Leímos y
hablamos hace poco de Come prima, el magnífico cómic de Fred. Aquel tebeo tenía algunos puntos en común con La entrevista, la obra que nos ocupará durante las siguientes líneas.
Más allá de que Fred y Manuele Fior sean unos tipos dotadísimos para el dibujo y de que sus imágenes se desplieguen con un trazo modulado, evanescente y ligeramente expresionista, ambos comparten un espíritu lírico similar, fundamentado en un empleo subjetivo del paisaje, un manejo extraordinario de la elipsis y una expresividad única a la hora de trasmitir emociones y sentimientos complejos a través del dibujo y unos diálogos sólo aparentemente anclados en la normalidad.
Lo analizamos así en la obra de Fred y lo vimos en su día cuando comentamos Cinco mil kilómetros por segundo, aquel multipremiado trabajo de Fior que tanto nos gustó y que adaptaba libremente una película de anime de Makoto Shinkai. Y lo volvemos a constatar ahora en su no menos brillante La entrevista.
Los cómics de Fior nacen en la normalidad, un in media res de la cotidianidad que nos agarrara de la mano como un padre a su hijo para mostrarle un paraje desconocido. Caminamos por el relato silenciosamente, observamos un paisaje que nos deja tiempo y espacio para la reflexión, escuchamos los diálogos ligeros de los personajes, completamos, imaginamos los silencios para, de pronto, en medio de nuestro paseo, descubrir estupefactos que nada de lo que parecía corriente lo es tanto: no es nuestro padre quien nos agarraba de la mano, las elipsis estaban llenas de secretos futuristas y enfrente de nosotros se despliegan una miríada de señales luminosas de origen extraterrestre... Podría parecer que nos recreamos en la metáfora descriptiva, pero no es el caso.
Los cómics de Fior nacen en la normalidad, un in media res de la cotidianidad que nos agarrara de la mano como un padre a su hijo para mostrarle un paraje desconocido. Caminamos por el relato silenciosamente, observamos un paisaje que nos deja tiempo y espacio para la reflexión, escuchamos los diálogos ligeros de los personajes, completamos, imaginamos los silencios para, de pronto, en medio de nuestro paseo, descubrir estupefactos que nada de lo que parecía corriente lo es tanto: no es nuestro padre quien nos agarraba de la mano, las elipsis estaban llenas de secretos futuristas y enfrente de nosotros se despliegan una miríada de señales luminosas de origen extraterrestre... Podría parecer que nos recreamos en la metáfora descriptiva, pero no es el caso.
La entrevista está llena de hallazgos de guión y de soluciones visuales imaginativas. El dibujo expresionista de Fior se mueve con naturalidad entre el caricaturismo anguloso o sinuoso con el que construye a sus personajes y el muy efectivo realismo de manchas, difuminados y construcciones geométricas que emplea para sus líricos paisajes naturales y espacios urbanos.
La entrevista es un cómic de ciencia-ficción que nos interroga acerca del presente y se cuestiona el tipo de relaciones humanas que estamos tejiendo en nuestras sociedades actuales. El autor nos envuelve en un juego telepático de dudas y proyecciones hipotéticas, y nos invita a preguntarnos en clave de ficción y progreso hacia dónde nos dirigimos y hasta qué punto nos gustará lo que nos encontremos más adelante. Manuele Fior se cuestiona el modelo de civilización presente por arcaico, rancio y conservador, y parece depositar sus esperanzas de futuro en esa misma juventud libre, utópica e impredecible de la que a veces tanto desconfiamos.
En definitiva, La entrevista es un cómic moderno y optimista, un trabajo cargado de imaginación narrativa y repleto de soluciones visuales que no hacen más que confirmar el enorme talento de su autor para la narración secuenciada.
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