En un momento u otro habíamos tenido la oportunidad de leer páginas de casi todos ellos excepto de Oji Suzuki. Parte de su obra está publicada en francés (Le kimono rouge; Vaste le ciel; Bleu transparent) y en italiano (La casa delle stelle), pero el libro que ha llegado a nuestras manos es A Single Match (edición inglesa de Le kimono rouge), la colección de historias cortas que los canadienses de D&Q publicaron en 2010.
Los relatos de Suzuki no esgrimen la autobiografía de forma tan obvia como pueda hacerlo Shin'ichi Abe en su idiosincrática interpretación del watakushi manga (‘manga del yo’), ni hacen tanto hincapié en el lirismo como Seiichi Hayashi, que basa su narrativa en la evocación simbólica de las imágenes y en el cripticismo de unas referencias socio-culturales difíciles de descifrar para un lector occidental. Y, sin embargo, tanto estilística como conceptualmente, la narrativa de Suzuki encuentra numerosos puntos de confluencia con los de sus amigos y compañeros de generación.
En las historias de A Single Match encontramos esas huellas del relato biográfico que define a los mangakas watakushi; por ejemplo, en la obsesión de Suzuki por la infancia entendida como bifurcación y por el modo en el que cada uno construye su propia existencia a base de descartes y decisiones sin vuelta atrás. El relato que titula el volumen, "A Single Match" (pero también "Fruit of the Sea" o "City of Dreams") dibuja un recorrido circular entre el presente y el pasado, y está poblados de alusiones simbólicas a la inocencia perdida, a los instantes decisivos que determinaron la huida hacia un futuro, seguramente, menos feliz de lo que el niño inconsciente podía adivinar. La narración elíptica y simbólica de Suzuki oscurece el significado de unos diálogos y secuencias cuya musicalidad se ve con frecuencia subrayada por recitados y letanía extradiegéticas (canciones, poemas, ruido medial), que actúan como banda sonora connotativa con una intención más evocativa que narrativa.
Suzuki es, si cabe, más oscuro y tenebroso que Abe, Hayashi o Tsurita. Sus historias están sobrevoladas por una idea de fatalidad que conecta a la existencia con la muerte y los espíritus que la habitan (transfigurados muchas veces en forma de recuerdos, de presagios o sueños en otras), pero también con los deseos incumplidos o la imposibilidad de aprehender la realidad. Lo vemos en el sobrecogedor "Tale of Remembrance", que, como se anuncia en su título, se acerca a la muerte de la hermana desde el plano dolorido de la memoria y la evocación onírica, fantasmal, del ser querido; o en "Crystal Thoughts", en la que el niño proyecta fallidamente sobre un objeto, un aparato de radio, un deseo de trascendencia que le explique la realidad compleja que le rodea; incomprensión que se repite en "Mountain Town", en la que los universos del niño y el adulto recorren vías divergentes que los separan dolorosamente.
El dibujo de Suzuki coincide con el de Abe en su apuesta por un expresionismo feísta que juega con el claroscuro a partir de la imperfección de las tramas y un trazo despreocupado. No obstante, su estilo es, si cabe, todavía más oscuro y evasivo que el de aquel. En muchas ocasiones, sus personajes no son otra cosa que sombras o siluetas perfiladas sobre el fondo oscuro de la noche o el polvo de los caminos. El niño de "Color of Rain" se despierta sobresaltado en medio de sus pesadillas, pero sólo vemos su silueta rodeada por la oscuridad y los presagios de la noche; la figura solitaria del protagonista de "Fruit of the Sea" se recorta sobre un mar encrespado mientras observa la luz lejana de un faro.
En marzo de este año, Gallo Nero ha publicado Tokyo Goodbye, una selección que incluye algunos de los relatos que Suzuki dibujó en los años 70 y que ofrece al lector español la oportunidad de bucear en la narrativa extrañada y simbólica de uno de los autores más singulares y exigentes del cómic japonés. Una nueva ventana abierta a ese otro manga que representaron los autores de Garo.
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