Me disculparán por la ausencia. Regreso de un tour por algunos de los países miembros del Benelux y territorios anexos, y lo hago con una barriga cervecera que parece cobrar vida propia por momentos. De hecho, escribo desde la felicidad del borrachín, porque -aunque nada tenga que ver con los cómics- les confieso que he cumplido uno de mis sueños más viciosos y perversos: probar la séptima de las trapenses, la imposible, la mítica Westvleteren (impresionante la 12).
Comprendan la emoción. Por otro lado, Bélgica y su capital en particular, sí que tienen mucho que ver con los cómics. No nos vamos a poner ahora y aquí a hablar de la línea clara y las escuelas (líneas editoriales, más bien) de Bruselas (Editions du Lombard) y Charleroi (Editions Dupuis), ni de los grandes nombres que forman ya parte de la historia del cómic; ya hay suficientes blogs dedicados a ello, tanto fuera como dentro de nuestras fronteras. Nos interesa más bien referirles cómo Bruselas y los belgas viven y respetan el cómic. Cada vez que me acerco allí, me admira la devoción enorme que ese pueblo muestra hacia el séptimo arte y sus creadores. Como ya sabrán, en Bruselas podemos visitar el "Centre Belge de la Bande Dessinée" (el museo del cómic más famoso del mundo; donde es posible encontrar originales de Hergé, Alex Raymond o Hal Foster); existen numerosas tiendas de tebeos por toda la ciudad e incluso una dedicada en exclusiva a Tintín. Pero es que, además, muchas de las fachadas bruselenses están decoradas con grandes murales dedicados a artistas reconocidos de la línea clara (servidor tiene debilidad por el del gran Chaland, que además está en la misma calle que dos ilustres cervecerías locales). Es decir, que existe toda una ruta de la Bruselas del cómic ("les parcours BD"), que nos permitirá disfrutar durante unas horitas de algunos de los nombres ilustres en éste vicio común que compartimos.
Todo un gustazo que pueden ustedes rematar con una buena abadía entre las mas de 2000 cervezas que oferta el Delirium Café o una lambic en el Mort Subite (ninguno de los dos demasiado lejos de la Grand-Place). Lo dicho, a saborearlo.
6 comentarios :
Estoy emocionado, yo estuve en Bruselas este verano y fui al museo de la BD (espectacular, demasiadas cosas que saborear en las dos horas que estuvimos, pero al final ya me daba pena mi mujer y seguimos ruta turística), y también me hice una foto en la pared dedicada a Chaland que me parece la mejor con diferencia.
Una cosa muy interesante es que en casí todas las librerías hay un gran catálogo de ilustraciones y dibujos con la firma de sus autores, que te deja con ganas de tener una casa con 30 paredes.
Yo me tomaría una Chouffe que es dificil de encontrar fuera de las fronteras belgas en el Beer Circus algo más alejado del centro, cerca de los albergues juveniles...
Y no olviden comprar chocolate en Pierre Marcolini para sus allegados, bombones como joyas!!!
Y si, Bruselas mola, al menos para una visita.
Que envidia. Yo quería ir a Bruselas hace un par de años pero... En fin. Que espero que lo hayas disfrutado. Eso si, se corre el riesgo de hacerse un lío con la ruta del cómic y la de las cervecerias y, cuando ya vas un poco contentillo (se pilla una buena castaña con unas pocas cervezas de estas), acabar bebiendote un tebeo o intentar leer una abadía... :-D
¡Oh! No me lo había planteado como destino vacacional ahora que tengo una semanita libre pendiente. Si me decido ya te preguntaré alguna cosa. (Por cierto, he mudado el bloff, de ahí lo poco que me prodigaba) Un besico, Señor Gato
Jeune, a mi me pasó lo mismo, los comiqueros corremos el riesgo de volvernos locos en un lugar como el museo de Bruselas y aburrir a los acompañantes. Solución, volver solos a pasar allí la tarde.
Vaya, don Stereotopffer, tiene usted aún mejor gusto del que ya se le presuponía. Qué gran birra la Chouffe (mejor la doble tostada que la rubia, eso sí). A mi me encantan la Gulden Draak, la Charles Quint o las lambik de barril y la Douglas Noel, la Malheur, la Kwak de botellín, además de las trapenses (la Rochefort 10, ufff). Pues sí, definitivamente, Bélgica merece una visita.
Que razón tiene usted, señor anónimo, cuando los vicios se multiplican, corren el riesgo de mezclarse. Eso sí, observar una página de Forest bajo el efecto de una abadía, es, como diría aquel, casi una experiencia religiosa.
No te lo pienses, Iru, que con Ryanair vale dos duros, está a menos de dos horas y tiene sitios acongojantes (Amberes y Gantes, son increíbles y Amsterdam está a dos horas).
Yo no soy cervecero pero si chocolatero y no sé si quedarme con los Leónidas o los Godiva , Bruselas es una hermosa ciudad para visitar pero no para vivir.
Lo digo porque la "sufrí" durante una beca Erasmus. Eso si, el museo del cómic era el templo en el que calmar la ansiedad que me provocaban los precios de la tienda de Tintín.
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