miércoles, diciembre 29, 2010

2010: tendencias y recorridos (II)

Hace no mucho comentábamos como en nuestro país cada vez sorprenden menos esos grados de especialización comicográfica que antes sólo eran propios de latitudes lejanas y orientales. Puede tener que ver con la oferta editorial creciente que señalábamos en nuestro último post y puede tener relación también con la existencia de un lector maduro y exigente, demandante de bocados fuera de lo ordinario.
Sea como fuere, el hecho es que este último curso hemos creído detectar una serie de tendencias editoriales, que bien podrían servirnos para esbozar un cuadro rápido de algunos de los movimientos comicográficos del 2010. No se trata únicamente de la aparición de nuevos géneros o formatos, sino, nos parece, de movimientos de amplio recorrido.
En varios blogs leíamos, hace bien poco, lamentos acerca de la falta de oferta viñetera para los más pequeños: era como si hubieramos pasado de una época de cómics infantiles a un periodo el que se ha olvidado que los niños también son clientes potenciales. En el 2009, editoriales como Bang! descubrieron el nicho y se pusieron manos a la obra con buenos dividendos. En este 2010 su producción no ha dejado de crecer (señal de que el Mamut de Ed y Luchini está bien alimentado); las pruebas: Ratoon, de Jano; Miga, de Alex Fuentes y Santi Navarro; Rafa y Zoe en el parque, de Cristian Turdera y Sergio Kern; Batu, de Tute; Dino y Pablo. Juegos prehistóricos, de Loïc Dauvillier y Baptiste Amsallem, etc. Pero es que, además, otras editoriales, como La Galera, han recogido el testigo y se han sumado a la fiesta de los niños con el Penny: de mentira, de Geoffrey Hayes y Teresa de Frambuesa y las cuatro estaciones, de Agnès Rosenstiehl.
Si cualquier tema es susceptible de "reescribirse" en clave de cómic o, lo que es lo mismo, si el cómic ha llegado a un grado de madurez tal que es susceptible de explorar cualquier línea temática, no debe sorprendernos que el género biográfico haya encontrado su hueco dentro de las estanterías comiqueras. Ahora sí, hablando de especializaciones, este año ha sorprendido por la enorme cantidad de cómics que se han basado en biopics musicales; ni poniéndose de acuerdo, oigan: The Beatles. Su historia, de varios autores (Rossell); Bob Dylan, de varios autores (Norma Editorial); Carlos Gardel, de Muñoz y Sampayo (Libros del Zorro Rojo); Jirafas en mi pelo: Una vida de Rock’n Roll, de Carol Swain y Bruce Paley (La Cúpula); que hasta el fantástico Rebétiko (La mala hierba), de David Prudhomme (Sins Entido), podríamos meter aquí, con su lírica y preciosista recreación historicista de los músicos griegos de arrabal.
Se nota que el público pide más, que la demanda (si no en cantidad, si en variedad) desborda incluso la oferta. Algunas editoriales lo han visto claro y se han lanzado sin medias tintas al fantástico negocio de la amortización de derechos, dos han sido las vías: los integrales y las reediciones. Entre los primeros, destaca ese bonito cofre con dos volúmenes del Adolf, de Tezuka (Planeta DeAgostini); el descatalogado Raspa kids, de Álex Fito (Glénat); el Frank Cappa Integral, de Manfred Sommer (Glénat); el Jazz Maynard, de Raule y Roger Ibáñez (Diábolo); el Fin de siglo, de Pierre Christin y Enki Bilal (Norma) o el Gustavo Integral, de Max (LaCúpula). Este último ilustra además un fenómeno curioso, hermanado con la mencionada reedición: la recuperación de series, personajes e historias cortas publicadas en las revistas de los años 80 (Cairo, Zona, Totem, El Víbora...) y su solemne republicación como clásicos del cómic; así, hemos visto de vuelta los trabajos de algunos genios del underground, como Shelton y su Wonder Wart-hog, Las mejores historias de Wonder Wart-hog (1978-1999) (La Cúpula); Spain Rodríguez, Nightmare Alle (Drakul) o la labor de La Cúpula con las obras completas de Crumb, claro. En este mismo sentido se puede interpretar la reaparición de autores como Beroy, Onírica (Glénat), o Rubén del Rincón, Para el rastro (Dibbuks). Nos gusta la excelente salud comercial de Jeff Smith y su Bone, reeditado en formato de bolsillo por Astiberri; así como la reaparición dignísima de obras que en su día pasaron desapercibidas, como el fantástico Hicksville, de Dylan Horrocks (Astiberri) o los verdaderamente superheroicos Marvel Gold. Estela Plateada, de Stan Lee, John Buscema y Jack Kirby (Panini) y Daredevil: Born Again, de Frank Miller y David Mazzucchelli (Panini).
Ahora, la realidad de que el cómic ha entrado en las tierras del prestigio, se constata gracias a un "palabro" sagrado: expectación. Tenemos la sensación de que nunca antes se había hablado tanto de tantos tebeos con fecha de edición en horizontes lejanos. Me darán la razón si les digo que, este año, se han publicado cómics de los que ya se había dicho casi todo antes de la mismísima edición: tebeos malditos, clásicos esperados envueltos en misterios editoriales; tebeos que el lector ha esperado como agua de mayo, mientras se alimentaba de anuncios, adelantos editoriales y páginas premier "liberadas" por la editorial. Veamos algunos de esos tebeos que han suscitado expectaciones enconadas.
Uno de ellos fue, sin duda, el Cerebus. Alta sociedad, de Dave Sim (Ponent Mon), una de las joyas escondidas del cómic indy, decían; un tebeo con cierto halo de malditismo que sirvió como guía y modelo a los jóvenes autores estadounidenses en el arduo camino de la autopublicación. Un tebeo que nunca se había publicado en España y que resultaba económicamente poco accesible en sus carísimas ediciones de importación.
Con anhelos indisimulados se espera cada edición traducida de los grandes genios norteamericanos contemporáneos, Crumb, Ware, Burns... y Daniel Clowes. Su Wilson (La Cúpula) ha aparecido casi a finales de año, pero no ha habido blog de postín que no le haya dedicado letras variadas y loas generosas.
Entre los nuestros, había muchas ganas, se notaba, de enganchar un nuevo Blacksad. La serie de Diáz Canales y Guarnido es una de las referencias comiqueras españolas más reconocida fuera de nuestras fronteras y una de las más admiradas dentro de ellas. Este año, por fin, vimos surgir a Blacksad en El infierno, el silencio (Norma).
No es menor la estela de triunfos y ventas que arrastra desde hace unos años el señor Paco Roca. En invierno se ha publicado su El invierno del dibujante (Astiberri) y la recepción entre la crítica ha sido unánimemente fervorosa: un metacómic histórico alrededor de la Escuela Bruguera y algunos de los grandes nombres del tebeo español, los mimbres de un éxito cantado, verán.
Y, como la expectación se suele alimentar de ese plato frío que es la polémica, no podemos cerrar este adelanto de obras muy esperadas sino con el Asterios Polyp de David Mazzucchelli (Sins Entido): odiado y admirado por igual, encumbrado a la gloria de los premios y desterrado al purgatorio de las obras fallidas por unos y otros, la aparición de Asterios ha sido un acontecimiento; y no sólo aquí.
En las siguientes entrega seguimos enumerando tebeos y les soltamos nuestra lista de "the very best".
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2010: Crisis, what crisis? (I)
2010: cómics, cómics, cómics, más cómics por favor (III)
2010: los mejores (y IV)

6 comentarios :

Miguel dijo...

Muy interesante análisis del tema. Espero tu comentario sobre Asterios; que conste que a mi me ha gustado pero algunas cosillas chirrían. Respecto a tu adorado Crumb, me hice con el 13 de sus obras completas referido al blues y es una maravilla. Me gusta mucho cuando se centra en un tema que le emociona como el blues, sin esa necesidad de tener que ser transgresor, que a veces puede ser una carga. En fin, feliz año.

Little Nemo's Kat dijo...

Feliz año, don Miguel. Caerá lo del Asterios, caerá. ¿Te hiciste finalmente con lo último de Ware? No lo dejes pasar, aunque te eche para atrás el inglés, es magistral. Crumb es un disfrute garantizado, yo no podría discriminar que es lo que más me gusta de su obra, la verdad; Crumb es el cómic ;)

Miguel dijo...

Si, me hice con el Ware pero estoy a la espera de que llegue. Tambien he pedido dos de Sempe que para mi es una debilidad absoluta y solo tengo un recopilatorio que editó el Jueves. Feliz año de nuevo.

Little Nemo's Kat dijo...

Buen regalo de Reyes vas a tener entonces. Lo vas a disfrutar. Feliz año y gracias por las visitas, don Miguel.

Miguel dijo...

Efectivamente lint es soberbio, aunque descorazonador respecto al ser humano. Esta vez Ware engancha, trasmite y se acerca a las visceras de lo que significa vivir. Y en el dibujo demuestra la absoluta capacidad del comic para expresar emociones, etapas vitales, sucesos trágicos. Como cambia la definición del dibujo, desde el esquematismo absoluto al realismo; en fin, a su lado Asterios es una tesis, un quiero y no puedo, y esto es mucho decir. Me ha dejado un poso amargo que hace mucho que ninguna lectura lograba. Gracias por insistir en tu recomendación. Un abrazo

Little Nemo's Kat dijo...

Es un auténtico fenómeno, ¿hasta dónde puede llegar? Me temo que eso no lo sabe ni él. Este "Lint", como bien dices, es un cómic que deja poso y genera zozobra emocional. En la comparación, casi todos pierden, incluido el nuevo Mazzucchelli, desde luego.

Me alegro de que te haya gustado, de veras. Un abrazo, don Miguel.