miércoles, junio 30, 2010
Tres veces breves
martes, junio 22, 2010
El viejo Palomar y alrededores.
martes, junio 15, 2010
Charlas comiqueras en la Universidad de León
Andamos liadillos últimamente, lo habrán notado. Por ahora, hasta que recuperemos ritmo, les comentamos un breve que no queremos que se nos pase. Resulta que hace unos días ya se han abierto los plazos para los cursos de verano de la Universidad de León. Entre ellos hay uno que brilla como un buen tebeo: Cómic y cine de animación. Últimas tendencias y relaciones con otros lenguajes. Tendrá lugar en la Obra Social de Caja España, los días 5, 6, 7 y 8 de julio de 2010 y su duración será de 30 horas.
El programa incluye nombres y charlas de esas que no apetece perderse; expertos, autores de relumbrón, blogueros de referencia, estudiosos... Échenle un vistazo (pinchen en la imagen para ampliar):
A nosotros nos han invitado a dar una charla sobre el cómic y sus posibilidades expresivas. Hemos decidido elegir a tres autores por los que, en esta casa, tenemos especial predilección: Ware, Shaw y Chippendale. Básicamente, porque nos parecen tres de los creadores que, con muy diferentes intenciones, medios y resultados, más han arriesgado a la hora de buscar nuevas vías expresivas para el cómic en los últimos años. Queremos dar las gracias más sinceras a José Manuel Trabado, organizador y director del curso, por habernos invitado a un evento del que,estamos seguros, sólo sacaremos experiencias positivas y magisterios memorables.
Si quieren unirse a nosotros, ya lo saben, referencias aquí y aquí. No se vayan demasiado lejos, retornamos en breve.
martes, junio 08, 2010
Poniendo caras.
lunes, mayo 31, 2010
Hervir un oso, de Millán y Noguera. Coordenadas alteradas y disrupciones existenciales.
viernes, mayo 21, 2010
El egocentrismo de Juanjo Sáez. Honestidad brutal.
martes, mayo 18, 2010
Diálogos intertextuales: cómics infantiles, la infancia en los cómics.
jueves, mayo 13, 2010
El Salón 2010: Páginas célebres, celebraciones y celebridades.
sábado, mayo 08, 2010
Duchamp. En el fondo el movimiento es la mirada del espectador que se incorpora al cuadro
Más de Duchamp. Ese mismo texto-entrevista de Duchamp del que hablábamos el otro día (Palabras a otro) nos trajo a la cabeza un tema sobre el que habíamos trabajado con largueza para Arquitectura de las viñetas, cuando aún no era ni andamio: el del movimiento en el cómic. Cuando intentábamos explicar cómo el lenguaje del cómic expresa el paso del tiempo a partir del movimiento, hablamos de cosas como ésta (omitimos, por causas obvias, las imágenes y el análisis de ejemplos concretos):
…incluso en el caso de viñetas más sencillas, podría suceder también que la acción que se quiera mostrar en la viñeta añada a la brevedad de su duración otros matices que un dibujo estático difícilmente pueda reflejar. Un movimiento brusco y rápido, un giro por ejemplo, se puede congelar en una instantánea gráfica, pero probablemente perderemos por el camino la sensación de brusquedad y rapidez. El cómic en su búsqueda de soluciones a este problema descubrió un instrumento que se ha convertido en uno de los iconos específicos del medio: las marcas cinéticas (…).
Otro recurso similar a la hora de plasmar el movimiento (y la temporalidad, por tanto) consiste en la repetición del objeto en movimiento como forma de marcar su recorrido, en vez de recurrir a estelas o líneas cinéticas para tal fin. Al destacar las diferentes fases del movimiento, subrayando la presencia del objeto que lo realiza, obtenemos normalmente un efecto ralentizador que obedece a diferentes intenciones narrativas: puede suceder que el autor pretenda incidir en la violencia de la acción, que se busque un mayor dramatismo o, simplemente, que le interese crear una arritmia para dinamizar la acción (…)
Imaginemos ahora un tercer caso en el que la acción mostrada en la viñeta represente un movimiento ejecutado en un lapso de tiempo tan breve como para no necesitar del uso de una secuenciación en más de una viñeta, pero tan complejo que el uso de las líneas cinéticas o la repetición de una trayectoria breve no sea funcional. Lo vemos en otro ejemplo de John Romita Jr., en el que el estadounidense consigue dibujar en una viñeta varias de las acrobacias de un superhéroe tan dado a los movimientos “imposibles” como Spiderman.
La base técnica de este recurso tiene mucho que ver de nuevo con la fotografía y con los dos casos anteriores: la evidente imposibilidad de congelar el movimiento en una instantánea halla su contrapunto “tramposo” en la imagen de [Spiderman] gracias a la repetición de la figura del personaje. En este caso estamos yendo un poco más lejos que en el caso de la viñeta y la foto de la FIG. 72, ya que en la viñeta de Romita Jr. no se representa una única acción sino una secuencia completa. La equiparación de este recurso del cómic y un posible origen fotográfico del mismo podría parecer peregrina, pero, como señala Aaron Scharf, no lo es en absoluto:
Estos signos abstractos [las imágenes obtenidas por la fotografía en movimiento] iban a convertirse en los esquemas visuales de un nuevo idioma del movimiento. Es raro encontrar imágenes residuales o de calco a la zaga de objetos en movimiento en dibujos o caricaturas anteriores a la aparición de la fotografía, y ni siquiera es muy frecuente verlos hasta que Marey presentó sus cronofotografías, pero, en cambio, son corrientes en la obra de los caricaturistas modernos. Los artistas gráficos, y, sobre todo, los caricaturistas, suelen superar en inventiva a los pintores, porque se sienten menos atados a convencionalismos. Por ejemplo, en la obra del dibujante satírico alemán Wilhelm Busch hay una serie de brillantes y perspicaces dibujos realizados entre los años sesenta y setenta del siglo pasado, cuya eficacia se debe a imágenes que, sin el menor género de dudas, tuvieron su origen en la exposición fotográfica múltiple (Aaron Scharf, 1994: 242).
¿Qué tiene que ver todo esto con Duchamp? Vayamos por partes, porque, nos parece, las reflexiones del maestro francés tienen su interés. Cuando Cabanne le pregunta a Duchamp acerca del origen de su famosísimo Desnudo bajando una escalera (1912), éste responde:
La conversación se dirige entonces hacia Moulin à Café (1912):
Cabanne: En el momento en el que finalizaba el Nu descendant un escalier usted llevaba a cabo el Moulin à café que se adelantaba a los dibujos mecánicos.
Duchamp: Para mí es algo más importante. Los orígenes son simples. Mi hermano tenía una cocina en su casita de Puteaux y tuvo la idea de decorarla con cuadros de amigos (...) También me lo pidió a mí y pinté un molinillo de café que hice estallar; el polvo cae a un lado, los engranajes están en la parte superior y del mango se ven simultáneamente varios puntos de su circuito, con una flecha que sirve para indicar el movimiento. Sin saberlo había abierto una ventana sobre algo distinto. Esta flecha era una innovación que me gustaba mucho, el aspecto diagramático era interesante desde el punto de vista estético.
Continúa la conversación, para regresar algunas páginas después a Desnudo bajando una escalera. Duchamp nos hace una interesante revelación:
Cabanne: ¿No hay en el Nu descendant un escalier una influencia cinematográfica?
Duchamp: Evidentemente. Es esa cosa de Marey...
Cabanne: ¿La cronofotografía?
Duchamp: Sí. Yo había visto en la ilustración de un libro de Marey cómo indicaba a las persona que practican la esgrima, o los caballos al galope, con un sistema de punteado que delimitaba los distintos movimientos. De este modo explicaba la idea del paralelismo elemental. Todo esto tiene un aspecto muy presuntuoso como fórmula pero es divertido.
Curioso como, atando cabos, nos reencontramos con problemáticas semejantes en vehículos artísticos aparentemente dispares, como la pintura, el cómic y la fotografía. Al final Barbieri iba a tener razón.