Vamos a asomar la cabeza en ese debate que se ha abierto en la blogosfera. Llevamos tiempo leyendo posts y metaposts que cuestionan la utilidad, la necesidad y el futuro y de las bitácoras sobre cómics. Posts que señalan el papel de los blogs en el nuevo papel que a su vez el cómic empieza a ocupar en panorama de las artes del S. XXI: investigación, difusión, información, exposición o divagación. La bitácora en lugar de la revista de análisis, en vez de la publicación de investigación científica, ocupando el lugar del tablón de anuncios, como hoja de confesión autorial...
En estos momentos hay ya tantos blogs y blogueros hablando de cómics, que probablemente haya espacio en la blogosfera para todas las expectativas y casillas mencionadas. Nos parece perfecto, porque en realidad lo único que le exigimos a un blog que se autodenomine comiquero es que hable de viñetas. Servida la variedad, seremos los demás quienes elegiremos el restaurante de acuerdo a nuestras apetencias. A nosotros, por ejemplo, hay días que nos apetece pasar un buen rato gastronómico y optamos por cocina imaginativa a base de humor, especias picantes y crítica satírica, otros nos inclinamos por una dieta completa a base de información y reseñas, cuando no por ese plato deconstruido que te destaca la virtud de sabores en los que apenas habías reparado. Menús para todos los gustos. Aunque, por supuesto, sobre todo nos encanta ver a los cocineros en acción, hablando de su técnica y desvelando sus secretos pictórico-gastronómicos.
Por lo que respecta a esta fonda, casi siempre lo hemos tenido bastante claro: comida casera de cocción lenta, sin grandes pretensiones, ni concesiones a la galería. Un menú barato pero, esperamos, personal. En definitiva, una excusa para poder ir todos los día al mercado a mirar y comprar páginas frescas; a pie de lonja comiquera y con el boli en la mano.
Desde la cocina, les damos las gracias a todos ustedes, los comensales que alguna vez se han sentado en nuestra mesa. Y perdonen la intrascendencia.