viernes, febrero 08, 2008

A mano.

El plañir se va a acabar, Eisner proveerá respecto a betas y htmls; sigamos ahora con lo nuestro.
Me imagino que con la cantidad de blogs que andamos, en los últimos tiempos, gravitando en torno al mismo planeta viñetero, el factor sorpresa se ha convertido en un globo sin diálogo. Por eso, aunque supongo que habrá varias docenas de posts dedicados a ella, a nosotros Dirt's Funnies nos ha sorprendido sobremanera. Una página que se presenta con un "I love the written word. What's nicer than receiving a letter?...", no deja de tener su misterio. Un experimento en el que todo (todo) está escrito a mano.
Alguna referencia conocíamos acerca de proyectos similares, pero no teníamos conciencia de alguno tan abarcador y complejo, y que tocara tan de cerca ese aunto planetario que comentábamos antes (el cómic), como éste en el que ahora aterrizamos. Por eso, queremos invitarles a ustedes a la expedición interestelar formada por cómics-collage marcianos, listas de uno-no-sabe-bien-qué y, sobre todo, entrevistas escritas a mano y respondidas de igual manera por algunos de nuestros autores comiqueros predilectos (la osadía exploratoria como mérito pionero). Lo que oyen. No se pierdan la correspondencia de ida y vuelta con Robert Crumb, Joe Matt, Jeffrey Brown, Adrian Tomine o Peter Bagge, entre otros (sólo por mencionar a los autores de cómics, que en la lista hay también algún músico y escritor).


Ah, también hay un blog la mar de interesante pero, traición, éste no está escrito a mano.

martes, febrero 05, 2008

Help!

No solemos lanzar botellas al mar en busca de ayuda desesperada, pero nos tememos que esta vez cunde el pánico entre la tripulación cartoonera y necesitamos a algún sabio-experto-técnico bloguero que nos diga por qué hemos perdido a nuestros muñequitos-compañeros de fondo (Kat y Little Nemo), sin que medie manipulación de la plantilla por medio.
Hemos intentado el paso a beta manteniendo la plantilla, pero el desguace en el cambio es absoluto: cambio en el tamaño de las fuentes, desaparición de la separación entre párrafos... el armageddon, vamos. Lo cierto es que no nos apetece revisar las entradas de estos dos últimos años una a una en un hipotético paso a beta, pero al mismo tiempo percibimos algunos errores en la plantilla antigua que afectan a la barra lateral en el Mozilla, a la cabecera en la versión última del Explorer, ahora a los fondos, etc. ¿Qué hacer, pardiez?


Este post se autodestruirá en un periodo de tiempo prudencial, cuando las soluciones lleguen a la orilla o nuestro grito se ahogue bajo las olas de la desesperación bloguera; que no queremos convertir esta casa en un tablón de anuncios lacrimógenos ... no somos nada.

lunes, febrero 04, 2008

Beto, un autor "con algo en mente": Luba, el cómic.

Que Love and Rockets, la publicación de los Bros Hernandez, es uno de los hitos del cómic y una de las razones principales de su crecimiento en las últimas décadas como discurso artístico, es indiscutible. Que Palomar, el trabajo de Beto Hernandez, es una obra ambiciosa y compleja, que requiere de lectores igualmente exigentes dispuestos a bucear en ella, tampoco se cuestiona. Del mismo modo que nadie podrá sino alabar la tarea de La Cúpula a la hora de organizar y publicar los materiales de Beto ordenadamente; exigencia básica para un disfrute completo del universo Palomar y sus infinitos afluentes narrativos. Ya hemos hablado de ello en alguna ocasión.
Por eso, porque ya lo hemos contado, ahora vamos a callar y vamos a dejar que Luba en Norteamérica hable por si misma, a través de la voz de Venus, esa infante procaz que filtra en este volumen el mundo extremadamente adulto y poliédrico de Luba y su prole; ese mundo fascinante y magnético creado por Beto. En estos tiempos en que la santidad eclesiástica todo lo ocupa, sólo se me viene un "alabado sea el señor Hernandez" a la cabeza. Lean y miren su declaración de principios, si no:
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martes, enero 29, 2008

Las chicas de Frédéric.

Cuenta la leyenda sociológica que en las tierras del sol naciente, después de años de endogamia sexual, lo que más tira últimamente es el intercambio de sudores con occidental de por medio. Ni podemos contrastarlo, ni tenemos datos personales para afirmar que sea de otra manera, eso sí, si nos dejamos llevar por las páginas de Ellas, lo cierto es que habrá que reconocer que los franceses arrasan en Japón. Bueno, o eso o simplemente que al amigo Frédéric Boilet le ha ido muy bien en sus prácticas de seducción galas durante su estancia japonesa.
Hemos mencionado más de una y dos veces nuestra devoción por el francés y su nouvelle manga. Hemos comentado lo mucho que nos interesa su propuesta, aunque sólo sea como planteamiento teórico de reactivación comicográfica y fuente generadora de ideas. Por eso, como pueden imaginar, no nos van a oír hablar mal de Ellas (la recopilación de historias cortas publicada el año pasado por Dibbuks). Sin llegar al nivel de La espinaca de Yukiko o Tokyo es mi jardín (en nuestra opinión sus dos mejores trabajos hasta la fecha), este tomito formado por 7 historias "publicadas en su mayoría en la revista japonesa Manga Erotics" (que dicen los editores en la solapa) mantiene un buen nivel general y muchas de las constantes del dibujante frances: su hiper-realismo cuasi-fotográfico, una cámara predominantemente subjetiva, el empleo pictórico del color, una gran osadía narrativa basada en la autoconsciencia y el relato biográfico y, por supuesto, un erotismo omnipresente y muy, muy explícito (alguno dirá que ahí se acaba lo erótico).
Cierto es, también, que algunos de los relatos de Boilet pecan de cierto narcisismo (soy un seductor irresistible) y una buena dosis de onanismo autocomplacenciente, acompañado de un exhibicionismo indisimulado. Boilet se abre la gabardina y nos enseña todo desde la primera historia y ese título (Hoy tengo que enamorarme), que no se sabe si chirría por pedante o por presuntuoso. Debajo de su impermeable Boilet nos muestra las vergüenzas o, mejor dicho, su desvergüenza a la hora de calmar sus sofocos estivales: sin mucho preámbulo, se lanza a la cacería de bellas piezas con ojos rasgados. Lo gordo es que, pese a tan tosco proceder, de ésta como de las otras historias, Frédéric sale triunfante con la captura de la mano (quién sabe si dando la razón a esos rumores amatorios que anunciábamos al comienzo).
Nos gusta, no obstante, como se retuercen los relatos de Boilet desde el ligoteo, hacia la confesión íntima, vía el diálogo inteligente y el experimento metaliterario. Y nos deslumbra observar como, desde ese exhibicionismo, el autor introduce inteligentemente dicha condición de autor, haciendo que dentro de sus cómics aparezcan su propios cómics (como en la misma Hoy tengo que enamorarme), se vea al autor dibujando (Ocas blancas y lunares), planeando sus guiones (Los moratones de Yukiko; Un bonito manga erótico), hablando de arte (Las ampollas de Mariko) o jugando irónicamente con las referencias cromáticas (Lo que se llevaron los chuminos violetas; Ayutthaya Reggae)..., que no sólo de follar (aunque sea con la intensidad de Historia sin palabras) vive el hombre.
Qué les vamos a decir, por un lado nos da hasta cierta penita que este franco-japonés haya sentado la cabeza con la señorita Aurelia. Y es que parece que en ese tándem, la tarea de descriptor-cronista de acrobacias sexuales ha recaído en la dama y, hablando claro, a nosotros nos gusta más como nos lo cuenta el Boilet (sin desmerecer aquella interesante primera entrega de chocolate a la fresa).

jueves, enero 24, 2008

Nueve vidas de un sonámbulo.

Vimos ayer la película Nueve vidas, de Rodrigo García (para coleccionistas de anécdotas, el hijo de don Gabriel García Márquez), producida por Alejandro González Iñarritu. En su comienzo, nos recordó a las historias cortas de ese joven canadiense talentoso llamado Adrian Tomine, un dibujante que, a su vez, dicen, recuerda a Raymond Carver. Historias escuetas de vidas íntimas, fragmentos extirpados de una existencia, esbozos de historia que, pese a su aparente intrascendencia, revelan verdades ocultas del alma de sus protagonistas. Todo un ejercicio de cirugía introspectiva, el de estos señores. Nuestro papel, como espectadores o lectores, es presentir esas tragedias escondidas detrás de cada anécdota, adivinar la verdad revelada en esa media hora de vida arrancada de un mordisco.
Sucede que según avanzaba la película, las apariciones recurrentes de sus protagonistas y sus protagonismos intercalados nos hicieron acordarnos de Robert Altman y sus vidas cruzadas, hecho que curiosamente nos llevó mentalmente a una de nuestras últimas lecturas (disfrutadas), el Estafados de Alex Robinson (tan deudor del maestro de Kansas City). Vidas cruzadas, pensamientos cruzados para lecturas cruzadas.
Después de esta retahila de conexiones, cualquiera diría que, en realidad, la película en cuestión nos importó un pimiento. Pues no, lo cierto es que nos gustó mucho y se la recomendamos sin ningún género de dudas. Cierto es que alguna de esas nueve vidas lucía con más brillo que las otras, pero en general ya nos gustaría que todo el cine por el que pagamos le sentara tan bien a nuestro bolsillo.
Dicho lo cual y hablando de dineros, ¿no les parece impagable esto de poder charlar de cine, de literatura... y, de pronto, acordarse de tebeos que mantienen el tipo en las comparaciones? Quién nos lo iba a decir no hace tanto.

martes, enero 22, 2008

Gatos, grizzlies y minicómics (II).

Más gatos. Los que hay en Black Ghost Apple Factory, el minicómic recopilación de los minicómics de Jeremy Tinder. El estadounidense es uno de los jóvenes dibujantes que más suenan últimamente en los mentideros de la trastienda comiquera. su gato se llama Kitty, claro, pero no es ni mucho menos el único animalejo que se pasea por su fatoría manzanera. Hay elefantes enamorados, conejitos folladores y osos grizzly con instintos incontrolables. Sospechamos que, en el fondo, todos son un trasunto del propio Tinder en sus diferentes ánimos, estados y momentos introspectivos. Resulta que don Jeremy es de esos a los que les salen las confesiones a flor de piel, sin pudores ni concesiones; para muestra "It's Spring, and Jeremy Tinder Is Secretly in Love with You", todo un ejercicio de declaración amorosa a su lector(a) anónimo(a). Nos gustan más, sin embargo, "Grizzly -or- How I Spent My Spring Break" (una relación de amor/odio con oso incluido), la historia conejero-depresiva "I'm, So Tired" o la emocionante "1, 2, 3, 4". Todas ellas cortitas y dibujadas con desenfado, como cualquier buen minicómic que se precie.
Para terminar con este recorrido zoológico, nos van a permitir una pequeña trampa alevosa. Resulta que entre los tebeos que nos trajimos de aquel nuestro ya lejano viaje pampero (¿recuerdan?) había uno destacado (por su tamaño, entre otras cosas) que no mencionamos entonces. Lo encontramos en la librería del Museo de Arte Latino Americano de Buenos Aires (el MALBA) y se llama Animaladas; sus autores (que viven y publican en España) son Leonardo Flores y Rebeca Luciani y Pequeño Editor la editorial editora (con cosas más que interesantes). Como decimos, minicómic parece si nos atenemos a su reducido volumen. Sin embargo, ni el acabado ni la muy cuidada y primorosa mini-edición nos acercan a la órbita de la edición amateur, manual y espontánea del minicómic. Animaladas es una colección de historias cortas, historias de animales, lógico, con un estilo cercano a la ilustración infantil, pero con una puntita de humor sádico y grandes dosis de ironía gaucha (nos acordamos de ese otro gran argentino que es Darío Adanti). No hay piedad para los eslabones últimos de la cadena alimenticia en estas mini-historias y gags gráficos: el lobo, el zorro y la serpiente tienen siempre las de ganar; pollitos, ovejas y ratones, reiros mientras podáis, vuestros días están contados (¿o no?)... Se compra aquí.

jueves, enero 17, 2008

Gatos, grizzlies y minicomics (I).

Nos enteramos ayer en nuestra celda favorita de la aparición de una nueva editorial hispana, Apa-Apa. Resulta además que los muy osados cuentan en su plantel de autores con algunos de los marcianos más dignos de atención del cómic norteamericano. Gente a la que ya le teníamos ganas por estos lares, como Sammy Harkham, John Porcellino o Liz Prince; y otros con los que ya habíamos estrechado lazos, léase Zak Sally. Gente que, en su mayoría, dió sus primeros pasos en el formato de los minicomics (de los que, como ya saben, somos fans y clientes habituales), algunos, como Porcellino, hasta el punto de ser considerados uno de los grandes exponentes del "cómic amateur autogestionado".
Viene todo esto a cuento porque llevábamos un tiempo con la idea de presentarles algunas de nuestras últimas lecturas al respecto y estaban los tebeitos seleccionados cogiendo polvo aquí al lado del ordenador. Comencemos pues con alguno de esos mini-tebeos llenos de atractivos, a cambio de muy poquita inversión temporal y menos inversión aún:

Bleep, Blop, Bloop, es un regalito que parece, más que un cómic, un cuadernito de ilustraciones con portada amarilla y unas preciosas páginas ocres con dibujos en blanco y negro. Una exaltación de la amistad minimalista, tontorrona y conmovedora ("A celebration of silliness & being friends"), firmada por el ya muy reconocido Paul (Silly) Hornschemeier (atención al guiño). Nos encanta su dedicatoria a Jim Henson ( "You made the world better") y su despedida: "I would like to thank my cat for keeping things in perspective -with sad eyes and a killer silly instinct- and thanks to the girl who saw her first but gave her to me". Grande Paul.

Hablando de gatos, en Do Not Disturb My Waking Dreams, el minicómic de Laura Park, también hay un minino omnipresente, de nombre Lewis, su gato. Un tebeito de edición modesta confeccionado a base de retales existenciales y trocitos de vida diseminados en pequeñas historias de 5 ó 6 viñetas. Excepto por How Does Your Garden Grow, una fábula ecológica personalizada y sentida desde dentro que (a la espera de siguientes episodios, si los hay) ha sido una de las historias cortas más bonitas y emocionantes que hemos tenido el placer de leer este año. Entre receta y receta (que también las hay), Laura Park desborda sensibilidad. Su tebeito está casi agotado, pero nosotros lo conseguimos aquí (junto a muchos otros minicómics). Como dijo aquel, "it’s just a matter of time before laura park’s comics are collected into a beautifully bound book".

En el siguiente post, seguimos hablando de gatos y otras cosas...
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Un offtopic interesado: llevamos tiempo planteándonos la mudanza a la versión beta de blogger, ¿alguna alma caritativa puede recomendarnos algo al respecto? ¿están nuestros miedos infinitos al vacio posteador justificados?

lunes, enero 14, 2008

Magasin Général 2: Serge. Canadian cuisine.

Si recuerdan, hace no mucho comentábamos en esta casa lo interesante que nos había parecido la propuesta bucólico-campestre de Loisel y Tripp, en Magasin Général. El Señor Punch, amigo bloguero, reseñaba la obra recientemente y decía de ella que resultaba "una lectura de grato poso, ligera, si se quiere, pero que nos deja con un agradable fondo, un regusto dulce, ciertas ganas de vivir, y de volver a visitar a esta gentes encantadoras".
Con esta segunda entrega las líneas argumentales abiertas empiezan a estar más claras y el recorrido narrativo planteado por Loisel y Tripp, nos empieza a hacer sospechar que quizá no sea ésta una obra tan menor y simple como presumíamos. Además, algunas inconsistencias iniciales (esa voz en off del marido fallecido, sobre todo) parecen menos gratuitas a medida avanzan las páginas y, sospechamos, esbozan alguna sorpresa futura.
Mantiene el número 2 de Magasin Général las constantes de la primera entrega, dentro de su costumbrismo vitalista de aldea canadiense y paisanaje rural. No obstante, el tono de Serge muestra algunas variables respecto a Marie. Si ésta se planteaba como un cuadro coral luminoso y veraniego dibujado alrededor de la viuda Marie y su lucha por adaptarse a su nueva situación, Magasin Général 2 nos presenta a Serge, el misterioso forastero recién llegado a Notre-Dame-des-Lacs, cuyo pasado esconde tantas sorpresas como atractivos: entre ellas, la más destacable, su destreza en los fogones.
Así, si la acción de Marie transcurría entre los cuadros ocupacionales y los avatares cotidianos de sus protagonistas, Serge plantea la irrupción sorpresiva de un extraño en ese contexto armoniosamente hermético. Quizás por eso, la luminosidad solariega de Magasin Général 1 se convierte en este segundo volumen en un juego de nocturnidades y paisajes invernales, que encajan mejor, sin duda, con la aspereza sospechosa con que muchos de los personajes reciben al recién llegado. De este modo, si practicáramos un juego frívolo de referencias cruzadas interdiscursivas, Marie vendría a ser una especie de La balada de Narayama a la canadiense, mientras que Serge tendría un parangón fílmico clarísimo en esa fabulosa obra de Gabriel Axel que es El festín de Babette.

Habrá que esperar a los siguientes volúmenes, pero ya sólo el talento artístico de sus dos virtuosos autores hace que la immersión en esta apacible (por ahora) comunidad rural valga la pena. Seguiremos a la espera de la tercera entrega, Les Hommes, ya publicada en Francia por Casterman.

martes, enero 08, 2008

Gaspar.

Cosa de magia, oigan, nos levantamos el otro día y nos encontramos tal que con esto en el zapato (pinchen y vean):

Es evidente que, a veces, una imagen vale más que mil globos. Y lo mejor es que parece que la cosa no viene sola y va a traer cola. No se olviden del firmante, un tal GASPAR. Lo dicho, cosas del azaroso y misterioso azar... o no.

sábado, enero 05, 2008

2007: La lista del año (IV)

Lleva unos días la blogosfera enredada con listas y juegos clasificatorios la mar de resultones. Para no ser menos y cerrar como dios manda este repaso anual, que va camino de perpetuarse en tradición navideña, abrimos nuestro diario de preferencias y les confesamos cuales han sido nuestras lecturas comiqueras favoritas durante este 2007; una lista personal, transferible y, por tanto, criticable. Sin orden alguno de preferencia, nos quedamos con:

Colección integral Y. Chaland. Freddy Lombard (Glénat), de Yves Chaland. El primer intento de edición completa para uno de los genios del cómic del S.XX. Maestro de la línea clara, Chaland fue uno de esos escasos dibujantes de los que se puede decir que crearon escuela (que se lo pregunten a Max). Joven, talentoso, brillante, Chaland integraba las aventuras de sus personajes en contextos precisos y preciosos, recreados con la meticulosidad de un diseñador, dentro de sus narraciones trepidantes. Murió con 33 años, pero tuvo tiempo de crear páginas y personajes como los que irán apareciendo en esta colección felizmente auspiciada por Glénat. En sus dos primeras entregas, las aventuras de su personaje más conocido Freddy Lombard. 

Nunca me has gustado (Astiberri), de Chester Brown. El canadiense es uno de los enfants terribles del nuevo cómic independiente y no precisamente porque viole radicalmente la ortodoxia imperante o porque se embarque en batallas perdidas y cruzadas antisistema. La radicalidad de Brown radica en su impredecibilidad y en su falta de pudor a la hora de revelar su mundo interior, poblado de complejos, heridas del corazón y secretos del yo. Nunca me has gustado se plantea además desde unas premisas narrativas que resultan osadas por su desnudez radical y un minimalismo sangrante apoyado en la elipsis. 

Por qué he matado a Pierre (Ponent Mon), de Alfred y Olivier Ka. Venía precedido de una ristra de premios, menciones y críticas positivas, pero ni las expectativas halagüeñas ni la predisposición favorable, amortigüan mínimamente la sorpresa y el alcance de un trabajo mayúsculo en lo artístico e impactante por su contenido. Alfred y Olivier Ka se permiten además experimentaciones narrativas en absoluto gratuitas y requiebros visuales tan efectivos y emocionantes como el que cierra la historia (con uno de los finales más conmovedores de este curso). Añade la obra, entre méritos, una gran capacidad evocadora y un uso brillantemente simbólico del color y la tipografía, siempre al servicio de este ejercicio de exorcismo y auto-reconciliación con acento francés y línea clara renovada.
 

Bone (Astiberri), de Jeff Smith. Casi a punto de cerrarse el primer arco argumental de la saga, el lector ya cuenta con elementos suficientes para decidir si se suma al club de aspirantes a ciudadano de Boneville o se declara simplemente un admirador entregado a Jeff Smith y su universo mágico de dragones, princesas, bosques encantados y enanitos albinos narigudos. Mimbres aparentemente ordinarios para una historia que desmonta los tópicos del género de capa y espada a base de un humor ingenioso e inteligente y un dibujo virtuoso, que moldea con sana mala uva sus claras influencias disneyanas. Bone es un tebeo que hipnotizará a los lectores más jóvenes, sin caer nunca en banalidades o soluciones manidas; ahí reside su virtud magnética y el atractivo que sin duda tiene también para el lector adulto.

Diario de un fantasma (Ponent Mon), de Nicolas de Crécy. Una apuesta arriesgada o un cómic no apto para pusilánimes, ustedes eligen. Nunca ha sido fácil adentrarse en el mundo interior alucionado y extrañamente simbólico de de Crécy. Diario de un fantasma es el mejor ejemplo posible de esa constancia. A modo de ensayo metanarrativo sobre el proceso creativo y su fructificación en la obra de arte, de Crécy nos conduce en un viaje entre dos países (Japón y Brasil), mientras el cómic se va, literalmente, construyendo a sí mismo. Ensayo, meta-reflexión o cómic de viajes, o las tres cosas al mismo tiempo, Diario de un fantasma no es una obra perfecta, seguramente, pero en la asunción sincera de de Crécy de esas imperfecciones, el autor conforma un cómic personal y muy diferente a cualquier otro que hayamos leído. 
 

Blotch (Ponent Mon) y La voluptuosidad (La Cúpula), de Blutch. Si 2006 fue el año de Clowes, 2007 lo ha sido para Blutch. Ganado a pulso, además, gracias a dos obras radicalmente diferentes e igualmente galardonadas: Botch y La voluptuosidad. La primera, un ejercicio de humor satírico sobre un humorista sátiro, lleno de crítica social y acidez descriptiva. Un cómic, éste, primorosamente dibujado con un estilo conciso y directo, que debería utilizarse en las escuelas de bellas artes como modelo de efectividad virtuosa. La voluptuosidad nos devuelve, sin embargo, al Blutch más simbólico y críptico. Un trabajo lleno de sensualidad e introspección que reflexiona sobre las raíces que alimentan el deseo, la pasión y el amor carnal. No es Blutch un autor que se conforme con poco. 
 

Mucho nos tememos que no pasará una semana antes de arrepentirnos de no incluir cosas como el S. de Gipi o el Super-puta de Manel Fontdevila, pero que se le va a hacer, aún no hemos tenido la suerte de echarles un ojo y, la verdad, eso de hacer listas preventivas está muy feo. Así que esto es lo que hay. Miren a ver si aún están a tiempo de incluir alguno en la lista de los Reyes Magos; no lo lamentarán. 

Ah, y sí, nos gustaron los Ultimates y su intriga creciente a la americana, pero claro... 
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