosfera autorial. No se pueden decir sino bondades de esta casa, habitada por "monstruos" tan divertidamente asquerosos como sanamente ofensivos. No nos extraña que el bueno de Parras haya sido nominado para el Saló del Cómic de Barcelona en las categorías de autor revelación y mejor revista; y es que lo de ARGH! es cosa aparte. Parras forma parte del colectivo de ARGH!, probablemente la revista más trasgresora del panorama comiquero español actual. De hecho, se nos ocurren pocos ejemplos patrios que encajen tan bien en el siempre reivindicable concepto de revista underground. Ah, y no se pierdan sus fondos de escritorio, una buena razón para encender la pantallita cada día.


Y de postre, un clásico maldito, uno de los autores más personales de las últimas décadas del cómic español, uno de esos dibujantes que hurgan en las tripas del vicio, un creador que supo arrastrarse entre las llamas del pecado, regocijándose en cada una de las faltas humanas y divinas, un pregonero de rencores, iras y miradas vehementes con cuchillo afilado en la boca; seguramente el único autor capaz de editar un tebeo tamaño-mesa (40x30 cms), sin que se le caigan los anillos, se le derrame el orujo o menee un pelo, y lo que es mejor, sin perder una gota de arte y perversa extrañeza. Señoras y señores, con todos ustedes nuestro admirado:
Santiago Sequeiros.

miércoles, marzo 05, 2008

Paseos granadinos entre cómics y naranjos.

De vuelta de tierras "granaínas" nos traemos en el morral un buen puñado de tebeos, muchos buenos momentos y bastantes abrazos. Siempre es un placer cruzar España para visitar una de sus ciudades más fragantes, si además la excusa es visitar uno de los salones comiqueros más pujantes del panorama peninsular (en su decimotercera edición), mejor que mejor. Aunque sólo pudimos asistir durante la jornada del sábado, no queremos olvidar lo que allí vimos y vivimos:
Vimos unas instalaciones amplias luminosas y muy bien preparadas para lo que en ellas se celebraba. Pasillos amplios poblados de visitantes que podían avanzar entre stands sin esas apreturas tan habituales en otros eventos similares. Como nos confesaban los organizadores del salón en petit comité este hecho hacía que la asistencia pareciera más reducida de lo que en realidad demostraba el abultado número de visitantes, dispersos entre los diferentes salones que componían el recinto o entretenidos en el soleado exterior en carnavalesco espectáculo a medio camino entre la fiesta de disfraces y el homenaje manga.
En uno de esos recintos se llevaban a cabo conferencias tan interesantes como la que reunió a miembros de la recién creada Asociación de Editores de Cómic de Andalucía, para discutir en su puesta de largo acerca de la situación y dificultades actuales del cómic andaluz y de sus artistas. Allí escuchamos a las cabezas visibles de Viaje a Bizancio Ediciones, de Mangaline, de Dreamers, de Saturno Ediciones... y allí tuvimos la ocasión de presentar en público a Gaspar Naranjo y su De como te conocí, te amé y te odié, del que tanto hemos hablado ya por aquí.

La asociación de los jefes.

Después, de paseo entre los stands disfrutamos de charlas y encuentros con blogueros amigos, nos divertimos con las peleas carniceras (con ticket de por medio) entre los fans de Brian Bolland, con las fotografías góticas de Paul Naschy junto a sus seguidores, con nuestro amigo Gaspar parapetado detrás de sus gafitas y sus acuarelas líquidas, firmando ejemplares como un amanuense descosido. Entre paseo y paseo nos enteramos además de los contactos auspiciados por el salón entre dibujantes jóvenes y editores extranjeros, o de algunos muy interesantes planes editoriales de editoriales aún jóvenes. Tuvimos tiempo de ver la fantástica exposición de originales de la Enciclopedia Universal Clismón del fantástico Miguel Brieva.

Brian Bolland afanoso en su entrega al fan.


Gaspar Naranjo presumiendo de acuarelas

Paul Naschy y sus anónimos admiradores.


Y sobre todo, entre los sudores de las editoriales y los editores, los disfraces de Jack Skellington, Narutos o caballeros Jedai, percibimos los esfuerzos de la organización por hacer bien las cosas y seguir creciendo como festival. Será un placer volver a ver Granada y volver a visitar a los buenos amigos que allí dejamos.

Ah, además nos hicimos con ese afamado Emigrantes que no hace mucho triunfó en otro lejano salón.

martes, febrero 26, 2008

Ya sabe, Usted, y van cuatro.

La labor de los fanzineros nos parece admirable (y necesaria); cuando ese trabajo adquiere la forma de un monográfico, la cosa se torna heroica. Así sucede y viene sucediendo con Esteban Hernández y su fanzine Usted, del que acaba de aparecer el cuarto número y se anuncia el quinto (con colaboraciones lustrosas esta vez).
Desde la aparición del interesante Culpable e historias cortas, se ha hablado bastante y bastante bien acerca de este joven (jovencísimo) autor ciudadrealeño, sin duda uno de los dibujantes que más alegrías habrá de darnos en años venideros. En este Usted #4 hay pruebas claras de ello, sobre todo por lo que respecta a la evolución gráfica de su autor. Quizás tenga algo que ver con las palabras que leíamos hace no mucho en su blog:
He pensado en concretar mi estilo de dibujo. En vista de que en unos tres meses acabo Bellas Artes y debo pensar en lo alimenticio, el plan de producción de páginas masivo lo voy a cambiar por otro consistente en buscar una fórmula gráfica que me abra caminos más comerciales. Lo que quiero decir es que al cerrar la etapa universitaria, cerraré aquella otra de investigación gráfica. Aunque haya habido poca. Seguiré ilustrando y haciendo tebeos, pero lo que pretendo es que todos mis dibujos se reconozcan de la misma mano. En definitiva, cuidar la producción con criterios de calidad mas que de cantidad.
Nos gusta lo que dice y lo reconocemos en Maldita metáfora (una de las historias de Usted): al estilo barroco, detallista y lleno de recovecos de Esteban le sienta bien el matiz clarificador que aporta el color (los tonos grises, en este ejemplo); mucho mejor, en todo caso, que las tramas y los rayados manuales que, en alguna ocasión, crean cierta confusión visual, que no existe cuando recurre a superficies cromáticas planas. Es indudable que Esteban Hernández ya tiene un estilo, el de un buen dibujante, un artista que nos recuerda a algunos grandes de los 80 como Beroy o Fernando de Felipe. Un estilo que, estamos seguros, seguirá creciendo en esa muy fructífera línea que venimos observando últimamente en su blog y que, como hemos señalado, se vislumbra claramente en algunos episodios de esta nueva entrega.
Personal es también su discurso, que duda cabe. En casi todos los trabajos de Esteban Hernández se gira alrededor de ciertas constantes básicas: el azar como factor inescrutable, los procesos mentales que conducen a la demencia, las patologías... Hay algo enfermizo en los seres que habitan las viñetas de este joven dibujante. Sucede que, también en ocasiones, ese alma osura se manifiesta con excesiva verbosidad y adquiere vericuetos narrativos demasiado tortuosos, hecho que afecta negativamente al desarrollo fluido de algunas de las tramas de Esteban. Aspectos mejorables, seguro, pero que no impiden que las palabras arriba citadas vayan camino de tornarse en certeza. Nos gusta la reflexión autorial y nos gustan los creadores abiertos a la experimentación y a la evolución.


Por eso nos gusta Esteban Hernández, porque pese a ser ya un artista con un lugar en el panorama comicográfico español, no se conforma. Apostamos por lo que nos ha de deparar.

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A lo mejor no hay que esperar tanto (al menos para el merecido reconocimiento). Nos acabamos de enterar de que Usted y Esteban, por tanto, han sido nominados para la categoría de mejor fanzine del 2007. ¡Enhorabuena!