Con motivo de la publicación del primer número de Las pelusas de mi ombligo, Fermín Solís nos solicitó a sus lectores opiniones, cartas y comentarios para inagurar una nueva sección ("Pelusas en mi buzón") en su segunda entrega. Se me ocurrió aprovechar la misiva para pedirle al dibujante extremeño su opinión acerca de ese nuevo género (tan viejo, por otro lado), que ahora llaman "slice of life" (es decir, historias cotidianas sobre la vida cotidiana de seres cotidianos).
Leo el segundo número de Las pelusas (Dolmen) y me parece entrever que la carta (guiada por la simple curiosidad, aseguro) parece haber causado cierto malestar en Fermín. Si es así, no entiendo bien las razones pero insisto en la falta de malicia que me motivó a escribirla; en ningún momento pretendí meter ningún dedo en llaga alguna.
Comprendo que a los artistas, en general, no les gusta ser etiquetados o enmarcados en un género o estilo. Se entiende igualmente que la asunción de rasgos comunes pueda llegar a minar la necesaria búsqueda artística de una voz propia, pero, en mi opinión, no hay por qué renegar de la adhesión a una escuela o evitar la aceptación de influencias ajenas. Hay algo evidente, en los últimos años, se ha consolidado una manera de entender el cómic que emparenta a un grupo numeroso de artistas. Podríamos hablar de "slice of life" para describir el campo temático en el que se mueven todos ellos y de "línea clara minimalista" (el término no es mío) para entender su estilo. En este grupo encontraríamos a gente como Seth, Rabagliatti, Andy Watson o Dupuy y Berberian, entre los autores de fuera; y a artistas españoles como Calo, Lorenzo Gómez o el mismo Fermín Solís. Las conexiones y afinidades entre elllos son incuestionables, su calidad también.
Leo el segundo número de Las pelusas (Dolmen) y me parece entrever que la carta (guiada por la simple curiosidad, aseguro) parece haber causado cierto malestar en Fermín. Si es así, no entiendo bien las razones pero insisto en la falta de malicia que me motivó a escribirla; en ningún momento pretendí meter ningún dedo en llaga alguna.
Comprendo que a los artistas, en general, no les gusta ser etiquetados o enmarcados en un género o estilo. Se entiende igualmente que la asunción de rasgos comunes pueda llegar a minar la necesaria búsqueda artística de una voz propia, pero, en mi opinión, no hay por qué renegar de la adhesión a una escuela o evitar la aceptación de influencias ajenas. Hay algo evidente, en los últimos años, se ha consolidado una manera de entender el cómic que emparenta a un grupo numeroso de artistas. Podríamos hablar de "slice of life" para describir el campo temático en el que se mueven todos ellos y de "línea clara minimalista" (el término no es mío) para entender su estilo. En este grupo encontraríamos a gente como Seth, Rabagliatti, Andy Watson o Dupuy y Berberian, entre los autores de fuera; y a artistas españoles como Calo, Lorenzo Gómez o el mismo Fermín Solís. Las conexiones y afinidades entre elllos son incuestionables, su calidad también.
Y es que, lo admito, soy un enamorado del slice of life, por eso no acabo de entender la susceptibilidad herida de Fermín Solís. Me cuesta más aún encontrar una lógiga artística a la proliferación de esta línea estilística justo ahora. ¿De dónde surgen estas afinidades? ¿Se debe al aprovechamiento editorial de la brecha que Drawn & Quarterly abrió en los 90? ¿Hay una inflencia primera o común para todos ellos? ¿Son hijos de la línea clara franco-belga? Son interrogantes para los que no tengo respuesta. De ahí mi consulta epistolar. Espero que algún día el señor Pons en su Cárcel o algún otro bloguero experto arroje un poco de luz sobre la cuestión. Hasta ese día seguiremos indagando y disfrutando de ellos.
Cambiando un poco de tema, hay que admitir que Las pelusas de mi ombligo tiene cada vez mejor pinta. Si el primer número era un tanto irregular, en este segundo se advierte un número alto de buenas historias (algunas, como "No seguirás al vecino del segundo" o "Versión original", más que buenas).
Se agradece también la iniciativa de Fermín Solís, que en la línea de algunos autores estadounidenses (Bagge, Clowes, etc), ha decidido dar continuidad a una revista monográfica, personal y ecléctica, con sus virtudes y sus defectos, pero llena de interés. Esperamos que tenga una laaaarga vida.
Cambiando un poco de tema, hay que admitir que Las pelusas de mi ombligo tiene cada vez mejor pinta. Si el primer número era un tanto irregular, en este segundo se advierte un número alto de buenas historias (algunas, como "No seguirás al vecino del segundo" o "Versión original", más que buenas).
Se agradece también la iniciativa de Fermín Solís, que en la línea de algunos autores estadounidenses (Bagge, Clowes, etc), ha decidido dar continuidad a una revista monográfica, personal y ecléctica, con sus virtudes y sus defectos, pero llena de interés. Esperamos que tenga una laaaarga vida.
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Por cierto, aprovecho para incluir el enlace al blog de Fermín Solís en mis "Blogs de autor"; de visita obligada.