lunes, diciembre 11, 2006

Quiero un príncipe azul. Chicha sin "limoná".

Ando últimamente un poco alicaído y encima, hoy, lunes después de puente, así que me he levantado con el pie izquierdo, el cargador lleno de oprobios y el kris malayo entre los dientes. No suelo hacer reseñas negativas en estas páginas, simplemente porque aquellos cómics que no me han gustado los olvido y dejo pasar. Hoy sin embargo, quiero mencionar uno que (como ya habrán observado ustedes) no me ha dejado indiferente: se trata de Quiero un príncipe azul, de Hélène Bruller, un cómic que habría de encajar bien como enlace transversal con nuestros posts de los últimos tiempos sobre las mujeres y el cómic. El hecho es que el intento de Bruller se queda en eso, en el intento de hacer un cómic femenino y "feminista".
El humor de Bruller es ácido, pero no ingenioso, como lo es el de Carol Lay o el de Claire Bretécher (una autora que no es de mi devoción, por otro lado); sus gags son crueles (para algunos lectores incluso ofensivos), pero no trasgresores como los de Roberta Gregory (de la que Bruller asume influencias obvias en el apartado gráfico); por último, pese a sus semejanzas temáticas y organizativas con autoras como Maitena, lo cierto es que a la mayoría de las historias de Quiero un príncipe azul de puro obvias, no son siquiera divertidas. Para legitimar su discurso, Bruller recurre al autoflagelo (una autocrítica como la que introducía Crumb en sus historias autobiográficas de los años 70), pero lo hace de un modo tan exgerado y reiterativo, que termina por perder efectividad, convirtiéndose en hueca autocomplacencia.
Pese a todo, algunos de los capítulos (o gags) de Quiero un príncipe azul se sitúan por encima de la media (como el de las reacciones de los novios abandonados o el de los pequeños tormentos cotidianos), sin embargo, se trata de la excepción, espejismos dentro de un cómic bastante plano, muy lejos en todo caso de esas obras que están situando al cómic femenino de los últimos años en un nivel autorial hasta ahora desconocido.
No son más que las opiniones subjetivas de uno de tantos blogueros, así que si usted tenía en mente leer Quiero un príncipe azul, hágalo; discreparemos afablemente desde aquí. Saludos.

jueves, diciembre 07, 2006

Parting Ways. El negocio de los decesos.

¿Se imaginan ustedes que los asuntos trascendentes de la vida y la muerte fueran negociados desde corporaciones empresariales por yuppies trajeados del más allá? Pues bien, ese es el punto de partida de Parting Ways, el alabado cómic del año pasado (2005) de Andrew Foley, Scott Mooney y Mick Craine.
Llegué a Parting Ways a partir de las recomendables recomendaciones de Paul Gravett, uno de los gurús de la crítrica estadounidense y colaborador habitual de publicaciones y páginas como Read Yourself RAW (¡atención al número de diciembre!). El hecho es que en mi último pedido intenáutico (no me miren con esa cara que viendo el cambio de divisa, sale más barato que comprar los cómics de importación desde aquí), además del último de McCloud, pedí cositas como este cómic sobre un muerto muy vivo.
Efectivamente, Parting Ways en su juego de hipótesis plantea el mencionado supuesto de los asuntos de la muerte dirigidos como una gran empresa, con sus jefes, mensajeros, currantes-oficinistas, clientes penitentes, etc. Ofrece también la posibilidad de que una persona (el protagonista) fenezca sólo por lo que respecta a su parte espiritual (del alma para arriba, vamos), mientras que su cuerpo permanezca en la tierra como un zombi-trabajador-asalariado-pasivo-inofensivo (es decir, como uno más de nosotros; observen la fina ironía).
La idea (el guión de Foley), así a priori, es brillante. La realización gráfica de Mooney y Craine, aceptable, con un estilo realista que toma del cartoon cierto gusto por la deformación facial y la exageración gestual; muy en la línea del estilo underground, con el que comparte también una trama abundante, el rayado marcado y superficies negras muy espesas, además de un acabado informal. La historia, que, como hemos señalado, tiene momentos brillantes, fruto de su original concepción (me gustan especialmente esa crítica al negocio del arte moderno, con el representante artístico, trepa y oportunista o los mensajeros de defunciones, con sus muy especiales encargos de "paquetería"), se torna sin embargo en otros casos, confusa y poco operativa. Da la impresión de que, en su búsqueda de la comicidad alegórica, los autores recurren a algunos giros de tuerca y a un exceso de diálogo innecesarios para la trama.
En todo caso, si quieren usted invertir sus cuartos en material foráneo y practicar su inglés de negocios, aquí tienen una buena opción. En caso contrario, esperen a que se edite en español y lo adquiera su biblioteca.

miércoles, diciembre 06, 2006

Actualizando los "Blogs de autor" y los "Blogs by the author".

Una reseña para resaltar lo obvio: que de vez en cuando actualizo los "Blogs de autor" y los "Blogs by the author", aunque no siempre lo destaque o mencione en el cuerpo de ningún post. Siguiendo esa idea, añadí hace poquito Riquiblog, la bitácora donde Ricardo Peregrina revela los "secretos de sus creaciones" de un modo siempre divertido y más que instructivo; lo mismo ocurrió con Con C de Arte de Pepo Pérez (una de las referencias básicas en esto de los blogs sobre cómics en español) o con los bizarros y nunca intrascendentes (aunque muy irregulares en sus ritmos de publicación) blogs de Roberta Gregory y Phoebe Gloeckner, que añadí con motivo de mi última entrega sobre "Mujeres y cómics" (serie que retomaré en breve). Por último, añadí el otro día The Fate of the Artist, el blog de Eddie Campbell que tanto ha dado que hablar en estas páginas últimamente. Todos, desde luego en riguroso orden alfabético atendiendo a los apellidos.
Ahora, "incrusto" algunos más y lo menciono para que no pasen desapercibidos. Añado, por ejemplo, el de uno de los autores de referencia del comix español, Miguel Gallardo, un dibujante y guionista inteligente y decisivo, que amén de dejar una huella esencial en el panorama comicográfico español, ha sabido "reciclarse" hacia una estética moderna y un cómic de plena actualidad; como podemos comprobar día a día en su Gallardo Blog.
Incluyo también a la primera dibujante española que se asoma por este Little Nemo's Kat, a la siempre sorprendente e innovadora Sonia Pulido, a la que hace poco mencionábamos también por aquí con motivo de la agenda de la Fnac, ¿se acuerdan? La podemos seguir cada día en El diario visual de Sonia Pulido. Tendremos a nuestra diestra, igualmente, a Lorenzo Gómez, autor de uno de los cómics más refrescantes del último tebeo español (El diario sentimental de Julián Pi) y al que podemos seguir en su blog quiero_ser_francés, mientras se decide a "sacar" algo nuevo.
Por último dos para la sección extranjera. Por un lado temps perdu, el blog inexcusable del siempre genial Manu Larcenet, quien pese a su juventud, se ha convertido ya en una referencia "impepinable" para cualquier creador independiente. En su blog, además de sus bocetos, reflexiones y vivencias, de vez en cuando se nos descuelga con alguna muestra de su arte tan divertida como ésta.
El siguiente autor, igualmente admirable por su talento visual, es Ulf K, un dibujante poco conocido en nuestro país, pero al que podemos acercarnos un poco más gracias a su blog, Der Mondgucker (eso sí, si domináis el alemán; en caso contrario, como es el mío, tendréis que conformaros con su arte, expresivo, delicado y gloriosamente naïf). Seguiremos añadiendo nuevas entradas, no esperéis a que os las anuncie para pinchar en ellas ;)

lunes, diciembre 04, 2006

Inverosímil (o como perdí mi virginidad). Jeffrey Brown, el vecino de al lado (reseñita para FHM).

Cuando La Cúpula publicó el Inverosímil de Jeffrey Brown, su nombre llevaba rondando mis visitas internáuticas largo tiempo. Ya se sabe, si uno es aficionado a los mini-cómics, hay ciertas presencias insistentes, léanse los Porcellino, Ron Regé Jr. o el mismo Brown. También debo confesar que mis primeras reacciones ante todos ellos oscilaron entre el escepticismo y cierta reticencia distanciadora ante un grafismo que, confesémoslo, a bote pronto tira para atrás.
Por eso, una vez leída la obra, me quito el sombrero, la capa y me trago los prejuicios. El señor Jeffrey Brown sabe de que va esto de los tebeos. Consideren mi pequeña, informal y jocosa reseñita en el FHM, como un homenaje a este informal, a veces jocoso y gran autor que es Jeffrey Brown.
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Sujeto: Jeffrey Brown, dibujante de cómics.

Se le acusa: a) De haber vendido su vocación de fanzinero aficionado para firmar por una editorial “grande”. b) De dibujar peor que tu hermano de seis años. c) De no hacer una sola línea recta en sus márgenes de viñeta.

En su defensa: a) Tiene algunos de los títulos más descacharrantes que uno puede imaginarse (empezando por el de ahí arriba, que es el que da título al cómic); algunos de sus capítulos: “Me la tiraría”, “Interseccionando”, Alerta de virgen”, etc. b) Las historias de amores cotidianos y picores sexuales de Jeffrey Brown crean adicción. Imposible dejar de leerlas una vez que abres sus páginas.
Veredicto: Uno de los cómics más divertidos y recomendables de este año. Si no te ves reflejado en él en algún momento, deberías hacértelo mirar.

jueves, noviembre 30, 2006

Una curiosidad sobre el From Hell

Una curiosidad en el orden de lo privado, que me apetece contarles. Resulta que en la ciudad donde vivo la biblioteca pública está muy bien dotada en el apartado de cómics; todo un lujo. De Alan Moore, por ejemplo, tienen varios, entre ellos la edición de From Hell que sacó Planeta en 5 libretos. Hasta aquí, todo correcto. Pues bien, lo primero que llama la atención en esos 5 cómics es que en muchas de sus páginas, alguien se ha dedicado a hacer anotaciones con bolígrafo.
No aguanto los libros escritos, y menos con boli, llámenme cursi o tiquis-miquis, me supera. Pero estas anotaciones tienen algo que las hace especiales: son correcciones detalladas sobre la historia de Alan Moore y Eddie Campbell. Lo que oyen, glosas sobre los datos aportados por el dibujante y guionista sobre la historia de Jack "el Destripador". Unas precisiones tan detalladas y minuciosas que cuesta creerse que alguien pueda estar tan, tan documentado sobre el tema. Un ejemplo.
En la página 27 del tercer volumen, se desarrolla la escena de las andanzas noctámbulas de Kate Eddowes, la prostituta que Jack the Ripper asesinó y destripó por error, al confundirla con Marie Kelly. En las escena se recurre a numerosas elipsis para ofrecer varios momentos dispersos de su noche: su expulsión del hospicio de Shoe Lane, una venta de botas viejas o una referencia a "la mocosa de su hija". Pues bien, nuestro glosista matiza cosas como: "Vamos a ver", dice "a Kate no la 'echan' porque Shoe Lane era una 'work-house' y pasaba todo lo contrario, que NO podían abandonarse antes de compensar con trabajo el derecho a ocupar una cama" o "las botas no eran viejas, sino recién compradas en Kent", y luego "su hija no era 'mocosa', tenía veintitantos años". Pasmante.
¿Como puede alguien llegar a esa precisión milimétrica? Les aseguro que toda la serie está jalonada con perlas como éstas, especialmente sobre las anotaciones del propio Moore al final de cada capítulo. Por momentos se me ha pasado por la cabeza una idea peregrina: ¿pertenecerán estas correcciones al mismo Jack en versión rediviva? Les dejo que lo maduren, con otro ejemplo.
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Varios de los visitantes habituales del blog ya os habéis percatado de la visita y comentarios al post del propio Eddie Campbell. Curiosamente, la cosa no quedó ahí y de nuevo el propio autor se hizo eco de la entrada en su blog el 1 de diciembre: "Look at all the lovely people". Lo reproduzco aquí como muestra de agradecimiento (y no sin cierto orgullo vanidoso). Saludos:
Here's an odd item. 'Una curiosidad sobre el From Hell.' On Little Nemo's Kat, a Spanish blog; the writer reports on the finding of an annotated copy of From Hell in his local public library. By annotated I mean thoroughly glossed in blue ballpoint pen in the margins, with cross refs to the notes at the back. He has scanned and reproduced a couple of pages. If anyone can ventilate the Spanish better than Google, send me an update and I'll report further (unless it turns out to be dumb of course). (since I jotted this draft I see the writer has responded to the note I left on his blog, in the comments section of my From Hell post.)

miércoles, noviembre 29, 2006

Recidivist, de Zak Sally. Extrañeza al cubo (y un poco de música).

De tanto en cuanto agradecemos toparnos con una de esas obras artísticas que desafían al espectador/lector con su experimentalidad formal o estética. Lo mismo me vale para aquellos trabajos que por pertenecer a otra cultura, país, continente se nos presentan a los profanos directamente como parte de aquellas. Vamos, que no suelo ponerme chaleco-antiobras contemplativo-deconstructivo-experimentales (ehem). Dicho lo cual, si tengo que elegir un cómic/película/libro/disco/cuadro que en los últimos tiempos haya marcado índices muy altos en mi medidor de "rareza asimilable", creo que el elegido sería Recidivist, de Zak Sally. "The Odd and Obscure Minicomics" lo denominan en The Comics Journal, no nos extraña. Veamos por qué.
En uno de esos viajes de ida vuelta por las páginas de minicómics a la rebusca del espíritu amateur de vanguardia en el cómic actual, encontré unas imágenes de un tal Zak Sally que, literalmente, me hipnotizaron. Curiosamente, el cómic al que pertenecían (Recidivist) era un poco más caro de lo habitual (lo bueno de los minicómics es que por 15 euros te llevas media docena, gastos de envío incluídos) y se anunciaba con pastas duras y cuidada presentación (frente al espíritu informal y casero habitual en el formato). Decidí investigar ("googlear", como lo llaman ahora).
Parece ser que el tal Zak es miembro de un colectivo artístico-editorial formado por un único miembro, él mismo, que atiende al nombre de La Mano 21. La Mano publica materiales del propio Zak y de otros artistas, digamos, ajenos a las tendencias de la cultura de masas. Sigo indagando y ¡sorpresón!: antes de dedicarse en cuerpo y alma al cómic y a la edición, Zak fue componente (bajista) de uno de mis grupos fetiche: Low; una de las bandas más sugerentes, creativas y misteriosas del panorama musical estadounidense de los últimos tiempos.
Anonadado, hice el pedido y esperé los 10 ó 15 días de rigor a que me llegara Recidivist. Tras la lectura, mi pasmo sigue increscendo. Las historias del cómic de Zak Sally son desasosegantes (como una película de David Lynch), oscuras (como anunciaba The Comics Journal) y, por momentos, crípticas e indescifrables (que conste la redundancia): juegos de secuestros masoquistas, pesadilla catárquicas, parábolas pseudo-científicas... El circo de Recidivist, está pensado para aventureros de la viñeta. El mundo interior de Zak Sally recorre aguas turbulentas, rápidos entre riscos del subconsciente que harán zozobrar cualquier embarcación desprotegida. Sin embargo, hay algo en las historias del norteamericano... algo místico, trascendente. De hecho, ahora que lo pienso, sucedía lo mismo con Low. Su música parece buscar más allá del raciocinio. Ahonda en las raíces de la fe. Me imagino que de eso se trata, hay que creer en Zak Sally para disfrutar de su Recidivist: algunas de sus historias, como la maravillosa alegoría de "The Great Healing", te allanan el camino. De otras, nos quedaremos con ese realismo esquemático de Sally que tanto nos recuerda al mejor Mazzucchelli. Dicho queda, indaguen ahora ustedes. Yo les dejo con el blog de Zak Sally (en la columna de blogs de autor) las planchas que me condujeron a Recidivist y con dos temas de Low, para que vean y escuchen.
Las páginas de la hipnosis: 1, 2 y 3.
Low en estado puro:
Dinosaur Act (en Things We Lost in Fire)
Sunflower (en Things We Lost in Fire)
Just Stand Back (en The Great Destroyer)

lunes, noviembre 27, 2006

Una agenda de cómic.

Club cultura, la revista cultural-promocional de la Fnac, dedica bastante espacio al cómic en su edición de noviembre-diciembre (número 14). Además de unas interesantes entrevistas a Jeff Smith (ya saben, por la omnipresente edición de Bone de Astiberri) y a David B., anuncia un calendario muy especial para el venidero curso 2007. Se trata de una agenda en la que cada mes del 2007 mostrará "un día cualquiera" según la personal visión de un artista. La nómina de participantes es deslumbrante: Azpiri, Luis Durán, Liniers, Olivares o Sonia Pulido (a quien pertenece el ejemplo del artículo, que recogemos aquí abajo).
El calendario se anuncia para diciembre. Será un placer despertarse y ver en que mundo y día vivimos, desde dentro de una viñeta. Normalizando el bocadillo, seguimos. Saludos.

miércoles, noviembre 22, 2006

Mujeres y cómics (V): cuando ellas pintan algo.

Después de décadas de transposición de anhelos, suplantación de sexualidades y ocupación genérica indebida, llegó por fin el día, el momento de la verdad, la ascensión de la artista a su mesa de dibujo:
El mundo del cómic para adultos estaba hasta los años setenta bastante dominado por los hombres y tanto los lectores como los autores eran fundamentalmente hombres. Por ello, como se trataba de entretener y atraer a los lectores, el cómic recreaba en imágenes las fantasías eróticas y de aventura de los hombres. En ellos, las mujeres aparecíamos casi siempre como objetos de deseo, dibujadas con todo lujo de detalles y gran carga erótica. Las protagonistas podían ser inteligentes pero sus cuerpos debían ser jóvenes, perfectos y sexys. Los papeles asignados eran el de novias eternas o compañeras de viaje del protagonista; rara vez dueñas de su vida o protagonistas de aventuras propias (María Antonia Díez Balda).
Llegaron los años 70, pero antes habían fluido los 60 entre mayos alterados y revueltas filantrópico humanistas. Un panorama, el de los últimos 60, que había fecundado de trasgresión bastantes de los escenarios de evolución social; ya se sabe, el abono de la reivindicación y las luchas por la igualdad, que casi siempre tiene sus frutos. Los movimientos del mayo del 68 (en Europa) y el espíritu trasgresor que surge en las universidades norteamericanas, empujado por el ímpetu hippy y los desmanes de la administración de turno, generan una inercia positiva hacia la eclosión de “las voces silenciadas” (razas desfavorecidas, minorías sociales y… mujeres). La aparición del movimiento underground bebe de esas fuentes y come de ese abono (perdonen ustedes la imagen). Desde el underground se privilegia la contracultura, la protesta contra la injusticia social, el desprecio hacia el orden establecido; se anhela la libertad en un sentido global: libertad de elección personal, libertad de pertenencia a un colectivo, libertad ante la asunción de compromisos sociales y libertad creativa. Ahí situamos el nacimiento del comix underground.
Nada en el arte surge desde la nada, sin embargo. Aunque el underground es un movimiento ajeno a las estructuras e instituciones locales o estatales, lo cierto es que las primeras voces discrepantes se circunscriben a los contextos universitarios de finales de los sesenta: aquellos alumnos que habían crecido con los cómics de la E.C. y que vieron con fastidio su desaparición y se sumaron a los lectores contrariados de revistas críticas como MAD (también de la E.C.); los mismos estudiantes que (influidos por los autores corrosivos de aquella, los Wally Wood, Jack Davis o Joe Orlando) decidieron comenzar sus propios fanzines. Así, aunque el underground (como su propio nombre indica) naciera “fuera” de los contextos sociales canalizados, lo cierto es que suma su inercia expansiva a (y se alimenta de) toda una serie de iniciativas que tenían lugar dentro de los cauces más o menos oficiales, aunque en proceso de desbocamiento.
Cuando aparece el mítico ZAP Comix de Crumb (¡esas terceras ediciones de 30 ctms que aún se pueden conseguir en el e-bay!), se recibe como un envío profético por parte de aquellos círculos estadounidenses de clase media-baja que retaban al “stablishment” con su aceptación explícita y franca de la sexualidad, las drogas o el pacifismo militante. Al éxito de ZAP siguen multitud, centenares, de revistas underground, en muchos casos elaboradas por los mismos dibujantes y artistas: los Shelton, Moscoso, Griffin, etc. Y tanto en los contextos universitarios como en las “cuevas” del underground, una de las causas merecedoras de lucha era la del surgimiento de una voz femenina reivindicativa y trasgresora. La lucha por la liberación sexual y los derechos de la mujer escribe sus páginas más gloriosas en este momento de agitación socio-cultural. Las primera generación de dibujantes de cómics con una dedicación continuada y sistemática surge, igualmente, en este periodo:
En 1970 Trina Robbins y un colectivo feminista confeccionaron el único número de It Ain’t Me Babe, el primer “underground” escrito enteramente por mujeres. La relación de Trina con el colectivo político fue inestable (el colectivo rechazó su irónico título original para la revista, All Girl Thrills, por considerarlo degradante para las mujeres; la dibujante lo utilizaría para su segunda revista), pero Babe siguió siendo una fuente de inspiración para otras mujeres dibujantes. Los primeros trabajos de Trina (…) eran toscos en comparación con los de las estrellas masculinas de la época, pero tenían una gracia visual que funcionaba bien en contraste con el feminismo de línea dura de sus relatos (Bill Sherman, Historia de los comics).
Efectivamente, la labor de Trina Robbins fue pionera y trasgresora: casi cualquier tema era susceptible de aparecer parodiado en sus páginas, y del mismo modo que a sus partenaires masculinos (“las estrellas masculinas de la época”), tampoco le temblaba el lápiz a la hora de abordar cuestiones políticamente incorrectas. Lo observamos en su publicación más conocida Wimmen’s Comix, en la que, entre otras, aparecieron historias de Aline Kominski (la actual mujer de Robert Crumb), Lee Marrs o la propia Trina Robbins. A Wimmen’s Comix, siguieron otras publicaciones como Tits ‘n Clits o Twisted Sisters y autoras tan conocidas como Roberta Gregory o una jovencísima Phoebe Gloeckner (que comenzó a publicar en los últimos coletazos de popularidad del fenómeno underground).
Me replicarán ustedes, con razón, que todos estos nombres no suenan mucho incluso hoy en día en que algunas de ellas como Roberta Gregory o Phoebe Gloeckner están recién publicadas en nuestro país. Es cierto, continúa existiendo un vacío injusto alrededor de estas primeras autoras, cuya relevancia, aunque sólo fuera por su importancia historiográfica, debería haberse subrayado en muchas más ocasiones. Sin embargo, no me negarán ustedes, que su papel se ve reconocido en el éxito indudable de autoras muy posteriores, como Julie Doucet o Debbie Dreschler, que pertenecen a la hornada post-underground de los 90 y que conviven de tú a tú con sus colegas masculinos. La puerta se abrió en los 70, que no se nos olvide. Veremos en próximas entregas quiénes y cómo la atravesaron.
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sábado, noviembre 18, 2006

Michel Rabagliati. A vueltas con el "slice of life".

De Michel Rabagliati sólo había leído Paul in the country, en su versión inglesa (aunque, como saben, la lengua materna y artística del canadiense es el francés); un buen cómic y un ejemplo típico de eso que se ha dado en llamar "slice of life" o "tranches de vie" y que en español no es otra cosa que una historia cotidiana de tintes biográficos, vamos, un fragmento de vida, del autor o de un personaje ficticio.
Sucede también que han florecido en los últimos años un buen número de autores que además de compartir su interés por estas historias de cada día, presentan una serie de afinidades en el tratamiento de la faceta gráfica: dibujan todos ellos siguiendo una línea clara minimalista (¡ojito a la etiqueta!) en la que prima la evocación sobre el detalle y la caricatura amable sobre el realismo puro. Nos referimos a los Andi Watson, Seth, y, en nuestro país, a Fermín Solís, Juan Berrio o Lorenzo Gómez; y nos referimos, por supuesto, a Michel Rabagliati, que está ahora en boca de unos y otros, por la primorosa edición que Fulgencio Pimentel ha hecho de su Paul va a trabajar este verano (con ilustración augrafiada incluida, para aquellos que le compramos a la editorial el cómic por correo directamente).

Gustan los autores del slice of life de las historias cortas, de los detalles cotidianos que en su aparente intrascendencia mueven nuestros mundo íntimos. Debido a ello, en ocasiones (no tantas), sus historias flotan en el limbo de la anécdota ligera y carecen de verdadero calado artístico. A veces, sin embargo, estos artistas se atreven con historias largas, con narraciones de recorrido oceánico que, cuando no naufragan (como me parece que sucede con Ventiladores Clyde de Seth, por ejemplo), te deparan momentos de emoción verdadera. Eso he sentido con Paul va a trabajar este verano.

Después de un arranque incierto, algo titubeante, Rabagliati consigue en Paul... el milagro: logra pulsar las cuerdas de la vida. Esos mismos nervios de la nostalgia que nos erizan el recuerdo cuando, por ejemplo, después de mucho tiempo recuperamos fragancias casi olvidadas o cuando escuchamos la melodia infraganti con la que aprendimos a vivir nuestro existencia. Rabagliati rescata desde la aparente intrascendencia (un campamento de veranos del protagonista), el acorde del recuerdo compartido. ¿Quién no ha sentido alguna de las sensaciones de Paul en su doble descubrimiento de la naturaleza y de su naturaleza? En el marco contextual de obra, además, es el tejido sobre el que Rabagliati zurce el mapa de la historia privada de Paul, su navegación por las aguas procelosas de la pubertad tardía. Su entrada balbuceante en el estadio adulto; donde, de nuevo, el lector encuentra un camino conocido, un arroyo por el que todos hemos navegado.

Paul... me recuerda a otra obra no muy lejana en el tiempo, y bastante afín en sus intenciones (narrativas más que estilísticas); me refiero a Blankets, Craig Thompson. Sin embargo, Rabagliati se muestra menos trascendente que aquél, y, ciertamente, se agradece. Para Paul, el acceso a la experiencia no forma parte de un recorrido místico, es algo más sencillo y mundano: caminamos, tropezamos, nos levantamos e intentamos reconocer el obstáculo que habremos de evitar en andanzas venideras. Por eso, cuando se termina la lectura de Paul va a trabajar este verano, uno no puede evitar un suspiro nostálgico al recordar todas esas piedras que han jalonado nuestro recorrido.

Pdf proporcionado por la editorial.

lunes, noviembre 13, 2006

Daniel Clowes. El rostro de la caricatura.

Voy a reconocerlo sin rodeos ni medias tintas, comienzo este post con un punto de nostalgia (vaya, ya me traicíoné, la palabra es "tristeza", ni nostalgia ni leches). Desde hace casi dos años, servidor venía colaborando regularmente en el suplemento cultural "Culturas", del Tribuna de Salamanca. Un anexo dominical al periódico en el que se hablaba de libros, de cine, de pintura y... de cómics. Magia de la buena, cómics de forma regular en la prensa de este país; ahora ya no suena tan extraño, la verdad, un poco más cuando me lo propusieron. Así que, cada diez o quince días, o una vez al mes (dependiendo de las obligaciones), me pegaba el gustazo de "rajar" sin pudor (y sin limitaciones de espacio) sobre una de las cosas que más me gustan: los cómics. Nada sacaba de ello (mi vida y sustento se mueven en otras dimensiones), pero ¡qué bien me lo he pasado!
Un día, de pronto, los dueños del periódico deciden dar un giro a la política editorial y, claro, como siempre la primera medida es eliminar todo lo que huela a "culturilla". Adiós "Culturas", cuanto te quisimos, la máquina de la verdad ha determinado que la hora de tu suicidio involuntario ya tenía fecha... Este fin de semana, se publicó el último número; en portada, la reseña sobre Daniel Clowes que aquí incluyo a modo de esquela en colores pardos. Como dijo aquél, siempre nos quedará este blog...
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Hace ya mucho tiempo que Clowes equiparó la popularidad de un dibujante de cómics “famoso” con la del campeón del mundo de bádminton. Largo tiempo ha pasado también desde que La Cúpula publicara Como un guante de seda forjado en hierro, en cinco “cómodos” comic-books (aunque recientemente la obra ha sido recopilada en un único volumen) y parece que haga una eternidad que vimos a las arreboladas Thora Birch y a la desconocida (quién lo iba a decir) Scarlett Johanson, interpretando a las adolescentes freakies de la adaptación cinematográfica de Ghost World (Terry Zwigoff, 2000).
Pero los tiempos cambian y esos cambios están salpicando de lleno al mundo del cómic. Clowes es ahora un artista en proyección imparable: ilustrador de publicaciones prestigiosas (The New Yorker), fuente de ideas golosas para los productores hollywoodienses (es el guionista, junto a Zwigoff, de Ghost World y Art School Confidential) y, sobre todo, es uno de esos dibujantes de cómics ante cuya cada nueva entrega uno se rinde de antemano y sin condiciones.
Todo esto viene a cuento por la publicación en España de Caricatura (La Cúpula, 2006) y por lo que se promete para un futuro próximo, nada menos que su Ice Haven (parece ser que a cargo de Mondadori). Hagamos recuento. A los brillantes “clásicos contemporáneos”, Como un guante… (La Cúpula, 2005) o el ya mencionado Ghost World (La Cúpula, 2000), siguió el irregular pero no menos bello e inquietante, David Boring (La Cúpula, 2003); entre medias, diferentes números de su inclasificable revista unipersonal, Eightball o la edición y reedición (este año) de Pussey.
Caricatura, confirma lo que ya sabíamos, que estamos ante un artista único, uno de esos genios cuya filiación a épocas y tendencias debe tamizarse siempre por el filtro de su inconfundible marca personal. De hecho, como ya hemos comentado desde estas páginas en alguna otra ocasión, Daniel Clowes es un autor difícil de ubicar. Casi siempre adscrito al estilo underground, sus obras son muy posteriores al nacimiento de los comix a finales de los 60 y, como sucedía con Charles Burns, bastante madrugadoras para ser encuadradas entre las de las nuevas generaciones de dibujantes underground (los Peter Bagge, Dave Cooper o Julie Doucet). Existen, desde luego, autores de su generación con un recorrido e influencias semejantes (se nos viene a la cabeza el británico Hunt Emerson), pero pocos con el brillo expansivo de Clowes.
No nos malinterpreten, precisamente luz, lo que se dice luz, no es que abunde en el bagaje artístico del norteamericano; Caricatura es un buen ejemplo. En sus páginas, Clowes despliega un catálogo de perdedores y desterrados sociales, digno de las películas más amargas de David Lynch o Tom Solondz (¿se acuerdan de Happiness? cuyo cartel anunciador, por cierto, fue obra de Clowes). En las nueve historias cortas que componen el volumen, chocamos de frente y sin airbag con el grueso de las miserias que carcomen la sociedad estadounidense: el artista fracasado que malvive y malvende su talento, adolescentes desubicados sin esperanzas personales o profesionales, el egoísmo insolidario (valga la redundancia) del modelo capitalista más agresivo, etc. Los personajes de Clowes cubren un espectro social amplio de razas, edades y opciones sexuales, pero todos se perfilan bajo el prisma deformante del fracaso; una lente que encaja con sorprendente precisión dentro de la estética grotesca del estilo gráfico de Clowes. Es el suyo un dibujo deudor de aquellos pioneros del underground (Crumb o Shelton), por lo que respecta a la abundancia de tramas, rayados y manchas de un negro espeso, pero, extrañamente se perciben en él con igual claridad influencias de la línea clara, sobre todo en sus perfiles precisos, los contornos cerrados de sus dibujos o en el empleo de colores planos (lean la historia “Green Eyelines”).
En todo caso, las “caricaturas” de Clowes nada tienen en común con las creaciones amables y optimistas de Hergé o Chaland. Cada protagonista de Caricatura parece esconder un secreto terrible que, de un modo u otro, se trasparenta en su rostro y en sus actos; miserias ocultas que amenazan con desbordarse de un momento a otro (aunque en muchas de las historias de Clowes nunca llegue a ocurrir nada trascendente, convirtiéndose en simples “fragmentos de vida”, que oscilan sobre una cuerda floja). Tensión, amenaza soterrada, angustia existencia…, todos ellos son términos aplicables al conjunto de los trabajos de este dibujante. Por eso, Caricatura se muestra hasta ahora como una de sus obras más redondas, porque, pese a su fragmentación formal y a la atomización de sus ingredientes, condensa casi todo los referentes del universo bizarro de su creador, y diversifica su talento en una exposición detallada de sus constantes artísticas. Supone además una exploración brillante de las posibilidades discursivas que permiten la manipulación del punto de vista o las voces narrativas. Clowes juega con la omnisciencia, con el punto de vista subjetivo o el narrador testigo, dependiendo de sus intenciones narrativas. De este modo, el collage de personajes y situaciones se enriquece al mismo ritmo que marcan sus hallazgos técnicos y conceptuales.
Y, frótense las manos, todavía está por llegar Ice Haven, su proyecto más ambicioso hasta la fecha; la continuación perfecta a Caricatura (aunque ésta fue publicada en 1998, antes, por ejemplo, que David Boring). Sin avanzar demasiados datos para no estropearles los placeres de la exploración novedosa, les adelantamos que en Ice Haven la navegación experimental de Clowes (incipiente ya en Caricatura) le conduce por las turbulentas aguas del eclecticismo estilístico y el travestismo gráfico… ¿No empiezan a sentirse impacientes?
Páginas de Caricatura en francés: 1 y 2 (via la fantástica página L'Art de Daniel Clowes).