Para los amantes de los minicómics y la autogestión, el nombre de Anders Nilsen llevaba ya años repiqueteando gracias a blogs, webs y al boca a boca; su serie Big Questions era un secreto a voces y, quien más quien menos, le habíamos echado ya algún vistazo a alguna de sus entregas. La sensación era la de estar ante un dibujante minucioso y lleno de talento, uno de esos nuevos geniecillos de la línea clara trasparente y el detallismo de trazo fino como un alambre: los Sammy Harkham y Kevin Huizenga o los italianos Gipi y Francesco Cattani.
Luego, Fulgencio Pimentel publicó su colección de historias cortas Mitologías (cuya edición ya está agotada). Recordamos a Nilsen sentado, inmóvil, silencioso y ligeramente sonriente como una estatua nórdica, atendiendo a los pocos comiqueros que nos acercábamos al stand para que nos dedicara el volumen y nos hiciera un dibujito durante el Salón de Barcelona de 2009. Nilsen se tomaba cada dedicatoria como si fuera la última y les dedicaba tiempo y una atención minuciosa de amanuense. Amabilidad y timidez infinita. Delante del stand, los tres o cuatro "premiados" nos arremolinábamos para enseñarnos los dibujos respectivos y disfrutar de su trazo fino y elegante, de ese estilo de delineante con alma de artista. Una muchacha observaba la escena y compartía miradas con los presentes a los dibujos. Se me acercó con naturalidad y, sin presentarse, me dijo algo así como, éste es un chico especial, ¿verdad? Sus dibujos son increíbles y él está ahí casi avergonzado, incómodo, como si no fuera el protagonista de la sesión. Le di la razón y seguimos todos nuestros caminos, menos Anders Nilsen, que había observado la escena desde fuera, preguntándose, supongo, por qué lo que él dibujaba con tanta naturalidad generaba esa expectación entre los pocos que nos habíamos acercado a él.
Grandes preguntas (coeditado por Sins Entido y Fulgencio Pimentel) es la recopilación revisada de todos aquellos minicómics que él estuvo dibujando durante más de diez años en un solo voluminoso tomo. No sorprende que sus protagonistas sean una bandada de pajarillos pinzones (seres delicados y frágiles), ni que Nilsen les haya dotado, a ellos y al resto de los animales protagonistas del libro, de un intelecto cuasi-filosófico. Idiosincrasia animal, rasgos zoológicos, elevados a la potencia de la reflexión intelectual. Hay mucho de alegórico en las páginas de Grandes preguntas.
Se observa la evolución de Nilsen (de su estilo e incluso intenciones) a lo largo de las páginas: desde las conversaciones iniciales entre los pájaros, más triviales y aisladas, hasta la construcción final de un relato en el que todos los personajes y elementos terminan imbricándose (un ejercicio de "vidas cruzadas" en escenario silvestre). El conjunto, unidas todas las piezas y las grandes preguntas de Nilsen, es un tratado acerca de las relaciones interpersonales, un estudio fabulado del comportamiento social y los mecanismos que lo regulan: el miedo, la envidia, el poder, la fe o el espíritu de supervivencia (struggle for life, dicen los anglosajones).
También hay humanos en Grandes preguntas, sí, pero casi todas las enseñanzas que se derivan de su lectura parten de algún comportamiento heroico, noble o sencillamente honorable por parte de sus "animales sabios"; como si la naturaleza fuera, realmente, la fuente final del conocimiento, nuestra referencia última para hallar respuestas; y como si el pensamiento humano, nuestra capacidad intelectual, requiriera de un filtrado "panteísta" que nos condujera a su adecuado aprovechamiento.
En una de las páginas finales del cómic, el espectro de uno de los pájaros protagonistas, Leroy, pronuncia unas palabras que, en cierto sentido, resumen uno de los impulsos narrativos que mueven los sucesos de Grandes preguntas; dice el pájaro fantasmal:
Nunca podemos llegar a imaginar el resultado de nuestros actos, pero si damos lo mejor de nosotros mismos y nos tomamos las cosas en serio, todo saldrá bien al final. Yo tenía razón. Si miras hacia atrás te darás cuenta. Al final las cosas son como tienen que ser. No vale la pena intentar predecir los detalles, todo termina por salir bien.
Es en el fondo una visión de base romántica, aunque alimentada por una percepción esperanzada de la existencia: no podemos luchar contra las fuerzas del destino; el hombre, con toda su animalidad, está expuesto ante los elementos y, por mucho que nos resistamos, poco podremos hacer ante el devenir de los acontecimientos. Sólo nos resta afrontar la existencia con optimismo, buena voluntad y cruzar los dedos para que las cosas terminen por salir bien, como dice Leroy.
¿Predestinación? ¿Determinismo? No exactamente, los animales y los seres humanos de Grandes preguntas no aceptan esta premisa que se les repite una y otra vez, por boca de otros personajes, y hacia la que les empujan los acontecimientos que se desencadenan a su alrededor (la muerte y la amenaza omnipresente, el azar disimulado bajo un misil que no explotó en su colisión contra el suelo, la aparición inesperada del ser humano). Su impulso vital, su ansia de vivir, les hace mucho más resistentes y obstinados ante la tragedia de lo que somos los seres humanos. Pájaros como Curtis o Algernon se resisten a aceptar el rumbo de dichos acontecimientos; se niegan a creer en los mensajes visionarios de otros pájaros "iluminados", como Charlotte o Zwingly. Al imponer su escepticismo a ultranza y su discurso racional, Curtis, por ejemplo, se convierte en un personaje que lucha contra corriente a partir de su empirismo inquebrantable. Y, paradójicamente, él, el racionalista, el escéptico, termina por convertirse en el verdadero héroe romático de la novela.
Los animales sabios de Nilsen, en toda su animalidad, nos enseñan una lección: el instinto de supervivencia es la base misma sobre la que asentar nuestras esperanzas. Los pinzones, los cuervos y las serpientes de Grandes preguntas aparecen personificados como seres racionales, sí, pero sobre todo, por encima de su sabiduría impostada, son eso, animales que se resisten a ser cazados y devorados, bestias que están dispuestas a morir y matar por su propia vida y la de su prole. Despojados de su intelectualidad, los personajes de este cómic son más nobles y justos que nosotros, los seres humanos. Si hay que achacarles algún defecto a los pájaros de Nilsen, ese es que su autor les ha hecho parecerse demasiado a nosotros.
Fíjense hacia dónde ha derivado nuestra lectura: pájaros filósofos y la lucha contra el destino. Palabras mayores, pero es que Grandes preguntas también es un cómic mayor. Un cómic enorme (y no sólo en su tamaño).