Como loca es El conejo, del joven dibujante coreano Byun Ki-hyun. Un relato protagonizado, como anticipa su título, por un conejo, una coneja, vaya. El estilo de Byun, una caricatura bastante sobria, con ínfulas realistas y un inconfundible aire manga, forma parte esencial de los entresijos que movilizan El conejo. La historia se sale de lo ordinario en varios sentidos: por una lado, está la coneja que aparece por sorpresa en casa de la protagonista en busca de asilo; una coneja que convive y se comporta como un humano excepto por pequeños detalles ("tenía por costumbre dejar por cualquier parte sus cacas con forma de cápsulas"). Está además el incuestionable tono alegórico de la historia, con referencias constantes a la leyenda coreana que habla de unos conejos que maceran pastelitos de masa arroz en la luna (¿?); y, por si faltara algo, el énfasis de la historia en esos extrañísimos oficios y entretenimientos orientales que, en este lado del mundo, interpretamos dentro del área de las perversiones psico-sexuales (¿cómo definirían a esos hombres de negocios y padres de bien que "alquilan" a jovencitas con trajecito escolar para que les acompañen al karaoke? Reduplico el ¿¿??). Puestos a pensar sobre todo ello, resulta que existe ya un término que define este modo de creación artística: realismo mágico, creo que lo llaman...
Me recuerda El pino a una película que vi hace unos años, con un tema prácticamente idéntico: El funeral (Ososhiki), de
Juzo Itami. Un filme directamente emparentada con la tradición clásica del cine japonés y con maestros como Ozu o Mizoguchi, creadores de películas "en las que uno terminaba asimilando como propios sentimientos y conocimientos tan distantes en lo cultural, que valían por 10 libros de historia". Y así recurriendo a unas palabras de los mismos comments que abrieron este post, cierro esta sesión coreana, por hoy.

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