Si alguno tiene pensado ir a visitar Salamanca próximamente, éste es un buen momento. Siempre lo es, en realidad, pero en primavera, la capital charra se pone radiante y la luz recién brotada convierte su arquitectura en un Renacimiento dorado. Los estudiantes se ponen sus mejores galas preveraniegas y las terrazas de la Plaza Mayor se llenan de turistas sonrientes a la sombra de un helado. Además, coinciden ahora en el tiempo un buen puñado de exposiciones que no deberían ustedes perderse.
Después de aquella fantástica exhibición de técnica y músculo que nos deparó la muestra anterior de Erwin Olaf, el DA2 se descuelga con una doble exposición la mar de apetitosa: por un lado, podemos recrearnos con Artic Hysteria, la colectiva dedicada al arte finlandés contemporáneo, que ha estado dando vueltas por Europa antes de llegar a nuestro país. En ella podemos ver obras de algunos de los autores más importantes del arte finés actual. Encontramos también testimonios abundantes que confirman la retórica de esas tierras del norte marcadas por su clima, sus bosques y sus fiordos. De casi todo ello hay muestras en esta exposición: en las fantásticas fotografías manipuladas de naturalezas distópicas y extrañamente hipnóticas de Ilkka Halso (de su serie "Museo de la Naturaleza"); en las liebres árticas disecadas de Pekka Jylhä, que se diseminan por las estancias de esta cárcel-museo y nos miran como si fueran seres humanos congelados en medio de un ritual; en ese vídeo-documental habitado por músicos-soldado, majestuoso en su frialdad, que es Huutajat-Screaming Men, de Mika Ronkainen.
Hay también humor en Finlandia, no se crean (lo demuestran los divertidos y originales Coros de queja, de Tellervo Kalleinen & Oliver Kochta-Kalleinen) y hay (en estos tiempos no podía ser de otro modo), mucho dibujo: el que encontramos en las barroquísimas, abigarradas y enormes pinturas a lápiz de Stiina Saaristo nos recuerda mucho a Bryan Talbot y a su El corazón del imperio; por otro lado, los cuadros y los cómics (expuestos también en la muestra) de Bo Haglund, nos remiten a un estilo más underground, menos solemne, en la línea de un Dave Cooper o, sobre todo, del recientemente publicado en España Pinocchio, de Winshluss.
Dibujo y más dibujo. El título de la segunda exposición que acoge el DA2 estos días (durará hasta Mayo) no deja lugar a dudas: Merry Melodies (y otras 13 maneras de entender el dibujo). En ella se nos da a conocer o redescubre la obra de jóvenes autores españoles que, de un modo u otro, conectan en su trabajo la creación audiovisual (el guiño del título) con el dibujo. Encontramos creaciones de Chema Alonso (que ha creado una cámara de observadores observados), la sorprendente y muy meritoria "balasera" acuarelada protagonizada por los padres de Enrique Marty, la falsa y sórdida inocencia que puebla los dibujos de Juan Zamora, Ruth Gómez y sus personajes posmodernos de violetas melenas, los pájaros hitchcocknianos de Marta Serna o Violeta Caldrés y sus collages recortables de reminiscencias orientales y aire de artesanía juguetera antigua (¿se acuerdan de las viejas mariquitas recortables?). Destacamos también esa vídeo creación de Vicente Blanco (de la serie "Paisaje nevado"), inquietante y tan gélida como aquellas obras finlandesas de las que hablábamos hace un rato: un vídeo estático y sugerente cuyo dibujo no dejaba de recordarnos a los cómics de la israelí Rutu Modan. Pero, entre todas, nos quedamos con la sala oscura que crea Fernando Gutiérrez en su instalación Crisálidas (que ya se había podido ver antes en la LAboral de Gijón): un juego de fluorescencias, monstruos flotantes y grafitis cambiantes que no dejará a ningún visitante indiferente.
En la siguiente entrega les comentamos el plato fuerte de nuestra visita salmantina y de estos juegos dibujados. Permanezcan atentos a su pantalla.
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