jueves, septiembre 20, 2007

Vinculando, vinculando...

Lo dicho, seguimos y seguiremos refrescando nuestro flanco derecho en las próximas semanas; que estaba la side-bar al borde de la oxidación y hacía tiempo que no reflejaba las muchas novedades de la blogosfera que merecen una y más visitas.
Uno de los rincones más visitables y disfrutables, últimamente descubiertos, responde al nombre de El Canibalibro. Originariamente creada por Daniel Monedero y Óscar T. Pérez, El Canibalibro no tardó, en realidad, en cobrar vida propia. Desde entonces, sus páginas no han dejado de ser visitadas por viajeros de toda latitud, aprendices de pájaro con un manual bajo el brazo y genios de rostro ambivalente. Al pasar sus hojas ilustradas (con perfil limpio y color preciso) no podemos dejar de pensar en los dos lados del espejo: en la imagen y su referente, en el arte y su modelo, en el juego y la palabra que le da forma... Si no tienen miedo a las sorpresas (o metasorpresas) pasen, cultívense y colaboren a una buena digestión de El Canibalibro.

También nuevo en la carretera es el blog del no tan nuevo (aunque sí admirado) Sergio Córdoba. Nos regala éste sus Malas Tierras; los que nos siguen saben que aquí, ni son nuevas, ni nos parecen malas las tierras de Sergio. Son, muy al contrario, un territorio perfecto para recorrer la paleta de este joven creador y descubrir sus proyectos, sus tomas falsas y sus playas casi vírgenes. Una buena excusa para seguir viajando. Y habrá más.

martes, septiembre 18, 2007

Magasin Général. Alabanza de la aldea.

Lectura atrasada: Magasin Général 1. Marie, de Loisel y Tripp, el primero de una serie de tres (ya publicados en Francia), editado por Norma hace casi un año. Aunque, en realidad, cualquier cosa de Régis Loisel hace que la palabra retraso deje de tener sentido; hablemos de disfrute postergado.
En este caso, se trata de un trabajo a cuatro manos (seis, si contamos a François Lapierre, que se encarga del color) entre el propio Loisel y Jean-Louis Tripp, en el que ambos escriben y dibujan. ¡Y cómo dibujan! "Es muy raro que dos autores, con una carrera de treinta años a sus espaldas, se pongan a dibujar juntos, mezclando sus egos para fundirse en un estilo común hecho de lo mejor de cada uno de ellos", reza el pie de las viñetas-esbozo que prologan la presente edición. Con Loisel (al que conocemos bien por estas tierras) haciendo la primera versión a lapicero y Tripp (¿quién es Tripp?) echándole tinta y luz al asunto, obtenemos la prueba irrefutable de que dos personalidades artísticas pueden llegar a parecer una (no se pierdan la evolución del proceso, aquí).
A través de la tragedia que asola al personaje de Marie, Magasin Général 1 invita al lector-espectador a viajar en el tiempo y el espacio hasta el pueblecito quebequés de Notre-Dame-des Lacs, en la década de 1920. La soledad de una viuda como punto de partida para un paseo costumbrista en absoluto trágico; al menos por lo que respecta a este primer volumen. Cierto es que la indelicadeza de la vida campestre, la rudeza de sus personajes y la endeblez subrayada del ser humano ante el medio, parecen dibujar un Notre-Dame-des-Lacs expuesto permanentemente a los designios del azar caprichoso, sin embargo, el relato de Loisel y Tripp respira armonía rural por los dos costados de su lomo. Como una versión actualizada de aquella espesa normativa cortesana entitulada Menosprecio de corte y alabanza de la aldea, Magasin Général nos presenta la felicidad al estilo de la sencilla vida rural. Sus personajes (el nuevo cura, el anciano carpintero, los cazadores nómadas, la misma viuda en su colmado) viven al ritmo glorioso que marcan las estaciones y participan como en un milagro de esos pequeños grandes sucesos que determinan y cambian sus vidas: la muerte y el nacimiento, las disputas sensatas y las irracionales, la animalidad del ser humano, las ideologías irreflexivas y las convicciones contagiosas.
No sabemos hasta donde llegará este fresco constituido por paisajes y personajes que no hacen otra cosa sino vivir en una cotidianeidad tan exótica, hoy en día, como aquel S. XVI de Fray Antonio de Guevara. Claro, tampoco sabemos a dónde nos llevará esa incómoda y errática voz en off "imposible" que abre y cierra el volumen (¿una torpeza de guion tan obvia en unos autores tan experimentados?).
A la espera de que corran las páginas, avancen los sucesos y se nos resuelvan las dudas, nos recrearemos en los cuadros costumbristas de Notre-Dame-des-Lacs, en sus bellas imágenes y, por qué no, en las pequeñas y entrañables miserias de sus habitantes.
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Magasin Général 2: Serge. Canadian Cuisine.

jueves, septiembre 13, 2007

Perry Bible Fellowship, el teatro de las vanidades.

Seguimos (y seguiremos durante las próximas semanas) aireando los vínculos de la derecha. Hoy, añadimos un nuevo cómic online y disparamos a dos centímetros del objetivo con The Perry Bible Fellowship de Nicholas Gurewitch, el último ganador de los premios Harvey en esa categoría.
No conocía al bueno de Gurewitch, pero me parece que a partir de ahora, vamos a ser sus más fieles lectores. Desde la presentación inicial, con sus cortinones encarnados, el teatro de esta Hermandad de la Biblia de Perry (o de la Sidra) esconde todo un escenario de sorpresas y buenas ideas, donde no hay actor que no termine descabezado. El autor juega con estilos y referencias "sociopoliculturartísticas" varias para desarrollar su muestrario de ocurrencias ácidas bañadas en un humor muy, muy negro.
Así, pasamos de los iniciales hombres sin pene, cuasi-fanzineros, a buitreríos monjiles al underground o los más sofisticados ajustes mafiosos en el estilo de la edad dorada. Todo vale en esta biblia del desacato. "PBF is hilarious and fucked-up in a very sublime way", decía McCloud. ¡Cómo iba a estar equivocado!

martes, septiembre 11, 2007

Luchadoras, de Peggy Adam. Al límite del papel.

Desde el flash-back que conforman sus cuatro primeras páginas, uno lee Luchadoras desde el sobrecogimiento. Se inscribe el cómic de Peggy Adam dentro de esa línea de historias cuasi-documentales, expresadas desde el minimalismo grafico, tan popular en los últimos tiempos y que tan buenos frutos está ofreciendo.
Porque es inevitable establecer comparaciones (más allá incluso de la evidente elección estilística) entre Luchadoras y el Persépolis, de Satrapi, o incluso el Pyongyang de Guy Delisle, por ejemplo. Con la iraní comparte muchas cosas: una sensibilidad abiertamente femenina a la hora de reivindicar los derechos de las mujeres y de subrayar las muchas afrentas con las que éstas tienen que malvivir en muchas partes del mundo; también como en Persépolis, Alma, la protagonista de Luchadoras, es un personaje fuerte, valiente, que desafía abiertamente las trabas vitales inherentes a su condición y origen, un personaje real en un contexto real, que busca puertas donde no parece haber más que rendijas; a su vez, comparten ambos cómics cierta angustia existencial y un fatalismo indisimulado, que amenaza tormenta desde las primeras páginas.
Con la obra de Delisle, los puntos de confluencia nos remiten a la elección de un argumento “tabú”, uno de esos temas que instantáneamente se sitúan por encima de la historia que los encuadra o de cualquier otra consideración de las que consideraríamos capitales en una narración. Por ahí entendemos también la elección de un estilo de dibujo tan sintético, un minimalismo gráfico muy expresivo, con una fuerte carga simbólica en su iconicidad y en su uso de superficies planas de blanco y negro; un estilo que no moleste ni adquiera un protagonismo excesivo ante lo que se cuenta. Y es que, tan terrible es lo que se cuenta, que el lector no tiene más opción que la de dejarse llevar a empujones por una historia llena de sal y vinagre. Adam, como hacía Delisle, bucea en mares profundos (pero sin la bombona de humor que ayudaba a aquel); tanto, que han permanecido invisibles para la mayoría de los ciudadanos de este lado del mundo. Quizás, porque es más sencillo cerrar los ojos ante las evidencias incómodas o, tal vez, porque la información es más bien escasa cuando es necesario bucear en las fosas abisales del terror para obtenerla. Sea como fuere, Luchadoras se atreve a descubrirnos el fondo del pantano y lo que encontramos no es nada agradable: el drama de las mujeres desaparecidas de Ciudad Juárez.
Peggy Adam es francesa, aunque también ha vivido en Canadá. Quizás es en ese contacto tangencial en el hemisferio norteamericano donde encontró la motivación para trabajar sobre un escenario tan sobrecogedor como el de Ciudad Juárez. O quizás se deba a su colaboración habitual en medios periodísticos y la consiguiente sed de denuncia. El hecho es que ni por contexto, ni por situación socio-personal parece habitual que una joven autora occidental se atreva a indagar en los callejones traseros del mundo. Peggy Adam, lo hace ahora y lo ha hecho antes. No cabe duda de que estamos ante una artista inquieta y comprometida con el mundo en el que vive (en términos culturales amplios).Por otro lado, retomando la comparación inicial, hay que confesar que Luchadoras no alcanza el nivel artístico de Persépolis, le falta espacio seguramente. Peggy Adam hubiera necesitado más “historia” para desarrollar adecuadamente todos los caminos que abre a lo largo de su trama. Del mismo modo, podría haber trabajado más algunos personajes (como el de Jean) o indagado con más decisión en el drama de algunos otros (en el de Estela, la hermana de Alma, por ejemplo). Quizás, por eso, da la sensación de que la historia se cierra con cierta premura en algunos de sus itinerarios narrativos. Aunque claro, no por ello deja de ser menos recomendable su lectura. Luchadoras es un cómic notable y conmovedor, un trabajo valiente que valdría ya la pena aunque sólo fuera por su interés documental y por el coraje infinito de su autora en la denuncia. Ojalá muchos otros sigan su misma apuesta.

jueves, septiembre 06, 2007

In Memorium, en extinción.

Como dice un amigo mío, últimamente se está muriendo gente que no se había muerto nunca (ayer, sin ir más lejos, uno de los grandes de la ópera). Tampoco queremos ponernos demasiado lóbregos en estos días post-veraniegos (en algunos sitios bastante más soleados que los propiamente estivales), pero nos apetece recordar y recordarles esa página de decesos artísticos comiqueros que es In Memorium, dentr0 del National Cartoonists Society. Se nos ofrecen semblanzas biográficas "post-mortem" realizadas (aparentemente) de puño y letra de los propios autores. Un buen archivo biográfico de los clásicos del cómic estadounidense, que además de por su interes documental, resulta un ejercicio estético la mar de resultón.

Aunque habíamos utilizado alguno de los perfiles obituarios de la página inconscientemente (después de algún googleo aleatorio), debo reconocer y agradecerle el descubrimiento de la misma al bueno de Anguloagudus, amigo bloguero y gestor de uno de los blogs comiqueros más interesantes de los últimos tiempos, Cómics en Extinción, del que no habíamos hablado nunca, pese a ser uno de los fijos en nuestra barra lateral de vínculos. Una página que presenta uno de los mejores registros visuales y comparativos en la blogosfera de los trabajos de gente como Jean Giraud, Víctor de la Fuente o Hernández Palacios. Docenas de planchas escaneadas en una muy buena definición. Pásense, pásense y vean.

martes, septiembre 04, 2007

Azares y recurrencias, la firma de Simmonds.

En esta casa gustan los autores inconformistas, sin miedo a la manipulación de materiales peligrosos (como ese Kago que gracias a los amigos de Entrecomics corre por la blogosfera hispana como pólvora japonesa). Posy Simmonds está en la misma liga de valientes comiqueros.
Desde Gemma Bovery hemos intentado no perderla de vista. ¿Se acuerdan de ese cómic? Un ejercicio de historieta, quizá imperfecto, pero lleno de hallazgos visuales y narrativos. Una especie de juego de causas y azares, demasiado condicionado por su referente literario, amanerado a veces, pero brillante en su uso de la interdiscursividad y la mezcla de vehículos de narración diferentes: viñetas, fragmentos epistolares, textos literarios..., todo junto, que no revuelto, sumando recursos por el bien de la historia de la pobre Gemma. Échenle un vistazo si aún no lo han leído. But I digress, volvamos a Inglaterra.
El hecho es que, en uno de esos paseos-libreria británicos que comentaba hace poco, llegué a una tienda Oxfam de segunda mano y me puse a rebuscar entre el maremagnum de libros, revistas, discos y algún cómic que asomaba entre sus estanterías, y me topé con la buena de Posy y su Mrs Weber's Diary. Bueno, en realidad, había un montón de cómics suyos (algunos recopilando parte de sus colaboraciones en prensa, en el Guardian, sobre todo), pero me decanté por este Mrs Weber's Diary. En él, descubrí que la técnica collage de Simmonds viene de lejos (la obra se editó por primera vez en 1979) y que su búsqueda experimental ya estaba muy asentada en estos primeros trabajos. Visto lo cual, me sorprende aún más lo poco que se ha experimentado en esta línea desde entonces.
Pero además, este Mrs Weber's Diary, tenía una sorpresa añadida. Me acordé inmediatamente de un post reciente de mi amiga Iru, relativo a los azares del libro dedicado y los viajes fortuitos de sus dedicatorias. Miren lo que me encontré en la primera página:

viernes, agosto 31, 2007

Choice Meats, el under-underground de G. Hansen.

Hace mucho que no hablamos de comix underground de esos raritos que tanto nos gustan. El de hoy no es uno de los mejores, ni de los más prestigiosos, pero sí uno de los más "underground": Choice Meats, de George Hansen.
Al rebufo del éxito que ya mostraban los comix de Crumb and company, el amigo Hansen decide apuntarse a la tendencia y lanzar sus propios tebeos allá por los primeros años 70, colaborando a abrir aún más la brecha del antisistema artístico. En 1971 y 1972 Adam's Apple publica los dos números de los que constó Choice Meats. Un comix que no es un ejemplo de calidad ni en su apartado gráfico (dibujos bastante pedestres, que muestran la escasa pericia de su autor) ni en el de las historias que incluye (una mera revisión de tópicos underground habituales); ¿entonces por qué hablamos de él? Pues ni más ni menos que por ser más cafre que ninguno. Tanto, que en su segundo número hasta se atreve a buscarle las vueltas al mismo Robert Crumb, parodiando su estilo y personajes, y retorciendo sus temas hacia el lado más salvaje de la irreverencia. No me dirán ustedes que la cosa no tiene su gracia: el underground, que se suponía una sacudida socio-cultural, sacudido a su vez por un espontáneo del burrerío lanzado al ruedo de la viñeta.
Ya lo dice en su portada "Adults 'n Dogs Only!!" Y vaya si es perra la cosa. Obviando el virtuosismo de sus coetáneos en el terreno de la sátira, Hansen se inclina por la línea menos templada de otros como Clay Wilson y ataca directamente al centro de la decencia que impregnaba la ortodoxia bienpensante norteamericana: en su primera historia (comentamos el número 2, recuerden) introduce a Norm Nutty ("that crazy fucker"), mísera caricatura de un "honrado" oficinista que en sus horas libres se transforma en infanticida y abusador. El percal ya está expuesto. Le siguen perros antropomórficos maltratadores (Mad Dog), oficinistas humillados cropofágicamente por sus jefes (Big Deal), mofas raciales que dejan a Crumb a la altura del betún (Mr. Bomdiddy), la dosis correspondiente de machismo "feministoide" (Judy Tunafish) o varias historias de esos obtusos personajillos llamados The Wackoffs, que brillan por no contar absolutamente nada y estar llenas de diálogos huecos.
Todo ello dibujado de una forma tosca, pero claramente enfocada a la parodia del estilo Crumb; remitiendo incluso directamente a personajes del maestro de Filadelfia (como Mr. Snoid o Angelfood McSpade), convenientemente "arreglados" por el espejo Hansen (les he escaneado algunas "joyas" para que vean que no faroleo).
El caso es que, si uno atiende a la filosofía underground y a sus reglas no escritas, Choice Meats es en realidad uno de los cómics más fieles al espíritu trasgresor del movimiento, porque ¿hay algo más trasgresor que reírse de las fuentes de las que uno ha mamado o de la idiosincrasia propia (de uno mismo, en definitiva)? Como curiosidad, estarán ustedes conmigo en que la cosa no tiene precio.

martes, agosto 28, 2007

Papeles viejos en Candem.

Haciendo recuento de experiencias veraniegas (que de eso trata el recordar), miro hacia atrás y llego hasta la capital británica. Me gusta pasearme por Londres de tanto en cuanto, cuando la ocasión o la profesión lo brindan y el presupuesto lo permite (porque miren que se ha vuelto inasequible la vieja Britania). Hacía mucho, sin embargo, que no me pasaba por sus célebres mercados.
En la visita anterior recuerdo haber callejeado por Portobello Road, pero casi ni me acuerdo de la última vez que fui a Candem Town. A un mercado se va de compras, claro, aunque en el caso de los dos clásicos londinenses se trate más bien de dos de los paisajes de turisteo habituales, casi monumentos, del visitante londinense. De hecho, a Portobello se va porque se quieren ver sus calles pintorescas, el toque chic y sofisticado de su paisanaje o esas elegantes casas que popularizó aún más la divertida-sin-más Notting Hill. Lo de comprar comprar, poco; mucho abalorio étnico, ropaje de adorno y antigüedad de las de mírame y no me toques.
Candem es otra cosa. Se puede encontrar "material" asequible y objetos affordable (que dicen ellos). Además, es toda una aventura pasear por sus estrechas calles llenas de puestos, por sus cuevas de ladrillo (que a uno le recuerdan a esos callejones del London de los destripadores), por sus muelles rehabilitados y las pasarelas estratégicamente distribuidas; en ellos, seguimos encontrando mucha metralla de latón y falsas sedas, pero también comida folklorista de verdad (y a los mejores precios de la capital), libros baratísimos, ropa vintage (vamos, de segunda mano) que después de un lavado nos hace los más modernos del lugar, vinilos de otros tiempos y números antiguos de periódicos y revistas del S.XIX, por poquito dinero (incluso tratándose de libras).
Entenderán cual fue mi sorpresa cuando, en una de esas viejísimas naves al lado del canal, me encuentro un quiosquillo con un vejete lector y toda una colección de primeros números de Punch o The Boy's Own Paper. Dos de esas publicaciones en las que según muchos (Antonio Martín, por ejemplo) aparecen algunos de los primeros cómics de la historia y según otros (Javier Coma, por ejemplo) nacen los precursores europeos. Se trataba de suplementos y publicaciones en papel de prensa, dirigidas a una población de clase alta y ocupadas por farragosos (por lo amplios) artículos en torno a los intereses de sus lectores (política, deportes, curiosidades exóticas, viajes). Incluía cada número generosas ilustraciones (en número y calidad), varias de las cuales terminaron por evolucionar hacia una sucesión de imágenes secuenciadas (equiliqua, cómics).
Ya se imaginaran la emoción, uno allí con sus 3 libritas y todo ese material de coleccionista al alcance del presupuesto... Pasó lo que tenía que pasar, la indecisión y la falta de espacio, adecuado, en la mochila (junto a los rigores de empaquetamientto de las compañías de vuelo baratas) me hicieron volver con las manos vacías. La próxima vez, no habrá excusa.

viernes, agosto 24, 2007

Un gato en el Boletín Galego de Literatura.

Se me han adelantado blogueros ilustres en la primicia (que, por las mismas, deja entonces de serlo), pero no queremos pasar por alto la publicación del nº 35 del Boletín Galego de Literatura (1er semestre 2006), revista de investigación publicada por la Universidad de Santiago de Compostela, dedicada en esta ocasión al noveno arte. Una iniciativa digna de loas y alabanzas entusiastas, que abre múltiples miradas y enfoques científicas sobre el cómic y su lenguaje, desde todo tipo de perspectivas (diacrónicas, geográficas, conceptuales, referentes al formato, etc.); sucede, además, que los coordinadores del proyecto (Antonio Gil y Antxo Tarrio) han cometido la imprudencia de invitar al que les habla a participar en el mismo, con un artículo sobre el estilo como factor de cohesión en las creaciones comicográficas.
Qué decir, es un honor haber participado en una iniciativa como ésta, junto a firmas tan destacadas como las de Juan Casas Rigall, Breixo Harguindey, Enrique Torreiro, Ana Merino, Álvaro Pons y otros muchos. Una buena orquesta para esta sinfonía de posibilidades analíticas sobre las narraciones gráficas y, al mismo tiempo, un buen ensayo para subrayar las muchas cuerdas que quedan aún por pulsar en el mundo de la inevestigación académica sobre el cómic.
Así que ya saben, si les interesa la cara más "formal" y academicista de las narraciones gráficas, no dejen pasar la oportunidad. Dos últimos apuntes: la revista se publica en gallego, algo que no debe ser un gran obstáculo para el lector verdaderamente interesado, y, segundo, el acceso a la misma será probablemente más sencilla a través de bibliotecas y organismos oficiales o desde la propia página de la revista.
Desde aquí, quiero agradecerle a Antonio Gil el haber contado con un servidor. Ampliaremos la noticia en posts venideros, pero antes, déjenme contarles alguna cosilla más sobre mi visita a las tierras artúricas.

martes, agosto 21, 2007

The Plain Janes, arte en el Insti.

Mi primera compra en estas tierras bárbaras de calles impolutas, ha sido The Plain Janes. Había leído algo sobre ella en alguna página o reseña, probablemente en Read Yourself RAW (la mejor publicación regular sobre cómics en Internet, me parece a mí) y conocía las buenas críticas que había generado. El hecho es que cuando vi el trabajo de Cecil Castellucci y Jim Rugg en los estantes de la librería a un precio aceptable (ya hemos hablado de ello), le eché una ojeada y lo metí en la bolsa.
La historia de The Plain Janes, gira en torno al personaje de Jane y su evolución psicológica a lo largo de la trama: describe su proceso de recuperación tras un suceso traumático (probablemente el que todos ustedes están imaginando, en este mundo agitado de ataques globales). Desde esta perspectiva, podríamos interpretar que The Plain Janes es una obra de introspección psicológica, un trabajo de descripción de personajes, y no nos faltaría razón. No obstante, en la trama de este cómic suceden demasiadas cosas para quedarnos en una categorización de este tipo. Desde la primera viñeta, los acontecimientos se suceden con escasa pausa que favorezca la reflexión necesaria de las narraciones psicologistas. Es cierto que las escenas en flash-back del hospital o la correspondencia epistolar de Jane funcionan en este sentido, pero también es evidente que la trama vive de la acción. Quizás por ello, el personaje de Jane nunca termina de caernos simpático del todo: una heroína intelectualmente pro-activa, energética, individualista y ligeramente anti-social; algo huele a falso en ella, demasiado idealizada como para generar empatías.
Además, los autores, en su búsqueda de un personaje principal fuerte, desatienden claramente la descripción de los secundarios, creando personajes planos y estereotipos adolescentes. Porque, por si no lo hemos mencionado, la acción de The Plain Janes transcurre en un contexto de High School norteamericano. Se trata de un contexto ficcionalizado, pero claramente reconocible y englobador (al menos para un lector angloparlante). Terreno abonado, en principio, para una buena dosis de costumbrismo adolescente. Algo de ello hay también y probablemente con mejores resultados que los que ofrecía el análisis psicológico de personajes.
Pese a su ya mencionada (e indisimulada) ficcionalidad, The Plain Janes recoge un buen número de situaciones interesantes, dentro de su galería de comportamientos juveniles; algunas de ellas de una forma veraz y emocionante. La inadaptación juvenil, la falta de expectativas, el sentimiento tribal o la formación de la autoestima, están presentes en la obra y dan pie a situaciones interesantes y a escenas realmente bien construidas.
El dibujo de Jim Rugg, dentro de un realismo (un tanto rígido) con brochazos de cartoon (sobre todo en los rostros), sigue de lejos la misma línea que algunas de las obras que hemos comentado en los últimos tiempos (la influencia de Bruce Timm que percibíamos en Días como éstos, por ejemplo) y apoya con gran efectividad visual ese costumbrismo desenfadado "de instituto" (que intenta no mostrarse demasiado trágico o trascendente). Evidentemente, el mensaje global de The Plain Janes se mueve en la esfera de la visión optimista y la lucha por la superación. Es éste uno de esos cómics que hurgan en el campo de la terapia artística como método de superación y, como tal, ofrece mensajes valiosos, que más de uno disfrutará encantado (un servidor, por ejemplo).