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lunes, noviembre 23, 2009

The Reverse Graffiti Project: "ensuciando" con agua.

No es casual que lleguemos a Paul Curtis (alias Moose) y su proyecto Reverse Graffiti Project a través de nuestro buen amigo Pejac (¿les hemos dicho lo lustroso que luce su blog últimamente?). Cuestión de estencils: ya saben, esas plantillas (de acetato, como el de las radiografías, o similares) que se utilizan para dejar pulcrísimos grafitis en muros y demás mobiliario urbano; ironía callejera sofisticada y aparente (sic. Superman de la derecha).

El caso de Reverse Graffiti Project es insólito, por lo que tiene de paradoja más allá incluso de lo postmoderno: el burguesismo más inmovilista ha tenido a los artistas urbanos y grafiteros por vándalos, así en bloque y sin distinciones (que no negamos que los haya, como en todas las esferas); salvajes ensuciaparedes, destructores incívicos de la armonía ciudadana. Moose junto al documentalista Doug Pray decidieron el 14 de abril del 2008 darle un giro de 360 grados al prejuicio y toda su argumentación conservadora: recorrerían la ciudad de San Francisco (fuente de otras trasgresiones muy poco retóricas en épocas precedentes) y la inundarían de estencils a mayor gloria de la ética ciudadana y el ecologismo urbano. ¿Cómo? Limpiando sus muros con patrones artísticos. En vez de pintar sobre los muros con tinta o spray, utilizarían agua a presión sobre sus plantillas y estencils superpuestos sobre muros ennegrecidos por la polución, el humo y la mierda propia de los nucleos civilizados, para dejar en ellos sus armónicos diseños florales y críticas gráficas. Un ejercicio dibujístico lleno de humor, ironía y bastante ácido disparado a presión contra las incosecuentes conciencias mojigatas de las sociedades hiperdesarroladas (abajo tienen uno de los muchos vídeos ilustrando el proceso). Nos lo explica sucintamente el propio Moose:

I'm not the world's biggest environmentalist, but it's impossible not to tow the environmental line," Moose tells the camera. "The whole core of what I do is based around drawing in pollution and writing in nature. Nature's voice, if you like, is written in dirt like it would be written in blood.



Así,él y su equipo ilustraron las paredes de túneles, muros y demás joyas arquitectónicas como las que lucen orgullosas en todas nuestras ciudades. Sin embargo, la lectura más interesante de toda esta historia no tiene que ver con la ejecución del proyecto, sino con la reacción de los espectadores administrativos (burócratas del esperpento); lo describía muy bien Pejac en el correo que nos mandó en su día:

Este artista urbano, en vez de meter pintura sobre los muros, lo que hace es quitarles el hollín del humo de los coches...no solo limpia, además dibuja; se hace llamar Moose. Aunque a algunos de nosotros nos pueda parecer increíble, muchas de sus obras artísticas son sistemáticamente "limpiadas" por operarios, con la coña añadida de que solo limpian hasta donde Moose ha intervenido con sus dibujos; el resto del muro, que está negro de contaminación sedimentada, lo dejan tal cual. ¡Sólo limpian los dibujos! ¡Qué santas pelotas! El ser inhumano es la hostia.

Después del éxito, Moose y sus secuaces decidieron seguir "limpiando" paredes en latitudes más exóticas, se llevaron su proyecto a lugares como Eslovaquia. Seguro que allí las bienpensantes y concienciadas autoridades públicas se tomaron el asunto con mucho más humor y salero, al estilo eslavo.

domingo, septiembre 13, 2009

Muros viajeros.

Hablábamos el otro día de viajes, de leer imágenes sobre muros y de interpretar las historias secuenciadas del pasado. Sin embargo, hace bastante que no nos referimos al arte mural contemporáneo, a los grafitis. Después de tanto viaje intercontinental y estímulos culturales radicales, casi nos olvidamos de los pequeños hallázgos en otros itinerarios, propios y ajenos, mucho más breves pero igualmente intensos.
Cada vez hay más artistas anónimos y urbanos que decoran los muros de sus ciudades con grafitis y stencils. Y cada vez más de esos grafitis llaman nuestra atención porque nos sorprenden, nos hacen sonreír o nos traen recuerdos agradables. Este último es el caso de tres diseños murales que hemos descubierto en nuestros últimos viajes por el Viejo Continente.
Paseando por Roma, de noche, persiguiendo olores, perdiéndonos por las calles del Trastévere, nos encontramos con una descarada damisela de las que vuelven locos a vecinos y amigos (a ellos les dedicamos este post), simpática, extrovertida y guapetona. Se la presentamos:
Las siguientes damas, parecen italianas (¿no les suenan esas nalgas?), pero son francesas de pura cepa (se las debemos a nuestro amigo Pau, que se topó con ellas en alguna andanza parisien). Juegan en otra liga, la del erotismo y la provocación indisimulada, pero aparecen sutiles, esbeltas y con una irresistible y bella elegancia.

sábado, marzo 28, 2009

Más grafitis: pasmados ante el muro blu

Lo mejor de este invento es, repetimos, la interacción. Que no acabábamos de colgar nuestro post-manifiesto con sus grafitis granadinos estampando muros y se nos dirige amablemente en los comments el amigo haddock para informarnos de otro grafitero la mar de resultón y "granaíno" también, para más señas: el niño de las pinturas.

Merece la pena pas(e)arse por su página y pinchar en los cajones de madera de esa estantería hasta llegar a sus obras en muros, escaleras, miradores y edificios de Granada y otras latitudes. Todo un catálogo de arte urbano regido por algunos de esos factores que insinuábamos el otro día; léanse inteligencia, talento, actitud y estudio del medio.Pero es que, sólo un poco después, nos escribe por una vía menos pública nuestro buen amigo Gaspar para ponernos en conocimiento de otro grafitero, foráneo éste: don (no merece otro tratamiento, como verán en breve ustedes) BLU. Una celebridad, a tenor del ingente número de entradas, posts y halagos que se le dedican en la red y aledaños, pero un artista desconocido para nosotros. Un Banksy italiano universal, que dirían, y nosotros como un gato de yeso que observa el circo desde fuera, ciegos e ignorantes.

Entramos en su brillante página web y notamos que se nos empiezan a dislocar las meninges, o así lo sentimos, si tal cosa no fuera posible. Apabulla el BLU con su exaltación del art brut, la experimentación mimetizadora sobre el medio y una técnica artística que ya la quisieran para sí algunos de los inquilinos de los museos cuyas paredes ilustra. En su colección de "muros" encontramos juegos sarcásticos tridimensionales, crítica social referencial, interactuación con el "lienzo" por medio de recursos prestados y retóricos frisos descomunales en su mensaje y concepción. No hay página, fotografía o collage pictórico que deje indiferente; no observamos en los trabajos de BLU una sola esquina, cúpula con membranas ilustradas, estructura urbana, entrada a propiedades privadas o estancia en edificios públicos que no renazca transformada en obra de arte estimable o superlativa. Ya lo insinuábamos en el título mismo del post, anonadados estamos. Más cuando descubrimos varios de sus trabajos en nuestros muros hispánicos, en ciudades que nos gusta visitar y a cuyos muros nos apena no haber prestado mayor atención. En su sketchbook seguimos descubriendo más arte gráfico (sobre papel, en este caso) apoyado en el mensaje y el diseño elaborado, con un gusto definitivo por el desguace anatómico, que ya veíamos en sus grafitis, y un mucho de humor sarcástico forense (en la línea de las últimas ilustraciones de ese otro fenómeno que responde al nombre de Shintaro Kago, y que empieza a rozar la genialidad en su peculiar concepción del humor sádico). También nos recuerda, por supuesto, a esos autores del colectivo Fort Thunder de los que tanto hemos hablado en estas páginas. La misma (similar) organicidad en sus monstruos-persona-personaje, el mismo interés por la mutación polimórfica, por los laberintos interiores y exteriores o por la simetría multiplicadora. Viejos conocidos en una nueva y motivante versión.Miren que llevamos hablado, pues bueno, después de tanta loa y alabanza, aún no hemos mentado la obra que más nos ha llegado a impresionar del impresionante BLU. Y no vamos a hacerlo, véanlo ustedes por sí mismos. Incluimos por vez primera un vídeo en esta bitacorita, creemos que la ocasión lo merece. Siéntense, relájense y saquen tiempo de donde no lo tengan, pero no se pierdan lo que sigue: MUTO.

lunes, marzo 23, 2009

Hablando de grafitis hablados

Parece haber un debate eterno en torno a los grafitis. ¿Cuándo debemos hablar de grafitis y cuándo estamos simplemente ante egos vandálicos con efectos secundarios en paredes ajenas? Una pregunta con tantas respuestas, seguramente, como "opinadores". Entre ellos nos encontramos.
Ya saben ustedes del origen italiano del término, así como de su referencia plural. Por eso, cuando buscamos su acepción equivalente española en el DRAE, nos topamos con la siguiente referencia:
grafiti.
1. m. grafito (‖ letrero o dibujo).
Nos vamos a la segunda acepción de "grafito" y encontramos lo que sigue:
grafito 2.
(Del
it. graffito).
1. m. Escrito o dibujo hecho a mano por los antiguos en los monumentos.
2. m. Letrero o dibujo circunstanciales, generalmente agresivos y de protesta, trazados sobre una pared u otra superficie resistente.
Así, desde la denotación pura, casi todo es grafiti, casi todo lo que se pinte o dibuje sobre un muro. Cuánto más si el mensaje denota rabia, agresividad o protesta. Sucede que, como tantas otras veces, los diccionarios de las academias viajan a rebufo del contexto social que intentan enmarcar con sus definiciones. Porque, ¿puede concebirse hoy en día una definición de "grafiti" que escamotee alguna referencia a su condición de vehículo artístico popular, vanguardista en muchos casos y plenamente contemporáneo en prácticamente todos? Obviamente, cuando nos aventuramos a reivindicar la valía cultural del grafitero, lo hacemos con algunas matizaciones en mente. Manifiesto personal.
1) Rechazamos el grafiti puramente nominativo, la cutre-firma sin contenido malpintada a la carrera, la rúbrica de la nada, el nombre ostentado que parece esconder incapacidades, complejos o eyaculaciones de ego adolescente. Eso no es grafiti, más allá de la simple definición. Vandalismo firmado que, en ocasiones, desnuda doblemente su cutrerío al suplantar e invadir incluso verdaderas obras de arte murales.
2) Rechazamos los grafitis que equivocan su habitat-superficie-espacio, sin que éste tenga necesariamente que ver con conceptos tan herméticos como los de público-privado, individual-colectivo... El grafitero que cuida de su talento sabe que hay lugares que no funcionan como lienzo: no lo hacen, por ejemplo, los muros de una catedral o un palacio barroco (por encima de fes o confesiones) o las paredes de edificios históricos o los escaparates de un comercio, que harán del grafiti un pasaje gráfico mucho más efímero de lo que su propia condición urbana determina... Curiosamente, cada vez que encontramos pintadas en tales espacios, suelen estas limitarse, de nuevo, al antes mentado ejercicio autógrafo-pajillero. Hasta el más airado de los vindicadores es consciente de que un lema iracundo soltado en el lugar equivocado juega en contra de lo reivindicado.
3) Creemos en el grafiti como técnica de intervención urbana, como manifestación lúdica que promueve la interacción social e invita a la reflexión. Creemos en el grafiti que protesta, motiva, empuja, subraya, matiza, desafía o critica desde la inteligencia, no desde el escupitajo visual primitivo. Una sola frase ingeniosa llena un muro.
4) Creemos en el grafiti como vehículo artístico estéticamente valioso, generoso en su falta de pretensiones autoriales, pero devoto en la manifestación de su técnica; incluido ese grafiti que, nacido en la calle, juega con la iconografía y crea su propia caligrafía retorcida, "dibujando" nombres propios, apodos, palabras o figuras a mayor gloria de su clandestinidad artística.
Nos encantan grafitis como esos tan sugerentes y espectaculares que descubrimos en Granada hace bien poco y que varios colegas (alguno de ellos grafitero himself) nos empujaron a retratar en previsión de este post que ahora finalizamos. Arte del bueno y una certeza interdiscursiva: en Granada las paredes hablan con bocadillos. Gracias, artistas.