Dejábamos hace dos posts el folletín de la mesa redonda, la ronda de firmas y el conferenciante oculto, a medias. Lo retomamos aquí y ahora en el punto en el que se interrumpió. Estaba un servidor ansiosamente a la cola de firmas a la espera de los dibujitos de sus admirados Gallardo, del Barrio and company, cuando una voz procedente del fondo de la carpa anunció, como un zumbido molesto pero, seguramente, necesario: "cinco minutos y se deja de firmar, que empieza la siguiente conferencia". El invitado, de hecho, ya estaba sentado en su butaca, al lado de Ángel de la Calle (organizador), debajo de una pantalla blanca. El agasajado era nada menos que Luis García. Sí, el mismo, el celebrado dibujante co-fundador de Rambla, uno de los autores emblemáticos del cómic de autor español de los años 70 y 80, el autor de las inmensas Nova-2, Etnocidio o Las crónicas del Sin Nombre, el mismo Luis García que a mediados de los 80 decidió retirarse del mundo en viñetas para dedicarse a la pintura y otros menesteres con mayores expectativas alimenticias...
Así que, sintiéndolo mucho por la ronda de dedicatorias frustradas, y después de rapiñar alguna de las firmas que no quería perderme, abrí las oreja y me puse como un fan adolescente a escuchar a uno de los mitos de mi niñez comiquera, el gran Luis García. Lo cierto es que, como había sucedido con la mesa redonda, la charla fue un tanto decepcionante. Me decepcionó la improvisación con que de la Calle pareció dirigir el asunto; me sorprendió la elocuencia parca de Luis García, un autor que se caracterizaba por unas obras crípticas y tremendamente ricas en sus matices interpretativos.
Durante la primera parte de la charla, García se limitó a comentar algunos de sus trabajos pictóricos, que iban siendo proyectados en la gran pantalla situada sobre ellos. De este modo, despachaba cada cuadro con comentarios valorativos un tanto banales, sin aportar ninguna información artística sobre los mismos. Sus cuadros, en la línea hiperrealista que ha caracterizado a su dibujo (aunque él negara la etiqueta, en un gesto de humildad) , sorprenden por la absoluta maestría técnica de su autor, un creador con mayúsculas. Así, pudimos saber que durante los últimos lustros, Luis García ha estado trabajando en una serie pictórica sobre miradas de actualidad, con cuadros que aislaban momentos y personajes de nuestro panorama político, social y cultural. Nos enteramos de su trabajo como ilustrador para revistas y prensa, de su constante sed de experimentación pictórica, etc.
Lamentablemente, apenas se habló de tebeos (excepto un poco al final) y en general la charla fue más bien insípida. Sin embargo, dos notas positivas bastaron para justificar la asistencia: por un lado, reconocer la cercanía y humildad de un artista que se nos antoja esencial a la hora de establecer un árbol genealógico del cómic en España; un hombre que abrió una puerta por la que todavía no se han atrevido a pasar muchos herederos.
En segundo lugar, compensó el asunto aunque sólo fuera por conocer de primera mano la exclusiva (me imagino que no lo es tanto para la gente del mundillo; lo fue para mí): Luis García vuelve al cómic. Le esperamos con los brazos abiertos.
Luis García durante un momento de la charla-coloquio