Uno de esos lotes underground, que nos trajinamos con el ebay por cuatro duros, incluía una curiosidad. Se trata del número doble 5-6 de Dr. Wirtham's Comix and Stories (la contraportada del 5 es la portada del 6 y viceversa, de modo que cuando uno llega a la página central, se acaba el volumen 5 y hay que darle la vuelta al tebeo -literalmente- y empezar a leer desde la última página, primera del número 6). Huelga decir que no sabíamos nada del tebeo cuando comenzamos la subasta, tampoco sorprenderemos a nadie si decimos que fue el título lo que nos empujó al jugueteo pujador.
Ya conocen al tristemente célebre Dr. Fredric Wertham (así con "e"), últimamente se ha hablado de él en algunas páginas ilustres sobre el tebeo. Fue aquel psiquiatra-puritano-reaccionario que en su Seduction of the Innocent tuvo la ocurrencia de atribuirle al cómic la responsabilidad de todos los males e infamias universales; entre ellos la violencia juvenil. Las consecuencias inmediatas fueron un juicio contra la EC y sus (cada vez más reivindicados) cómics de terror y la aparición de esa estampa de autocensura que es el Comics Code Authority. Así, pese a que fueron los de la EC los que ganaron el juicio (no lo perdieron), su posición editorial, audaz y felizmente charcutera, salió claramente debilitada.
El número de Dr. Wirtham's Comix en nuestro poder, aparte de su título paródico y alguna que otra participación autorial de interés (como las de Rick Veitch en Cell Food, junto a Bissette, o la sorprendente y temprana incursión underground de Mark Burbey y, atención, Marc Hempel, que es Crazy World), tiene más bien poco interés. Se trata de una de esas publicaciones tardías que surgen en los estertores del underground (finales de los 70; éste en concreto es de 1980), que transforman las visiones surrealistas y la trasgresión contracultural en un remedo efectista de ciencia-ficción o fantasía un poco alucinada y filtrada por experimentaciones de aire "hippiesco". Uno de esos comix que tan ácidamente criticaron los Rick Griffin y Moscoso, años después, cuando la muerte del underground (al menos, tal y como ellos lo entendían) ya estaba certificada.
¿Por que lo traemos a estas páginas, entonces? Básicamente, porque, además de incluir una calentísima galería de pin-ups ligeritas de ropa en sus páginas centrales, el cómic se abre con una declaración de principios sorprendente en el reverso de la portada, junto al índice. Dice así esta especie de manifiesto:
-An abbreviated editorial statement-
We publish good art and underground comix in the EC vein! The kind Dr. Wertham loved to hate! But PWCandS is not an EC imitation! It's an artistic rag, an uncensored outlet and creative environment for graphics artists with an attitude similar to the EC shop! We publish material dealing with the creative artistic/autistic process/mind, semi-autobiographical exorcism/excision of personal pyscho-demons, the sociological/pyschological workings/power/significance of taboos/laws, the dynamic interaction of the individual and society in the modern world, dada, surrealism, super-realism, dreams, sex, drugs, rock n' roll, sex, love, death, violence, crime, revolution, horror, sci-fi, satire, parody, binari systems, grafik shox, shattered mental taboos, X-peer-mental cuttings/leading edges! Sometimes sexist, violent mysogynist, obscure, sick, childish? life is art! Art is life! Love=hate. By dealing with it do you become what you create/hate? We believe comix have a special power which has been shackled by its economic history in the U.S.A. and its special association in America with children and censorship, even in its reactionary underground form! The creative potencial is great and often not achieved but PWCandS is intended to be part of the struggle! PWCandS = (WDCandS)' MM= (HM)' -The Baby Sitter-
Excepto algún cripticismo como los de las firmas finales y ciertas alteraciones ortográficas, el texto es bastante transparente en su verborreica reclamación libertaria. Anticipa además licencias actuales y libertades creativas que, quizás, no hubieran existido si comix como éste no lo hubieran hecho.
Jack Kiney, uno de los autores implicados, cuelga completa en su propia página web Black Cat City, un interesante poema en viñetas y una de las historietas de este número.