Acabamos con otro estreno relativo, también por parte de uno de nuestros jóvenes autores favoritos en tiempos recientes, pero que en este caso además resulta ser amigo y compañero de fiestas: hablamos de Gaspar Naranjo que, a rebufo de la buena acogida que está teniendo De cómo te amé..., se ha decidido a hacernos participes de sus alegres aventuras cotidianas e incursiones profesionales, allá por sus tierras vinícolas y otros puestos vacacionales. Como es norma en la casa, en Busco besos y sólo encuentro cubitos don Gaspar nos invita a la sonrisa con sus personajillos esquemáticos pero llenos de vida y, como no podía ser menos en un tipo tan dado a los vicios mundanos, tampoco han de faltar en su blog todo tipo de perversiones sexuales y confesiones impúdicas esparcidas en servilletas de papel, hojas de libreta y etiquetas de botellas de vino. Surtidito.
lunes, septiembre 15, 2008
Vinculos de urgencia.
lunes, septiembre 08, 2008
Super Spy, de Matt Kindt. Códigos y viñetas.
martes, septiembre 02, 2008
De viñetas por el sudeste asiático.
Lo que anuncia el título no es del todo cierto. Evidentemente cuando nos hemos embarcado este veranito en una giraventura por las tierras de la vieja Indochina, lo que menos esperábamos encontrar eran cómics y allegados (que tampoco hemos buscado con demasiada intensidad, para qué engañarles).
En vez de papel, mucho cine: como unos Indiana Jones cualesquiera, nos hemos maravillado con las piedras milenarias de los Templos de Angkor, con sus secretos, selvas y milagrosos grabados budistas; dejamos de respirar unos segundos cuando nos adentrábamos entre los atolones de la Bahía de Ha Long y algunas caras vecinas se iluminaron como el rostro luminoso de la Deneuve en Indochina; regateamos a las calles y comerciamos con los artesanos de ese Hoi An que parece recién salido de El amante (Jane March sudaba tanto como siempre); abrimos los ojos como dos cuencos de arroz, mientras surcamos y esperamos una emboscada que nunca llega en el Mekong, no vimos a Kurtz. Eso sí, lo que parece claro es que por esas tierras mágicas de Vietnam y Camboya no hemos visto demasiada afición al mundo de la viñetas; apenas algunos detalles.
Nos sorprendió, por ejemplo, encontrarnos un Hanoi (encantador, bullicioso, gastronómico, decadente) "empapelado" de cuadritos rojos de madera lacada dedicados a esos célebres Tintin au Vietnam y Tintin au Saigon que nunca existieron (¿serán capaces los meticulosos vampiros de Moulinsart de denunciar a un país entero?). No pudimos resistirnos a la tentación de comprar uno.
Poco después, en una alegre e irónica coincidencia, descubrimos nuestro primer cómic vietnamita en el Templo de la Literatura (catedral del saber antiguo). Se trata de Tý Quây, de Dào Hông Hái. Por supuesto, no entendemos ni palabra, pero como nos hacía gracia su encrestado personaje y su irresistible rusticidad naif (y como valía menos de un euro) nos lo compramos. Ya en estas tierras ibéricas nos hemos enterado de que el amigo Dào Hái es un artista vietnamita de cierto prestigio y de que Kim Dong (la casa que edita Tý Quây) dista de ser una empresita familiar. En su importante catálogo para niños encontramos muchos otros cómics y tebeos de renombre, del mundo manga casi todos, como Doraemon, de Fujiko o Detective Conan, de Aoyama.
Luego, en la mucho más industrializada y vertiginosa Ciudad Ho Chi Minh (antiguo y moderno Saigón), nos sorprendió sobremanera toparnos con un bar-cafetería, cuyo nombre no recordamos, decorado con imágenes de cómics de... Vuillemin, nada menos.
Nuestros últimos tropiezos comiqueros los celebramos en Hoi An, a donde llegamos en plena festividad de la luna llena, con farolillos, canoas y conciertos por doquier. Entre los numerosos mercadillos y quioscos, nos topamos con uno que vendía nada menos que dibujos originales hechos en un inconfudible estilo shojo manga; algunos muy estimables, aunque mucho menos que los muy bonitos grabados de paisajes vietnamitas tradicionales que se encontraban en las tiendas de arte de la ciudad, adornadas por esos estilizados caligramas que son un arte en sí mismos.
Ya ven, ni cuando más lejos nos escapamos conseguimos despistar al espíritu benefactor de la viñeta que, parece, llevamos enganchado a los zapatos. Reflexionaremos sobre ello, mientras nos recreamos con las imágenes aún nítidas en la memoria de ese paraíso en la tierra que acabamos de abandonar.
miércoles, agosto 27, 2008
Operación 700: el retorno (y V)
Llegamos al final de esta nueva operación inversora, dispendios llevados a cabo en tiempos pre-crisis, cuyos frutos terminarán por iluminar alguna pared futura. Al grano. Consumida buena parte de los fondos previstos, nos quedaban unos 150 euracos para conseguir alguna página original al nivel de las precedentes adquisiciones. No parecía tarea fácil, desde luego, pero nunca hay que desconfiar de un navegante con tiempo y paciencia para indagar en las entrañas del ebay.
Dicho lo cual, cuando después de muchos intentos infructuosos, nos hicimos con este trabajo de uno de nuestros dibujantes favoritos indiscutibles, nos tuvimos que frotar los ojos con tinta china y aguarrás. Nada menos que una plancha de Beto Hernández, un puñado de viñetas con sus gloriosos personajes, recién llegaditos de Palomar. Con los gastos de envío y demás, por unos 160 euros, un pedacito (el perteneciente a Luba # 3) de una de las obras que más tiene que ver, en nuestra modesta opinión, con la trasformación del cómic en lo que ahora es: un medio artístico cuyas creaciones cada vez tienen menos que envidiar a las obras generadas por otros vehículos discursivos. Pasen y vean.
La página, de un episodio titulado “Poseur”, recrea uno de los sucesos trágicos más relevantes en la siempre cambiante historia de Palomar: en ella aparecen Luba, Khamo, Venus y algún otro. A los recién llegados al imprescindible realismo mágico de Gilbert Hernandez, les invitamos a que se pasen por esa antigua reseña que publicamos en el Culturas, del Tribuna de Salamanca, hace ya mucho tiempo y que colgamos aquí hace algo menos.
Y así, un poco más ricos en experiencias y acaudalados en posesiones artísticas, cerramos un nuevo episodio (el segundo) de nuestra operación 700 (una vez más, nos pasamos un poquito del presupuesto). Las conclusiones, similares a la experiencia anterior: increíblemente aún es más factible hacerse con páginas y tiras de clásicos de prensa (algunos) o renovadores del lenguaje (desde la independencia), que con dibujantes actuales aceptables de la DC o Marvel. Si la crisis no les aprieta las hipotecas, es para pensárselo. Saludos.
jueves, agosto 21, 2008
Señal y ruido, de Gaiman y McKean. "Alquimioterapia" milenarista.
domingo, agosto 17, 2008
Mondo Snarfo. Surrealismo underground.
miércoles, agosto 13, 2008
Spiegelman vs. Maseerel.
martes, agosto 05, 2008
La desglorificación del héroe.
jueves, julio 31, 2008
Los "cómics" de Basquiat.
jueves, julio 24, 2008
Fox Bunny Funny, de Andy Hartzell. Una fábula con zorros y conejos.
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