jueves, diciembre 28, 2023

La normalización postmoderna (1989-2021). El prólogo de Pons

Anticipándonos al final del partido, podemos presumir de que este año nos hemos portado tan tan bien que ese de Rey Oriente que es Álvaro Pons nos ha regalado un prólogo ilustrado para nuestro libro morado. Ya era un regalo que Kiko Sáez, editor de Marmotilla, se atreviera a publicarlo o que Violeta Sirera lo editara lustrosamente; pero, como no hay obra más redonda que aquella que abre y cierra bien, tenemos que agradecerles a Pons y a nuestro admirado Federico del Barrio que se prestaran a prologar y epilogar nuestra La normalización postmoderna (1989-2021).

Por eso, y porque nos apetece también cerrar este 2023 de forma redonda, les dejamos aquí el prólogo elogioso y erudito que Álvaro Pons le ha dedicado a nuestra obra:

 

Un objeto cultural cuántico

Hace unos años se reclamaba habitualmente en el ámbito del tebeo la “normalización”, entendida como un concepto amplio que superara la consideración peyorativa de la historieta como un objeto de poca relevancia cultural y nula importancia artística, relegado a la funcionalidad de entretenimiento infantil y juvenil que debía ser olvidado en la madurez. Es posible que la buena fe de los impulsores del término pensara en la acepción que establece su definición como la de un proceso de inclusión en la normalidad, sea lo que sea eso, pero lo cierto es que hay otra significación que habla de “poner en orden lo que no lo estaba”. Y, sin querer dejar de lado la necesaria superación de la mirada paternalista que se tenía hacia el tebeo, lo cierto es que, como objeto, el cómic es un fenómeno poliédrico y fascinante que elude su propia definición y parece precisar de cierto orden. Decía Thierry Groensteen que es un “objeto cultural no identificado”, un OCNI que nos recuerda a las investigaciones de Mulder y Scully y entronca el noveno arte con los misterios esotéricos en tanto es demostrable por inducción que elude su definición y se oculta al interés de los estudiosos y académicos. Sin embargo, es una aproximación que cualquier mente científica debería evitar: a aquellos que fuimos criados con la cálida voz de José María del Río doblando a Carl Sagan en Cosmos, cuando se emitió en TVE allá por los 80, se nos quedó grabado a fuego la necesidad de la prueba empírica y un espíritu de apertura humanista incompatible con la cerrazón esotérica. Por eso, quizás es más lógico pensar en el cómic siguiendo los postulados de la Mecánica Cuántica, como un objeto indefinido que se extiende por tiempo y espacio con cierta probabilidad de manifestarse cada vez de una forma según cómo nos aproximemos a él. Ni siquiera el amigo de Wigner, dueño del gato de Schrödinger, sabría decirnos con seguridad qué es una historieta mientras se encuentra cómodamente leyendo una en el sofá esperando la muerte o salvación por colapso de la función de onda. Si entendemos el cómic como una encarnación cuántica, es fácil comprender la multitud de discursos encontrados que se han dado a lo largo de los años alrededor del cómic: debates encendidos sobre la naturaleza del cómic que, en el fondo, solo estaban demostrando la multiplicidad de estados cuánticos que el noveno arte puede alcanzar simultáneamente, hasta el punto de que un lector puede estar leyendo uno de ellos mientras otra persona puede estar encontrando otra plasmación aparentemente contraria. 

La riqueza del cómic nace de esa naturaleza inaprensible, a la que Rubén Varillas se acercó con destreza en La arquitectura de las viñetas, aprovechando la semiótica como herramienta de deconstrucción de la forma en constante mutación del cómic, buscando una estructura básica que, a modo de ADN, permitiera encontrar una formulación de la combinatoria de la historieta que pudiera argumentar la normalización más allá de toda duda. 

Es posible que, en ese proceso que se inicia en el cómic, Varillas tuviera la primera revelación que lanzara conexiones entre la naturaleza cuántica del cómic y la de otro objeto que se resistía con uñas y garras a la codificación académica: la postmodernidad. Analizada prolija y profundamente desde todas las ramas del conocimiento, la postmodernidad ha intentado ser definida, catalogada e incluida en todo tipo de taxonomías de la cultura y el arte. Lo que en principio se definía por la clásica argumentación de contraposición al periodo anterior, la modernidad, pronto evidenció la endeblez del razonamiento: la postmodernidad se presentaba como un ente en continua mutación, como esa estructura cristalina inestable del Incal o como una de las manifestaciones amorfas de las dimensiones místicas que dibujaba Steve Ditko, tan próximas a la espuma cuántica que concibió John Wheeler. Y no solo eso, sino que, como The Blob, comenzaba a expandirse para invadir de forma silente todos los ámbitos posibles. La postmodernidad dejaba el círculo artístico para entrar en lo sociológico, empapando por ósmosis el discurso entre individualidad y colectividad para, a su vez, saltar a la propia esencia de la historiografía para tambalearla. Y, antes de que se dieran cuenta, la masa informe comenzó a descomponerse, emitiendo rayos-C que brillarían más allá de la puerta de Tannhäuser, regenerándose como la fuerza Fénix en hipermodernidad para sorpresa de la filosofía. 

Pero tener una revelación no implica tener las claves: lo que tenía en su mente Rubén Varillas era el germen de una forma de analizar la postmodernidad que, necesariamente, precisaba de la ciencia para expresarse. Si el objeto no permite su medida, si cada vez que abramos la caja el gato de Schrödinger se ha trasmutado en el de Cheshire, la única opción es el método científico. Y la ciencia nos dice que la forma adecuada de encarar el problema es crear un modelo, una reproducción en condiciones controladas de la materia a estudiar que permita reproducir lo que ocurre a gran escala. 

La normalización Postmoderna (1989-2021) es el instrumento que Rubén Varillas ha creado para analizar la postmodernidad creando un libro que, en sí mismo, es un modelo a escala de ese movimiento, encauzando sus reflexiones no desde la ortodoxia académica, sino desde una aproximación poliédrica y múltiple que encuentra en el cómic un andamiaje para su análisis y sigue la deriva postmoderna. La similitud de ADNs entre cómic y postmodernidad sirve para crear un nuevo ser vivo y palpitante al que la técnica CRISPR permite introducir quirúrgicamente los elementos necesarios de la cultura popular que definen el moderno Prometeo como logro transgénico: Shelley y Martínez Mójica conjugan la literatura con una concepción romántica de la biología que Varillas toma a la carrera para comenzar a componer la sinfonía acelerada de la información de la postmodernidad. La única forma de entender ese objeto es enfundarse en el traje de Flash y comenzar a correr alrededor de él a hipervelocidad, saltando entre las dimensiones culturales para hacer fotografías mientras muta, que permitan construir a ese monstruo polifacético como un ente probabilístico, como una función de onda que luego permitirá estudiarlo empíricamente. Es posible que abordar la metaficción con una línea de razonamiento que une la metapoesía, Tristram Shandy, El Quijote, Pirandello, Maus, Scott McCloud, Emmanuelle Carrère, Vila-Matas, el postestructuralismo, Crumb, La mujer del teniente francés, Barthes y Foucault pueda parecer una expresión de puro caos. Pero la reflexión de Varillas trasciende la linealidad de pensamiento para expandirse en una pasmosa multilinealidad que crea una jaula alrededor de la postmodernidad, atrapándola durante un nanosegundo, lo justo para que la sensación de caos desaparezca convirtiéndonos en un Ozymandias que puede ver todas las imágenes a la vez, las 14.000.604 posibilidades en las que Thanos salía triunfante, millones de iconografías furiosas que componen la nueva realidad en una pantalla global hipermoderna. Los diferentes capítulos que componen la obra enfrentan mirada y antimirada, realismo y antirrealismo, intelectualismo y antiintelectualismo… Conjugan pares de partículas y antipartículas para que la descarga energética dinamite sus cabezas, para obligarles a escoger entre la píldora roja o la azul, para ver la verdad de Matrix o perderse en la comodidad de la ignorancia catódica. 

La normalización Postmoderna (1989-2001) es un objeto cultural cuántico, con millones de estados posibles definidos por cada una de sus lecturas, pero que en su conjunto define la postmodernidad por mímesis a escala para poder asirla y comprenderla. Y que, de paso, encuentra en la historieta los cimientos de la cultura popular moderna. (Continuará…)

viernes, octubre 27, 2023

La arquitectura de las viñetas is back

Este octubre de 2023 ha sido, sin duda, el mes más prolífico que hemos vivido nunca en el plano editorial. A la publicación de La normalización postmoderna (1989-2021), tenemos que sumar una noticia que nos llena de ilusión. Cuando nuestro amigo José Manuel Trabado nos sugirió reeditar La arquitectura de las viñetas dentro de la colección Grafikalismos que él coordina para el servicio de publicaciones de la Universidad de León, aceptamos sin pestañear. No se nos ocurre mayor honor que compartir catálogo con tanto nombre ilustre de la crítica comicográfica, ya saben los Antonio Altarriba, Yexus, Viviane Alary, Enrique del Rey o el mismo José Manuel Trabado.

La reedición, además, es espectacular y mejora a su antecesora con una detallada revisión de erratas y una lujosa impresión a color en papel de alto gramaje. Cuando llegó el volumen a nuestras manos casi se nos cae una lagrimita: ¡Espectacular!

Por eso, y a modo de reencuentro con una obra que ha sido muy importante en nuestro recorrido dentro de la crítica de cómics, no se nos ocurre mejor celebración que recuperar el prólogo que en su día le dedicó el maestro Román Gubern. Se lo dejamos aquí abajo:


EL NOVENO ARTE A LA LUZ DE LA NARRATOLOGÍA 

Lo primero que hay que agradecer a este libro de Rubén Varillas es su reivindicación de la llamada “literatura de kiosko”, una reivindicación cultural tardía entre nosotros, pero que hace casi un siglo ya habían efectuado Guillaume Apollinaire y los surrealistas franceses, fascinados por las aventuras de Fantomas, de Nick Carter y de Arsène Lupin, tanto como por los trepidantes seriales norteamericanos y franceses de aventuras que llegaban a las pantallas en las primeras décadas del pasado siglo. Percibieron, de modo pertinente, que las narraciones icónicas –que desde los años sesenta fueron englobadas en aquel país por Claude Moliterni en el ámbito de la “figuración narrativa” - proponían sueños libérrimos materializados sobre soportes físicos que se ofrecían a la contemplación y al placer del público. Y es esta oferta de imágenes, en su modalidad de tebeo o cómic, la que el autor ha elegido como corpus para su análisis narratológico. Es cierto que el autor de cómics, a diferencia del autor literario –cuyos textos constituyen el objeto de estudio privilegiado tradicionalmente por la narratología-, debe poseer dos habilidades distintas, las del dibujante y las del narrador, para satisfacer las exigencias de la mímesis (de las apariencias visibles) y de la diégesis (del flujo del relato). Aventurándose en un territorio poco explorado, y armado de los saberes de la tradición narratológica (Genette, Greimas, Propp, Barthes, Chatman), el autor se enfrenta a la morfología específica del cómic, en su condición de estructura secuencial de imágenes fijas consecutivas y discontinuas, para representar, a veces con apoyo de textos lingüísticos, una acción narrativa según un vector cronológico. 

Llevando a cabo un meticuloso despiece de este medio de expresión desde el punto de vista narratológico, el autor cataloga y describe una sistematización de procedimientos formales utilizados por los creadores para construir el “efecto narración”. Y esto le lleva a un análisis pertinente de los personajes, del espacio narrativo, de las acciones, del punto de vista, etc.

Hace años Marshall McLuhan explicó con elocuencia la atracción que algunos artistas de vanguardia sintieron hacia los cómics, señalando que “Picasso ha sido por mucho tiempo aficionado a los cómics americanos. La cultura highbrow, de Joyce a Picasso, ha admirado desde hace tiempo el arte popular norteamericano porque encuentra en él una reacción auténticamente imaginativa a la cultura oficial”. No sólo Picasso admiró los cómics, sino que cultivó también tempranamente esta modalidad expresiva, como cuando dibujó seis viñetas para describir su viaje a París en compañía de Sebastià Sunyer en abril de 1904 , por no mencionar su narración seriada de Sueño y mentira de Franco (enero-junio de 1937), que precedió a su Guernica. Y lo mismo hizo el pintor expresionista germano-americano Lyonel Feininger, autor desde 1906 de dos magníficas series para el periódico The Chicago Tribune: The Kin-der-Kids y Wee Willie Winkie´s. Esta fructífera ósmosis o interacción entre la cultura highbrow y la masscult tuvo un esplendoroso despliegue didáctico en la soberbia exposición que exhibió el Museo de Arte Moderno de Nueva York (de octubre de 1990 a enero de 1991), con el sugestivo título High & Low. Modern Art, Popular Culture

Dicho esto, hay que añadir que la calidad o la excelencia estética de un cómic tiene poco que ver con su respeto a las prescripciones del canon, pues existen tanto obras maestras “clásicas” (o tradicionales, como el Flash Gordon de Alex Raymond), como obras maestras “innovadoras” (o vanguardistas). En este segundo apartado descolló muy tempranamente Winsor McCay, primer autor que exploró, con una imaginación y un atrevimiento prodigiosos, las convenciones formales del medio. Gracias a McCay, que cultivó este género desde 1903, la experimentación vanguardista en este medio periodístico y masivo precedió a la que se expandió luego en la pintura (desde el cubismo, en 1907), en la escultura, en la fotografía y en el cine. Esta línea experimental se prolongaría gracias a artistas como George Herriman, Guido Crepax, Guy Pellaert o Jean Giraud. De modo que si es cierto que han existido cómics inventivos y cómics rutinarios, o cómics innovadores y cómics canónicos, han sido los segundos los que han proporcionado al mundo académico el corpus normativo para la mayor parte de estudios sistemáticos acerca de su lenguaje y sus convenciones. 

Este libro no sólo reivindica la usualmente desatendida “literatura de kiosko”, sino que presta atención, y recupera con toda justicia, la demasiado olvidada producción española anterior a la Guerra Civil, con figuras tan brillantes y atrevidas como K-Hito (Ricardo García López), que en no pocas ocasiones bordeó la “poética del absurdo”, como en la serie protagonizada por su estrafalario Macaco. Se trata de un justo y sano ejercicio de recuperación de nuestra memoria histórica en este terreno estético, que tan frecuentemente se margina y orilla en el descampado de las subculturas. Como no podía ser de otro modo, abundan en este libro las observaciones acerca de las convergencias entre los cómics y la expresión cinematográfica, su pariente más próxima en la cultura icónica de masas, al punto de que a veces los cómics han sido calificados, de modo harto injusto, como “cine para pobres”. Algunos álbumes de cómics han desmentido con su lujoso look y su precio tal condición indigente. Y, claro está, el parentesco entre cómics y cine se extiende, no sólo al campo de las convenciones formales y narrativas, sino a sus trasvases arquetípicos y mitológicos y que hoy habría que prolongar todavía hacia el territorio de los videojuegos, nuevos y prósperos agentes en el abigarrado diálogo de la intermedialidad audiovisual contemporánea. A partir de ahora, esta documentada y pertinente incursión de Rubén Varillas en el análisis narratológico del universo del llamado Noveno Arte –de su anatomía y de su fisiología, podría decirse- se ha convertido en un trabajo de referencia insoslayable para los estudiosos de este medio

martes, septiembre 12, 2023

La normalización postmoderna (1989-2021). El índice

Los visitantes esporádicos de este blog se habrán percatado de que en los últimos tiempos las actualizaciones no han tenido la frecuencia y continuidad recomendables. Hay dos razones para ello: la primera tiene que ver con esas demandas de la paternidad de las que ya advertimos en nuestra side bar; la segunda, es el libro que inspira este post (y que será protagonista de algunos otros en un futuro próximo). La primera razón mencionada ha influido también decisivamente en el largo tiempo de cocción que le hemos dedicado al texto.

Hace ya siete años que concebimos y empezamos a ensamblar las piezas del puzle teórico que es La normalización postmoderna (1989-2021). Ahora por fin sale a la luz gracias a Ediciones Marmotilla y su promotor Francisco Sáez de Adana (por cierto, durante el periodo de preventa, el libro se puede adquirir con un 10% de descuento). Hemos tenido, además, la enorme suerte de contar con la colaboración y el saber de Álvaro Pons para la introducción y con el talento gigantesco de Federico del Barrio para el epílogo de la obra. 

Explicamos los objetivos e intenciones de La normalización postmoderna (1989-2021) en una de las solapas del libro:

¿Qué es la postmodernidad? ¿Cuándo comienza? ¿Cuál es su relación exacta con la modernidad? Y, sobre todo, ¿qué pinta el cómic en toda esta historia? 

En este libro intentaremos arrojar luz sobre algunos de esos interrogantes. Nos moveremos sobre arenas movedizas y lo haremos sin más ayuda que el razonamiento especulativo y el bagaje subjetivo de un consumidor compulsivo de cultura popular. Nuestro objetivo: demostrar que, en las últimas dos décadas, toda la complejidad de la teorización postmoderna se ha diluido en el océano de la cultura popular, hasta ser aceptada y asimilada por el gran público. 

Éste no es un libro sobre cómics. Pero el noveno arte sobrevuela casi todas sus páginas y dialoga con muchas de las ideas y razonamientos que en ellas se exponen. No debe sorprendernos: la consolidación del cómic, el cine, las series televisivas, el arte urbano o los videojuegos es, en buena medida, responsable del sorpasso desde una cultura textual a la cultura icónica que caracteriza este presente digital, autorreferencial, cuántico y fluido en el que nos encontramos.

Bienvenidos a la postmodernidad avanzada.

Como se intuye, la postmodernidad es un periodo complejo y escurridizo que admite una lectura fractal. Por eso, y aunque la reflexión se nos ha ido larga (por encima de las 550 páginas), el libro está estructurado en diferentes capítulos que, a su vez, se subdividen en pequeños epígrafes (de 3 ó 4 páginas, normalmente). Esa fragmentación ayuda a que su lectura sea mucho más fluida y amena de lo que anuncia su extensión. Les dejamos aquí el índice del libro. Curioseen.



martes, julio 25, 2023

Cartem Cómics. Buen género

Siempre hay que alegrarse por la aparición de nuevas editoriales de cómics y aplaudir la valentía de sus impulsores. Por su idiosincrasia particular, los fundadores de Cartem Cómics se escapan, sin embargo, etiquetas como las de "recién llegados" o "neófitos", aunque no lleven aún ni tres años editando cómics. Como apuntan en su página web, Cartem Comics nace como sello filial de Cartem Books (Ediciones de Arte y Bibliofilia S.A.), sello especializado desde 2007 en la edición de obras de arte y facsímiles de códices medievales, de cartografía histórica y de libros de grabados... Un bagaje que es garantía de ediciones primorosas.

 Tampoco en sus comienzos dieron palos de ciego. Acostumbrados a "rescatar" obras de la tradición, decidieron incluir en su catálogo los cómics de algunos maestros de nuestro pasado reciente, como ese Drácula clásico del gran Fernando Fernández y otras obras de dibujantes ya clásicos como Hermann o Alfonso Font. 

Sin embargo, si algo caracteriza a Cartem Comics es su apuesta por el cómic de género, en su concepción más amplia, apostando, en muchos casos, por autores jóvenes o incluso primerizos. Últimamente nos hemos acercado a dos ejemplos:

Somos Probetus es el primer cómic del diseñador gráfico César Verdúguez. Se trata de un cómic de ese subgénero de la ciencia ficción que son los viajes en el tiempo. Su protagonista es un científico brillante y bondadoso, con una peculiaridad que le hace aún más especial: tiene síndrome de down; hecho que no es obstáculo para que Sirbino Probetus sea una de las mentes más preclaras de su tiempo (un futuro no muy lejano en el que resuenan muchos de los problemas del presente, el año 2063). Como suele ser habitual, Verdúguez aprovecha los viajes espaciotemporales de su protagonista para acercarnos a algunos "momentos estelares de la humanidad" —que diría Zweig— y conocer a sus protagonistas. Verdúguez recurre a una caricatura con amplios recursos técnicos y llena de expresividad (con margen de mejora en el diseño postural de los planos enteros); de algún modo, nos recuerda al estilo gráfico del prologuista de la obra: el gran Paco Roca (que también está en el catálogo de la editorial con una de sus primeras obra, Hijos de la Alhambra; un thriller de ambientación histórica lleno de aventuras y misterio). De Somos Probetus, destaca Roca su "narrativa ágil" y su aprovechamiento del "formato de la página" así como su uso del color en la creación de ambientes. Virtudes, todas ellas, que invitan a seguir los pasos de Verdúguez en el futuro. Su inicio es prometedor.

File Number, de Frank Román, se mueve en un plano genérico muy reconocible también, el del noir; en la estela de esos relatos que situaron a Raymond Chandler y a Dashiell Hammett entre los narradores más leídos y destacados del siglo XX. El cómic de Román, basado en un caso real, no elude ninguna de las claves del género: el detective privado cínico y descreído, que navega (y a veces naufraga) entre su agudeza intelectual y sus vicios; el misterio criminal, que se desarrolla en un entorno hostil lleno de misterios y amenazas; y una galería de personajes turbios en el que todos parece esconder más de lo que muestran. Con estos materiales, File Number edifica su relato según los pasos preceptivos del género negro: una mujer misteriosa visita al detective privado Ardyan Longbow y le propone su caso: la muerte en extrañas circunstancias de su marido, durante una visita a Board Hills, su pueblo natal. A partir de esa premisa básica, comienza la investigación y se desarrolla una trama bien construida que nunca pierde de vista el tono de aquellas obras de Chandler y Hammett, que mencionábamos hace unas líneas; una historia que mantiene la tensión y atrapa el interés del lector con naturalidad y un guion más que correcto. Frank Román recurre, como es preceptivo, a un dibujo oscuro y áspero, marcado por un diseño rocoso de personajes y unos fondos digitales en los que predominan el sombreado y unos paisajes áridos en tonos pastel verdes, marrones y rojos. Una de las cosas que más nos gusta de File Number es que incluye su propia banda sonora, a la que se puede acceder gracias a los diferentes códigos IQ (de acceso a YouTube) que recorren sus páginas y ayudan a crear atmósfera en cada una de sus secuencias. Un cómic que hará las delicias de los amantes del género negro.



jueves, julio 13, 2023

Esenciales ACDC 2023 (primer semestre)


La Asociación de Críticos y Divulgadores de Cómic de España publica su relación de “cómics esenciales” correspondientes a la primera mitad de 2023

La lista la conforman treinta y cinco obras elegidas entre todos los cómics publicados en España entre enero y junio del presente año. 

La Asociación de Críticos y Divulgadores de Cómic de España (ACDCómic) presenta el primer listado de sus ‘Esenciales 2023’, una selección de cómics con la que esta organización pretende fijar la atención sobre algunas de las obras más destacadas de entre todas las editadas anualmente en nuestro mercado. El listado de este primer semestre está formado por 35 obras publicadas entre enero y junio de 2023 elegidas mediante votación interna entre los integrantes de la ACDCómic. Esta selección se presenta como una herramienta para animar a lectores, bibliotecas, librerías y otro tipo de colectivos culturales a descubrir estas obras destacadas. 

En lo que respecta a la presente selección, contiene una variada muestra de lo que ha ofrecido el mercado del cómic en nuestro país en el primer semestre del año. Así, encontramos propuestas nacionales como Ronson de César Sebastián, Por culpa de una flor de María Medem o María la Jabalina de Cristina Durán y Miguel Á. Giner. En cómic internacional, el listado contiene títulos de Europa, Estados Unidos y Japón. Del viejo continente destacan títulos como Contrition de Carlos Portela y Keko, El gran vacío de Léa Murawiec o la recuperación de la clásica Barbarella de Jean-Claude Forest. De entre los llegados del otro lado del Atlántico, destacan obras como Patos. Dos años en las arenas petrolíferas de Kate Beaton, la selección de planchas dominicales Domingos con Walt y Skeezix de la tira de prensa Gasoline Alley creada en 1918 por Frank King y la fantástica Arrowsmith de Kurt Busiek y el recientemente fallecido dibujante español Carlos Pacheco. En cuanto a cómic japonés, en el listado aparecen mangas como La fortaleza de papel de Osamu Tezuka, Saturn Return de Akane Torikai o la popular One Piece de Eiichiro Oda..

Los ‘Esenciales’ para el primer semestre de 2023 son:

  • ¡Para ti, que eras joven! de Albert Monteys y Manel Fontdevila (Caramba)

  • A toda pastilla de Josephine Mark (Astiberri)

  • Aquí hay avería de Lorenzo Montatore (ECC Ediciones)

  • Arrowsmith de Kurt Busiek y Carlos Pacheco (Dolmen Editorial)

  • Barbarella de Jean-Claude Forest (Dolmen Editorial)

  • Boomers de Bartolomé Seguí (Salamandra Graphic)

  • Cómo salvar la industria del cómic sin tener ni puta idea de Javier Marquina y Rosa Codina (ECC Ediciones)

  • Contrition de Carlos Portela y Keko (Norma Editorial)

  • Cosmoknights de Hannah Templer (Editorial Astronave)

  • Domingos con Walt & Skeezik. Selección de planchas dominicales de Gasolie Alley 1921-1934 de Frank King (Diábolo Ediciones)

  • El enigma Pertierra de Fernando Marías y Javier Olivares (Astiberri)

  • El gran vacío de Léa Murawiec (Salamandra Graphic/Finestres)

  • El libro de las bestias de Pep Brocal (Bang Ediciones)

  • El museo de Jorge Carrión y Sagar Forniés (Norma Editorial)

  • Elia de Fermín Solís (Reservoir Books)

  • Evol de Atsushi Kaneko (Panini Cómics)

  • Frankenstein de Sandra Hernández (Bang Ediciones)

  • Goodbye Eri de Tatsuki Fujimoto (Norma Editorial)

  • Hajime no Ippo de Joji Morikawa (Planeta Cómic)

  • Hecha a sí misma de Alicia Martín Santos (Aristas Martínez)

  • La alegre vida del triste perro Cornelius de Marc Torices (Apa Apa Cómics)

  • La balada del norte. Tomo 4 de Alfonso Zapico (Astiberri)

  • La espera de Keum Suk Gendry-Kim (Reservoir Books)

  • La fortaleza de papel de Osamu Tezuka (Planeta Cómic)

  • La sangre de la virgen de Sammy Harkham (Fulgencio Pimentel)

  • María la Jabalina de Cristina Durán y Miguel Á. Giner (Astiberri)

  • Mermaid Saga de Rumiko Takahashi (Planeta Cómic)

  • One Piece de Eiichiro Oda (Planeta Cómic)

  • Patos. Dos años en las arenas petrolíferas de Kate Beaton (Norma Editorial)

  • Por culpa de una flor de María Medem (Apa Apa Cómics)

  • Querido Callo de Aline Kominsky-Crumb (Rerservoir Books)

  • Ronson de César Sebastián (Autsaider Cómics)

  • Ruido de Antonio Hitos (Astiberri)

  • Saturn Return de Akane Torikai (Milky Way Ediciones)

  • Wonder Woman: Historia de Kelly Sue DeConnick y Nicola Scott (ECC Ediciones)

ACDCómic es una asociación sin ánimo de lucro que agrupa a personas que realizan trabajos de periodismo, crítica, estudio, comisariado y otras actividades teóricas y divulgativas relacionadas con el cómic. La asociación se constituyó en 2012 con la  voluntad de colaborar en la difusión del trabajo que ya desarrollan sus miembros de  forma individual, emprender iniciativas conjuntas y servir de interlocutor ante otros colectivos o instituciones.

En la selección de los Esenciales del primer semestre de 2023 han participado 45 miembros de ACDCómic: Anna Abella, Jorge Iván Argiz, Bamf, Manuel Barreiro, Pablo Begué, Josep M. Berengueras, Marc Bernabé, David Brieva, Loreto Cabaleiro, Jordi Canyissà, Paco Cerrejón, Oriol Estrada, Marc Charles, Borja Crespo, Mery Cuesta, David Fernández, Ángel L. Fernández, Iván Galiano, Nerea Fernández Rodríguez, Alberto García Marcos, Diego García Rouco, David García Reyes, Manuel González, Cristina Hombrados, Noelia Ibarra, Joan S. Luna, Ander Luque, Jota Lynnot, Eduardo Maroño, Javier Marquina, Diego Matos, Francisco Naranjo, Jordi T. Pardo, Quim Pérez, Mònica Rex, Juan Royo, José Andrés Santiago, Óscar Senar, Xavi Serra, Jose A. Serrano, Jon Spinaro, Raúl Tudela, Jaume Vilarrubí, Gerardo Vilches y Yexus.

jueves, junio 29, 2023

Contrition, de Carlos Portela y Keko. Muy negro todo

Thriller, noir e investigación criminal en el mismo lote. El nuevo cómic de Carlos Portela y Keko bucea en las profundidades del alma humana desde su mismo punto de arranque (los delincuentes condenados por delitos sexuales) y lo hace con buenas dosis de suspense al ritmo de misterios ocultos y una pesquisa criminal en la que a nadie parece interesarle descubrir la verdad, más allá de una periodista que, en paralelo, realiza su investigación contra viento, marea, familia y directores de periódico. 

Contrition se mueve dentro de unas claves que conectan con el género negro estadounidense más reciente: el de los thrillers de Fincher y Nolan, o series como True Detective. Por sus páginas desfila una galería de personajes reconocibles (la periodista, el sheriff, la agente de seguimiento de delitos sexuales, el sacerdote de mirada sombría, el director del periódico…), que el guion de Portela consigue dotar de humanidad, evitando la tentación del estereotipo. Los autores construyen su relato de vidas cruzadas a partir de un punto de vista alterno que, en una narración no lineal, nos lleva de un personaje a otro al mismo tiempo que se le revelan al lector las claves y los entresijos de una historia infectada de ponzoña y tan negra como pueda llegar a ser el alma humana. 

El dibujo de Keko contribuye decisivamente a sumergirnos en esta oscuridad tenebrosa que domina el relato. Su uso extensivo de la mancha, el realismo fotográfico de las localizaciones y sus personajes, esculpidos con aspereza, levantan el escenario de este thriller tenebroso que, sin embargo, permite vislumbrar un atisbo de luz al final del cráter. Hay una frase, que evoca a Arendt y sus trabajos sobre “la banalidad del mal”, que se repite en varias ocasiones a lo largo del libro: “… hacer cosas malas no nos convierte necesariamente en malas personas”. Puede que haya una parte de razón en su formulación (“La maldad se puede inducir. La obediencia no cuestionada a una autoridad mal empleada puede tener resultados nefastos”), sin embargo, como se encargan de demostrarnos Portela y Keko, también existe un mal en estado puro: ese que proviene del “acto voluntario y meditado, libre de presión externa”. 

Contrition es un cómic estremecedor. Como pocos que hayamos leído. Un relato que nos sacude hasta el asco y que nos dejará rumiando acerca de las miserias humanas durante mucho tiempo.

martes, mayo 23, 2023

El gran vacío, de Lea Murawiec. Ahogados en la red

¿Quién no ha tecleado alguna vez su nombre en Google, sólo para descubrir que no somos únicos? Estamos seguros de que la joven dibujante francesa Léa Murawiec tiene un nombre de esos que no se repiten mucho. En El gran vacío plantea una original hipótesis distópica que encaja muy bien en el plano simbólico de estos tiempos de likes y selfies a mayor gloria de uno mismo y nuestra vanidad autorrepresentativa en las redes sociales.

Imaginemos que todos los aspectos de nuestra vida y nuestra salud (física y mental) dependieran exclusivamente de nuestro nombre y su grado de exposición (“presencia”) en un ciberespacio fractal y multiplicador que termina por confundirse con la existencia misma. Un día en el que el espacio público y el espacio privado se confundan definitivamente con el espacio virtual. La idea no es del todo nueva (recordemos, por ejemplo, aquel inquietante “Nosedive” de la tercera temporada de Black Mirror). Murawiec, sin embargo, desarrolla su propuesta con un apabullante despliegue visual y un original estilo gráfico en el que la expresividad cinética del manga se mezcla con la señalética, la cartelería y con un tratamiento formalista y abigarrado de los espacios arquitectónicos que (hasta en el uso del color) nos recuerda a una versión tridimensional del neoplasticismo de Mondrian y De Stijl. 

La ciudad en la que vive Manel Naher, la protagonista del cómic, parece ser el único sitio del mundo realmente habitable; fuera de sus márgenes alienantes, sus rascacielos y el espacio (público y privado) invadido por la publicidad nominal (los miles de nombres de sus habitantes que se reproducen sin cesar en muros, carteles, pósteres y pantallas, para constatar su existencia, su “presencia”), no hay nada: sólo ese gran vacío que da título al cómic. Manel Naher, además, ha tenido la mala suerte de que su nombre sea el mismo que el de la cantante de moda; hecho que la relega a la insignificancia, a la ausencia de una “presencia” que garantice incluso sus constantes vitales. En ese escenario sin futuro (en El gran vacío, insistimos, la existencia y la salud se reducen a esa ubicuidad nuestro nombre), la protagonista apuesta por esa otra máxima contemporánea que insiste en que "lo que importa es el fin no los medios" y se lanza hacia una búsqueda nihilista de la autoexposición; a riesgo de anular su verdadera identidad.

El trabajo de Murawiec rezuma originalidad y su impronta gráfica es impactante. Su mensaje, no obstante, nos asoma a un futuro tecnológico y regresivo en el que el lector apenas encuentra resquicios de esperanza, más allá de la huida salvífica (convertida ya en lugar común del género distópico) hacia la naturaleza, terra incognita desafiante ("el gran vacío"); planteada en el cómic como final abierto y sin muchas certezas.

sábado, febrero 25, 2023

Esenciales ACDC 2022 (segundo semestre)

La Asociación de Críticos y Divulgadores de Cómic de España publica su relación de “cómics esenciales” correspondientes a la segunda mitad de 2022

Esta es la segunda selección de Esenciales de 2022, con la que esta asociación pretende llamar la atención sobre algunas obras destacadas publicadas en España entre julio a septiembre de 2022. La selección está formada por treinta y cinco obras, tanto novedades como reediciones, que han sido escogidas en un sistema de dos rondas. En la primera, 41 socios y socias han votado veinticinco obras. En la segunda, una comisión de siete miembros de la asociación ha escogido diez novedades más. Esta selección se presenta como una herramienta para lectores, bibliotecas, librerías y cualquier otra institución o colectivo cultural.

La Asociación de Críticos y Divulgadores de Cómic de España (ACDCómic) presenta la segunda ronda de sus ‘Esenciales 2022’, una selección de cómics con la que esta organización pretende fijar la atención sobre algunas de las obras más destacadas de entre las editadas en nuestro mercado. Está formada por obras publicadas entre junio y diciembre de 2022 elegidas en votación por los integrantes de la ACDCómic. 


Esta selección se presenta como una herramienta para animar a lectores, bibliotecas, libreros y otro tipo de colectivos culturales a descubrir obras destacadas. Los ‘Esenciales’ para el segundo semestre de 2021 son:

  • Boys Run the Riot de Keito Gaku (Planeta Cómic).

  • Calavera lunar de Albert Monteys (Astiberri).

  • Chacales de Nadia Hafid (Sapristi).

  • Chainsaw man de Tatsuki Fujimoto (Norma Editorial).

  • Chan-prin de Xian Nu Studio (Ediciones Babylon).

  • Clase de actuación de Nick Drnaso (Salamandra Graphic).

  • Corto Maltés: Nocturno Berlinés de Juan Díaz Canales y Rubén Pellejero (Norma Editorial).

  • Dulce de leche de Miguel Vila (La Cúpula).

  • El duelo de Paula Cheshire (Fandogamia).

  • El fantasma de la fiesta del té de Reimena Yee (ECC).

  • El fuego de David Rubín (Astiberri).

  • El gran Calvin y Hobbes ilustrado de Bill Watterson (Astiberri).

  • El incidente Darwin de Shun Umezawa (Distrito Manga).

  • El mundo sin fin de Jean-Marc Jancovici y Christophe Blain (Norma Editorial).

  • Escucha, hermosa Márcia de Marcelo Quintanilha (Astiberri).

  • Esqueletos de Zerocalcare (Reservoir Books)

  • La cuenta atrás de Carlos Portela y Sergi Sanjulián (ECC).

  • La joven y el mar de Catherine Meurisse (Impedimenta).

  • La sala de los espejos de Liv Strömquist (Reservoir Books).

  • Ladrona de Lucie Bryon (Nuevo Nueve)

  • Las mentiras de la profesora de Akane Torikai (Panini).

  • Llévame contigo de Anneli Furmark (Blackie Books).

  • Los 4 Fantásticos: Círculo cerrado de Alex Ross (Panini).

  • Los estratos de Pénélope Bagieu (Norma Editorial).

  • Museum de Fernando de Felipe (ECC).

  • Nieve roja de Susumu Katsumata (Gallo Nero).

  • Obras incompletas de Lorenzo Montatore (ECC).

  • Paracuellos 9: Un hogar no es una casa de Carlos Giménez (Reservoir Books).

  • Signos de afecto de Suu Morishita (Arechi Manga).

  • Spy x Family de Tatsuya Endo (Ivrea).

  • Supergirl, mujer del mañana de Tom King y Bilquis Evely (ECC).

  • Transitorios de Nadar (Astiberri).

  • Último fin de semana de enero de Bastien Vivès (Diábolo).

  • Un viaje por las letras de Pedro Cifuentes (HarperKids).

  • Una tarde con Himmler de Alfonso López (La Cúpula).

ACDCómic es una asociación sin ánimo de lucro que agrupa a personas que realizan  trabajos de periodismo, crítica, estudio, comisariado y otras actividades teóricas y  divulgativas relacionadas con el cómic. La asociación se constituyó en 2012 con la  voluntad de colaborar en la difusión del trabajo que ya desarrollan sus miembros de  forma individual, emprender iniciativas conjuntas y servir de interlocutor ante otros colectivos o instituciones.

En la selección de los Esenciales del segundo semestre de 2022 han participado 41 miembros de ACDCómic: Anna Abella, Jorge Iván Argiz, Bamf, Manuel Barreiro, Octavio Beares, Pablo Begué, David Brieva, Loreto Cabaleiro, Jordi Canyissà, Paco Cerrejón, Oriol Estrada, Nerea Fernández Rodríguez, Iván Galiano, David García, Diego García Rouco, Jesús Gisbert, Manuel González, Cristina Hombrados, Noelia Ibarra, Raúl Izquierdo, Jesús Jiménez, Joan S. Luna, Ander Luque, Jota Lynnot, Eduardo Maroño, Javier Marquina, Elena Masarah, Pedro Monje,  Francisco Naranjo, Jordi T. Pardo, Quim Pérez, Mònica Rex, Iria Ros, Óscar Senar, Xavi Serra, Jose A. Serrano, Jon Spinaro, Raúl Tudela, Jaume Vilarrubí, Gerardo Vilches y Yexus.

viernes, enero 06, 2023

2022, los cómics que más nos han gustado este año

No hemos empezado 2023 con el mejor pie bloguero. Después de un año elaborando pacientemente nuestra lista con los cómics del año, hemos cometido un doble error de principiante y, torpemente, hemos eliminado el borrador antes de publicarlo y sin haber guardado copia de seguridad. Hay que ser cenutrio. En fin, como no nos resignamos a perder una tradición milenaria como ésta, de más de diez años de antigüedad, hemos decidido rehacer parcialmente el trabajo y publicar una lista tardía y más reducida que la original con nuestros cómics preferidos de 2022. Así arrancamos 2023, entre propósitos de enmienda y con un puñado de cómics que no dejarán indiferente a nadie:

Grip (Apa Apa), de Lale Westvind: Heredera de la psicodelia underground de Rick Griffin y Victor Moscoso, pero rabiosamente contemporánea del vértigo cinético de Yokoyama, Lale Westvind nos invita en Grip a un viaje alucinado y alucinante que nos lleva de lo terreno a lo divino, desde una cadena de comida rápida al encuentro del nirvana, la ascensión mística y la adquisición del tercer ojo. La exuberancia gráfica de Westvind y su uso lisérgico y ubérrimo del color han creado una escuela de fans e imitadores que nunca llegan a alcanzar la riqueza visual de su antirrealismo hiperbólico. En Grip la trama es lo de menos, lo que importa es el camino de sus heroínas rotundas y empoderadas, esa inercia vertiginosa y fecunda que nos invita a recorrer sus páginas con gozosa velocidad para, una vez llegados al final, volver a empezar de nuevo como quien se encuentra en un estado de febril iluminación. Si existe tal cosa como un underground postmoderno, Lale Westvind ha de ser su mejor representante. 

IN. (Norma Editorial), de Will McPhail: IN. sorprende en sus primeras páginas por su acercamiento original y desprejuiciado al slice of life. Sus reflexiones acerca del día a día y su mirada sobre los recuerdos que afectan al presente resultan novedosas. McPhail es uno de esos autores que procesan el mundo con el cerebro y los ojos de un mutante capaz de establecer asociaciones insospechadas. Puro extrañamiento desde un humor cerebral y complejo. Pero IN. marca las distancias respecto a otros cómics de “búsqueda interior” gracias a su empleo de analogías inesperadas y metáforas visuales. McPhail es un dibujante dotadísimo. Su plasmación simbólica de emociones verdaderas a través de secuencias alegóricas mudas es desarmante: una suerte de stream of consciousness traducido a un lenguaje comicográfico de micronarraciones alegóricas que se insertan con normalidad en un relato de vida en primera persona. Todo un hallazgo. El despliegue visual de estas secuencias en color alcanza la categoría de gran arte. Hace tiempo que un cómic no nos sorprendía y emocionaba tanto como este IN. de Will McPhail. Sobresaliente. 

Clase de actuación (Salamandra Graphics), de Nick Drnaso: Cada cómic de Nick Drnaso es mejor y más ambicioso que el anterior, y eso es mucho decir. Su acercamiento al género de las vidas cruzadas se mueve siempre dentro de un extrañamiento que anticipa tensiones, crisis humanas y estallidos interiores (sus personajes parecen siempre al borde del abismo), pero que, al mismo tiempo, nos adentra en historias profundamente humanas que palpitan de vida y verosimilitud. Drnaso bebe del magisterio Ware, pero su dibujo, mucho más realista, es si cabe más frío, mecánico y sobrio que el de aquel. Y, sin embargo, pese a la frialdad mencionada y a su abundantísima carga textual (el comic está repleto de diálogos y largas cartelas de texto), Clase de actuación se lee en un suspiro y con un interés que no deja de crecer desde sus sorprendentes primeras páginas de presentación de personajes hasta, en tensión creciente, desembocar en un relato de terror. Drnaso tiene un don para el tempo narrativo y la descripción de tipos. Parece increíble que alguien tan joven disponga ya de un discurso tan maduro y de esa capacidad para bucear en la naturaleza humana a partir de unas situaciones y unas relaciones cruzadas que casi nunca parecen ficcionales. Magistral.   

Cambio de clima (Errata Naturae), de Philippe Squarzoni: El título completo del cómic de Squarzoni, Cambio de clima. Un ensayo gráfico (y autobiográfico) sobre el cambio climático, dice tanto de sus intenciones como de su contenido. En el doble proceso que supone explicar y concienciar acerca de las consecuencias del cambio climático, Squarzoni factura un relato multigenérico en el que el slice of life (fragmentos de realidad) autobiográfico se alterna con naturalidad con la disertación científica, el ensayo cultural, la entrevista gráfica y el manual pedagógico conservacionista. La mezcla de discursos, lecturas, referencias culturales, datos y testimonios agiliza la narración y se asegura la implicación del lector en un debate complejo y abierto a innumerables derivaciones. La aridez del aparato científico de Cambio de clima (con su exposición rigurosa de datos, cifras y conceptos) encuentra acomodo en el relato en primera persona de Squarzoni, quien, al mismo tiempo que se aplica en la investigación sobre la degradación climática, va desvelando ante el lector la construcción metaficcional y autoconsciente del cómic que recogerá todo ese proceso.

Desilvestración (Reino de Cordelia), de Federico del Barrio: Si le otorgáramos a la intelectualidad el rango de grado o epíteto, podríamos afirmar que Federico del Barrio es uno de los autores de cómics más intelectuales y (auto)reflexivos que tendremos la suerte de leer. Desde su título, Desilvestración avanza en el camino que Del Barrio (bajo el pseudónimo de Silvestre) había abierto en Relaciones y Simple, dos cómics esenciales que plantean una profunda reflexión metarreferencial acerca del lenguaje artístico/literario y las convenciones del cómic. En 2021, Del Barrio recuperó a Silvestre en Impertérrito, un nuevo ensayo gráfico sobre la autoría y la trascendencia del proceso creativo. Desilvestración nos gusta mucho más que aquel porque no están tan encerrado en su propia metarreferencia. El último cómic de Silvestre dialoga con el propio Federico del Barrio-autor, hasta convertirse en todo un ajuste de cuentas con su obra y, sobre todo, con su biografía.  

Dulce de leche (La Cúpula), de Miguel Vila: Como le sucede a la española Aroah Trave, el italiano Miguel Vila forma parte de una nueva generación underground millenial que bebe de la voluptuosidad de Dave Cooper, Hunt Emerson o Andrea Pazienzia, más que de los padres clásicos del movimiento. Álvaro Pons comentaba hace pocos días, con buen tino, que Dulce de leche parece estar influenciado, a partes iguales, por la riqueza formal y compositiva de Chris Ware y por el underground de Andrea Pazienzia. Del primero asume su gramática vanguardista para la construcción de páginas y unos ritmos secuenciales sorprendentes que se mueven desde la microsecuencia a la metáfora visual. De Pazienzia (una figura pivotal de la contracultura italiana y el primer referente del cómic underground transalpino), Miguel Vila, también italiano, hereda su mirada desprejuiciada y transgresora, así como una apuesta decidida por la caricatura más cruda y los escenarios sociales envilecidos. En este sentido, Vila pone su talento visual al servicio de un relato turbio y obsceno en el que el amor y el sexo tocan fondo para construir un cuadro de degradación social y perdedores de la vida. Su caricatura no ahorra excreciones, secreciones y erecciones, en un ejercicio de sexualidad explícita, cuasi pornográfica. Todo ello, en el contexto alienante de los trabajos precarios, la violencia y las redes sociales.

Hierba (Reservoir Books), de de Keum Suk Gendry-Kim: Hierba reconstruye la historia de una superviviente. La dibujante y traductora Keum Suk Gendry-Kim recurre a un artificio narrativo ya habitual en el mundo del cómic: el de la entrevistadora que levanta su relato con las vivencias del entrevistado, al mismo tiempo que revela el proceso creativo que nace de aquellas vivencias. En esta ocasión, la protagonista es la anciana Lee Ok-Sun, una de las pocas víctimas que lograron sobrevivir a las atrocidades japonesas y a la explotación sexual a la que muchas mujeres chinas y coreanas fueron sometidas en aquella época terrible de la Guerra del Pacífico bajo el eufemismo de "mujeres de consuelo". Se describen las miserias de su vida con dureza, sin ambigüedades o disimulos, a partir de una caricatura en blanco y negro marcada por un dibujo muy sintético de línea suelta. El relato "respira" gracias a numerosas pausas contemplativas en las que, después de alguna revelación terrible, la autora reposa su mirada sobre elementos de la naturaleza (paisajes, árboles, animales), recreadas éstas con un trazo grueso expresionista que termina por difuminar sus perfiles casi hasta la abstracción; en esos paréntesis, el lector recupera resuello para seguir el viaje hacia los infiernos de Lee Ok-Sun. Hierba es un testimonio valioso y no carente de belleza; un ejercicio de memoria y reivindicación, y una vía de esperanza para resarcir a las víctimas de la historia.

Goya. Saturnalia (Cascaborra Ediciones), de Manuel Gutiérrez y Manuel Romero: Goya. Saturnalia es un cómic ambicioso. Mucho. Arranca de aquella premisa que sitúa a Goya en el origen de todas las vanguardias (desde el impresionismo y el expresionismo, hasta la abstracción y su implosión en el expresionismo abstracto norteamericano), para concluir en una tesis aún más ambiciosa que otorga al genio de Calanda cierta paternidad sobre el arte moderno y buena parte de la cultura contemporánea, y, especialmente, sobre una forma trágica de sentir a España y a Europa que ha terminado por impregnar todo el arte, la cultura y el pensamiento de nuestro país. Los lápices, pinceles y técnicas digitales del pintor Manuel Romero se mueven dentro de un expresionismo exuberante y desgarrado, pero van más allá: sin escaparse del todo de la impronta goyesca, Romero evita caer en la tentación de la mímesis estilística, para perseguir esa línea que conduce desde don Francisco hasta las primeras vanguardias pictóricas y concluyen en el océano de la abstracción. El guion de Manuel Gutiérrez confía en las imágenes perturbadoras de Romero para huir de la linealidad narrativa y construir el marco expresionista de los últimos años de vida del protagonista en la Quinta del Sordo. Los años de sus Pinturas negras, los años lacerantes de su sordera y su inercia hacia la locura paranoide. Hay algo trágico y lorquiano en los textos de Romero, siempre ambiguos, esquivos y simbólicos. Goya. Saturnalia es un trabajo complejo y exigente; incómodo, muchas veces, pero siempre enriquecedor.

The Nice House on the Lake (ECC), de (ECC), de Álvaro Martínez Bueno y James Tynion IV: The Nice House on the Lake es, probablemente, la serie más aclamada de la temporada dentro del universo mainstream. Con justicia. Hemos leído pocos tebeos en los últimos tiempos más adictivos y escalofriantes. El mérito se lo reparten a partes iguales sus dos autores. El pastiche de géneros y referencias culturales de Tynion IV es irresistible. La trama se desliza, sin respiro para el lector, desde la distopía apocalíptica al gore, desde las invasiones alienígenas a lo sobrenatural, del misterio cluedo al género de reencuentro de viejos amigos (con el subsiguiente lavado de trapos sucios); y, entre tanta excitación, mucho drama, mucha angustia vital y mucho terror de casa encantada. Con sus pinceles digitales, Martínez Bueno viste la historia de una oscuridad gótico-pictórica luminosa. Y, como se intuye ya en sus espectaculares portadas, su realismo ligeramente expresionista funciona a la perfección en la creación de personajes y en la reconstrucción de unas arquitecturas que resitúan a Lovecraft en el escenario imposible y espeluznante del Estilo Internacional. Malabarismos pavorosos.

sábado, diciembre 03, 2022

Hierba, de Keum Suk Gendry-Kim. Vidas atroces

De igual manera que no hay mejor analgésico que la ignorancia, es imposible salir indemne de la revelación de las atrocidades de la historia. Desde el aturdimiento que nos produjo Ciudad de vida y muerte, la crónica atroz que Lu Chuan dibujó de la ocupación japonesa de Nankin, sentimos una sacudida cada vez que oímos el nombre de esa ciudad que fuera la capital de la República Popular de China en los prolegómenos de la Segunda Guerra Mundial. 

En su día, hablamos del Nankin, de sus esclavas sexuales y mujeres asesinadas (el destino habitual de las miles de mujeres y niñas chinas y coreanas violadas por los soldados japoneses), con motivo de la publicación del cómic del mismo nombre de Nicolas Meylaender y Zong Kai. Volvemos ahora al mismo tema y a la misma tragedia con motivo de Hierba (2017), una novela gráfica que gira, precisamente, alrededor de las vivencias de una de aquellas mujeres. Su autora, la dibujante y traductora Keum Suk Gendry-Kim, recurre a un artificio narrativo ya habitual en el mundo del cómic: el de la entrevistadora que construye un relato con las vivencias del entrevistado, al mismo tiempo que revela el proceso de construcción del relato que nace de aquellas vivencias. Es la misma técnica que ya empleara Art Spiegelman en Maus, para relatar la lucha por la supervivencia de su padre en Auschwitz.

En esta ocasión, la protagonista de Hierba es la anciana Lee Ok-Sun, una de las pocas víctimas que lograron sobrevivir a las atrocidades japonesas y a los años de explotación sexual a la que muchas mujeres chinas y coreanas fueron sometidas en aquella época terrible de la Guerra del Pacífico bajo el eufemismo de "mujeres de consuelo". El cómic recoge las visitas repetidas de Gendry-Kim a la residencia de ancianos en Corea del Sur (una House of Sharing) a la que regresó la protagonista después de su vida en China, para conducirnos hasta su infancia, mostrarnos las penurias de su familia, su impostado matrimonio concertado y todos los procesos posteriores de trata a los que fue sometida, hasta acabar siendo vendida como esclava sexual. Se describen las miserias de su vida con dureza, sin ambigüedades o disimulos, a partir de una caricatura en blanco y negro, no carente de dureza, marcada por un dibujo muy sintético de línea suelta. El relato "respira", sin embargo, gracias a numerosas pausas contemplativas en las que, después de alguna revelación terrible, la autora reposa su mirada sobre elementos de la naturaleza (paisajes, árboles, animales), con un trazo grueso expresionista que termina por difuminar sus perfiles casi hasta la abstracción; en imágenes que nos recuerdan a los brochazos expresionistas de Motherwell, Kline o incluso Pollock. En esos paréntesis, el lector recupera resuello para seguir el viaje hacia los infiernos de Lee Ok-Sun.

Por esa misma dureza del relato, sorprende la actitud sosegada e indulgente de Lee Ok-Sun, su mirada resignada pero sin rencor hacia un presente al que ya le queda poco futuro. Sólo se percibe amargura en sus palabras cuando plantea la necesidad del recuerdo y la restitución para superar el pasado; cuando le exige disculpas a las autoridades japoneses como paso previo al perdón. Hierba es el testimonio valioso, y no carente de belleza, de una superviviente; un ejercicio de memoria histórica y reivindicación, y una vía de esperanza para resarcir a las víctimas de la historia.