Tenemos la sensación de que hay un grupo de lectores de cómics que esperan (esperamos) cada entrega de The Acme Novelty Library de Chris Ware con la misma expectación con la que los espectadores franceses de los 60 esperaban cada nueva película de Truffaut o Godard o con la que los fans de los Beatles y los Rolling aguardaban los hallazgos musicales de cada disco que editaban sus bandas favoritas a partir de 1965: con la expectación del que se cree testigo de un acontecimiento.
Así lo sentimos en el caso de este americano y su impresionante (quizá no en número) biblioteca de narrativa gráfica. Lo hemos mencionado antes, no fue una casualidad que comenzaramos nuestra andadura en este blog colgando la reseña que publicamos en el Culturas del Jimmy Corrigan, probablemente el cómic más influyente de los últimos tiempos. De ware nos fascinó entonces, y nos sigue asombrando, su capacidad para renovar el lenguaje comicográfico a partir de una inteligente reformulación de sus herramientas constituyentes: desde su uso de las didascalias como nexos sintácticos, hasta la organización de la página en microviñetas o en diagramas trasvasados desde la señalética, pasando por el empleo significativo de los recursos visuales (ornamentación, tipografías, recortables) de las publicaciones periódicas del S.XIX y los comienzos del XX (la propia concepción imprevisible, primorosa y cambiable de su The Acme Novelty Library responde a esa recuperación de modelos editoriales precedentes). Pero Ware es, al mismo tiempo que un experimentador de la técnica discursiva, un narrador experto; un autor capaz de captar los niveles más profundos del alma humana, con todas sus miserias, junto a esas pequeñas ilusiones cotidianas que funcionan como chispas de ignición de la existencia. Cada trabajo de Chris Ware, cuya publicación es cuidadosamente dosificada, resulta un prodigio de sensibilidad y todo un modelo técnico de organización discursiva, descubriendo caminos que parecían vedados al cómic.
Si ya la historia biográfica del número 18 de The Acme Novelty Library, sobre una chica inválida y desvalida en lucha constante con su inadaptación, alcanzaba una altura artística deslumbrante, la hazaña se repite en el volumen 19. En el, Ware recupera algunas de sus constantes, como los metarrelatos apoyados en flashbacks o ramificaciones diegéticas secundarias, el empleo de la pausa y de las transiciones momento a momento (sic. McCloud) como recurso temporal y de progresión dramática o el empleo constante de indicios y recurrencias, como factores de dosificación narrativa. Continúa el nuevo tomo de la biblioteca con las andanzas y desventuras de la familia Brown, hijo y padre, los nuevos protagonistas estrella de Ware, una vez clausurada la era Jimmy Corrigan. En este caso es el progenitor, W. K. Brown (el padre de Rusty), la guía y el punto de vista principal de una nueva serie de episodios biográficos que continúan la historia de los personajes interrumpida en el volumen 17, pero que permite una lectura autónoma. El volumen se divide en tres historias, dependientes en realidad del relato-marco principal (la vida del señor Brown): "The seeing Eye Dogs of Mars" (una apasionante historia de ciencia-ficción, obra del propio W. K. Brown, escritor-personaje), "Youth, and Middle Age" (episodio analéptico sobre los atormentados años de infancia y la tórrida y reprimida juventud del personaje principal) y "Syzygy" (un apéndice textual, una nueva historia escrita de ciencia-ficción de W. K. Brown).
Como en todos sus volúmenes, en este número 19 encontramos infinidad de detalles memorables y pequeños hallazgos visuales, como ese sumario de tres o cuatro páginas que nos pone en antecedentes de la misión espacial ficcional, o el de la visión subjetiva del personaje W. K. Brown después de que se le rompan los cristales de sus gafas, o los imborrables encuentros sexuales entre el propio Brown y su amante, una voluble y complicada joven, un hallazgo de personaje.
Cierto es que al lector poco familiarizado en Ware y sus mundos, un volumen del Acme, así de sopetón y sin margen de adaptación, puede resultarle cuanto menos fatigoso y más de uno pensará que algunos de los recursos, juegos y experimentos del americano son brindis narrativos al sol o frivolidades decadentistas. Nada más lejos de la realidad, casi nada en el universo Ware es gratuito y, una vez aceptadas y comprendidas sus reglas, todo parece encajar como un guante (o como una caja china dentro de otra). Tan bien como encaja cada nuevo volumen, más grande o más pequeño, más o menos lujoso, con mayor o menor número de páginas, dentro de la gran biblioteca que, paso a paso, Ware está construyendo con maestría para mayor gloria de la historia del cómic.
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(Actualización: 04 - febrero - 2009, 17:00)
A través de los comentarios nos enteramos de más detalles del volumen de Ware que verá una edición "española" gracias a Mondadori. Gracias a su vez a anotaciones.