lunes, octubre 10, 2011
La mentira de Ware.
lunes, octubre 03, 2011
Cómics en la radio, cómics en la biblio.
lunes, septiembre 26, 2011
La popaganda de Ron English (y alguna novedad editorial).
Surfeando por la red, que dicen los modernos, regresamos a la casa de un viejo conocido. Les referimos a Ron English con motivo de aquella gran cinta grafitera que es Exit Through the Gift Door, de un tal Banksy. Hacía mucho también que no retomábamos el tema del arte urbano y sus derivados.
En realidad, Ron English no merece presentaciones dentro del colectivo de artistas urbanos, dentro de ese grupo selecto de creadores al margen del sistema que tan bien (y poco disimuladamente) ha sabido asimilar ese mismo sistema. No es nuevo: si el producto es resultón, el mercado fagocita hasta a los virus que lo atacan. Decíamos, Ron English, como el propio (o los propios) Banksy, Mr. Brainwash, Shepherd Fairey, etc. son ya toda una élite del arte contemporáneo. El surrealismo-pop, el collage icónico y el apropiacionismo serial no tienen secretos para el nuevo arte urbano: la mezcla del objeto de consumo y la alta cultura (una puesta de largo del arte pop de toda la vida) es una constante en la obra de, por ejemplo, Ron English. Mucho icono comiquero de por medio.
Algunos de sus últimos trabajos tienen bastante gracia: su "Homohulk" nos ha hecho sonreír, no se lo negamos; el Mickey Mouse (vía Maus, que ya es icono de la casa, también resulta resultón y saleroso (con ese aire de pesadilla disneyana) tanto en su versión bidimensional como en sus apariciones. Divertida e inquietante es también su ingeniosa manipulación del smiley, con trasfondo calavérico (un nuevo motivo recurrente en la obra del artista); tanto en su versión Charlie Brown, como en las que sólo manejan la referencia del sonriente logo amarillo.
Otros trabajos nos parecen más banales y efectistas, como sus habituales patchworks a base de viñetas y recortes comiqueros con los que estampa a G. Washington o a un Ronald McDonald alopécico. Nos quieren recordar lejanamente a la obra de aquel verdadero agitador del arte que fue Basquiat (otro creador que encontró en el cómic una fuente habitual de inspiración), pero se quedan en un jugueteo de diseño manufacturado, nos parece a nosotros. Échenle un vistazo a su página Popaganda, una visita amena y chispeante.
Precisamente porque hacía mucho que no hablábamos de grafiteros y arte urbano en el blog, no queremos acabar esta entrada sin mencionar un libro recién publicado, que tiene un aire estupendo: Los nombres esenciales del arte urbano y del graffiti español, del crítico y periodista Mario Suarez. Un recorrido por la producción nacional reciente de artistas callejeros y pintadores de muros: mucha obra de arte digna de verse y recuperarse, cuya exposición fue en muchos casos, ya se encargaron de ello los ayuntamientos, más que efímera. Además, entre mucho nombre ilustre, sale nuestro amigo Pejac. Pinta muy bien.
lunes, septiembre 19, 2011
Rayco Pulido y el arte.
1. Utiliza poco texto.
2. No seas explicativo (el lector debe sentirse inteligente).
3. Sé poético (revisar San Juan de la Cruz).
4. Se irónico, no humorístico.
5. Se vago, impreciso (rico en interpretaciones).
6. Evita coloquialismos, esto es primera división.
7. Contén la línea, no varíes demasiado el registro.
8. Evita ser moralizante, ahórrate los juicios.
9. No seas narcisista, no trates con compasión indulgente a quienes no saben apreciar tu "brillantez", pues no existe.
10. Deja el final abierto.
Como, nos tememos, estamos hablando ya más de la cuenta, les remitimos a que constaten lo dicho ustedes mismos revisando y deteniéndose en los detalles de este trabajo, prácticamente inédito:
Gracias mil a Rayco, por su amabilidad y por su interesante ensayo en viñetas.
lunes, septiembre 12, 2011
Mister Wonderful, de Daniel Clowes. Fenómenos parasociales.
Continúa creciendo la galería de alienados sociales de don Daniel Clowes, en este caso gracias a Mister Wonderful último cómic publicado. Leímos parte de la obra en su edición digital para el New York Times Magazine; pero, como se avisa en la información editorial, aquello sólo era el anticipo del material que ahora vemos compilado en formato de novela gráfica: un tomo apaisado de pastas duras, algo más largo que la edición de Ice Haven, pero tan cuidado como aquella. Suponemos que su publicación inminente entrará dentro de los planes editoriales de Random House Mondadori España.
Clowes es un maestro de su fórmula: su creación de personajes y perfiles psicológicos complejos sitúa su obra entre lo más brillante del arte contemporáneo (vean que no hemos dicho únicamente “cómic”). Personalmente, a nosotros nos funcionan mejor sus relatos menos manieristas, su obra menos formalista; la fuerza de su relato es tal que, nos parece, no requiere de un exceso de adornos experimentales o retóricas digresivas. Pero no nos malinterpreten, sin llegar a los extremos de Wilson o Ice Haven, Mister Wonderful está lleno de búsquedas e indagaciones narrativas: como esas pequeñas secuencias incisas que, mediante un cambio estilístico (hacia un esquematismo infantil), introducen en el relato principal los deseos o las suposiciones anticipatorias del protagonista; como los escasos e inteligentes flashbacks que se integran naturalmente en el relato con una intención completiva no exenta de carga paródica (abunda el tono cínico en este cómic, ya desde su mismo título); o, finalmente, como esas dudas internas del personaje que Clowes convierte en una lucha entre la voz narrativa homodiegética de las didascalias y la conciencia de Marshall transmutada en personaje y representada (a modo de Pepito Grillo) por medio de un incordioso enanito cargado de malos consejos.
Mister Wonderful podría ser un capítulo más de aquella excepcional Caricatura, Marshall podría ser el tío raro de David, el personaje de David Boring, o incluso el padre separado de cualquiera de las niñas de Ghost World. Es hijo de Clowes y la suya es una historia que entra como un guante de seda forjado en papel y tinta dentro de la narrativa más tradicional del norteamericano. Otro trabajo que sirve para aumentar la leyenda bibliográfica de un narrador único con un estilo visual que ya se siente icónico.lunes, septiembre 05, 2011
Cuadernos Gran Jefe, de Truchafrita. Slice colombiano, cómic en Colombia.
Ahora que se acaba el verano, qué lejos y utópicos resuenan los planes que nos propusimos en el mes de julio; como siempre sucede, por otro lado. Y mira que esta vez empezamos el verano conciezudos, con las buenas sensaciones de aquel congreso y el regalito que teníamos a vuelta de correo esperándonos en casa.
Pero no son los Cuaderno Gran Jefe crónicas políticas, ni siquiera históricas, no nos malinterpreten. Son "slice of life colombiano" en estado puro. En aquellos primeros ejemplares fanzineros (minicómics en blanco y negro, autoeditados con pulcritud), hablaba Álvaro de su permanente relación de amor con la música, de la llegada del televisor a su niñez, de su padre... Al hacernos partícipes de sus pequeñas anécdotas y reflexiones cotidianas, de sus confidencias, en definitiva, nos parece estar escuchando a un amigo que nos habla desde lejos, desde otro continente, con el que compartimos gustos y puntos de vista (la afinidad cronológica predispone a otro tipo de afinidades, suponemos), con el que resulta fácil charlar de la vida, en definitiva.
En fin, ya lo decíamos al principio, se nos planteaba el verano ambicioso y abarcador, pero como siempre nos ha faltado energía para tanto plan. Menos mal que al menos hemos disfrutado de buenas lecturas; entre otros, gracias a Truchafrita y sus muy recomendables Cuadernos Gran Jefe.
jueves, agosto 25, 2011
The Accidental Salad, de Joe Decie. Una vuelta de tuerca sarcástica.
Cuando un inglés señala que algo es “hilarious” (que es la monda), normalmente se refiere, en realidad, a una cualidad del humor más cercana al sarcasmo inteligente y a la agudeza ingeniosa que a la carcajada. Formas de ver la vida y de mirar al mundo, sin duda.
Haraganeando: Todo el mundo sabe que paso demasiado tiempo enredando delante del ordenador, con la mente en blanco, la mirada perdida, dejándome llevar por su brillo. / Por eso, me prescribieron una temporadita en el campo, sin ordenador ni televisión. / Me pasé toda la semana mirando al fuego delante de la chimenea, enredando, con la mente en blanco, la mirada perdida, dejándome llevar por su brillo.
Una apuesta editorial ganadora la de Chalk Marks, sin duda. lunes, agosto 22, 2011
fish + chocolate, de Kate Brown. Torturada maternidad.
A punto de regresar, por enésima vez en este curso, de un periplo por las Islas Británicas. Mucho English Breakfast, tragos de Cask Ales y paseos por arquitecturas normandas. Algunos cómics, también. Los mejores los encontramos en Page 45, la estupenda tienda que descubrimos en Nottingham con centenares de cómics independientes y joyas editoriales varias. Por exigencias de guión (aerolínea lowcost mediante), hemos tenido que limitar nuestro acopio comiquero a la mínima expresión, pero aún y así nos hemos traído alguna viñeta merecedora de atención.Nos ha sorprendido, por ejemplo, fish + chocolate, de Kate Brown, por su simbolismo trágico y por esa explicitud que ya se avisa en la portada. Detrás de un apartado gráfico a medio camino entre un estilo manga estilizado (big eyes al frente) y el realismo manierista y manufacturado de la línea Vertigo, fish + chocolate esconde un espíritu experimental y grandes dosis de simbolismo.
Se trata de una colección de tres historias cortas (The Piper Man, The Cherry Tree y Matryoshka) conectadas entre sí por el concepto de la maternidad. Desconocemos el trasfondo biográfico que pueda haber llevado a Kate Brown a acercarse a las relaciones madre-hijo con tales dosis de crudeza y desgarro, pero no hay duda de que fish + chocolate es un trabajo que encierra una sensibilidad profundamente femenina en sus páginas: subjetividad y evocación simbólica. Sangre, desnudez, desafecto, abandono, dolor..., son elementos y sentimientos que se plasman en las páginas del cómic tejiendo un manto de incertidumbres y desasosiego, bastante críptico por momentos.
Detrás de la apariencia comercial de sus imágenes (y sus truculencias argumentales), fish + chocolate esconde, no obstante, fórmulas narrativas poco habituales: predominan en sus composiciones de página, las que Scott McCloud denominaba transiciones de viñeta aspecto a aspecto (esas en las que la narración se detiene para crear efectos contemplativos a través de la exposición sucesiva de objetos, el uso de planos cerrados o las acumulación de viñetas de detalle). Debido a ello, el cómic de Kate Brown avanza a paso lento, y crea atmósferas densas y desasosegantes, cuando no truculentas; unos efectos lastrados, en ocasiones, por el exceso de adornos y algunas elecciones caprichosas en los formatos de viñeta.
Una curiosidad, este fish + chocolate, con algunos momentos verdaderamente excelentes, como los que protagoniza esa madre desesperada hasta la paranoia de Matryoshka. ¿Lo veremos por aquí? Nos informaremos en su blog.
lunes, agosto 15, 2011
La rabia y unos superhéroes vandalizados.
Today, the Bulgarian Minister of Culture condemned the act as “vandalism,” concluding that “We (Bulgarians) are the only ones led by some kind of destructive force when it comes to monuments of socialism.” Maybe, maybe not. Czech artist prankster-extraordinaire David Černý had pulled a similar stunt years ago when he painted a Soviet tank pink.
lunes, agosto 08, 2011
Sin título (2008-2011), de Rayco Pulido. Elaboración y factura (postmoderna) de un thriller (experimental).
Es complicado hacer la crítica de una obra que la contiene, la crítica, en sí misma. Cuando se revisa el fenómeno postmoderno (vamos contando con la perspectiva histórica para hacerlo), una parte de la crítica habla de su falta de originalidad, de su continuidad manierista de lo Moderno; para otros, la Postmodernidad es un movimiento en sí mismo, una ruptura respecto a lo anterior, que cuenta con unas marcas definitorias propias. Ambas tendencias, confluyen, no obstante, en reconocerle una serie de características propias a la obra postmoderna: su revisión irónica del corpus precedente, su autorreflexividad crítica, los procesos de autorreferencia, la interdiscursividad, etc.Si esto es así, Sin título (2008-2011), la primera obra del canario Rayco Pulido, es una obra postmoderna con todas las de la ley, desde su portada o el mismo título (que en realidad no es su título). Estamos, en todo caso, ante un trabajo profundamente reflexivo y muy experimental, una lectura que exige un esfuerzo del lector, aunque, como veremos, en este caso sus propias páginas desvelan todas y cada una de las claves de la lectura. Un cómic sorprendente y muy meritorio, con sus imperfecciones y sus muchos hallazgos, que se esfuerza por expandir el lenguaje del medio en el que se desarrolla.
En realidad, Sin título es el cómic de cómo se gesta y se lleva a cabo otro cómic, Pie de trinchera, enmarcado en las páginas de aquel, como metarrelato (otro nuevo rasgo típico de la narración postmoderna). Hemos visto un recurso parecidos con anterioridad en obras como Hicksville o El artefacto perverso. La historia de Pie de trinchera es sobre todo la historia del desencuentro de dos de sus protagonistas principales: Abel y Helena; pero es también el escenario de otras muchas historias que se ramifican a partir de ella y que consiguen crear una atmósfera de serie negra costumbrista con un alto grado de denuncia social. Como anuncia desde las páginas de Sin título el crítico literario que somete Pie de trinchera a crítica, Rayco Pulido aborda “un montón de temas delicados: corrupción policial (…), adulterio, xenofobia, violencia doméstica”. En este sentido, Pie de trinchera podría leerse, aparte de como un thriller comicográfico breve, como un relato simbólico de la decadencia contemporánea, de la suciedad que los países occidentales (España en este caso) esconden bajo sus opulentas alfombras. Quizás por eso casi todos sus personajes resultan tan antipáticos e imperfectos, como personas.
Le encontramos defectos a Pie de trinchera, como casi a cualquier narración: cierta premura en el desenlace de algunas escenas, ambigüedades o elipsis narrativas un tanto crípticas, incluso, dándole la razón al plomizo crítico de Sin título, no nos llega a convencer del todo la resolución casual del conflicto. Lo asombroso de este ejercicio crítico es que ni siquiera es nuestro del todo, nos lo da la misma narración marco en la que se integra Pie de trinchera como metarrelato. Nos explicamos.
Resulta que Sin título (2008-2011) no es un cómic propiamente dicho, es una fotonovela, un fragmento de realidad protagonizado por el mismo Rayco Pulido (en el papel de el “dibujante”), Manuel Henríquez (interpretando al intransigente “analista”) y Inés Álvarez (como Ángela). En las dos primeras páginas del cómic, aparece toda la galería de protagonistas de Pie de trinchera (Abel, Helena, Lázaro, Don Cándido, etc.), entre ellas se insertan las fotos reales de Rayco, Manuel e Inés (en la última página, aparece otro casting: el de los hombres y mujeres subsaharianas muertas en pateras al intentar cruzar el estrecho; en este caso sólo la fecha de su muerte al pie del dibujo les identifica). Es toda una declaración de principios: la obra desvela su andamiaje ficcional desde la primera página, lo hace a tumba abierta, sin medias tintas o falsos giros narrativos. De ahí la elección del formato de la telenovela, para crear el primer marco de la narración: el de un dibujante que le presenta su obra (Pie de trinchera) a un crítico, por intercesión de su pareja, amiga de éste.
En un primer momento, sorprende la intercalación de páginas dibujadas con la secuenciación fotográfica telenovelada (aunque de una forma diferente, viéramos una técnica similar en esa obra maestra que es El fotógrafo). Hubiera parecido más lógica y menos agresiva la elección de un simple cambio estilístico (como hacía Horrocks en Hicksville o Del Barrio en El artefacto perverso) como vehículo para diferenciar niveles narrativos. Sin embargo, a medida avanza la lectura, uno tiene la impresión de que la elección de Rayco Pulido es todo un hallazgo narrativo (aunque por su naturaleza experimental, no debería ser un ejercicio perpetuado como marca de estilo del artista). La fotonovela funciona a la perfección a la hora de distinguir ese plano de la realidad (que, no nos equivoquemos, también es pura ficción -no hay más que ver que los protagonistas están representando roles, aunque el dibujante sea un claro alterego del mismo Rayco) del otro plano del relato narrado (en el que, no obstante, el personaje principal y su pareja también nos recuerdan al “dibujante” y a “su pareja” Ángela). Además, desde estas páginas venimos defendiendo desde hace mucho que el “cómic” es un medio, sí, pero también un lenguaje artístico con unas herramientas narrativas propias, que comparte en gran número con la fotonovela. No es un hecho baladí en este caso.
A lo largo de la narración marco, el dibujante le muestra sus páginas semiacabadas de Pie de trinchera al crítico y éste las somete a una disección despiadada, revelando sus defectos y llamando la atención sobre su aparente inconsistencia. Señala en un momento dado a propósito de una escena conflictiva:
Entonces debería buscar mecanismos diferentes, no sé... realidad fragmentada o algo así... más experimental, de ese modo los críticos serán más indulgentes je, je. Porque tratar de ser “real” usando las herramientas de ficción más académicas suele dar como resultado un tostón... realidad=aburrimiento... y para ser tu primer trabajo quizás sea demasiada pretensión...
Obviamente, el crítico, el personaje de ficción, no conoce el proceso posterior de reelaboración discursiva que sufrirá ese relato que está analizando, ni sospecha que el terminará formando parte de él (en este sentido, es divertida y muy irónica la posible insinuación de la obra como ejercicio de venganza hacia la crítica en general o hacia un crítico concreto en particular -un nuevo guiño/juego narrativo, no obstante). Como lectores, observamos muchas de estas críticas como excesivas y, en muchos casos, si estamos acostumbrados al lenguaje de las viñetas (el crítico reconoce pertenecer al mundo del cine), entendemos que sus consejos no harían sino empobrecer la narración y nos posicionamos claramente junto al personaje que respira detrás de la fotografía de Rayco Pulido. En otros caso, reconocemos las palabras del crítico como una guía útil para seguir la lectura y tenemos que estar de acuerdo con sus ataques despiadados. Ahí se encierra uno de los grandes hallazgos de este cómic: aunque en ocasiones no sabemos a ciencia cierta si las páginas que estamos leyendo (las de Pie de trinchera) son las mismas que sojuzga el crítico o son la versión corregida posterior a sus palabras, lo cierto es que el lector nunca llega a percibir enteramente los defectos del relato (sus ambigüedades o sus posibles arritmias), ya que la reflexión crítica (previa o posterior) que hacen el dibujante y el crítico sobre las mismas, encierra en sí misma la solución de lectura y la “fe de erratas” que aquellas pudieran contener. Cuando la propia narración habla de sus errores internos, estos resultan subsanados, gracias un ejercicio de honestidad autorial y humildad creativa (pese a las enormes dosis de ambición que esconde en su trastienda).
Entre tanto aliciente, no se nos escapan algunos detalles que, como lectores críticos, nos rechinan un tanto. En algunos casos, tenemos la sensación de que un acabado más “limpio” de algunos dibujos, hubiera funcionado de un modo más efectivo en la transición entre los dos niveles narrativos. Puede ser que cierto esquematismo facilite la sensación de contraste entre ambos, por lo que respecta a la faceta gráfica; sin embargo, no nos acaban de convencer la factura abocetada de las onomatopeyas, ese aire exageradamente manual e irregular de la tipografía o las veladuras en el entintado de las tramas negras...
Son minucias, lo sabemos, dentro de una obra que plantea multitud de sorpresas narrativas y lecturas interesantes. Un trabajo que juega a experimentar con el lenguaje comicográfico desde dentro y que demuestra, como no muchas obras pueden hacer, las enormes posibilidades narrativas de un medio al que le queda aún mucho por explorar. Rayco lo sabe y estira las posibilidades de su lenguaje con unos resultados más que interesantes. Claro, como críticos, le tenemos que sacar punta hasta a lo bueno.