viernes, enero 06, 2023

2022, los cómics que más nos han gustado este año

No hemos empezado 2023 con el mejor pie bloguero. Después de un año elaborando pacientemente nuestra lista con los cómics del año, hemos cometido un doble error de principiante y, torpemente, hemos eliminado el borrador antes de publicarlo y sin haber guardado copia de seguridad. Hay que ser cenutrio. En fin, como no nos resignamos a perder una tradición milenaria como ésta, de más de diez años de antigüedad, hemos decidido rehacer parcialmente el trabajo y publicar una lista tardía y más reducida que la original con nuestros cómics preferidos de 2022. Así arrancamos 2023, entre propósitos de enmienda y con un puñado de cómics que no dejarán indiferente a nadie:

Grip (Apa Apa), de Lale Westvind: Heredera de la psicodelia underground de Rick Griffin y Victor Moscoso, pero rabiosamente contemporánea del vértigo cinético de Yokoyama, Lale Westvind nos invita en Grip a un viaje alucinado y alucinante que nos lleva de lo terreno a lo divino, desde una cadena de comida rápida al encuentro del nirvana, la ascensión mística y la adquisición del tercer ojo. La exuberancia gráfica de Westvind y su uso lisérgico y ubérrimo del color han creado una escuela de fans e imitadores que nunca llegan a alcanzar la riqueza visual de su antirrealismo hiperbólico. En Grip la trama es lo de menos, lo que importa es el camino de sus heroínas rotundas y empoderadas, esa inercia vertiginosa y fecunda que nos invita a recorrer sus páginas con gozosa velocidad para, una vez llegados al final, volver a empezar de nuevo como quien se encuentra en un estado de febril iluminación. Si existe tal cosa como un underground postmoderno, Lale Westvind ha de ser su mejor representante. 

IN. (Norma Editorial), de Will McPhail: IN. sorprende en sus primeras páginas por su acercamiento original y desprejuiciado al slice of life. Sus reflexiones acerca del día a día y su mirada sobre los recuerdos que afectan al presente resultan novedosas. McPhail es uno de esos autores que procesan el mundo con el cerebro y los ojos de un mutante capaz de establecer asociaciones insospechadas. Puro extrañamiento desde un humor cerebral y complejo. Pero IN. marca las distancias respecto a otros cómics de “búsqueda interior” gracias a su empleo de analogías inesperadas y metáforas visuales. McPhail es un dibujante dotadísimo. Su plasmación simbólica de emociones verdaderas a través de secuencias alegóricas mudas es desarmante: una suerte de stream of consciousness traducido a un lenguaje comicográfico de micronarraciones alegóricas que se insertan con normalidad en un relato de vida en primera persona. Todo un hallazgo. El despliegue visual de estas secuencias en color alcanza la categoría de gran arte. Hace tiempo que un cómic no nos sorprendía y emocionaba tanto como este IN. de Will McPhail. Sobresaliente. 

Clase de actuación (Salamandra Graphics), de Nick Drnaso: Cada cómic de Nick Drnaso es mejor y más ambicioso que el anterior, y eso es mucho decir. Su acercamiento al género de las vidas cruzadas se mueve siempre dentro de un extrañamiento que anticipa tensiones, crisis humanas y estallidos interiores (sus personajes parecen siempre al borde del abismo), pero que, al mismo tiempo, nos adentra en historias profundamente humanas que palpitan de vida y verosimilitud. Drnaso bebe del magisterio Ware, pero su dibujo, mucho más realista, es si cabe más frío, mecánico y sobrio que el de aquel. Y, sin embargo, pese a la frialdad mencionada y a su abundantísima carga textual (el comic está repleto de diálogos y largas cartelas de texto), Clase de actuación se lee en un suspiro y con un interés que no deja de crecer desde sus sorprendentes primeras páginas de presentación de personajes hasta, en tensión creciente, desembocar en un relato de terror. Drnaso tiene un don para el tempo narrativo y la descripción de tipos. Parece increíble que alguien tan joven disponga ya de un discurso tan maduro y de esa capacidad para bucear en la naturaleza humana a partir de unas situaciones y unas relaciones cruzadas que casi nunca parecen ficcionales. Magistral.   

Cambio de clima (Errata Naturae), de Philippe Squarzoni: El título completo del cómic de Squarzoni, Cambio de clima. Un ensayo gráfico (y autobiográfico) sobre el cambio climático, dice tanto de sus intenciones como de su contenido. En el doble proceso que supone explicar y concienciar acerca de las consecuencias del cambio climático, Squarzoni factura un relato multigenérico en el que el slice of life (fragmentos de realidad) autobiográfico se alterna con naturalidad con la disertación científica, el ensayo cultural, la entrevista gráfica y el manual pedagógico conservacionista. La mezcla de discursos, lecturas, referencias culturales, datos y testimonios agiliza la narración y se asegura la implicación del lector en un debate complejo y abierto a innumerables derivaciones. La aridez del aparato científico de Cambio de clima (con su exposición rigurosa de datos, cifras y conceptos) encuentra acomodo en el relato en primera persona de Squarzoni, quien, al mismo tiempo que se aplica en la investigación sobre la degradación climática, va desvelando ante el lector la construcción metaficcional y autoconsciente del cómic que recogerá todo ese proceso.

Desilvestración (Reino de Cordelia), de Federico del Barrio: Si le otorgáramos a la intelectualidad el rango de grado o epíteto, podríamos afirmar que Federico del Barrio es uno de los autores de cómics más intelectuales y (auto)reflexivos que tendremos la suerte de leer. Desde su título, Desilvestración avanza en el camino que Del Barrio (bajo el pseudónimo de Silvestre) había abierto en Relaciones y Simple, dos cómics esenciales que plantean una profunda reflexión metarreferencial acerca del lenguaje artístico/literario y las convenciones del cómic. En 2021, Del Barrio recuperó a Silvestre en Impertérrito, un nuevo ensayo gráfico sobre la autoría y la trascendencia del proceso creativo. Desilvestración nos gusta mucho más que aquel porque no están tan encerrado en su propia metarreferencia. El último cómic de Silvestre dialoga con el propio Federico del Barrio-autor, hasta convertirse en todo un ajuste de cuentas con su obra y, sobre todo, con su biografía.  

Dulce de leche (La Cúpula), de Miguel Vila: Como le sucede a la española Aroah Trave, el italiano Miguel Vila forma parte de una nueva generación underground millenial que bebe de la voluptuosidad de Dave Cooper, Hunt Emerson o Andrea Pazienzia, más que de los padres clásicos del movimiento. Álvaro Pons comentaba hace pocos días, con buen tino, que Dulce de leche parece estar influenciado, a partes iguales, por la riqueza formal y compositiva de Chris Ware y por el underground de Andrea Pazienzia. Del primero asume su gramática vanguardista para la construcción de páginas y unos ritmos secuenciales sorprendentes que se mueven desde la microsecuencia a la metáfora visual. De Pazienzia (una figura pivotal de la contracultura italiana y el primer referente del cómic underground transalpino), Miguel Vila, también italiano, hereda su mirada desprejuiciada y transgresora, así como una apuesta decidida por la caricatura más cruda y los escenarios sociales envilecidos. En este sentido, Vila pone su talento visual al servicio de un relato turbio y obsceno en el que el amor y el sexo tocan fondo para construir un cuadro de degradación social y perdedores de la vida. Su caricatura no ahorra excreciones, secreciones y erecciones, en un ejercicio de sexualidad explícita, cuasi pornográfica. Todo ello, en el contexto alienante de los trabajos precarios, la violencia y las redes sociales.

Hierba (Reservoir Books), de de Keum Suk Gendry-Kim: Hierba reconstruye la historia de una superviviente. La dibujante y traductora Keum Suk Gendry-Kim recurre a un artificio narrativo ya habitual en el mundo del cómic: el de la entrevistadora que levanta su relato con las vivencias del entrevistado, al mismo tiempo que revela el proceso creativo que nace de aquellas vivencias. En esta ocasión, la protagonista es la anciana Lee Ok-Sun, una de las pocas víctimas que lograron sobrevivir a las atrocidades japonesas y a la explotación sexual a la que muchas mujeres chinas y coreanas fueron sometidas en aquella época terrible de la Guerra del Pacífico bajo el eufemismo de "mujeres de consuelo". Se describen las miserias de su vida con dureza, sin ambigüedades o disimulos, a partir de una caricatura en blanco y negro marcada por un dibujo muy sintético de línea suelta. El relato "respira" gracias a numerosas pausas contemplativas en las que, después de alguna revelación terrible, la autora reposa su mirada sobre elementos de la naturaleza (paisajes, árboles, animales), recreadas éstas con un trazo grueso expresionista que termina por difuminar sus perfiles casi hasta la abstracción; en esos paréntesis, el lector recupera resuello para seguir el viaje hacia los infiernos de Lee Ok-Sun. Hierba es un testimonio valioso y no carente de belleza; un ejercicio de memoria y reivindicación, y una vía de esperanza para resarcir a las víctimas de la historia.

Goya. Saturnalia (Cascaborra Ediciones), de Manuel Gutiérrez y Manuel Romero: Goya. Saturnalia es un cómic ambicioso. Mucho. Arranca de aquella premisa que sitúa a Goya en el origen de todas las vanguardias (desde el impresionismo y el expresionismo, hasta la abstracción y su implosión en el expresionismo abstracto norteamericano), para concluir en una tesis aún más ambiciosa que otorga al genio de Calanda cierta paternidad sobre el arte moderno y buena parte de la cultura contemporánea, y, especialmente, sobre una forma trágica de sentir a España y a Europa que ha terminado por impregnar todo el arte, la cultura y el pensamiento de nuestro país. Los lápices, pinceles y técnicas digitales del pintor Manuel Romero se mueven dentro de un expresionismo exuberante y desgarrado, pero van más allá: sin escaparse del todo de la impronta goyesca, Romero evita caer en la tentación de la mímesis estilística, para perseguir esa línea que conduce desde don Francisco hasta las primeras vanguardias pictóricas y concluyen en el océano de la abstracción. El guion de Manuel Gutiérrez confía en las imágenes perturbadoras de Romero para huir de la linealidad narrativa y construir el marco expresionista de los últimos años de vida del protagonista en la Quinta del Sordo. Los años de sus Pinturas negras, los años lacerantes de su sordera y su inercia hacia la locura paranoide. Hay algo trágico y lorquiano en los textos de Romero, siempre ambiguos, esquivos y simbólicos. Goya. Saturnalia es un trabajo complejo y exigente; incómodo, muchas veces, pero siempre enriquecedor.

The Nice House on the Lake (ECC), de (ECC), de Álvaro Martínez Bueno y James Tynion IV: The Nice House on the Lake es, probablemente, la serie más aclamada de la temporada dentro del universo mainstream. Con justicia. Hemos leído pocos tebeos en los últimos tiempos más adictivos y escalofriantes. El mérito se lo reparten a partes iguales sus dos autores. El pastiche de géneros y referencias culturales de Tynion IV es irresistible. La trama se desliza, sin respiro para el lector, desde la distopía apocalíptica al gore, desde las invasiones alienígenas a lo sobrenatural, del misterio cluedo al género de reencuentro de viejos amigos (con el subsiguiente lavado de trapos sucios); y, entre tanta excitación, mucho drama, mucha angustia vital y mucho terror de casa encantada. Con sus pinceles digitales, Martínez Bueno viste la historia de una oscuridad gótico-pictórica luminosa. Y, como se intuye ya en sus espectaculares portadas, su realismo ligeramente expresionista funciona a la perfección en la creación de personajes y en la reconstrucción de unas arquitecturas que resitúan a Lovecraft en el escenario imposible y espeluznante del Estilo Internacional. Malabarismos pavorosos.

sábado, diciembre 03, 2022

Hierba, de Keum Suk Gendry-Kim. Vidas atroces

De igual manera que no hay mejor analgésico que la ignorancia, es imposible salir indemne de la revelación de las atrocidades de la historia. Desde el aturdimiento que nos produjo Ciudad de vida y muerte, la crónica atroz que Lu Chuan dibujó de la ocupación japonesa de Nankin, sentimos una sacudida cada vez que oímos el nombre de esa ciudad que fuera la capital de la República Popular de China en los prolegómenos de la Segunda Guerra Mundial. 

En su día, hablamos del Nankin, de sus esclavas sexuales y mujeres asesinadas (el destino habitual de las miles de mujeres y niñas chinas y coreanas violadas por los soldados japoneses), con motivo de la publicación del cómic del mismo nombre de Nicolas Meylaender y Zong Kai. Volvemos ahora al mismo tema y a la misma tragedia con motivo de Hierba (2017), una novela gráfica que gira, precisamente, alrededor de las vivencias de una de aquellas mujeres. Su autora, la dibujante y traductora Keum Suk Gendry-Kim, recurre a un artificio narrativo ya habitual en el mundo del cómic: el de la entrevistadora que construye un relato con las vivencias del entrevistado, al mismo tiempo que revela el proceso de construcción del relato que nace de aquellas vivencias. Es la misma técnica que ya empleara Art Spiegelman en Maus, para relatar la lucha por la supervivencia de su padre en Auschwitz.

En esta ocasión, la protagonista de Hierba es la anciana Lee Ok-Sun, una de las pocas víctimas que lograron sobrevivir a las atrocidades japonesas y a los años de explotación sexual a la que muchas mujeres chinas y coreanas fueron sometidas en aquella época terrible de la Guerra del Pacífico bajo el eufemismo de "mujeres de consuelo". El cómic recoge las visitas repetidas de Gendry-Kim a la residencia de ancianos en Corea del Sur (una House of Sharing) a la que regresó la protagonista después de su vida en China, para conducirnos hasta su infancia, mostrarnos las penurias de su familia, su impostado matrimonio concertado y todos los procesos posteriores de trata a los que fue sometida, hasta acabar siendo vendida como esclava sexual. Se describen las miserias de su vida con dureza, sin ambigüedades o disimulos, a partir de una caricatura en blanco y negro, no carente de dureza, marcada por un dibujo muy sintético de línea suelta. El relato "respira", sin embargo, gracias a numerosas pausas contemplativas en las que, después de alguna revelación terrible, la autora reposa su mirada sobre elementos de la naturaleza (paisajes, árboles, animales), con un trazo grueso expresionista que termina por difuminar sus perfiles casi hasta la abstracción; en imágenes que nos recuerdan a los brochazos expresionistas de Motherwell, Kline o incluso Pollock. En esos paréntesis, el lector recupera resuello para seguir el viaje hacia los infiernos de Lee Ok-Sun.

Por esa misma dureza del relato, sorprende la actitud sosegada e indulgente de Lee Ok-Sun, su mirada resignada pero sin rencor hacia un presente al que ya le queda poco futuro. Sólo se percibe amargura en sus palabras cuando plantea la necesidad del recuerdo y la restitución para superar el pasado; cuando le exige disculpas a las autoridades japoneses como paso previo al perdón. Hierba es el testimonio valioso, y no carente de belleza, de una superviviente; un ejercicio de memoria histórica y reivindicación, y una vía de esperanza para resarcir a las víctimas de la historia.

sábado, octubre 29, 2022

Goya. Saturnalia, de Manuel Gutiérrez y Manuel Romero. Un principio

Goya. Saturnalia es un cómic ambicioso. Mucho. Arranca de aquella premisa que sitúa a Goya en el origen de todas las vanguardias (desde el impresionismo y el expresionismo, hasta la astracción y su implosión en el expresionismo abstracto norteamericano), para concluir en una tesis aún más ambiciosa que otorga al genio de Calanda cierta paternidad sobre el arte moderno y buena parte de la cultura contemporánea, y, especialmente y por lo que más nos interesa a sus compatriotas, sobre una forma trágica de sentir a España y a Europa que ha terminado por impregnar todo el arte, la cultura y el pensamiento de nuestro país. Son reveladoras esas páginas finales (no se preocupen, no hay gran spoiler aquí) en las que un Goya febril y alucinado sueña-proyecta-grita (desde la cabeza, la pluma y el pincel de Gutiérrez y Romero): "Soy Velázquez... Soy Baldomero Romero Rosendí... Soy Géricault... Soy Cayetana de Alba... Soy Josefa Bayeu... Soy Leocadia... Soy William Blake... Soy Beethoven... Soy Picasso... Soy Käthe Kollwitz... Soy Zoran Mušič... Soy Lorca, soy Enrique Morente, soy Camarón... Soy Bacon...". Biografía, España, Historia, crítica del arte y patrimonio cultural mezclándose en el mortero metaficcional de Saturnalia.

Los lápices, pinceles y técnicas digitales del pintor Manuel Romero ahondan en esa búsqueda de vínculos e itinerarios plásticos. En éste su primer trabajo como dibujante de cómics (el primero de muchos, deseamos), su estilo se mueve dentro de un expresionismo exuberante y desgarrado, pero no únicamente. Su trabajo va varios pasos más lejos: sin escaparse del todo de la impronta goyesca, Romero evita caer en la tentación de la mímesis estilística, para perseguir esa línea que conduce desde don Francisco hasta las primeras vanguardias pictóricas y concluyen en el océano de la abstracción. Por momentos, Goya. Saturnalia se zambulle dentro de esa abstracción (sus primeras páginas producen perplejidad, hasta provocar cierto desencuentro narrativo); el lector se ve obligado a rastrear las escasas huellas figurativas y a unir los brochazos expresionistas en la recreación de paisajes y personajes para construir el relato que se esconde detrás de las imágenes. Según avanzan las páginas, la historia va adquiriendo claridad (sin abandonar esa búsqueda deliberada del constructo expresionista y fragmentario que preside todo el libro); empezamos a atar cabos, a reconstruir la historia de Goya dentro de la historia de España; a descubrir la naturaleza de sus dramas personales (físicos, mentales e ideológicos); a penetrar en las penumbras de una época (el siglo XIX español) que enfrentaba a hermanos, vecinos y conciudadanos en una batalla ideológico-política (entre tradición absolutista e ilustración), que terminaría por apartar a España del camino Europeo, sumiéndonos en una era de zozobra nostálgica y orfandad.


El guion de Manuel Gutiérrez confía en las imágenes perturbadoras de Romero para huir de la linealidad narrativa y construir el marco expresionista de los últimos años de vida del protagonista en la Quinta del Sordo. Los años de sus Pinturas negras, los años lacerantes de su sordera y su inercia hacia la locura paranoide. Hay algo trágico y lorquiano en los textos de Romero, siempre ambiguos, esquivos y simbólicos. La conjugación de las cartelas narrativas, los diálogos de los personajes, sus silencios (expresados gráficamente por los globos vacíos de aquello que Goya no puede oír), las transiciones digresivas casi abstractas y las viñetas más figurativas consigue componer un texto (un marco) que asciende de lo narrativo a lo pictórico, de lo discursivo a lo visual: una obra ecléctica e interdiscursiva a la que palabras como "cómic" o "narración gráfica" se le quedan cortas en términos descriptivos. Goya. Saturnalia es un trabajo complejo y exigente, incómodo, muchas veces, pero siempre enriquecedor. 

lunes, octubre 03, 2022

Super Woman Historia. Dioses engalanados

Wonder Woman Historia es uno de esos cómics de superhéroes que cargan de razones a los fanáticos del género que fustigan a los Porcellino, Jeffrey Brown y demás minimalistas del garabato por su alergia al virtuosismo gráfico. El trabajo de Phil Jimenez, con una paleta digital que persigue el acabado pictórico con la obsesión de un miniaturista, es apabullante en su preciosismo barroco (casi rococó).

La guionista Sue DeConnick construye un relato a la orden de ese empoderamiento feminista que ha colonizado y renovado el espacio mediático contemporáneo. En su acercamiento al panteón superheroico, el texto de DeConnick bebe directamente de la mitología clásica para revisar con cierta ortodoxia el mito de las amazonas dentro de su teogonía fundacional. Tanto en este punto como en su apartado gráfico es inevitable la referencia al Promethea de Alan Moore y J. H. Williams III. En este sentido, al lector habitual de marvel y DC no le resultarán ajenos ni los listados descriptivos de dioses ni su recuento de heroínas amazónicas primigenias; la enumeración apologística como fórmula de presentación es ya un recurso habitual dentro del género de superhéroes. DeConnick lo sabe y alimenta el suspense de la acción por venir (la serie constará de tres álbumes) con este recurso introductorio de genealogías divinas y habilidades sobrenaturales.


Pero no cabe duda de que la carta ganadora de Wonder Woman Historia es, como se ha anticipado, el dibujo apabullante de Phil Jimenez.

El estadounidense factura una recreación simbólica y estilizada de la mitología griega, que encuentra ecos iconográficos en los motivos decorativos parnasianos, en la mirada idealizada al pasado de los prerrafaelitas ingleses y en la belleza lánguida y sobrecogida de sus mujeres; todo ello bajo el paraguas de aquel simbolismo decadentista y finisecular que miraba al mundo (también al de las ideas, la fe y los cultos paganos) desde el pensamiento mágico y la sublimación de lo esotérico. Las composiciones de página remiten a los frisos de la antiguedad clásica y a los motivos decorativos de jarrones y mosaicos, pero también a esa macroestructura de páginas-marco y dobles páginas que, tal y como hemos apuntado unas líneas más arriba, hizo del Promethea de Moore y Williams un cómic de cómics, un trabajo de referencia para futuras inmersiones en las derivaciones del género superheroico hacia el universo de la magia y la mitología.

Por su exhibición técnica y por el impacto visual de su propuesta, Wonder Woman Historia es uno de esos cómics que desbordan su adscripción genérica y, de rebote, los prejuicios que cualquier lector pudiera tener al respecto. Un deleite para los ojos.


sábado, agosto 27, 2022

Esenciales ACDC 2022 (primer semestre)

La Asociación de Críticos y Divulgadores de Cómic de España publica su relación de “cómics esenciales” correspondientes a la primera mitad de 2022. 

Esta es la primera selección de Esenciales de 2022, con la que esta asociación pretende llamar la atención sobre algunas obras destacadas publicadas en España entre enero a junio de 2022. La selección está formada por treinta y cinco obras, tanto novedades como reediciones, que han sido escogidas en un sistema de dos rondas. En la primera, 40 socios y socias han votado veinticinco obras. En la segunda, una comisión de siete miembros de la asociación ha escogido diez novedades más. Esta selección se presenta como una herramienta para lectores, bibliotecas, librerías y cualquier otra institución o colectivo cultural.

La Asociación de Críticos y Divulgadores de Cómic de España (ACDCómic) presenta la primera ronda de sus ‘Esenciales 2022’, una selección de cómics con la que esta organización pretende fijar la atención sobre algunas de las obras más destacadas de entre las editadas en nuestro mercado. Está formada por 35 obras publicadas entre enero y junio de 2022 elegidas en votación por los integrantes de la ACDCómic.

Esta selección se presenta como una herramienta para animar a lectores, bibliotecas, libreros y otro tipo de colectivos culturales a descubrir obras destacadas. Los ‘Esenciales’ para el segundo semestre de 2021 son:

 

Novedades

  • 2 Viaxes, de Xaquín Marín y Reimundo Patiño (Elvira / Fosfatina)

  • Baños Pleamar, de Isaac Sánchez (Dolmen Editorial)

  • Blanco alrededor, de Wilfrid Lupano y Stéphane Fert (Norma Editorial)

  • Dan da dan, de ukinobu Tatsu (Norma Editorial)

  • Destino Terra…, de Keiko Takemiya (MilKy Way Ediciones) 

  • Dragman, de Steven Appleby (Astiberri en castellano / Finestres en catalán)

  • Espada, de Anabel Colazo (La Cúpula)

  • Flores rojas, de Yoshiharu Tsuge (Gallo Nero)

  • Goya: Saturnalia, de Manuel Gutiérrez y Manuel Romero (Cascaborra Ediciones)

  • Grip, de Lale Westvind (Apa-Apa)

  • Grito nocturno, de Borja González (Reservoir Books)

  • Hierba, de Keum Suk Gendry-Kim(Reservoir Books)

  • In., de Will McPhail (Norma Editorial)

  • Joe del mañana (Ashita no Joe), de Asao Takamori y Tetsuya Chiba (Arechi Manga) 

  • Jolgorio, de Brecht Evens (Astiberri)

  • Ken State, de Derf Backderf (Astiberri en castellano / Finestres en catalán)

  • Kowloon Generic Romance, de Jun Mayuzuki (Norma Editorial)

  • La falla,de Carlos Spottorno y Guillermo Abril (Astiberri) 

  • La guerra de los mundos, de Santiago García y Javier Olivares (Astiberri)

  • La palabra que empieza por A, de Elizabeth Casillas e Higinia Garay (Astiberri) 

  • La pequeña genia y la partida de shatranj, de Álvaro Ortiz (Astiberri en castellano, catalán y euskera)

  • Laberintos, de Charles Burns (Reservoir Books)

  • Lightfall, de Tim Probert (Harperkids) 

  • Loba boreal, de Nuria Tamarit (La Cúpula)

  • Look Back, de Tatsuki Fujimoto (Norma Editorial)

  • Lore Olympus (Cuentos del Olimpo), de Rachel Smythe (Random Comics)

  • Lucky Luke: Choco-boys, de Ralf König (Kraken) 

  • Maternasis, de Núria Pompeia (Kairós)

  • Paradise Kiss, de Ai Yazawa (Ivrea)

  • Rosa, de Gaëlle Geniller (La Cúpula)  

  • Sector lejano, de N. K. Jemisin y Jamal Campbell (ECC)

  • Seguir dibujando, de Coco (Bang Ediciones)

  • Terry y los piratas 1942-1943, de Milton Caniff (Dolmen Editorial) 

  • The nice house on the lake, de James Tynion IV, Álvaro Martínez Bueno y Jordie Bellaire (ECC)

  • Túneles / Túnels, de Rutu Modan (Salamandra Graphic en castellano / Finestres en catalán)  

ACDCómic es una asociación sin ánimo de lucro constituida en 2012 que agrupa a personas que realizan trabajos de periodismo, crítica, estudio, comisariado y otras actividades teóricas y divulgativas relacionadas con el cómic. Desde 2013 publicamos la selección semestral de "Esenciales ACDCómic"; en los últimos años hemos impulsado los libros colectivos Cómic Digital Hoy. Una introducción en presente (en formato digital de descarga libre) y Cómics Esenciales 2016, Cómics Esenciales 2017, Cómics Esenciales 2018, Cómics Esenciales 2019, Jot Down Comics #5 y Jot Down Comics #6 (en colaboración con la revista cultural Jot Down) y desde 2019 otorgamos los Premios ACDCómic. Más información en www.acdcomic.es.

miércoles, julio 27, 2022

Cambio de clima, de Philippe Squarzoni. Entre el reportaje científico y el relato de terror

El título completo del cómic de Philippe Squarzoni, Cambio de clima. Un ensayo gráfico (y autobiográfico) sobre el cambio climático, dice tanto de sus intenciones como de su contenido. En el doble proceso que supone explicar y concienciar acerca de las consecuencias del cambio climático, Squarzoni factura un relato multigenérico en el que el slice of life (fragmentos de realidad) autobiográfico se alterna con naturalidad con la disertación científica, el ensayo cultural, la entrevista gráfica y el manual pedagógico conservacionista; y, aunque el autor intenta no caer en el tremendismo ni se apoya en las conclusiones más extremas de los datos científicos que maneja, Cambio de clima se lee en muchos momentos como un relato de terror: por la certidumbre de su diagnóstico y por la irremediabilidad de sus conclusiones. 

Aunque por su naturaleza y objetivos Cambio de clima se sitúa en una órbita afín a la de Una verdad incómoda, la película documental que Al Gore protagonizó en 2006 y con la que guarda grandes parecidos —por lo que respecta a su disertación científica, sobre todo—, seguramente el cómic de Squarzoni puede presumir de una hondura intelectual y de una mirada abarcadora y poliédrica de la que no disfrutaba el documental de Davis Guggenheim; debido a las limitaciones de metraje y la condensación expositiva que exige el medio cinematográfico. 

La aridez del aparato científico de Cambio de clima (con su exposición rigurosa de datos, cifras y conceptos) encuentra acomodo en el relato en primera persona de Squarzoni, quien, al mismo tiempo que se aplica en la investigación sobre la degradación climática, va desvelando ante el lector la construcción metaficcional y autoconsciente del cómic que recogerá todo ese proceso. La mezcla de discursos, lecturas, referencias culturales, datos y testimonios agiliza la narración y se asegura la implicación del lector en un debate complejo y abierto a innumerables puntos de vista y factores analíticos. Estamos ante un trabajo monumental, y no sólo por lo que respecta a su tamaño (casi 500 páginas), sino por el aparato científico que sustenta sus páginas, por la calidad gráfico-narrativa de su ejecución y, por supuesto, por lo convincente de su propuesta final. Uno de los cómics de este 2022, seguro.


lunes, junio 20, 2022

Jot Down Cómics 2021 (con ACDCómic)

Este año llegamos un poco tarde al anuncio, pero como sucede desde hace ya seis años, Jot Down también ha publicado este curso, en colaboración con ACDCómic, un libro con los mejores cómics del año glosados por los críticos más conocidos del país. Se mantienen este año los cambios en maquetación y estructura que introdujo el libro en su anterior edición ("obras de interés", "apéndices", etc.) y se incluye además una charla a tres voces entre Javier Olivares, Ana Penyas y Gerardo Vilches, nada menos. Lo explican muy bien desde la página de Jot Down:

Jot Down Cómics es una revista anual de 244 páginas a todo color con reseñas de los mejores títulos de cómic publicados en España a lo largo del último año. La selección, que corre a cargo de la Asociación de Críticos y Divulgadores de Cómic de España (ACDCómic), ofrece una muestra del rico panorama del cómic en España y constituye un repaso imprescindible para ampliar la perspectiva tanto de lectores habituales como de aquellos que se interesan en el mundo del cómic por primera vez. 

En Jot Down Cómics, cuya nómina de firmas está compuesta por miembros de ACDCómic y los redactores de Jot Down, visitamos uno a uno todos los títulos del año, incluyendo algunas muestras de las obras de referencia, y ampliamos la panorámica del medio con una selección de otras obras de interés categorizadas por género. Este número también incluye una entrevista a Ana Penyas y Javier Olivares, autores de su portada. 

Esta vez, nuestra participación en el volumen está dedicada a Warburg & Beach, el cómic heterodoxo y sorprendente que Jorge Carrión y Javier Olivares le dedican a la pasión bibliofila en su relación con el mundo de las librerías, las bibliotecas y la edición. Un trabajo que, a través del trazo oblicuo y las deslumbrantes composiciones de página de Javier Olivares, teje una red de relaciones sutiles entre las figuras de la librera y editora Sylvia Beach, el coleccionista Aby Warburg y figuras tan improbables como Mary Wollstonecraft, la primera escritora feminista de la historia, la librera neoyorquina Frances Steloff o Marcel Duchamp.

Pueden adquirir el libro en la tienda web de Jot Down. Si tienen alguna duda, échenle un ojo al índice y se les quitarán. Les dejamos también las primera líneas de nuestra participación en el tomo.


 

Una red de libros

Por Rubén Varillas

Reconocido principalmente por su labor como novelista y ensayista, el escritor Jorge Carrión se adentró en el mundo de las viñetas con el guion para ese notable ejercicio de cómic-periodismo que fue Barcelona. Los vagabundos de la chatarra (Norma, 2016), junto al dibujante Sagar Forniés; también con él realizó su segunda novela gráfica, Gótico (Norma/MNAC, 2018). El cómic Warburg & Beach, sin embargo, enlaza directamente con uno de sus ensayos más conocidos, Librerías (finalista del Premio Anagrama en 2013). El título del cómic alude a uno de los principales personajes que aparecían en aquellas páginas, la librera estadounidense Sylvia Beach, a quien sitúa ahora al lado del historiador alemán Aby Warburg. Beach fue la responsable de la primera edición del Ulises de Joyce y la propietaria fundadora de Shakespeare & Company, la librería parisina por la que pasó la flor y nata de la intelectualidad de su tiempo. Warburg, por su parte, fue el compilador de la célebre biblioteca que lleva su nombre en Hamburgo, lugar donde surgió el Atlas Mnemosyne. En Warburg & Beach las vidas de ambos encuentran tangencias con las de otros personajes de trayectoria libresca y pasión bibliófila, como Mary Wollstonecraft, la primera escritora feminista de la historia, la librera neoyorquina Frances Steloff o Marcel Duchamp, padre del arte contemporáneo. 

Para abrazar el homenaje a la edición literaria y a los libros que es Warburg & Beach, sus autores han decidido publicar una obra original y sorprendente en su concepción formal: se trata de un cómic-objeto desplegable y reversible (al estilo de La Gran Guerra, de Joe Sacco); un friso con dos caras que, detrás de su aparente linealidad, se descompone como un gran collage en el que conviven las dos biografías que dan título a la obra (una en cada lado del desplegable), junto a episodios dedicados a los ya mencionados Mary Wollstonecraft (prólogo), Frances Steloff y Marcel Duchamp (epílogo). Como compañero necesario para tan singular proyecto, Carrión ha elegido a Javier Olivares, una de las figuras del cómic español; un dibujante heterodoxo y especialmente dotado para el trazo expresionista y la mirada oblicua. Un autor, además, que en los últimos tiempos ya se había acercado al género de los perfiles biográficos atípicos con Las Meninas (Astiberri, 2014), la biografía de Velázquez que realizó junto al guionista Santiago García, o Shakespeare & Cervantes, el relato ilustrado que realizó junto al propio Carrión en 2018. 

lunes, mayo 30, 2022

IN., de Will McPhail. La fuerza de la alegoría gráfica

Nunca se debería empezar una reseña por la conclusión, pero el IN. de Will McPhail es un cómic maravilloso. Es curativo y emocionante. Es divertido y profundo. Parece imposible que sea una ópera prima. 

Sorprende en sus primeras páginas por su acercamiento original y desprejuiciado al slice of life (sí, nosotros también nos preguntábamos si la originalidad en ese terreno era posible). Sus reflexiones acerca del día a día y su mirada sobre los recuerdos que afectan al presente resultan novedosas. McPhail es uno de esos autores que procesan el mundo con el cerebro y los ojos de un mutante capaz de establecer asociaciones insospechadas. Puro extrañamiento. Es cierto que, por la ironía autocompasiva que proyecta en su acercamiento a las escenas cotidianas de su protagonista, su mirada puede recordarnos a la de otros autores de cómics autobiográficos como Jeff Brown o Joe Decie (cuyo estilo gráfico también recuerda vagamente al de McPhail), pero hay que reconocer que su humor es mucho más cerebral y complejo (el autor lleva años publicando chistes gráficos e ilustraciones humorísticas en publicaciones tan prestigiosas como el New Yorker). Respecto a este punto, aunque IN. no es un ejercicio estricto de autoficción, sospechamos que en su protagonista hay mucho del propio McPhail; en una entrevista reciente el propio autor confesaba que "por lo que respecta al humor, IN. es básicamente autobiográfico". 

La base argumental es sencilla: Nick (trasunto del propio Will) es un ilustrador con escasa capacidad para las habilidades sociales y la empatía; un joven narcisista y con cierta tendencia hacia la autocompasión, que, desde su posición de confort (económico y social), intenta encontrarse a sí mismo. A partir de ahí, se desarrollan ciertos lugares comunes dentro de los relatos de “búsqueda interior”: la monotonía y la abulia existencial, el distanciamiento familiar, la falta de perspectivas de crecimiento laboral, el chico encuentra chica, la inseguridad personal, etc. Pero IN. marca las distancias respecto a otros cómics similares que hayamos podido leer antes gracias a su empleo de analogías inesperadas y metáforas visuales. Sobre todo, cuando la historia se acerca a su momento climático y McPhail introduce nuevos recursos creativos en su técnica gráfico-narrativa. Hay entonces algo que hace clic en la historia y la eleva a un plano de referencias simbólicas que convierten su lenguaje y su mensaje en universales. 


McPhail es un dibujante dotadísimo. Incluso en su condición de autor realista (casi hiperrrealista, en algunos momentos) hay espacio para la originalidad y la mirada dislocada (como en esos ojos redondos y expresivos de sus personajes; o en sus cafeterías imposibles de puro verosímiles). Sin embargo, es en sus secuencias oníricas en color (el recurso técnico inesperado al que aludíamos más arriba) donde surge el artista con mayúsculas; tanto en su faceta gráfica como narrativa. Su plasmación simbólica de emociones verdaderas a través de secuencias alegóricas mudas es desarmante. No sólo por su capacidad para traducir visualmente sentimientos muy complejos, si no por la riqueza y la profundidad emocional de las metáforas empleadas para la descripción del desconcierto y el dolor. El despliegue visual de estas secuencias en color alcanza la categoría de gran arte. Se trata de un recurso simbólico que consigue dotar de iconicidad procesos interiores: una suerte de stream of consciousness traducido a un lenguaje comicográfico de micronarraciones alegóricas que se insertan con normalidad en un relato de vida en primera persona. Todo un hallazgo.

Hace tiempo que no sonábamos tan laudatorios, pero es que hace tiempo que un cómic no nos sorprendía y emocionaba tanto como este IT. de Will McPhail. Sobresaliente.

miércoles, abril 20, 2022

La falla, de Carlos Spottorno y Guillermo Abril. La otra cara de la frontera

Cuando Carlos Spottorno y Guillermo Abril publicaron La grieta en 2016, los halagos fueron unánimes por parte de la crítica y de sus muchos lectores. Ahí había algo diferente: un fotorreportaje periodístico, a medio camino entre el cómic y la fotonovela, que indagaba con profundidad crítica acerca del devenir geopolítico de la vieja Europa y sus fronteras (las visibles y las fácticas). Las grietas que, en forma de vallas, muros y fronteras, crean cicatrices entre Europa y los países que la rodean. 

Había cierta vocación visionaria en el cómic de Spottorno y Abril, y, desafortunadamente, a la luz de acontecimientos recientes como la invasión rusa en Ucrania, da la impresión de que sus reflexiones anticipatorias eran correctas. Cada vez que vemos un telediario o leemos la prensa, adivinamos en el presente los presagios de algunos párrafos del cómic: 

Llevamos un tiempo dándole vueltas a esta idea. Recorriendo la frontera exterior ―la gran grieta― hemos encontrado decenas de fisuras en el sueño europeo. Está la inmensa falla de los refugiados; las brechas del nacionalismo, el cierre de fronteras y la sombra de la salida del Reino Unido de la UE; el populismo y la islamofobia; la crisis que ha enfrentado al norte y el sur; la fractura de un bloque del este, que considera a Bruselas la nueva Moscú; los agujeros de Siria, Irak y Libia. Y está Rusia, una enorme hendidura... 


Nos llega ahora La falla, el segundo trabajo largo de Spottorno y Abril; aunque entre medias hemos tenido la ocasión de leer otros fotorreportajes suyos, como el que dedicaron en El País a los estragos que la ocupación del Ejército Islámico causó en las ruinas históricas de Palmira ("Palmira. El otro lado"). Quizás para aliviar el regusto amargo de su anterior cómic, y aunque sus títulos presenten semejanzas obvias, La falla puede leerse como un reverso de La grieta; una mirada esperanzada hacia los modelos de convivencia transfronterizos. Esta excepción que confirma la regla y que muestra el camino de “lo posible” esta representado por los límites invisibles de esa nación sin fronteras que es El Tirol. Un pueblo que sobrevivió al desmembramiento del imperio Austrohúngaro desgajando su territorio entre dos países (Austria e Italia) con tres lenguas diferentes (alemán, italiano y ladino) y un común denominador: la omnipresente majestuosidad de los Alpes. 


Sucede que aquello que podría actuar como un muro (la presencia de cadenas montañosas y valles insondables) ha ejercido entre los pueblos del Tirol el efecto contrario: un espíritu de comunidad y convivencia que desafía las barreras nacionales e idiomáticas; un sentimiento de destino compartido que vive tiempos felices gracias al auge del turismo y la bonanza económica. Pero no todo es bonhomía y positivismo en La falla. Spottorno y Abril nos obligan a estar alerta, a observar las fallas en el sistema y a constatar que no hay estructura sociopolítica que no esconda grietas. Estos tonos grises enriquecen la lectura de un cómic que, sin embargo, resulta más plano y urgente que su trabajo anterior. No se trata únicamente de que el factor sorpresa se haya diluido, aunque siga siendo un cómic notable e inteligente, La falla carece de la profundidad de análisis y de los múltiples subtextos que presentaba su antecesor. En parte, lógicamente, por su mayor brevedad. 

No obstante, nos negamos a pensar que la tragedia cuente mejores historias. Estamos ante dos trabajos independientes, pero perfectamente complementarios. La grieta y La falla conforman un díptico que encierra algunas de las reflexiones más certeras y brillantes sobre la actualidad sociopolítica que se han hecho nunca en forma de cómic. Periodismo del bueno.

miércoles, marzo 23, 2022

Un Tatsumi de colección

Parece ser que en España hay coleccionistas de originales que tienen en su poder planchas y planchas de Harold Foster e incluso de Winsor McCay. Llevamos ya muchos años en esto del coleccionismo de cómics originales y, por eso, somos bien conscientes de nuestras limitaciones. Para el pequeño coleccionista, aquel sin muchos posibles ni un patrimonio familiar del que rascar, hay muchos autores y piezas aparentemente inaccesibles, y no nos referimos ya a los llamados "griales" (planchas únicas de referencia o con cierta trascendencia histórica), sino a originales de dibujantes específicos cuyas obras cotizan a muchos miles de euros. Nos gustaría hacernos con un Ware o un Clowes, claro, y aún más con un McCay, un Foster o Raymond, pero, a riesgo de hipotecar una pecunia de la que carecemos, los coleccionistas de pequeña monta tenemos que conformarnos con gastar muy ocasionalmente algunos cientos de euros aquí y allá, a la espera de un golpe afortunado, una "oportunidad de mercado" o alguna cacería de "piezas menores", movidos por el afecto, la admiración lectora o la idolatría personal.

Hay dibujantes a quienes ni el pequeño ni el gran coleccionista tienen acceso, bien porque sus dibujos raramente se ponen a la venta o porque pertenecen a mercados cuyas barreras idiomáticas o mercantiles dificultan transacciones fluidas. Algo de ello pasa, por ejemplo, con  los nombres míticos del manga. No se trata ya de que nosotros no tengamos acceso a originales de Tezuka, Tsuge o Mizuki, sino de la circunstancia de que nunca hemos visto sus obras en el mercado, ni en webs ni en casas de subastas. Por eso, nos sorprendió mucho descubrir hace unos días a un usuario de Ebay (un tal sahkha) que había puesto a la venta varias decenas de páginas originales de uno de esos maestros del manga de los que venimos hablando: el gran Yoshihiro Tatsumi.

Tatsumi pasa por ser el padre del manga gekiga (cómic japonés para adultos caracterizado por su contenido dramático y, en algunos casos, autobiográfico). Él mismo se encargó de contarnos su historia y la del gekiga en ese cómic monumental que es Una vida errante (publicado por Astiberri en nuestro país en dos volúmenes). A autores pioneros como Tatsumi está dedicado también Los locos del gekiga, el cómic de Masahiko Matsumoto que recientemente ha publicado Satori Ediciones.


Los originales de Tatsumi disponibles (nos parece que aún queda alguna de las páginas inicialmente en venta) no eran grandes piezas. Se trataba de obras de juventud, cómics en los que se podía adivinar la bisoñez de un autor llamado a grandes cosas, pero todavía en busca de un estilo y con un trazo inmaduro. Su valor principal reside en que estas páginas de Tatsumi son el testimonio palpable de un avance histórico dentro del cómic japonés, el nacimiento de un género. Nos parece interesante reproducir aquí la descripción que hace el tal sahkha de sus páginas en venta:

This one of a kind piece was originally published in 1962 from Tokyo Top Sha.The Title of this story is オリにかえれ (Go Back to the Cage), written in May, 1962, then had been published as a newly drawn story collection for book-lending shops which was popular in Japan from the late 1950s to early 1960s. At that time, these original drawings were outright purchase by the publisher. Many of the originals were cut and sent to the readers as a direct sales service. I purchased these pages about 30 years ago from the collector who had directly purchased them from the publisher. This is one page of the total 138 pages story. Not a complete set, so I decided to sell them individually.

De entre los muchos originales disponibles, nos decidimos por el que les mostramos aquí abajo. Es una página de situación en la que no aparecen personajes principales ni se muestra al protagonista de la historia. ¿Cómo explicamos esta elección aparentemente "descolorida"? En primer lugar, debido a la bisoñez del joven Tatsumi en el diseño de personajes, nos interesaba poco la presencia de personajes. Tampoco creemos que ese sea el punto fuerte del Tatsumi adulto. Lo que más nos gusta de este maestro del manga es su capacidad para mostrar gráficamente la desolación del ser humano y su bajada a los infiernos, su alienación y su incapacidad para enfrentarse a los nuevos tiempos. Por eso nos inclinamos por esta escena de multitudes en una estación de metro, una localización en la que la individualidad humana parece reducirse a la insignificancia entre la multitud. Un motivo muy tatsumiano, si se nos permite la expresión.