miércoles, septiembre 30, 2015

Un océano de amor, de Lupano y Panaccione. Vodevil marinero sin palabras

Un cómic con ingredientes, peso neto y valores nutritivos en 100 gramos. Una edición cuidadosa de Reservoir Books con olor a sardina. Y un prólogo de Paco Roca, que nos cuenta cosas tan sustanciosas como que:
Un océano de amor habla de gente que vive junto al mar, en un pueblo evocador, con todo el sabor de las poblaciones costeras de novelas como La isla del tesoro o El canto de la tripulación. Este relato es un homenaje al mar, a ese mar que tanto a hecho soñar a aventureros y escritores y que en la actualidad está amenazado por el progreso humano. En una entrevista, Lupano cuenta cómo la semilla que hizo nacer esta historia se remonta a 2005, cuando viajó al estado de Chiapas y se encontró con un río de residuos en lugar de las aguas cristalinas que esperaba disfrutar.
Un oceano de amor es, efectivamente, un libro marinero, un relato de aventuras y una ensoñación romantica; pero el guión de Wilfrid Lupano encierra igualmente un gran vodevil con trazas de comedia costumbrista, un enredo en el que tienen cabida piratas del Índico, guapas modelos de revista, plañideras bretonas y hasta un Fidel Castro convertido en bailarín improvisado... Como lo oyen.
El arranque del relato es una pequeña maravilla de romanticismo cotidiano: como cada mañana, Monsieur se levanta antes del amanecer y se enfrenta a su miopía de Rompetechos y a un día que se antoja largo y tempestuoso; su mujer, le espera en el comedor con un desayuno contundente de tortitas, jamón y huevo que Monsieur devora como un niño pequeño; en la tartera con el almuerzo, como todos los días, una lata de sardinas..., sus odiadas sardinas, que, paradoja del sino Romántico, habrán de salvarle la vida. Estas primeras páginas están cargadas de cariño y sensibilidad, de heroicismo de zapatillas, gafas de culo de vaso y sartén oxidada. Un matrimonio que sobrevive al mar día a día con ánimos renovados, un homenaje a la dura vida marinera y un ejercicio de respeto silente y admiración respetuosa al mar que a tantos da de comer y a muchos otros entierra.
A partir de ese arranque, la historia comienza a girar en un vértigo de enredos, situaciones imposibles y comedia muda que, por momentos (casi todos los protagonizados por la mujerona de Monsieur), nos remite al slapstick más gestual y bufo de Jacques Tatí o de los clásicos del cine mudo (o el cómic mudo, como el de Milt Gross, por supuesto). 
Porque, no lo hemos dicho, pero Un océano de amor es también un cómic sin palabras, silente, mímico, pero al mismo tiempo vívido, expresivo y dominado por un mar estruendoso. No hubiera sido posible sin el arte admirable de Grégory Panaccione, sin sus efectos digitales que brillan como pinceladas de acrílico, o sin su uso expresionista de la línea y el paisaje. Los escenarios de Panaccione componen una colección de frescos y naturalezas que nos invitan a embarcarnos en un crucero transatlántico, no siempre gozoso: la belleza agreste de la costa bretona se cruza con los amaneceres marinos y la calidez caribeña de La Habana, pero en la travesía descubriremos también la sal en la herida, la pesca incontralada, los vertidos ilegales, la "sopa tóxica" del Atlántico o a los nuevos y terribles piratas del Caribe.
Un océano de amor es una tragicomedia con conciencia y corazón, un cómic sin palabras que, gracias a los lápices de Panaccione, tampoco parece necesitarlas.

miércoles, septiembre 23, 2015

Cómics Online: Go Get a Roomie!, de Chloé C. Divertida desvergüenza

Por causas que les explicaremos en otro momento, estamos últimamente volcados en un campo, el de los cómics online, que teníamos bastante abandonado. Así que, aprovechando el rebufo, les vamos a "regalar" una dirección web que es un cajón lleno de sorpresas y momentos de diversión a coste cero:
Hablamos de Hive Works Comics, una página de hospedaje para proyectos digitales, que promociona y ayuda a los artistas a obtener beneficios con la difusión de sus trabajos. Aunque muchos de ellos son nombres desconocidos para el lector de cómics habitual, el catálogo de artistas y la calidad media de los trabajos expuestos es ciertamente notable, con profusión de contenidos eróticos, humorísticos y fantásticos. Casi todos los cómics de Hive Works Comics responden al formato de tira o página comicográfica trasvasadas al medio digital.
Go Get a Roomie! es un buen ejemplo de sus contenidos. Chloé C. comenzó su serie en 2010 sobre una premisa ingeniosa y un divertido personaje principal: Roomie es una muchacha feliz, un poco hippy, lesbiana, desinhibida y amante de la cerveza, que ha decidido huir de compromisos, ataduras y domicilios estables. Sus días pasan entre su cervecería de cabecera, las casas de sus amigos y sus múltiples novias, a quienes "gorronea" regularmente alojamiento y con quienes comparte cama, risas y desacuerdos. Roomie es una nomada de la noche y su vida es un cúmulo de situaciones divertidas que Chloé C. desarrolla con mucho humor, buenas dosis erotismo y sana irreverencia.
http://www.gogetaroomie.com/comic/professional-sleeper
La tira se actualiza tres veces por semana y, después de cinco años, muestra una salud excelente; además, con el tiempo, su autora ha depurado su estilo gráfico, con una línea que nos recuerda cada vez más a artistas como Jeff Smith o Scott Chandler (ese trazo sensual y disneyano al mismo tiempo). De tanto en cuanto, Chloé C. alterna sus tiras habituales con composiciones de página más osadas y pequeños "extras" que ayudan a completar y dotar de matices al divertido universo de sus personajes. El éxito de Go Get a Roomie! se ha visto reflejado en un variado merchandising y en la edición en papel de los materiales online.
http://www.gogetaroomie.com/comic/scarf
Diversión, provocación y entretenimiento en estado puro. No siempre hay que buscarle trascendencia a cada viñeta que leemos, ¿verdad?

miércoles, septiembre 16, 2015

Premios de la crítica 2014-2015 de la Revista Dolmen

Hace ya quince años que la Revista Dolmen entrega los Premios de la Crítica a los mejores tebeos y autores del año, durante la clausura de las Jornadas del Salón del Cómic de Avilés. En su selección, participamos críticos de todo el país, nominando y eligiendo los mejores cómics publicados en España en el periodo comprendido entre dos ediciones de Salón del Cómic de Barcelona (este curso, las obras aparecidas desde junio de 2014 hasta abril de 2015). 
Los premios este año han hecho justicia con un clásico como Hernández Cava y han repartido menciones entre Las Meninas y Yo, asesino, dos obras enormes publicadas en nuestro país:
33
Mejor Dibujante Extranjero
Jillian Tamaki por Aquel Verano
Mejor Guionista Extranjero
Brian K. Vaughan por Saga
Mejor Dibujante Nacional
Javier Olivares por Las Meninas
Mejor Guionista Nacional
Antonio Altarriba por Yo, Asesino
Mejor obra extranjera
Saga
Mejor obra nacional
Mejor Obra Teórica
Jan, El Genio Humilde (VV.AA)
Premio a una carrera extranjera
Alan Davis
Premio a una carrera nacional
Felipe Hernández Cava

viernes, septiembre 11, 2015

Las joyas imposibles de Micharmut, Sento y Javier de Juan

Gracias a un amigo comiquero hemos tenido la ocasión de disfrutar de tres joyitas editoriales de otro tiempo. Ya habíamos tenido en nuestras manos en otra ocasión algún ejemplar de la Colección Imposible, que la editorial Arrebato publicó en los años 80, pero ha sido todo un disfrute poder leer o releer cómics primerizos de Sento, Micharmut o Javier de Juan. El catálogo de la colección incluía además obras emblemáticas del tebeo español, como El carnaval de los ciervos, de Max, o La pista atlántica, de Miguel Calatayud; amén de curiosidades tan sonadas como Invasión de los Elvis Zombis, del artista Gary Panter. 

Con ese primor con el que trabajaban algunas pequeñas editoriales, cada librito de la Colección Imposible es un objeto de colección con sus tapas durase acabado mate y sus lomos forrados en tela. El formato de álbum en tamaño reducido es una anomalía preciosista, que nos devuelve el gusto por el detalle.

Dogon, de Micharmut, fue el número uno de la colección; y el único que no editó Arrebato, sino la valenciana Ediciones del Cingle. Nos gustan las palabras que un tal Clark Kent (cuya identidad secreta se desvela aquí) le dedica en contraportada a su autor:

Micharmut es sin duda la eminencia gris de la escuela valenciana y el hombre que más ideas ha puesto en ella. (...) La obra de Micharmut está llena de ideas renovadoras, su estilo es asombrosamente personal -es casi imposble rastrearle influencias- y puede colocarse en la misma línea de los últimos grandes europeos como Clerc o Yves Chaland.

Aunque se base en un guión inconsistente que desarrolla una intrincada trama de espías, Dogon reúne muchas de las virtudes estilísticas de Micharmut: su heterodoxia vanguardista, su capacidad para crear un lenguaje gráfico absolutamente novedoso y un magnetismo visual que incita al lector a navegar entre unas viñetas cargadas de claves y detalles sorprendentes.

En la Colección Imposible se publicó también Romance, el primer álbum de Sento. Se trata de un folletín bufo costumbrista, lleno de personajes extravagantes y situaciones surrealistas, recreadas en un precioso bicolor con la línea angulosa y el detallismo preciosista de aquel primer Sento. Romance es al mismo tiempo un homenaje a Valencia y a la vida de barrio.

Sic Transit es una tragedia taurina sobre el arte y la muerte, sobre los presagios y el destino. El dibujo elegante  de Javier de Juan y el el aire estilizado a lo Modigliani de sus personajes contrastan con el rayado  libre e irregular de las tramas. Se percibe una intención pictórica, que también insinúa Felipe Hernández Cava en el epílogo del libro, cuando comenta que:

Vista entonces su práctica desde esa prioridad de lo lúdico, resulta difícil predecir hacia dónde pueden ir [los] pasos [de Javier de Juan]. Pero los que pensamos que nuestros tebeos necesitan de revulsivos como estos para rejuvenecerse, en la medida en que algunos fundamentos tenidos por tal son puestos en cuestión, mucho nos tememos su fuga hacia otros campos más libres. Y no está el medio para perder a De Juan, después de haber perdido ya a tipos como Ceesepe, Mariscal o El Hortelano.

No andaba muy desencaminado, don Felipe.

_____________________________________________

(Actualización: 16/12/2015)

En los comentarios de esta entrada, Pedro Porcel, editor de la colección, nos regala una serie de matizaciones y aclaraciones que nos parece interesante reproducir aquí con el fin de iluminar el texto original:

Qué agradable ver de nuevo tras tanto tiempo la colección Imposible, que yo mismo edité. Precisar solo que Dogón salió bajo el sello de El Cingle porque por entonces no teníamos legalizada la marca Arrebato y Nacho Errando, hermano de Mariscal, nos "prestó" la suya del Cingle. Y que Clark Kent no es, como dice Tebeosfera, Jesús Cuadrado, sino mi hermano Andrés Porcel, que ejerció de introductor desde el anonimato... Gracias por estos recuerdos! ¡Un saludo! 

viernes, septiembre 04, 2015

Nada, de Esteban Hernández. El dios de las pequeñas cosas

En la introducción y el epílogo de Nada se condensa su espíritu, en el título se resumen modestamente sus pretensiones. El protagonista-autor se desnuda ante el lector cuando confiesa su falta de rigor narrativo en las primeras páginas del tebeo. La voz narrativa del epílogo nos termina por descubrir el truco cuando revela el carácter convencional y artificioso de toda construcción humana (social, artística o personal). Somos poco más que pensamiento.
El último cómic autoeditado de Esteban Hernández no es una historia al uso; por momentos no es ni siquiera una historia, sino una divagación, una digresión existencial mantenida con carga filosófica de fondo, una búsqueda. Como suele, Esteban no nos pone las cosas fáciles.
No es sencillo su dibujo: abigarrado y barroco desde la transparencia de una línea clara que, en ocasiones, se enreda como un jeroglífico azteca. El trazo de Esteban Hernández es inconfundible, como lo son sus personajes hechos de parches y líneas moduladas. Un puzzle en el que todas las piezas encajan.
Tampoco son fáciles sus historias: ¿se puede contar una vida a base de detalles triviales, a base de gestos y pensamientos racheados? ¿Se puede escribir una biografía huyendo del tiempo y saltando de espacio en espacio sin un mapa? Ese es el objetivo de Nada. Cuánto hay en estas páginas de confesión, de catarsis, de elaboración ficcional o de simple juego predictivo, sólo su autor lo sabe. 
Al lector únicamente le resta dejarse llevar expectante por el relato fragmentario, en algunas páginas; por la fe en el narrador (como el ciego que da pasos confiado en su lazarillo), en otras; o embelesado ante la retórica existencialista y la filosofía de las pequeñas cosas que se construyen a partir del monólogo del protagonista de Nada. Porque, en realidad, esa nada que titula el cómic de Esteban Hernández se traduce en una colección de vivencias y reflexiones que nos ayudan a dibujar la personalidad de un ser humano tan extraño, tan único, que podríamos ser cualquiera de nosotros.