jueves, junio 05, 2008

Operación 700: el retorno (III)

Seguimos embarcados en el relato de nuestras andanzas pujadoras a la busca de originales comiqueros, a un precio pactado: los 700 euros de marras. Como venimos repitiendo, en la trastienda del mercadeo capitalista, una idea: constatar el precio de mercado del arte comicográfico de artistas consolidados, eso que algunos llaman cotización. De paso, el gustazo de tener unos cuantos originales que, algún día, decorarán los muros de la casa nuestra.

Con Cooper y Buscema llevábamos la friolera de 250 eurazos expoliados de nuestra caja de ahorros. Nos quedaban 350 para seguir experimentando.

Prólogo: Allá por la segunda mitad de los 80 empezamos a descubrir que las relaciones entre el cómic y la pintura estaban comenzando a estrecharse más allá de los cruces y vínculos esenciales que habían aportado gente como Sterrett o Herriman. Así, a casi todos nos dio algo así como un soplo sensorial cuando descubrimos a tipos como Dave McKean, Bill Sienkiewicz o Kent Williams. Individuos que metían al cómic en la inexpugnable vereda de un expresionismo figurativo, barroco, espectacular, desbordado de técnicas, collages y trazos retorcidos; unos autores que "ilustraban" guiones igualmente poliédricos, por momento modernistas, y bastante experimentales: los de los Frank Miller, Grant Morrison o Neil Gaiman. Todo ello envuelto en los lazos de la reformulación genérica.

Cierto es que antes que a ellos, en Europa y Sudamérica, habíamos visto ya a gente como Toppi, Battaglia o Breccia, que, como aquellos, hacían de la experimentación formal, la técnica mixta y el collage, su campo de batalla. Sin embargo, lo que nos ofrecían estos nuevos pintores de viñetas estadounidense era precisamente eso, una interpretación del cómic claramente pictórica: arte elitista para un lector acostumbrado al discurso popular, superhéroes al óleo. En España, años más tarde, descubrimos una variante genial con aire historicista, que plantaba sus raíces en el mismo momento que ocuparon los americanos: hablamos del genial Castells, ese pedazo de artista que con su tercera entrega (Expiación) para la saga sobre Lope de Aguirre (escrita por el también grande Hernández Cava), se atrevió a desafiar las leyes de mercado, las convenciones lectoras y los usos editoriales. No lo adivinamos hasta 1998, cuando ganó el premio del Saló, con 6 años de retraso.

Conclusión: Por todo eso, cuando nos vimos en situación de pujar por una de las planchas originales del Blood, de Kent Williams, lo hicimos, pero con poca fe; más aún cuando sabíamos del prestigio artístico de su autor en círculos puramente pictóricos. No ganamos, claro. Al menos la primera vez que pujamos. Para nuestra sorpresa, al poco, en uno de los regateos nos salimos con la nuestra y nos llevamos esta plancha de tamaño considerable (30x44 cms) por algo menos de 140 euritos; que hasta los textos de los globos venían en el pack (en papel vegetal traslúcido aparte).

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6 comentarios :

Anónimo dijo...

felices años, nemo! (llego tarde al festejo, lo sé)

Little Nemo's Kat dijo...

Se agradece igualmente, amigo ;)

Lajarín dijo...

oye, qué pones en ebay para encontrar esas joyas, jejeje

(entenderé que no lo reveles)

Little Nemo's Kat dijo...

Entre amigos no hay secretos. Este es el sitio y lugar. Saludos :)

http://collectibles.listings.ebay.com/Comics_Original-Comic-Art_W0QQfromZR4QQsacatZ3984QQsocmdZListingItemList

Lajarín dijo...

Gracias, don Gato :))))

Little Nemo's Kat dijo...

De nada,l don Josema ;)