Mostrando entradas con la etiqueta exposiciones. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta exposiciones. Mostrar todas las entradas

martes, diciembre 02, 2014

Carmen Cantabella, “TNT. En el país de las geishas”. La profanación del icono.

Cuando hacíamos un repaso a los trabajos más comiqueros e "ilustrados" del último Arte Santander, mencionábamos el trabajo de de Nacho Zubelzu, en la galería cántabra Estela Docal. Retornamos ahora al mismo espacio con motivo de otra exposición, no menos interesante, y mucho más viñetera.
Hablamos de TNT. En el país de las geishas, de Carmen Cantabella (que ya se había presentado anteriormente en la Galería Bisel de Cartagena). La artista murciana tiene ya un largo recorrido en el que abundan intervenciones del espacio público (en vallas y marquesinas publicitarias, sobre todo), apropiacionismo pop para la creación de falsos productos de consumo (en etiquetas y latas de conservas) y esculturas que se mueven entre el concepto lúdico del juguete y la delicada maqueta steam-punk.
Pero si hay un rasgo que se repite incesantemente en la obra de Cantabella, ese es el apropiacionismo pop y el cuestionamento del icono visual. Y en este punto tienen especial importancia la manipulación y la reinvención de obras y personajes clásicos de la historia del arte, la literatura, la animación y el cómic; que, aislados de su contexto y reubicados en un nuevo escenario, adquieren significados inesperados y lecturas irreverentes.
Desde luego, irreverente, gamberra y políticamente incorrecta es la revisión de Tintín que aplica la artista murciana en TNT. En el país de las geishas. En esta ocasión, Cantabella dispara sus dardos artísticos envenados contra uno de los personajes de ficción más limpios y moralmente intachables del universo comicográfico: el Tintín de Hergé y Moulinsard. En la colección de acrílicos que componen la muestra, se nos presenta al personaje icónico de la línea clara francobelga en diversas posiciones amatorias, dentro de ilustraciones eróticas japonesas:
La colección TNT parodia y denuncia los relatos de héroes y la construcción de falsa realidad a través de la auto-ficción. Propongo una narración épica donde TNT desmonta su mitología y su empresa narrativa adquiere una renovada grandeza por el heroísmo de la sinceridad, de la confesión desnuda. Llevo años hablando del conflicto entre lo privado y lo público utilizando el desnudo como argumento de reflexión. TNT pierde el tabú y muestra el sentido sagrado que tienen del sexo las culturas orientales.
El ejercicio de manipulación y reubicación tiene, además de lo aquí señalado por la propia artista, bastante guasa y varias lecturas de interés. Por un lado, las obras cuestionan abiertamente la naturaleza asexuada y casta de un personaje al que nunca se le conocieron escarceos amoroso y mucho menos episodios carnales, a pesar de su naturaleza viajera, curiosa y de la agitación hormonal que se podría esperar de un joven vivaz y dinámico como él (y no es Cantabella la primera en indagar en la vida sexual tintinesca). Al mostrarnos de forma pública lo íntimo escamoteado, los cuadros sobre Tintín llevan a cabo una lectura crítica acerca de la inexistencia del punto de vista privado en cierto tipo de cómic, su falta de "realidad".
La segunda lectura tiene sentido desde un punto de vista puramente estilístico. Como acabamos de señalar, el personaje de Hergé se ha convertido en el exponente primero de un estilo: la línea clara francoblega. Sorprende, de alguna manera, la armonía de una propuesta que imbrica dos culturas y dos visiones contrapuestas del arte, que, sin embargo, comparten su gusto por la claridad visual y cierto minimalismo gráfico. Así, pese a la obvia diferencia estilística y el primer impacto visual, el espectador tiene que reconocer que la línea clara belga, no acaba de desentonar (dejando de lado el mensaje visual) con las formas planas y las líneas sinuosas de las ilustraciones japonesas. La perversión de la pureza.
En última instancia, sobre los cuadros de Cantabella planea el factor cultural y el elemento paratextual. La "profanación" de un personaje celosamente protegido y defendido legalmente hasta la náusea (todos hemos oído hablar de las numerosas demandas y denuncias que Moulinsard ha llevado a cabo a lo largo años en defensa de los derechos de imagen de la obra de Hergé), tiene una gran parte de desafío contra la ortodoxia cultural (comicográfica, en este caso concreto), que editoriales, museos, organismos oficiales y academias se empeñan en perpetuar.
¿Juego pop, provocación, transgresión? Decidan ustedes. Si viven o se pasan por Santander, tendrán la oportunidad de disfrutar de Tintín como nunca le habían visto antes. Sólo hasta el 13 de diciembre.

miércoles, noviembre 12, 2014

Arte Santander 2014, retrasos y revisiones.

Regularmente, nos gusta ir a pequeñas exposiciones y muestras de arte contemporáneo, como la de Arte Santander, porque nos parece que es una buena forma de hacerse una idea, a escala, de por dónde andan las tendencias artísticas y culturales en nuestro país (al menos desde un punto de vista expositivo).
Aunque aún no hayamos hablado de ello, también este año estuvimos en el evento en cuestión, que se celebró durante los últimos dias de julio. Como ya ha llovido mucho desde entonces y seguramente las inercias plásticas se habrán mudado de camisa, vamos a señalar sólo dos o tres apuntes de lo que vimos, y a mencionar algunas cosas que nos gustaron y que, de algún modo, nos acercan al cómic.
En esta nueva edición, la feria mantenía el concepto de "solo projects", de modo que las 42 galerías estaban representadas por un único artista o, como veremos, por varias obras encuadradadas bajo un único concepto estético. Después de lo visto el curso anterior, nos sorprendió la escasez de material fotográfico, que suele ser muy socorrido en tiempos de crisis e inversiones controladas. En su lugar, quizás también con cierta lógica, nos encontramos con bastantes trabajos conceptuales, abordados desde técnicas y enfoques muy heterogéneos: nos gustaron, por ejemplo, las Geometrías expandidas de Liliana Zapata en la galería asturiana Gema Llamazares; unas esferas con intestinos de arcilla y circuitos tentaculares.
Dentro del dibujo y el arte ilustrativo, nos fijamos en los delicados retratos difuminados (Miradas) de Nacho Zubelzu, en la cántabra Estela Docal; en las siluetas con aire decimonónico de Charris para la madrileña My Name's Lolita Art; en el juego referencial de apropiación de portadas literarias (Libros blancos sobre fondos oscuros) por parte de Chema López para la galería Rosa Santos o en la estupenda y muy sugerente intervención tridimensional figurativa de Rebeca Menéndez sobre los mismos muros del stand de Espacio Líquido.
Aunque si hubiera que destacar un trabajo de los que desbordan con ironía el marco, literal y conceptualmente, para no pocos el ganador hubiera sido Los cerdos de Martin y Sicilia en la galería tinerfeña Artiza; una obra cargada de humor autorreferencial que muestra la buena mano de sus autores.
Como en otras ocasiones, las obras con una referencia más directa al mundo del cómic se mostraron en la galería etHALL, de Jorge Bravo. En ella nos encontramos con el delicado simbolismo de los dibujos de Sinéad Spelman o con las viñetas y páginas de cómic de Jochen Gerner, que crea una nueva caligrafía misteriosa e inquietantemente mutilada a partir de la manipulación de las viñetas y la composición de la página.

martes, octubre 07, 2014

Visiones fantásticas de Starewitch, Švankmajer y los Hermanos Quay. Monstruos animados.

Si son ustedes de esos que ululan ante las imágenes de Albert Gorey, que se frotan los ojos hasta el orzuelo con el cine de Tim Burton, Jean-Pierre Jeunet o Roger Corman, de esos que tienen a Poe, Lovecraft y Kafka en un altar hecho de huesecillos e hilos de colores, o que leyeron las viñetas de Jali, Tony Millionaire y Richard Sala y miraron después debajo de la cama..., si son ustedes de esos, olvídense de Richards Hamiltons, Le Cobusiers o veleidades victorianas, porque su gruta del tesoro particular está un poco más abajo, justo en La Casa Encendida madrileña; y las joyas que encierran su muros son más oscuras que el alma de un nigromante.
Tienen ustedes hasta el 11 de enero del 2015 para vivir y explorar el misterio que se esconde en los trabajos alucinados de Ladislas Starewitch, los Hermanos Quay y Jan Švankmajer. Atrévanse a emprender esta expedición de espeleología artistica entre películas animadas, autómatas y marionetas que parecen seguirle a uno con la mirada, y las escenografías fantasmagóricas de estos cuatro creadores tan soberbios como poco conocidos por el gran público.
Metamorfosis. Visiones fantásticas de Starewitch, Švankmajer y los Hermanos Quay es una oportunidad única de descubrir los mundos interiores y su proyección ilusionista de cuatro directores únicos. Cuatro realizadores que comparten su pasión por la ficción gótica, los universos deformantes del sueño y el espejismo de pesadilla, así como una capacidad poco común para dotar de vida a sus fantasías desasosegantes e hipnóticas. Alquimistas de la fábula negra, el cuento onírico y la artesanía orgánica.
En la exposición tuvimos la oportunidad de maravillarnos con las marionetas cuasi-vivas, los insectos animados y varios cortos y películas de Ladislas Starewitch, realizador, animador y entomólogo ruso de origen polaco, que consiguió crear un universo propio habitado por crueles y taimados animales sabios, por niños caprichosos y por elementos de la naturaleza que cobran vida ante los sorprendidos ojos del espectador.
La de los Hermanos Quay es una irrealidad lúgubre, polvorienta y angustiosa; un mundo de engranajes oxidados, cyberpunk postapocalíptico y paseantes siniestros que dejan a las pesadillas de Sandman y las charcuterías de Saw a la altura del verso floral. Asomarse a sus cajas de luz y revisar cintas como La calle de los cocodrilos son ejercicios de gozoso masoquismo.
Por último, la muestra dedicaba varias salas al checo Jan Švankmajer y a su producción multidisciplinar, que incluye esculturas, pinturas, grabados, cine y construcciones escenográficas realizadas a partir de materiales de desecho, rocas, ramas, animales disecados y piedras semipreciosas. Hablar de director de animación para referirse a Švankmajer es quedarse muy corto. En su obra rezuma la poesía trágica y la visión grotesca de la realidad. Sus esculturas mutantes y polimórficas, repletas de vísceras, muñones y calcificaciones, nos invitan a un viaje tenebroso entre las pesadillas deformadas de Bacon, las anamorfosis vegetales de Arcimboldo y el gore taxidérmico. Su cine, igualmente perturbador, se acerca al terror psicológico de Polanski y Kubrik, mientras sus construcciones escenográficas parecen recrear escenarios de pesadilla chatarrera. Angeles tenebrosos.
Estén seguros de que una vez que nos ha picado el insecto de la curiosidad morbosa y se nos ha contagiado el virus metamórfico, indagaremos en su trabajo y volveremos a hablar de estos cuatro artistas con mucho más detalle. Hasta que vuelvan ellos a esta casa, les invitamos a ustedes a que se pasen por su casona temporal y encendida.

martes, septiembre 23, 2014

René Magritte, Bruselas y la Période Vache.

Hemos visitado Bruselas tantas veces que nos resulta difícil localizarlas en el tiempo. Sin embargo, de lo que estamos seguros es de que hasta este verano no habíamos estado nunca en el Magritte Museum (lleva abierto tan sólo cinco), sito en el interior de The Royal Museums of Fine Arts of Belgium, en la Plaza Real justo enfrente del Palacio Real.
La visita merece verdaderamente la pena, sobre todo para aquellos que disfruten de las Vanguardias históricas y sus representantes. La colección incluye más de 200 obras del artista belga, lo que la convierte en la mayor colección de Magritte en el mundo. Están sus trabajos organizados cronológicamente a lo largo de tres plantas, que le permiten un recorrido ordenado al visitante por los diferentes periodos del artista: desde sus comienzos constructivistas, hasta su producción surrealista más conocida, previo paso por sus etapas en el mundo de la publicidad y el cartelismo (los que el denómino como sus "trabajos idiotas") y su fase impresionista ("surrealismo a plena luz"). En las salas del museo se recogen, por supuesto, pinturas, pero también muchas de las publicaciones, manifiestos y revistas surrealistas en las que participó, así como ejemplos de esculturas, botellas decoradas y cadáveres exquisitos realizados por el belga; se estudian sus vínculos con otros artistas de la Vanguardia (De Chirico, Nougé, Eluard, Breton, Aragon) y se analiza su filiación con la ideología comunista en pleno auge de los fascismos en Europa y su posterior desencanto.
Pero si algo nos sorprendió del recorrido biográfico y artístico por la trayectoria de un autor a quien creíamos conocer fue, precisamente, descubrir que todavía nos quedaban muchas cosas que descubrir alrededor de su persona. Nunca habíamos oído hablar, ni visto obra alguna, de su llamado "Pèriode Vache", algunas de cuyas obras descubrimos en la segunda planta del museo.
Resulta que en el año 48, Magritte, hastiado del conservadurismo artístico contemporáneo, se embarcó en un frenético proceso artístico que le llevo, durante unas pocas semanas, a elaborar una treintena de oleos y acuarelas realizados con una técnica espontánea y urgente, inspirada en la caricatura satírica y el cómic (junto a las obras aparecían en los textos explicativos ejemplos de páginas de prensa con viñetas de la época); muy alejada en todo caso de su depurada técnica pictórica minuciosa y detallista. Definió su estilo como "vache" (literalmente "vaca", como eufemismo de "mal gusto"), en lo que la crítica ha querido ver una paradodia del movimiento expresionista fauve. El escándalo fue instantáneo entre el público y sus coetáneos. Magritte había conseguido lo que buscaba: provocar a los espectadores y agitar el ambiente artístico parisino del momento.
Las obras Vache, pese a su premura en el trazo y su temática desenfadada, nos descubren a un artista lleno de ironía, muy dotado para el dibujo y tremendamente abierto a otros estilos y discusos artísticos. Cuadros como L'Ellipse, Les Profondeurs du Plaisir o La Galet funcionan como provocación, sí, pero también lo hacen como ejercicio estilístico que demuestra el talento de un autor ecléctico y vitalista. 
 Nunca deja uno de descubrir alicientes y novedades ni en aquello que cree conocer. Pese a que el Magritte Museum no cuenta con algunas de las obras icónica que han hecho del autor belga un referente artistico del S.XX (La Traición de las Imágenes, Golconda o El hijo del hombre), lo cierto es que entre los más de 200 cuadros que se recogen en sus estancias encontramos muchas de sus obras maestras, como La magia negra, dos fabulosas versiones de su El Imperio de la Luz o Los valores personales (que el museo exhibe en préstamo). Una visita, ésta, que satisfará a los amantes de don René Magritte y que encandilará tanto a los aficionados al arte como a los simples curiosos. Volveremos.

martes, julio 22, 2014

Con Judas en Santander.

Verano en una ciudad con mar, cervecita, sol y paseos playeros. En esas andábamos cuando nos enteramos de que uno de esos artistas contemporáneos con aires comiqueros que nos gustan expone en una de las galerías de la ciudad.
Hablamos de Judas Arrieta, que presenta su muestra Rarescope en el Espacio Creativo Alexandra, de Santander. La exposición, formada por piezas de pequeño formato y alguna obra mayor, es un buen ejemplo de esa cosmogonía pop de Judas que habitan personajes de manga, anime y televisión, y que está marcada visualmente por la superposición de diferentes técnicas pictóricas y de impresión gráfica.
Además, la ocasión nos vino pintiparada para reencontrarnos con amigos como los artistas Pejac y José Luis Ochoa, con Alexandra, la simpática galerista en liza, y, sobre todo, para conocer en persona al propio Judas Arrieta, un tipo afable, ingenioso y buen conversador, a quien desde ya nombramos amigo honorífico de este blog (del cual se confesó visitante ocasional, para nuestra alegría). Judas nos habló de su actividad reciente y de sus interesantes proyectos de futuro, nos presentó a su divertido alterego Judas Z y charlamos de cómics, cine y cultura en general. Un menú apetitoso.
Estas sorpresas estivales agitadoras de neuronas entre cervecita y paseo son todo un placer, sí que lo son.

Judas rodeado de apóstoles
Judas rodeado de apóstoles

lunes, noviembre 04, 2013

De lo barroco, lo grotesco y el underground (II).

Hablábamos de neobarrocos y underground, de cómo las marcas de aquellos se pueden rastrear de algún modo en la proposición estética de estos últimos, desde sus orígenes en los años sesenta hasta sus últimas reformulaciones contemporáneas. Hablábamos de la recién clausarada exposición en el Guggenheim bilbaíno y de aquel precedente salmantino y nos referíamos a otro salmantino, investigador ilustre, que nos ayudaba a guiarnos entre los meandros de lo sublime y lo grotesco.
Paseando los pasillos de la pinacoteca bilbaína, dejándonos llevar por las exuberancias barrocas y sus derivaciones postmodernas y neobarrocas, jugamos también a encontrar paralelismos entre la brocha y el lápiz, entre el lienzo y la viñeta. Descubrimos, por ejemplo, la obra de Faustino Bocchi, pintor italiano a caballo entre los siglos XVII y XVIII, que hizo habitar en sus cuadros a enanos, animales antropomórficos y demás fauna alegórica de esa que tanto gustaba en su época. El astracán al servivio de la enseñanza moral y la crítica del vicio, en una línea semejante a la que otros visitantes ocasionales de este blog, como el Bosco o Brueghel, pusieron también en práctica algunos años antes que Bocchi. Con motivo de algún otro post y alguna otra exposición, ya comentamos lo mucho que las deformaciones alegóricas flamencas nos recordaban al aire caricaturesco de los primeros cómics, hijos decimonónicos de la ilustración. Ahora, nos atreveremos a dar un paso asociativo aún más largo, porque, observando cuadros de Bocchi como su Escena burlesca, en la ostentosa animalización de sus humanos y en la antropomorfización grotesca de sus animales, nos ha parecido ver algunos de los rasgos caricaturescos de un dibujante como Jim Woodring, tan dado al simbolismo y a la fabulación irreverente como Bocchi, el Bosco, Brueghel o Cornelis Saftleven (de quien también había obras en la exposición bilbaína); aunque no comparta con ellos intenciones, ni contextos.
Más. Al Columbia es uno de los enfants terribles del cómic estadounidense. Detrás de la amable caricatura disneyana de personajes como Pim & Francie, el trabajo de Columbia esconde toda la incorrección política del mundo. En este caso, el sentido del underground lo lleva el artista estadounidense en las tripas y lo plasma a través del contraste que sus dibujos marcan entre lo estético y lo irreverente, entre la convención y la trasgresión, la apariencia y el fondo. Algo que también encontramos en el trabajo plástico y escultórico de otro "niño terrible" del arte, el estadounidense Paul McCarthy, un creador que ha hecho de la provocación una forma de vida. Lejos ya de las performances imposibles y los atentados al buen gusto, McCarthy se mueve en los últimos años como un pez en el agua dentro de la transgresión de la arcadia capitalista. En Bilbao pudimos disfrutar de su revisión del cuento de Blancanieves, gracias a su colosal escultura Nieve Blanca y mudito (White Snow and Dopey) y a cuadros como sus Enanitos giratorios. Y pensamos, esto podría ser de Al Columbia.
Nos sorprendió por la violencia de su texturalidad visceral la obra de Glenn Brown, cuadros como La negra del mundo, Carnaval o La felicidad en el bolsillo, cuya crudeza visual sitúan al espectador al borde del rechazo o el desgrado. Es una sensación que también aparecía (y aparece) de forma deliberada en buena parte del comix underground: el feísmo como carta de presentación, la viscera expuesta, el despojo y la carne. Nadie como Dave Cooper ha sabido jugar con la naturaleza metamórfica del cuerpo y la piel. En sus cómics, la realidad alucinada convive con la mutación vírica, con el nervio y el tendón a la vista de todos.
Cerramos con el trabajo de Dana Schutz porque sus coloridas composiciones superpuestas, la ambigüedad de sus personajes, sólo parcialmente figurativos, y el trasfondo trágico que se percibe debajo de la superficie de sus lienzos, también nos ha hecho pensar en la poética underground, en la carga explosiva debajo de la pista de baile, el ácido clorhídrico que fluye por las venas de los perdedores a punto de estallar. De ello habla en algunas de sus obras Brecht Evens, uno de los nuevos talentos del cómic europeo, un autor valioso y valiente que detrás de la intelectualidad de su propuesta alberga algunos de los valores que hicieron importantes a los Robert Crumb y Gilbert Shelton, como la ironía inteligente, la falta de prejuicios gráficos (ese aire suyo tan Chagall) y la libertad creativa. De algún modo, el trabajo de Schutz también nos ha acercado a la figura de Evens.
Caprichos de la memoria asociativa, dirán algunos. Simple jugueteo de semejanzas, podrá ser. En el fondo, no pretendíamos otra cosa que acercarnos al arte y al cómic desde una mirada diacrónica, valorar la posibilidad de que, después de tantas décadas divergiendo, por fin las viñetas (algunas viñetas) parecen correr en paralelo a movimientos, tendencias y escuelas asociadas a las bellas artes. La finalidad del cómic es narrativa, es un hecho, su naturaleza, sin embargo, es dual (gráfica y textual), por eso, nos agrada también encontrar a Crumb en un museo, por lo que su obra (su estilo) tiene y ha tenido de referente visual en la conformación de la mirada presente, de la iconografía del S.XXI. Y por eso nos gusta que comisarios como Bice Curiger no se olviden de Crumb cuando se trata de recorrer algunas de las habitaciones del arte contemporáneo.
______________________________________________________

De lo barroco, lo grotesco y el underground (I).

lunes, octubre 14, 2013

De lo barroco, lo grotesco y el underground (I).

Se ha trabajado poco sobre la idea de lo barroco (y lo neobarroco) en el mundo del cómic, sobre la revisitación de lo grotesco a partir del comix underground y sus derivaciones contemporáneas.
Acaba de concluir la exposición Barroco exuberante: de Cattelan a Zurbarán, que ha ocupado los muros del Museo Guggenheim Bilbao durante casi cuatro meses y que nos ha permitido constatar el peso de lo barroco (como propuesta estética e intelectual) en el arte contemporáneo, en un interesante juego de espejos entre las obras gestadas durante el Barroco histórico y las reformulaciones, apropiaciones y lecturas neobarrocas del momento presente. 
En 2005, el Domus Artium (DA2) de Salamanca tuvo a bien programar una de sus muestras más destacadas, Barrocos y neobarrocos. El infierno de lo bello. Javier Panera, el comisario de aquella exposición, ya señalaba que su intención era abordar el Barroco "no tanto como un momento histórico, sino como una categoría estética que aparece en diversos momentos de la historia" y que para tal fin había seleccionado un conjunto de obras contemporáneas que "sobresalen por su carácter teatral, por su carácter perturbador de los sentidos". La filosofía, como hemos tenido ocasión de constatar en Bilbao, no era entonces muy diferente de la que ha guiado los pasos de la comisaria Bice Curiger en su selección de obras para el Guggenheim (con la salvedad señalada del ejercicio comparativo entre el presente y pasado que hemos señalado más arriba).
En su exigente y muy interesante ensayo La comedia de lo sublime, el profesor de estética, teoría del arte y filósofo Domingo Henández alude a la teatralidad y a la exageración (a "la realidad escenificada y sobresaturada"), junto a otros rasgos, como los de la sobreexposición de las imágenes, la mirada teledirigida, la ilusión ficticia de extrañeza o la nostalgia de lo siniestro, para concretar algunos rasgos de la postmodernidad artística contemporánea. En su trabajo, el autor reivindica la actualización de la vieja dialéctica entre lo sublime y lo cómico, y lo hace partiendo de tres ámbitos muy definidos: lo pintoresco, lo siniestro y el cuerpo. Para ello, Domingo Hernández analiza algunos de los males que aquejan a la mirada artística actual: "la enfermedad de la imaginación, la conversión de los ojos en cámaras dirigidas o lo anodino de las miradas telegrafiadas", alude también a la tan frecuente tergiversación de "lo real bajo la máscara de la sangre, la carne y el cadaver":
Defendemos, en todo caso, una versión de lo cómico que parte de su dialéctica con lo sublime, que es capaz de invertirlo, pero que no se independiza en la subjetividad; un humor objetivo donde su parte más crítica se inicia, precisamente, en el respeto por el objeto y lo real; una comedia que es capaz de, sin caer en la banalidad, encontrar grietas de las sociedades sontemporáneas y mostrarlas cuando sea necesario, sabiendo que, en el fondo, no hay mejor ejemplo de lo sublime cómico que nuestra propia realidad.
Suponemos que muchas de las obras neobarrocas objeto de las dos exposiciones que venimos señalando pecan en gran medida de esos vicios que Hernández achaca a buena parte del arte contemporáneo, pero no es menos cierto que tanto en Barrocos y neobarrocos, como en Barroco exuberante, hemos tenido la oportunidad de disfrutar de muchos trabajos nacidos también de ese "respeto por el objeto y lo real", que señalaba el crítico.
Andábamos dándole vueltas a estas y otras sesudas reflexiones mientras paseábamos por los pasillos del Guggenheim, cuando nos dio por considerar el encaje del cómic dentro de este esquema de pensamiento. Inmediatamente se nos vino a la mente el comix underground y sus ramificaciones post-underground. Somos de los que pensamos que Robert Crumb es uno de los cinco o diez artistas vivos más importantes e influyentes. Su obra cae en lo grotesco y supone una exacerbación paródica de lo real, pero nadie podrá negarle a Crumb, dentro de su exuberancia, dentro de su barroquismo gráfico y conceptual, un compromiso auténtico con la realidad social, una relación fiera y directa con el objeto de su crítica y una carga de profundidad, detrás de sus caricaturas deformantes, que aleja a su discurso de cualquier tentación a la superficialidad nostálgica (más allá de sus frecuentes retratos de grandes figuras del primer jazz).
Además, la influencia de Crumb y sus coetáneos underground, su poética, pervive, en grados diferentes, en muchos de los autores de cómic más importantes de la actualidad, que también han optado por una elaboración teatralizada y una atracción manifiesta por el extrañamiento: su apostolado es patente en la obra de los Hernandez Bros, en la de Burns, Clowes o Ware, y en la de casi todos los autores jóvenes norteamericanos surgidos de la autoedición y el minicómic (Jeff Brown, Tony Millionaire, Sammy Harkham, Dash Shaw, etc.).
En esas estábamos cuando, detrás de una cortina, suponemos, destinada a controlar impudores y sofocos malpensantes, nos encontramos con dos decena de páginas de Crumb y constatamos que no eramos los únicos en dejarnos llevar por asociaciones, sólo en apariencia, tan sinuosas. No nos sorprendió encontrar la obra de Crumb en las paredes de un museo (ya habíamos tenido la ocasión de disfrutar de exposiciones suyas con anterioridad en circunstancias semejantes), pero nos divirtió ver sus dibujos rodeados de obras tan "ajenas" al mundo del cómic; aunque en casos como los de las esculturas de Urs Fischer (Cama blanda), el vínculo asociativo surja de forma espontánea casi inmediatamente. Allí había caricaturas y planchas de dos o tres historietas típicamente crumbianas, no faltaban ejemplos de su vena misógina (Cómo pasarlo bien con una mujerona), ni del peculiar revisionismo histórico a que nos tiene acostumbrados (Una historia clásica).
En una próxima entrega les contamos otras cuantas reflexiones neobarrocas y comiqueras que se nos vienieron a la cabeza en nuestro recorrido por la pinacoteca bilbaína.

lunes, agosto 12, 2013

Arte Santander 2013: foto-ficción y algunos apuntes.

En la edición de este año de Arte Santander nos ha llamado la atención la abundancia de obra fotográfica, que ha venido a sumarse al cada vez más frecuente número de galerías que apuestan por litografías, infografías y serigrafías numeradas de autores conocidos (arte en tiempos de crisis).
Entre el abundante material fotográfico, los que más nos han gustado han sido aquellos trabajos que detrás de la perfección mimética pixelada buscan la creación de universos ficcionales o la reinterpretación documental filtrada por cierto realismo mágico. Ese objetivo subjetivo y/o irónico (y autorreferencial en ocasiones), que tanto éxito está teniendo en el arte contemporáneo. En ese sentido, nos ha fascinado la obra de la mexicana Graciela Iturbide, en la sevillana Galería Rafael Ortiz. En su trabajo, la fotógrafa explota y revisa la tradición mexicana a través de una mirada ensoñada y una original reconstrucción de los entornos naturales. El resultado son imágenes que, dentro de su intensa conexión con la tierra y la naturaleza, rezuman irrealidad (sus cactus delante de muros desconchados que parecen desiertos o esos buitres sobre el cerro que sobrevuelan a coyotes de rabos enroscados). En el tríptico de la exposición, Fabienne Bradu (autora del texto "Ojos para soñar: Graciela Iturbide"), comenta no sin cierta ironía:
Antes de conocer a Graciela Iturbide, yo tenía una mala opinión de la fotografía, quiero decir, una vaga y equivocada idea. No me he vuelto una especialista en este arte -¡Dios, me libre de esta cárcel!-, y hablo aquí como crítica autorizada de la obra de Graciela Iturbide, pero su amistad fue para mi la oportunidad y la guía hacia un conocimiento más profundo y, sobre todo, desempolvado de clichés y prejuicios. Es poco decir que Graciela Iturbide me enseñó a ver sus fotografías y me descubrió a algunos de los artistas más afines a su sensibilidad.
El primer prejuicio que me despejó Graciela Iturbide es que la fotografía no es un reflejo de la realidad, ni siquiera un espejo, sino una interpretación en la que intervienen la intuición, el azar, la pericia y la sensibilidad artística.
Irreales son también las fotografías de la serie Palimpsesto, de Emilio Pemjean (Galería Siboney), aunque en este caso remitan a espacios tan concretos y físicos como las estancias habitacionales que crearon los espacios para los lienzos de los grandes maestros de la pintura universal (Vermeer, Rembrandt, Velázquez...). Pero las habitaciones en las que posaban las Meninas o los burgueses y sirvientes de la obra de Vermeer son espacios que ya no existen, casas y habitaciones engullidas por la historia, por eso, la obra de Pemjean arranca mucho antes del registro fotográfico documental, surge de la construcción artesanal de aquellas habitaciones inmortalizadas en los cuadros de los genios pictóricos, nace en la creación de las maquetas que después fotografiará; unas maquetas, presentes también en la exposición, cuyos interiores se pueden observar con la mirada curiosa del voyeur que atisba por la cerradura.
Las fotografías de Cristina de Middel (La New Gallery) se apartan aún más de la realidad, y de La Tierra. En The Afronauts, la autora pergeña su propio universo aeroespacial alrededor de la improbable figura de un astronauta que parece el hijo criollo de un Eternauta, filtrado por la estética de El milagro de P. Tinto y una versión mestiza de Akira. Surrealismo fotográfico kitsch en estado puro.
Espacial y cosmonaútica es también la colección all that is solid melts into air, de José Luis Ochoa, para Alexandra Espacio Creativo. Un trabajo marcado por el pragmatismo seco y desnudo de la exploración espacial soviética y expresado con crudeza sobre el lienzo con una técnica mixta que recurre a óleos y óxido de hierro. No hablamos ya de fotografía, aunque el hiperrealismo de algunas piezas como las excelentes Starman y Cosmonaut puedan llevar al espectador a confusión. En algunos momentos, sus retratos y sus lienzos de robots y máquinas nos recuerdan a los ecos oníricos y lejanos de  Shaun Tan, un artista que nos encanta.
La galería valenciana Espai Tactel presentó Tots el ocells del món, de Xavi Deu, una colección heterogénea de piezas en diversos soportes y materiales, muy notables técnicamente y cargadas de ironía, en torno al universo de la ornitología. Nos gustaron especialmente sus pájaros y rapaces esculpidas sobre metacrilatos.
Cerramos la visita con una nueva referencia a uno de nuestros artistas favoritos: de nuevo, Jorge Bravo, comisario de Et Hall, nos regaló un buen rosario de obras de Martín Vitaliti, de cuyo trabajo ya hemos hablado largamente y cuyos postmodernos troqueles comiqueros nunca nos cansamos de observar.