lunes, junio 20, 2011
Generación X.
viernes, junio 10, 2011
Culturas de Salamanca. Regalito por los buenos tiempos
lunes, junio 06, 2011
Cómic, ilustración y cine de animación. La imagen y sus públicos, en León.
Fíjense que entre la colección de participantes, encontramos a ganadoras de Premios Nacionales de Ilustración (esa palentina ilustre que es Noemí Villamuza), a estudiosas-poetisas de primer nivel (Ana Merino), a blogueras-profes ilustres con linterna roja al frente, a reporteros comiqueros, a doctores del saber, etc. Nosotros, pasearemos por el evento y hablaremos también de mujeres, de las dibujadas y de las de carne y hueso que dibujan. Si les apetece, ya saben, por allí nos veremos. Será todo un honor.
lunes, mayo 30, 2011
El pequeño Christian, de Blutch. El final de la inocencia
Blutch nos tenía acostumbrados en los últimos tiempos a ejercicios narrativos cargados de simbolismo, el que se encierra en los misterios de la sexualidad en el caso de La voluptuosidad, o los que esconde la historia y sus revisiones ficcionales, en Péplum. El pequeño Christian se mueve en el territorio de la crónica episódica humorística, en este sentido, mucho más cerca de las marcas narrativas de Blotch. Su trasfondo argumental, no obstante, es completamente diferente.
Dentro de su aparente libertad conceptual (evidente en su elección estética) Blutch es un guionista inteligente, lleno de profundidad y perspicacia psicológica. Una cosa no debería imponerse a la otra, en realidad. El pequeño Christian, que en teoría podría pasar por un trabajo humorístico menor, frente a la señalada densidad simbólica de sus obras precedentes, es, por el contrario, un acercamiento lucidísimo a la visión del mundo que tendría un niño preadolescente.
Blutch nos invita a navegar entre las dudas, las frustraciones y los episodios de aprendizaje que enmarcan este decisivo periodo de nuestras vidas, y lo hace desde la mirada aguda del ironista que respeta a su personaje, pero entiende la comicidad que se esconde en los dramas adolescentes. Miramos hacia atrás y nos sorprendemos de nuestra propia solemnidad, de la impostada trascendencia que tuvieron algunos episodios de nuestros 12 años. Blutch se acerca a esos capítulos, sólo anecdóticos desde la seguridad que aporta la distancia temporal, y nos los relata adoptando el punto de vista de su protagonista, el pequeño Christian. El truco reside en la selección de los instantes (algunos hilarantes, la mayoría realmente graciosos e incisivos) y en la presentación de los mismos, a través de esa visión infantil deformante.
No es la primera vez que se usa este recurso en el cómic ni mucho menos. Casi todas las aventuras de Calvin y Hobbes aparecen filtradas por la fantasía del niño que las protagoniza; es ese de hecho, el mecanismo rector de su esquema narrativo: Hobbes sólo es verosímil en tanto en cuanto existe en la imaginación de Calvin, sólo él y el lector son capaces (uno como protagonista, nosotros como espectadores) de interpretar ese plano de “realidad imaginada“.
Hace poco hemos podido leer otro cómic que guarda muchas semejanzas con El pequeño Christian, se trata de Marzi, de Sylvian Savoia y Marzena Sowa. En él, sus autoras relatan, también mediante una selección de episodios vitales, sus experiencias infantiles en un país sujeto a un régimen comunista. Como en la obra de Blutch, la inocencia infantil y su revisión irónica son los materiales argumentales de Marzi. Pero sus páginas caminan mucho más cerca del episodio costumbrista y se recurre menos en ellas al componente deformador de la fantasía.
Los capítulos de El pequeño Christian relatan episodios existenciales del niño protagonista (la escuela, la relación con las niñas, los mitos infantiles, la autoridad paterna, las vacaciones de verano), valiéndose de los propios referentes culturales y populares del personaje: el western, la publicaciones semanales Pif Gadget o La revista de Mickey, Los ángeles de Charlie, las películas de Steve McQueen, Tintín, etc. En El pequeño Christian la transición entre la realidad y los referentes ficcionales es tan fluida como lo sería en la imaginación de un niño: de hecho, todos necesitamos de unos asideros (ideológicos, culturales o vitales) que nos ayuden a entender la realidad y a sobrevivir en ella. Es comprensible que en el caso de un niño estos puntos de anclaje estén determinados por sus lecturas y sus diversiones más inmediatas. Blutch muestra una mirada sabia a la hora de elegir y plasmar unos referentes que, seguramente, fueron los suyos. Su trazo suelto (sobre todo en la segunda parte del volumen), su talento para la caricatura deformante y su habilidad gráfica a la hora de seleccionar sólo el elemento verdaderamente relevante del motivo dibujado, colaboran a reforzar la carga humorística que tan bien funciona en este cómic.
Blutch, junto a Sfar, Trondheim, Larcenet o Christophe Blain son los estandartes del nuevo cómic francés, caracterizado por el trazo suelto, el humor inteligente y la experimentación narrativa. Cada una de sus obras compensa la expectación que la precede y de su lectura uno siempre obtiene satisfacciones inmediatas y poso reflexivo. El pequeño Christian no iba a ser una excepción, pero es que, además, es muy divertido.
lunes, mayo 23, 2011
Cárcel de amor, de Sergi Puyol. Prisiones interiores.
lunes, mayo 16, 2011
Con Sacco y sus "Notas al pie de Gaza", en Culturamas.
lunes, mayo 09, 2011
Indie nacional, Superluv y Penny Century.
Penny Century came
But she always dies out
Vanishes behind the clouds
Like a decoy bird
I'm invisible to her
PENNY CENTURY
Penny Century llegó
Pero ella siempre desaparece
Se desvanece tras las nubes
Como un señuelo
Soy invisible para ella
lunes, mayo 02, 2011
Estocolmo: islas, museos, vikingos y (algunas) viñetas.
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Ah, las gracias por las fotos a Paco y las gracias por el hogar a Dan.
lunes, abril 25, 2011
Reuniones, juergas y déjà vues en el Salón.
En el Salón, disfrutamos de las enormes planchas del Tarzán de Harold Foster y Burne Hogarth, de los luminosos originales de Pellejero (¡qué belleza la que se encierra en esos ejercicios de estilo que son sus El silencio de Malka, El vals del gulag y En carne viva), de los originales de El arte de volar y de la revisión comiquera del universo zombi. De zombis, casi reales algunos de ellos, estaban inundados los pasillos del evento: maquilladores “haciendo” zombis como churros, visitantes compitiendo por la más verosímil zombificación, monólogos zombis, los mencionados originales zombis… La victoriosa sombra de Kirkman (con asombroso premio del Salón incluido, en el año en que Sacco hizo sus Notas al pie de Gaza) es alargada y va dejando rastros de celebración por el camino. Estuvo entretenida la puesta en escena: Walking Dead versus Star Wars, y a ver quién es más friqui.
Entre los artistas "neofirmantes", destacó la expectación creada por la reaparición de Mariscal, la presencia de un peso pesado del cómic italiano como Igort o la predicación con la que aguantaron la cola los fans de Garth Ennis y Steve Dillon. Además, de postre, otro de nuestros favoritos, Edmond Baudoin, nos firmó y dedicó, con dibujito incluido, un ejemplar de Ensalada de Niza. Por lo demás, había escenas que parecían grabadas en vídeo del año anterior y proyectadas en bucle: ahí seguían Paco Roca y Miguel Gallardo, ganando premios y firmando ejemplares. Pareja al año anterior fue también la afluencia de visitantes: poca cosa el jueves (nos dijeron) y el viernes, y hordas de padres con hijos, hijos con novia, novias con amigas y familias al completo el sábado. De frenopático estadístico.
Ya ven, hay hábitos que devienen en vorágine. La segunda etapa, la del otro periplo que mencionábamos al comienzo, se la contamos en la siguiente entrada.
lunes, abril 18, 2011
Así habló Zaratustra. Filosofía a la japonesa.
Por eso, tiene mérito la propuesta de Herder Editorial (especializada en dicho campo, el del pensamiento y la filosofía) de editar la adaptación al manga de Así habló Zaratustra, de Friedrich Nietzsche. Si los japoneses han creado mangas para economistas (la abstracción del número), cocineros (la concreción del gusto y el olfato) o jugadores de gon, ¿por qué no podía un tratado filosófico sufrir un proceso similar de asimilación?