lunes, marzo 24, 2014

K.O. en Tel Aviv, de Asaf Hanuka. Paternidad y jugueteo.

Nos da la sensación de que el slice of life, que fue la punta de lanza del autobiografismo que acompañó al afianzamiento de la novela gráfica, se ha relajado un tanto en los últimos tiempos; al menos en su versión más cruda y autoconfesional. Sigue habiendo muchos autores que recurren a la experiencia personal y a la desnudez biográfica para adentrarse en el cómic adulto actual, pero también es cierto que cada vez se abren más vías de desarrollo dentro de esta madurez del cómic que estamos viviendo. Las semillas plantadas por Joe Sacco o Guy Delisle (dedicadas a la experiencia viajera y la mirada histórica), por Sfar o Blain (la revisión genérica desde la experimentación y la parodia) o los Chris Ware, Daniel Clowes y Charles Burns (recuperadores y renovadores de la tradición comicográfica), están dando muchos y muy jugosos frutos.
Quizás haya sido la saturación de la vía o la pérdida del factor sorpresa, pero lo cierto es que de entre los últimos cómics con carga autobiográfica que hemos leído los que más nos interesan son aquellos que hacen de la biografía un juego narrativo cargado de ironía y humor. Era el caso de Accidental Salad, aquel tebeo de Joe Decie que tanto nos gustó hace ya bastante tiempo. Aunque no lo parezca a simple vista, K.O. en Tel Aviv, de Asaf Hanuka, tiene bastantes puntos en común con aquel.
A lo largo de varios años, el dibujante israelí ha ido publicando las páginas de K.O. en Tel Aviv en el diario Calcalist de la ciudad y en su blog personal the realist (la serie continúa abierta). Hanuka es un reputado ilustrador que ha trabajado para numerosas cabeceras (Time, Rolling Stone), un dibujante francamente notable; hace gala de ello en este cómic. En él, desarrolla aspectos cotidianos de su orgullosa y sufrida partenidad, de su vida en pareja y de su compromiso con su trabajo como ilustrador y dibujante de cómic. Lo hace evitando sentimentalismos, huyendo de una visión trascendente del yo. Es cierto que, como casi todos los autores que trabajan con su biografía como materia prima, el cómic cae no pocas veces en cierta autosuficiencia ombliguista disfrazada de broma inteligente, pero no es menos cierto que esa es también uno de sus atractivos.
De igual manera que la poesía cuenta con un amplio registro de figuras estilísticas al que los escritores recurren para construir sus composiciones, el cómic cuenta (como lenguaje artístico que es) con todo un catálogo de recursos y herramientas que le son propios. En su libro, Hanuka recurre constantemente a la tranferencia icónica, a la metáfora visual y a la cita interdiscursiva para "armar" sus breves historias de una página; episodios de realidad que contribuyen a dotar al conjunto de la obra de coherencia narrativa. 
Así, podemos leer K.O. en Tel Aviv como una obra ingeniosa de humor inteligente, como un catálogo de recursos comicográficos, una agenda personal abierta a la experimentación y el jugueteo floral a partir de la experiencia personal. Casi siempre llevado a cabo de forma satisfactoria, añadimos. 
En su cómic, Hanuka explota su talento gráfico, y su ya mencionada experiencia como ilustrador (bastantes de sus historietas se componen de una única gran página-viñeta que consituye un gag en sí misma), y explora soluciones narrativas originales, muchas veces prestadas de otros medios y discursos: abunda el libro en enumeraciones gráficas ("Ecuación racial", "Soluciones de almacenaje", "Ice Man"), metáforas y metonimias visuales ("Yom Kipur", "La superpareja", "Noticias de última hora") y juegos con la perspectiva y el punto de vista ("Un hombre va por la calle", "Buenas noches, cabo Shalit"). En otros casos, sin embargo, las búsquedas narrativas que aparecen en K.O. en Tel Aviv son puramente comicográficas (lo cual, en realidad, tampoco convierte a estas entregas en mejores o peores) y remiten directamente a la cultura visual y digital contemporánea y a la sobre-exposición del icono pop. Es el caso de páginas como "La conquista espacial", "Los Cuatro Fantásticos", "Menos es más", "El día que conocí a Toby" o "Terminator"; cuya interpretación última se confía a la capacidad del lector para establecer vículos y relaciones interculturales.

Nuestras palabras pueden hacer pensar que estamos ante un cómic demasiado formalista o autorreflexivo. Aunque en algún modo sea así, sería injusto acercarse a K.O. en Tel Aviv desde un prejuicio crítico basado en su naturaleza experimental, sobre todo porque, por encima de su espíritu juguetón, el cómic de Asaf Hanuka es un tebeo de humor la mar de divertido.

lunes, marzo 17, 2014

Maestros del anime: Satoshi Kon, cuando la realidad y el sueño se confunden.

Si el cine de Hayao Miyazaki brilla por su capacidad para crear universos paralelos que se rigen por unas reglas propias, pero que, en su fantasía desbordada, rezuman verosímilitud, el anime de Satoshi Kon se instala de lleno en la realidad, para alterarla y convertirla en universo de pesadilla o en thriller enloquecido.
Desde su celebrada Perfect Blue (1997), el director japonés busca sus fuentes de referencia en la realidad más inmediata, en el mundo de los fans, del cine o del mundo empresarial. En esa misma cinta, un personaje que en realidad está interpretando a otro personaje, le repite con insistencia a Mima (una joven estrella del mundo de la canción que lo abandona todo para convertirse en actriz) una sentencia que resuena a lo largo de toda la cinta como un leitmotiv: "no hay forma de que las ilusiones cobren vida". O quizás deberíamos decir que la consigna sobrevuela todo el cine de Satoshi Kon, casi sin excepción.
Los personajes de sus películas creen entender el mundo que les rodea, soportan sus existencias apacibles, hasta que una chispa de anormalida enciende la trama y pone su mundo patas arriba. En esos instantes es cuando empiezan a desplegarse los diferentes planos de realidad que surcan la ficción de Kon: éstos pueden traducirse en forma de sueños recurrentes, realidades virtuales o viajes interiores fruto de la obsesión, o desequilibrios mentales. Las películas de Satoshi Kon se instalan entonces en mundo de paranoia en el que resulta difícil distinguir la línea del relato principal de aquellos otros metarrelatos que la surcan. ¿Cuándo estamos ante la Mima actriz y cuándo lo hacemos ante la joven ex-cantante llena de dudas (por haber cruzado una línea actoral y haber prestado su cuerpo a exhibiciones eróticas)? ¿En qué momento exacto se cruza la vida de la protagonista con su papel en la ficción televisiva? ¿Está el personaje al borde de la esquizofrenia o es el espectador el que está empezando a perder contacto con la realidad ficcional?
En la sorprendente, pero muy irregular, tanto técnica como narrativamente, Tokyo Godfathers (que elaboró Kon junto a Shôgo Furuya en 2003), la epifanía surge a partir de la inesperada aparición navideña de un bebé abandonado. La vida de los vagabundos protagonistas cambia en ese momento, para convertirse en una búsqueda que se convierte a la vez en un ejercicio de expiación interior. La película se desdobla en diferentes planos interpretativos basados en referentes religiosos (la Natividad) y cinematográficos (en un arriesgado cruce entre ¡Jo, qué noche! de Scorsese y Qué bello es vivir, de Capra).En el cine de Kon no se ofrecen respuesta claras, no se dan soluciones ni intentan explicarse las repeticiones cíclicas.
Quizá el mayor defecto de su filmografía sea, precisamente, su tendencia a la exhibición retórica y al manierismo postmoderno. En en su cine no existen la medida, ni la contención cuando los diferentes niveles de la narración empiezan a desdoblarse, a multiplicarse a confundirse entre ellos. Pareciera que cuando su ánime entra en el territorio de la paranoia caleidoscópica, ya nunca hubiera vuelta atrás y que Satoshi no supiera nunca cuando dejar de darle vueltas a las tuercas de su maquinaria. Sucede en Millenium Actress (2002), en la que Chiyoko Fujiwara, una actriz retirada, repasa su biografía a instancias de un joven director de cine admirador que acude a visitarla. A lo largo de su semblanza biográfica, Chiyoko entremezcla episodios de su vida durante los años de la Segunda Guerra Mundial y la consiguiente posguerra, con las andanzas de los personajes que representó en sus películas. Como es de esperar en las producciones de Kon, los dos planos de realidad terminan entremezclándose, la realidad del personaje se imbuye de la ficción de sus actuaciones y el espectador desconcertado termina asiendo hilos que en realidad no hacen sino enredarse en una fascinante madeja argumental. Porque, seguramente, el conflicto en las tramas de este director nace de la confusión y crece de forma irregular, pero éstas nunca, nunca pierden su capacidad hipnótica. El espectador asiste embelesado al espectáculo de la confusión.
Repetición paranoica y obsesión son dos constantes dentro de la filmografía de Kon. Están presentes en Perfect Blue (en el contexto del mundo del espectáculo), en Millenium Actress (en el mundo del celuloide), en Paprika (dentro del universo de las realidades virtuales) y hasta en los capítulos de la serie de animación Paranoia Agent (en la que de nuevo surge la duda entre lo real y lo imaginado) firmados por él... Son dos ingredientes que alimentan un cine que podríamos situar dentro del género negro. Los thrillers de Kon tienen esa cualidad especial que caracteriza a cierta literatura (lo vemos en el clásico Azul casi transparente, de Ryu Murakami, por ejemplo) o cine oriental, como el del coreano Bong Joon-ho (autor de la excelente y turbadora Memorias de un asesino, 2003). Misterio, corrupción y sexualidad explícita aparecen filtrados por un turbulento realismo mágico nipón que, sin dejar de ser deudor del género negro clásico norteamericano (el de los Chandler y Hammett), se acerca a la liga de los artistas del extrañamiento, en la que juega gente como David Lynch o Daniel Clowes. Aunque, es verdad, parte de ese extrañamiento se debe a la incomprensión y el desconcierto con los que se reciben en occidente muchas de las costumbres, actitudes y filosofías del pueblo japonés, y de los países del lejano oriente en general. Nos cuesta entender el fenómeno fan tal y como aparece en Perfect Blue o la exhibición de la sexualidad casi adolescente que se subraya en el anime, los videojuegos y el manga japonés, pero en el fondo, en esa puerta a lo desconocido que se nos abre es donde reside el encanto de creadores tan singulares como lo fue Satoshi Kon.

lunes, marzo 10, 2014

Dones tebeosféricos.

Dos anuncios breves con aires de recomendación:
http://www.revistadon.com/1542/portada-revista-don-05-marzo-2014-moda-a-lo-bestia
Para aquellos que estén enganchados irremediablemente a iPads, tablets y similares, una revista. Probablemente la mejor publicación de tendencias digital para tablets del último año. Hablamos de Don, una revista interactiva, gratuita y llena de música, moda, lecturas, entrevistas y cómics, por supuesto. Para muestra el botón de su último número, el cinco, que presenta una portada estupenda realizada por uno de los autores jóvenes ya consolidados del cómic español, David Sánchez. Para no perdérselo.
Los chicos de Tebeosfera siguen a lo suyo, inasequibles al desaliento. Todavía con la resaca informativa de su monumental Catálogo de los Tebeos 1880-2012, sacan ahora a la luz su "Informe Tebeosfera 2013: informe anual sobre la industria del cómic en España". Después de años lamentándonos debido a la falta de información objetiva acerca de la industria del cómic en nuestro país, después de los vacíos clamorosos de datos y analisis fundados, Manuel Barrero y sus legionarios viñeteros han venido a llenar ese hueco con un informe exhaustivo, meticuloso y cargado de gráficos, tablas, comparativas y listados de obras. Si después de la visita, alguno quiere descargarse el documento, puede hacerlo también aquí. Un trabajo benedictino. Gracias, otra vez.

 



lunes, febrero 24, 2014

Con Los surcos del azar de Paco Roca en la SER.

La semana pasada estuvimos en SER Soria con Chema Díez y con nuestra amiga la profesora de historia Eva Lavilla hablando de Los surcos del azar, uno de los grandes cómics del 2013, y uno de los favoritos para recolectar premios en este 2014. El programa nos sirvió además para homenajear modestamente al gran poeta Antonio Machado en el septuagésimo quinto aniversario de su muerte. Soria, Machado y Los surcos del azar, no podía ser de otra manera. 

El podcast:

lunes, febrero 17, 2014

Zombis británicos (en serie).

En su reciente ensayo "La novela gráfica en el laberinto de los formatos del cómic", José Manuel Trabado Cabado señala que una de las posibles interpretaciones de un concepto tan movedizo como el de la novela gráfica es la de "antiformato":
La novela gráfica en cuanto que antiformato diluyó los moldes férreos de la tradición del cómic; amplió la extensión de las historias y descubrió así nuevos ritmos narrativos vedados a las historias de género basadas en la acción y el suspense. 
Tenemos la sensación de que el proceso de desmontaje genérico es un fenómeno que se adentra en el cuestionamiento de las bases narrativas que en las últimas décadas se ha visto asociado a la Postmodernidad artística y a otras marcas asociadas a la misma, como las de la autorreferencia, la interdiscursividad o la autorreflexividad crítica. Desde este punto de vista, el innegable auge presente de las series de TV estaría en gran medidad alimentado por casos similares de ruptura genérica.
Los medios de comunicación y la industria del entretenimiento (el mundo mainstream) tardan entre cinco años y una década en asimilar y digerir cualquier hallazgo que nazca fuera de su órbita pulida de jingles e imágenes publicitarias satinadas. Tarde o temprano, todo lo que parece vanguardia o producto underground, todo lo que en un primer momento sonó a transgresión, termina por incorporarse al flujo del mercado y se convierte en material reciclable y mil veces masticable por la  industria (hasta que el sabor original desaparece). A lo mejor ahora el gran público está entendiendo como propias las ideas que unos cuantos lunáticos de vanguardia, como David Lynch o David Simon, esgrimieron ya hace varios lustros. ¡Quién nos iba a decir hace quince años que Sigur Ros o Mum sonarían ahora como amable banda sonora televisiva!
Un amigo nos comentaba hace poco que el fenómeno televisivo, el apogeo de las series ya ha pasado, que lo que ha de llegar ya estaba hecho o nace del molde prefabricado. A lo mejor tiene razón. Jorge Carrión hablaba en Teleshakespeare de rizos rizados en forma de giros manieristas: Espartaco: sangre y arena lo sería respecto a una serie anterior como Roma, Fringe respecto a Expediente X, Mad Men a Los Soprano y Treme por comparación con The Wire. (Y hemos citado algunas de nuestras series -o películas de más de cincuenta horas- favoritas de hoy y de siempre). Jorge Carrión no pretendía establecer jerarquías o marcar niveles de calidad, simplememte señalaba un hecho que tiene que ver con la acumulación de experiencias artísticas y la influencia acumulativa de precedentes televisivos, en este caso:
El giro manierista no puede establecerse, por supuesto, exclusivamente entre dos ficciones; ni puede ser pensado en clave evolutiva. Pero no hay duda de que la teleficción es creada con una alta conciencia de tradición propia, por guionistas que durante varias décadas de vida profesional han participado o participarán en diversas obras, con la memoria añadida de los canales en que éstas se inscriben, con sus tendencias narrativas, estéticas y comerciales. Breaking Bad es un buen ejemplo de la multiplicidad de antecedentes directos que se pueden rastrear, sin caer en la sobreinterpretación, en una teleserie; y de la operación manierista que, respecto a ellas, lleva a cabo.
Pero, ¿qué sucede cuando la serie hace exactamente lo contrario; es decir, cuando desnuda a la ficción genérica de artificio y la sitúa a ras de suelo? Tenemos la impresión de que esa línea de depuración ficcional es la que están siguiendo últimamente algunas series y miniseries británicas. No nos referimos exactamente al caso de Utopía (que sí podría leerse como un caso de thriller conspiranoico manierista), sino a tres producciones de esta temporada: ¿no serían In the Flesh, Southcliffe y Peaky Blinders depuraciones o "adelgazamientos" ficcionales de, por ejemplo, series como The Walking Dead, Hannibal o Boardwalk Empire, aunque casi todas ellas sean coetáneas? Y en este caso, y atendiendo a su contemporaneidad, ¿no podríamos hablar de una sensibilidad británica que conectaría a sus ficciones televisivas con la realidad más cruda, con el fango, la humedad y la sangre sin pigmentos o maquillaje? Entiendasenos.
Transpolando de nuevo el ejemplo de Trabado Cabado respecto a la novela gráfica, las series británicas estarían provocando un deslizamiento del género hacia lo cotidiano, invitando a una asimilación a pie de calle de lo imposible, preparándonos para la tragedia ficcional en el Telediario de las 3 del mediodía.
Acerquémonos a In the Flesh, por ejemplo. El éxito de la factoría Kirkman y sus muertos vivientes auguraba una ración doble de zombies y muertos vivientes (y lo que te rondaré cadaver); el giro antigenérico de la serie (tres capítulos) de Dominic Mitchell y Jonny Campbell, sin embargo, no era tan predecible como el de la sucesión de películas y narraciones que normalmente se asocian al fenómeno zombi: ¿qué sucedería si la condición zombi fuera parcialmente reversible?, ¿si se tratara de una infección crónica que admitiera cuidados paliativos y permitiera una integración social parcial (una especie de sida postmortem)?, ¿qué efectos tendría entre la gente de a pie, cuánto tardaría en saltar la jauría detrá del predicador? No es la primera vez que la ficción intenta normalizar al muerto viviente y convertirlo en ciudadano reinsertable, pero pocas veces se ha hecho desde un tono de realismo social con un trasfondo de crisis moral (acentuada por la iconografía y el sello visual televisivo creado durante los años del conflicto terrorista irlandés de fondo).
El de In the Flesh es un juego ficcional y visual interesante, al que sólo se le ven (nunca mejor dicho) las costuras cuando cae en subrayados y efectismos innecesarios (casi paródicos) o cuando se deja llevar por el sentimentalismo (también muy británico). Un ejemplo de disolución génerica, el de esta miniserie de muertos vivientes, que da claras señales de la buena salud de que disfrutan las producciones de televisión británicas en los últimos tiempos; y que seguramente nos da pistas acerca de por donde van a venir los tiros proximamente, antes de que el mercado que todo lo devora acabe también por asimilarlos.

lunes, febrero 10, 2014

breverías - amigos

breverías (catálogo de cuentos amagados e ilustrados) es una colección de microrrelatos en la que llevamos trabajando desde hace un tiempo. Cada uno de los textos está ilustrado por un amigo, un artista plástico que hace una interpretación libre en blanco y negro del microrrelato. Forman parte del proyecto dibujantes de cómic, artistas urbanos, ilustradores y pintores. Eclecticismo al poder.
La idea inicial era la de editar la colección en un pequeño libro-catálogo, pero como parece que las posibilidades de publicación se han agostado en los últimos tiempos, nos hemos decidido a publicar los relatos ilustrados poco a poco en esta bitácora nuestra. Les dedicamos la primera brevería a todos los amigos de este blog.

Artista: Gaspar Naranjo


lunes, febrero 03, 2014

Los viajes de Berliac.

Tanto nos gustó y sorprendió el Playground de Berliac (hasta el punto de incluirlo en nuestra lista de favoritos), que decidimos seguir buceando en la obra de este enigmático argentino, autor, crítico y editor, con residencia en Noruega.
Desde su web encargamos tres de sus mini-cómics a la venta, los tres con un aire artesano, plurilingüe y tan vanguardistas e inclasificables como Playground; los tres, nuevas piezas para intentar entender la vocación experimental de un artista que hace cómics y responde al nombre de Berliac.
Voyeur/Rêveur (autoeditado) es una colección de cuarenta y cuatro dibujos del autor, en ese estilo suyo que una vez describimos como cercano al esbozo en una sesión de dibujo del natural a mano alzada. El matiz diferencial, lo notable de este ejercicio de mano, reside en los temas: Berliac elude las naturalezas muertas y el modelo estático tradicional, para "aislar" instantes vivos descontextualizándolos de un marco significativo. De esta manera, hasta cuando dibuja una estatua, una navaja de afeitar o un templo griego abarrotado de turistas, el espectador intuye la naturaleza fragmentaria, fugaz e incompleta de lo dibujado; la ausencia de una referencia interpretativa. Desde este instante, la significación de las imágenes se antoja abierta y, en muchos casos, completamente subjetiva. Hacemos hincapié en este hecho porque esa subjetividad subrayada y críptica (o condicionada por la decodificación del lector, según como lo interpretemos) es una marca que hemos creído percibir en casi todos los trabajos de Berliac a los que nos hemos acercado hasta el momento.
Love was a meteor that disintegrated as soon as it entered my atmosphere (autoeditado) es, desde su mismo título, una mini-colección excéntrica de pequeños relatos y piezas sueltas (de hasta una página) que navega entre reflexiones simbólicas acerca del amor (The Wooden Floor, Fantasmas, Artichoke) o la amistad (The rodent). De nuevo, una recopilación de instantes confidenciales abiertos a interpretaciones y masticados personales. Cada lector leerá a un Beriac diferente, estamos casi seguros.
Textos largos, diagramas y dibujos (secuenciados o no) se cruzan en las historias de Love was a... en una búsqueda cooperativa de escrituras interdiscursivas. La densidad de los relatos de Beliac depende, precisamente, de esa acumulación de capas, o de hojas de alcachofa.
Inverso (mini Kuš!) es una narración más ortodoxa, aun partiendo de un desarrollo igualmente fragmentario y atípico, sólo en el sentido en que podemos resumir su trama en unas pocas líneas (el cómic está escrito en inglés):
In the midst of a marital crisis, an unnamed zoologist is assigned to investigate the possible case of a "negative jaguar". The deeper he delves into the Amazonian jungle, the more he steps into the other side of reality. Is it too late to go back?
Dejando de lado esta excusa argumental, las 28 páginas del cómic vuelven a estar habitadas por silencios y elipsis hasta su mismo final. Una ausencia de claves que exigirá, de nuevo, la participación activa por parte del lector. En Inverso (como sucedía en Playground o en las historias de Love was a meteor...) el autor juega con la imagen y el texto (y los tachones) de una forma sólo en apariencia azarosa: los dibujos no ilustran, ni acompañan a las palabras (o viceversa), sino que unos y otros (imágenes y textos) amplifican su carga significativa, en muchos casos, gracias a un ejercicio de yuxtaposición más que de secuenciación.
Si se han quedado con ganas de más (a ver cuando podemos acceder a esto y a esto otro) o si no les han bastado nuestras palabras para formarse una imagen aproximada del puzle resuelto, pueden acercarse a los web-cómics del autor: trabajos como Celdas contiguas, A dance on fire o Will You Still Love Me pueden ser una buena fuente de iluminación para explicaciones imperfectas; y un inmejorable acercamiento (aunque fragmentario inevitablemente) a todo lo que podemos esperar de Berliac en el futuro.
________________________________________________
Esta entrevista reciente de Pablo Turnes en Entrecomics nos descubre algunas de las claves de la poética de Berliac.

lunes, enero 27, 2014

Pájaros originales.

Entre nuestras perversiones menos ocultas se encuentra la del coleccionismo comiquero con marchamo original. Cuando estábamos dando los primeros pasos en este blog, le dedicamos varios posts al vicio, con la etiqueta "operación 700". Nos planteamos, entonces, fundirnos nuestros ahorros con un tope salarial de 700 € al grito de "a ver que se puede conseguir".
Y nos sorprendimos a nosotros mismos. Ahora que el cómic es novela y es gráfica, los precios de los originales se están emburbujando, pero aún hay buenas plazas en las que rastrear. Nuestra última incursión se la dedicamos a ese Grandes preguntas que -les contamos la semana pasada- tanto nos ha gustado. ¿Se podrá comprar un original de Nilsen, si es posible de Grandes preguntas, a un precio no muy grosero?, nos preguntábamos. Respuesta afirmativa.
Para llevar a cabo la adquisición nos metimos en una de nuestras páginas favoritas de originales, Beguiling, y allí, entre tentadoras planchas de Cooper, Gloeckner, Jason, Harkham o Kago, estaba el bueno de Anders Nilsen. Después de descartar algunas de las más apetitosas por su precio, nos quedamos con un dibujo de pequeño tamaño (un detalle de una página) muy desasosegante, que encierra uno de los momentos climáticos del libro. Ya lo estamos enmarcando, mejor no perder a los pájaros de vista.
El dibujo en cuestión:

lunes, enero 20, 2014

Grandes preguntas, de Anders Nilsen. Filosofía animal.

Hace unos días publicamos en nuestra bitacorita la lista con nuestros cómics favoritos del 2013. Si quisieramos estirar aún más el proceso de síntesis y llegar a aquello del sólo puede quedar uno, en realidad este año saldrían dos: los de Roca y Nilsen

Para los amantes de los minicómics y la autogestión, el nombre de Anders Nilsen llevaba ya años repiqueteando gracias a blogs, webs y al boca a boca; su serie Big Questions era un secreto a voces y, quien más quien menos, le habíamos echado ya algún vistazo a alguna de sus entregas. La sensación era la de estar ante un dibujante minucioso y lleno de talento, uno de esos nuevos geniecillos de la línea clara trasparente y el detallismo de trazo fino como un alambre: los Sammy Harkham y Kevin Huizenga o los italianos Gipi y Francesco Cattani.

Luego, Fulgencio Pimentel publicó su colección de historias cortas Mitologías (cuya edición ya está agotada). Recordamos a Nilsen sentado, inmóvil, silencioso y ligeramente sonriente como una estatua nórdica, atendiendo a los pocos comiqueros que nos acercábamos al stand para que nos dedicara el volumen y nos hiciera un dibujito durante el Salón de Barcelona de 2009. Nilsen se tomaba cada dedicatoria como si fuera la última y les dedicaba tiempo y una atención minuciosa de amanuense. Amabilidad y timidez infinita. Delante del stand, los tres o cuatro "premiados" nos arremolinábamos para enseñarnos los dibujos respectivos y disfrutar de su trazo fino y elegante, de ese estilo de delineante con alma de artista. Una muchacha observaba la escena y compartía miradas con los presentes a los dibujos. Se me acercó con naturalidad y, sin presentarse, me dijo algo así como, éste es un chico especial, ¿verdad? Sus dibujos son increíbles y él está ahí casi avergonzado, incómodo, como si no fuera el protagonista de la sesión. Le di la razón y seguimos todos nuestros caminos, menos Anders Nilsen, que había observado la escena desde fuera, preguntándose, supongo, por qué lo que él dibujaba con tanta naturalidad generaba esa expectación entre los pocos que nos habíamos acercado a él.

Grandes preguntas (coeditado por Sins Entido y Fulgencio Pimentel) es la recopilación revisada de todos aquellos minicómics que él estuvo dibujando durante más de diez años en un solo voluminoso tomo. No sorprende que sus protagonistas sean una bandada de pajarillos pinzones (seres delicados y frágiles), ni que Nilsen les haya dotado, a ellos y al resto de los animales protagonistas del libro, de un intelecto cuasi-filosófico. Idiosincrasia animal, rasgos zoológicos, elevados a la potencia de la reflexión intelectual. Hay mucho de alegórico en las páginas de Grandes preguntas.

Se observa la evolución de Nilsen (de su estilo e incluso intenciones) a lo largo de las páginas: desde las conversaciones iniciales entre los pájaros, más triviales y aisladas, hasta la construcción final de un relato en el que todos los personajes y elementos terminan imbricándose (un ejercicio de "vidas cruzadas" en escenario silvestre). El conjunto, unidas todas las piezas y las grandes preguntas de Nilsen, es un tratado acerca de las relaciones interpersonales, un estudio fabulado del comportamiento social y los mecanismos que lo regulan: el miedo, la envidia, el poder, la fe o el espíritu de supervivencia (struggle for life, dicen los anglosajones).

También hay humanos en Grandes preguntas, sí, pero casi todas las enseñanzas que se derivan de su lectura parten de algún comportamiento heroico, noble o sencillamente honorable por parte de sus "animales sabios"; como si la naturaleza fuera, realmente, la fuente final del conocimiento, nuestra referencia última para hallar respuestas; y como si el pensamiento humano, nuestra capacidad intelectual, requiriera de un filtrado "panteísta" que nos condujera a su adecuado aprovechamiento.

En una de las páginas finales del cómic, el espectro de uno de los pájaros protagonistas, Leroy, pronuncia unas palabras que, en cierto sentido, resumen uno de los impulsos narrativos que mueven los sucesos de Grandes preguntas; dice el pájaro fantasmal:

Nunca podemos llegar a imaginar el resultado de nuestros actos, pero si damos lo mejor de nosotros mismos y nos tomamos las cosas en serio, todo saldrá bien al final. Yo tenía razón. Si miras hacia atrás te darás cuenta. Al final las cosas son como tienen que ser. No vale la pena intentar predecir los detalles, todo termina por salir bien.

Es en el fondo una visión de base romántica, aunque alimentada por una percepción esperanzada de la existencia: no podemos luchar contra las fuerzas del destino; el hombre, con toda su animalidad, está expuesto ante los elementos y, por mucho que nos resistamos, poco podremos hacer ante el devenir de los acontecimientos. Sólo nos resta afrontar la existencia con optimismo, buena voluntad y cruzar los dedos para que las cosas terminen por salir bien, como dice Leroy.

¿Predestinación? ¿Determinismo? No exactamente, los animales y los seres humanos de Grandes preguntas no aceptan esta premisa que se les repite una y otra vez, por boca de otros personajes, y hacia la que les empujan los acontecimientos que se desencadenan a su alrededor (la muerte y la amenaza omnipresente, el azar disimulado bajo un misil que no explotó en su colisión contra el suelo, la aparición inesperada del ser humano). Su impulso vital, su ansia de vivir, les hace mucho más resistentes y obstinados ante la tragedia de lo que somos los seres humanos. Pájaros como Curtis o Algernon se resisten a aceptar el rumbo de dichos acontecimientos; se niegan a creer en los mensajes visionarios de otros pájaros "iluminados", como Charlotte o Zwingly. Al imponer su escepticismo a ultranza y su discurso racional, Curtis, por ejemplo, se convierte en un personaje que lucha contra corriente a partir de su empirismo inquebrantable. Y, paradójicamente, él, el racionalista, el escéptico, termina por convertirse en el verdadero héroe romático de la novela.

Los animales sabios de Nilsen, en toda su animalidad, nos enseñan una lección: el instinto de supervivencia es la base misma sobre la que asentar nuestras esperanzas. Los pinzones, los cuervos y las serpientes de Grandes preguntas aparecen personificados como seres racionales, sí, pero sobre todo, por encima de su sabiduría impostada, son eso, animales que se resisten a ser cazados y devorados, bestias que están dispuestas a morir y matar por su propia vida y la de su prole. Despojados de su intelectualidad, los personajes de este cómic son más nobles y justos que nosotros, los seres humanos. Si hay que achacarles algún defecto a los pájaros de Nilsen, ese es que su autor les ha hecho parecerse demasiado a nosotros.

Fíjense hacia dónde ha derivado nuestra lectura: pájaros filósofos y la lucha contra el destino. Palabras mayores, pero es que Grandes preguntas también es un cómic mayor. Un cómic enorme (y no sólo en su tamaño).